jueves, 31 de octubre de 2024

Pequeños cuentos centroeuropeos


Stressemann era el gracioso del grupo. Pipi Stressemann siempre tenía el comentario mordaz, la broma ligera, la astracanada, el doble sentido o directamente la payasada a punto para que la cosa nunca decayera. Pipi Stressemann se casó y se fue de la ciudad. La familia de su mujer al parecer tenía una granja de cerdos y allí Pipi podría trabajar de manera estable, algo que no era demasiado habitual en él. Había sido cartero, intentó ser periodista, trabajó en una mercería, en una charcutería y finalmente en un bar de camarero, que fue donde conoció a su mujer. Su mujer se llamaba Loretta Fedl . Los Fedl, ya lo sabréis, era una familia de las más adineradas de la zona. Stressemann se adaptó muy bien durante unos años a su nuevo papel de esposo amante y formal. Tuvieron un par de hijas, Pippa y Lotta. Pasaron muchos años y nos reunimos los del grupo en un restaurante para celebrar el cumpleaños de Raymond cuando vimos aparecer a Stressemann. Llegó, nos saludó a todos muy serio, algún gesto cariñoso, preguntó por nuestras vidas, en ningún momento soltó una broma, lanzó una puya, contó un chiste, se marcó una cancioncilla, contó una anécdota. Comió, escuchó a los demás y cuando nos despedimos ninguno fuimos capaces de preguntarle el porqué del bigote pintado a rotulador en la cara.  

martes, 29 de octubre de 2024

Crónica del #PleGramenet de octubre. Hitler y el cableado


Vamos a por faena. Imaginemos que Hitler, no, venga, vamos a poner otro nombre para que no se diga, imaginemos que Pol Pot tiene la idea de quitar el cableado ese de los edificios que están a la vista y que tan mala imagen dan y que puede ser peligroso. Unos minutos antes de darte esa idea, ha propuesto exterminar a todos los universitarios porque son perpetuadores de los valores de la burguesía. Imaginemos que Hitler quiere que quitemos de las calles el cableado que se ve en los edificios, porque no puede ser, pero que antes ha tenido una idea que nos ha parecido reprobable como la de exterminar a todos los enemigos de Alemania y en especial extirpar la raza judía de Europa. Diríamos que hombre, por muy buena idea que sea lo de los cables, pues si viene de la mano de unos nazis, pues igual no. Sigamos ahora el razonamiento de Dimas Gragera ayer en el pleno municipal. Vox propone una moción para quitar los cables de los edificios, esos cables, esos. Unos minutos antes ha presentado una moción delirante con el objeto de que decidamos en referendum si echamos a los inmigrantes ilegales de Santa Coloma, entre otras propuestas igual de delirantes. Según Dimas Gragera, dejando a un lado la moción anterior, esta, sin mirar el logo de quien la presenta, es útil para Santa Coloma. Y prácticamente a la misma conclusión, sin este fundamento teórico absolutamente patillero, llega el grupo Socialista del consistorio, por lo que se suman a la moción de Vox y la moción de Vox se aprueba. Y se aprueba porque en un gesto totalmente incomprensible, el grupo socialista se niega a aceptar, a votar favorablemente, una moción de ERC, una contramoción que se presenta únicamente con la intención de 'tapar' la moción de Vox y dar la oportunidad de que salga adelante no como una propuesta de extrema derecha sino de otro grupo político. Pues el PSC se niega y no solo se niega o se abstiene, es que vota en contra porque aducen que esto de las contraesmenas es una pirula indigna, olvidando que el PSC ha hecho esto por sistema en los últimos años, presentar contraenmiendas que salen aprobadas con la intención de no debatir o negociar otras propuestas. Esto que cuento es francamente lamentable. Lamentable que en aras de ser todos amigos y que haya concordia y que los plenos no se conviertan en batallas campales, se amanse a la fiera asimilándola a cualquier otro partido político siempre y cuando no se metan con los derechos humanos. Es decir, puedes ser un nazi, pero si no haces cosas nazis, todo bien. Podemos hablar. Pues no, no se trata de que bueno, si es útil para la ciudad... nada de lo que hace Vox es útil para la ciudad, absolutamente nada y no se puede entender que un partido que acaba de decir que les han vandalizado la sede, como dijo Toni Suárez, termine aprobando una moción de Vox por muy bien pensada que esté. Porque se les blanquea. Blanquear parece que no signifique nada, pero significa que consideramos que un partido que nos ilegalizaría a todos, que eliminaría la democracia, que perseguiría o discriminaría a amigos y amigas nuestros y a nosotros mismos, si tiene la idea de que hacen falta más bancos en los parques, ya puede ser nuestro amiguito. Creo que los intentos del PSC por intentar atraer a Vox o al PP hacia algo así como un partido de orden, son un error, porque el primero que va a pagar todo esto es el propio PSC y, por mucho que otras opciones no les parezcan rentables o presentables o vete tú a saber, hay veces en las que hay que mojarse. Un poco. No hay que ponerse una pegatina antifa, o un parche, o una camiseta. Es simplemente no dejar hueco. Y se les deja hueco después de que protagonizaran un pleno repleto de barbaridades, fascistadas, machistadas, momentos diversos en los que la propia alcaldesa tuvo que llamarles la atención porque era insoportable la cantidad de sandeces que pueden reproducir en cada intervención. Y al final, llegan los cables y venga, palante. Incompresible. Y bueno, el resto del pleno. Se aprueba inicialmente lo del presupuesto municipal, no podemos decir gran cosa porque nadie puede decir gran cosa porque es todo tan reciente que vete tú a saber, decir por decir. Y la grandísima Pepa González ha sido formalmente ya y de forma oficial y con papeles de por medio, reelegida como Defensora de la Ciutadania. Y es una buena noticia y poner un poco de sentido en un mundo que a veces no se sabe por qué reglas se rige. La Pepa es una buena persona, como las hay a centenares de centenares en esta ciudad a la que quiero más que a mi propia vida y mi propia alma, pero es que además sabe lo que hace, cosa que a veces no está tan claro que todo el mundo lo sepa en esta ciudad que es la Santa Coloma de Gramanet que es más bonita que un lucero. Y la Pepa más. Y el pleno fue larguísimo, pero largo, largo, como hacía tiempo que no se veía y se sentía, porque había muchos puntos, puntos de urgencia, puntos importantes, modificaciones presupuestarias, que hacía tiempo que no, y lo del PAM, que fue también movidito donde se alardeó de participación, sí amigos, de participación, en Santa Coloma, y todo fue así como en plan a lo loco hasta llegar al tema de los cables que es que no se me va de la cabeza porque ya había habido tanteos con el tema de Vox, con temas de seguridad del palo te retiro esta moción porque me has dicho que vamos a hablar y dices, pero qué hablar con Vox, qué hablar ni qué hablar, que estamos haciendo aquí de tripas corazón por hacer un cordón sanitario contra la barbarie y os andáis con estas historias, mal, muy mal. No sé qué más, hubo muchas más cosas, como la reivindicación de los trabajadores municipales, es que hubo muchas cosas. O la presentación del Correllengua, que en otras ocasiones concitó la presencia de una Santa Coloma muy activa durante años y que ahora está desaparecida en combate. Y hacía calor y hacía frío porque seguimos con el tema de los aires acondicionados. Y se despidió ¿Definitivamente? el gerente don Fernando Hernández Baena Parera, que tuvo el detalle de hacer un discurso contra el racismo que me dejó así como con el culo torcido y que yo que sé ya esta ciudad cómo es y a cuántos palos puede jugar la peña. En fin. 

Pequeños cuentos centroeuropeos


Nos habíamos alistado un poco a regañadientes. Yo lo hice porque casi matan a mi madre y Kostia porque casi lo mato yo. Nos enviaron a un campamento, nos dieron el uniforme y sin saber cómo estábamos de barro hasta los ojos y con las balas silbando a nuestro alrededor. Y bombazos. Y compañeros destrozados. Nos dieron un día de permiso y antes de que acabara ya nos estaban llamando para volver. Al barro, a las balas, a los bombazos. Kostia parecía un muerto. Nunca sabía qué había que hacer, dónde esconderse, dónde estaba. Un día le dije que tenía que animarse, que pensase en otra cosa. Al día siguiente Kostia parecía otro. Era como el Kostia de antes. Ahora estáis esperando algún tipo de final con giro por el cual Kostia muere precisamente por haber pensado en otra cosa, estar contento, un rayo de sol. No. Kostia sacó su revolver y me disparó. Y me mató. Y ahora qué. 

lunes, 28 de octubre de 2024

Pequeños cuentos centroeuropeos


Correr había sido su vida. Desde pequeño, gracias a su padre, que le dedicó tiempo y dinero, el atletismo fue parte fundamental de su vida y así, cuando tenía 17 años, participó en un campeonato nacional de pruebas de media distancia, donde sorprendió a todo el mundo. Ya se hablaba de él como el Pequeño Zatopek. El país había encontrado un nuevo ídolo. Pero con 18 años, participando en una prueba de cross, se torció el tobillo. No parecía nada, hasta que lo pareció. Ligamentos, una recuperación demasiado lenta, la impaciencia, no pudo volver a correr como él quería. Y se encontró con que no sabía hacer otra cosa. Solo le gustaba correr y que le conocieran como el Pequeño Zatopek. El Nuevo Zatopek. Que le terminaran conociendo por su verdadero nombre y que un día, alguien fuera el Pequeño Szmuda. Pero no. Aquel tobillo destrozado terminó llevándole al mundo de la literatura y por eso esa carrera de cross fue culpable pero también detonante de que hoy no nos acordemos del Pequeño Zatopek sino del gran Szmuda. Que solo sabe escribir sobre correr. 

domingo, 27 de octubre de 2024

Una decepción comunista


O la decepción del comunista o una decepción más o una decepción comunista más. El sistema es implacable e impecable y no decepciona. El sistema no tiene la culpa. El sistema al que te enfrentas como comunista no te da opción a la esperanza, a la alegría, a la posibilidad. El sistema, incluso cuando crees que has logrado abrir brecha, lo que está haciendo es incorporarte a su rueda. El sistema se hace con nosotros y nos utiliza para legitimarse, para pervivir, para decepcionarnos. Pero el sistema no te lleva a la decepción. Quizás a la resignación, quizás a la rabia, quizás al pesimismo, a perseverar porque crees que quizás desde otro lado, de otra manera, el sistema caerá. Aunque no caiga nunca. La decepción siempre llega del mismo lado. La decepción del comunista siempre llega de la mano de otro comunista. Un comunista que te decepciona y que te desestabiliza, de anula, te machaca, te decepciona en definitiva y te convierte en un descreído. Un comunista descreído es el estadio superior del comunismo. Un comunista decepcionado por un comportamiento personal de otro comunista. Un comunista decepcionado porque otro comunista ha decidido arruinarte la vida. Un comunista decepcionado porque no entiende la deriva de otros comunistas. Un comunista condenado al ostracismo por otro comunista. Un comunista que vive con extremo dolor saber que alguien que era un hijodeputa, un cabrón, un perro, un sociópata, un psicópata, era tu referente, o tu coordinador, o tu secretario general, tu ideólogo, tu cuadro bien formado, tu núcleo irradiador, tu lo que sea. Querido líder, nos has decepcionado. En qué momento nos creímos que éramos diferentes. En qué momento nos creemos que no estamos condenados a la decepción, constante, perenne, sin salida. Una decepción detrás de otra. En qué momento los comunistas nos olvidamos de que la violencia machista es inherente a nuestro comportamiento vital y social y que somos eso, también. Cuándo hemos pensado que los nuestros no. En qué momento hemos creído en los nuestros como si los nuestros fueran nuestros, todos uno, todos todo. Sabemos que no es así, que unos, otros, aquellos, los del otro lado, somos lo que somos. Al final. En qué momento los comunistas ponemos por delante la salud de nuestra organización, taparnos los ojos y los oídos en beneficio de la organización. Leo a la Teresa Rodríguez hacer un alegato durísimo que nos coloca a los hombres en una posición que es la que es. Leo también a compañeros que analizan primero el de dónde, el cómo, lo que va a pasar. Me leo a mí mismo intentar hacer el cálculo de los daños que esto nos va a producir. Lo importante es la decepción del comunista. Nuestra decepción porque una vez más, otro comunista nos ha traicionado, nos ha dejado tirados, ha demostrado ser un mierda, se ha vendido, ha agredido, ha violentado, se ha sacado la polla delante de una mujer en una habitación, nos sentimos decepcionados porque somos comunistas que lo único que tenemos es una fe en algo que se encarna en unos compañeros y compañeras a los que creemos. Pero que sabemos que no, que no es verdad, que llegará el momento en que esos compañeros, camaradas, nos decepcionarán. Y lo más bestia. Es que escribimos estas cosas sobre la decepción para no ver, no ponernos en la piel de lo que deben sentir nuestras compañeras comunistas cada día, a cada momento, en cada hora. Esa violencia latente. Ese terror a que pase. No lo queremos ver porque no lo queremos saber porque creemos que lo sabemos. Ese terror. Por eso hablamos de la decepción comunista, aunque no sean comunistas. 

miércoles, 23 de octubre de 2024

Pequeños cuentos centroeuropeos


Pobre Studamayr. No supo nunca porqué le dimos de lado. Él creyó siempre que era por lo del acordeón. En su casa tenían la costumbre de tocar el acordeón. Su tatarabuelo, por lo menos, ya tocaba el acordeón en alguna de las bandas del ejército o de la policía y la saga familiar continuó hasta llegar a él. A Studamayr le gustaba decir que el acordeón que tocaba había visto la batalla de Sadowa. Siempre le decíamos que un instrumento tan triste había sido el culpable de que perdiéramos aquella batalla. Studamayr, al que conocimos en el instituto y que frecuentaba con nosotros las mismas tabernas, era buen tío. Pero tenía la fea costumbre de llevar el acordeón a cuestas y a cada momento, cuando ya llevábamos algunas cervezas, sacarlo para cantar alguna canción. Siempre tristes. Nosotros sabíamos que existían canciones más alegres o alegres simplemente, que se podían tocar con el acordeón. Pero Studamayr parecía que no. Él no era especialmente triste, pero cuando se colgaba el acordeón se transformaba. Un día le pregunté que porqué. Qué le pasaba, si es que le recordaba a su familia, si es que estaba melancólico por algo, si le podíamos ayudar. Me dijo que no le pasaba nada. Un día vimos que hablaba con Marika. Marika era una chica que nos volvía locos. Era inteligente, siempre andaba sola, se juntaba con nuestro grupo y desaparecía para estar con otros, bailaba, gritaba, yo estaba enamorado absolutamente. Marika comenzó a hablar con Studamayr y Studamayr seguía tocando en el acordeón esas canciones tristes. Conectaron, no sé porqué. Está mal, lo sé. Le dije a la gente que... yo que sé. Ahora no tiene importancia. Sé que se llegaron a casar y que él, en fin. Creo que ya sabemos todos lo que pasó. Pobre Studamayr. 

martes, 22 de octubre de 2024

Vince McMahon: El titán de la WWE - Chris Smith


Hay una canción de David Bowie, ya de los 90, que se titula I'm afraid of Americans. Viendo este documental sobre la vida del impulsor del espectáculo del Wrestling, Vince McMahon, uno se preocupa no de los americanos, sino de todos los que dependemos de lo que los americanos deciden. Y a falta de quince días para las elecciones en los Estados Unidos, la verdad es que es para echarse a temblar. O quizás somos demasiado exquisitos los europeos y no somos capaces de entender que sí, que debajo de esa masa que se toma en serio un espectáculo como el Wrestling hay también gente que puede compatibilizar eso con tener ideas... vete a saber. Pero la primera impresión es nefasta. Esta serie documental narra un despropósito tras otro, una visión del espectáculo televisivo, del capitalismo, de los negocios, del desprecio por la vida humana, por los valores de respeto más fundamentales, por cualquier cosa, de una manera descarnada y sin tapujos. Sin tapujos significa también que hay mucha gente que aparece en el documental que no denuncia, sino que apoya estos métodos. Métodos de coerción, de abuso, de violencia, de carencia absoluta de escrúpulos, de mentira, de manipulación, todo por el espectáculo. Todo por un espectáculo que se hizo crecer de manera gigantesca a base de no tener límites, a base de cumplir todo lo que el tal Vince McMahon iba ideando y planeando y consumando a lo largo de los años, desde finales de los setenta, con la intención de hacer dinero. Son muchos, muchísimos, los momentos en los que esta serie parece que no puede llegar más lejos. Quizás no se puede llegar más lejos de lo que se dice en el propio principio: el documental deja de rodarse cuando Vince McMahon está siendo asediado por múltiples denuncias de violencia sexual, abuso, etc. Algo que parece que se va sorteando a lo largo de todo el documental y que finalmente termina con el personaje, o no. Así explicado, el documental, la serie, puede parecer un espanto, pero es fascinante. Es fascinante porque nos cuenta como el mundo del espectáculo es tan primario y tan brutal que siempre pides más. Y si luchan unos hombres y mujeres más o menos musculados al principio, hay que darle una vuelta de tuerca, y se idean tramas, y el propio presentador del programa se convierte en personaje, y no contento con ello mezcla a su familia, y no contento con ello... tienen que verlo. Tienen que verlo para comprobar porqué muchas de las cosas que pasan allí, en la otra orilla, pasan y nos sorprenden. Y no las entendemos. Y cómo también muchas de esas cosas podrían pasar aquí. Así, nos encontramos con que nada menos que Trump mismo es un personaje de ese mundo, un personaje, no una persona, y que se prestó también a participar en esa grandísima farsa, que al mismo tiempo es real, porque es real que la gente acaba fatal, que muchos acaban palmando, o hechos cisco, o bien terminan reconciliados con el monstruo que les hizo ser unos monstruos, con quien les aseguró una fama que no podrían ni imaginar, con quien les convirtió en ídolos por su obra y gracia, simplemente porque un día decidió que podrían ser buenos para el negocio. Una cabeza tremenda, espantosa. Una cabeza que debería estar en el talego, que debería pagar, pero que en realidad es pagando como se va escapando y como va fomentando lo que quiere. Espectáculo en el que él es el protagonista. Bien jugado el cartel original presentándolo como un muñidor de marionetas. Lo que no sabemos es que nosotros también lo somos. 

Pequeños cuentos centroeuropeos


No le llamaban ni Panenka por el bigote, ni Jaruzelski por ser calvo y con gafas, ni Kafka por estar como más seco que el señor, ni Masaryk por el aspecto señorial, ni Puskas por la barrigueta, ni Kratoschtilova por los músculos, ni Navratilova por la melenita rubia, ni Lendl por lo aburrido, ni Kundera porque le cundiese, ni Neruda por poeta, ni Forman por superhéroe, ni Freud por comeollas, ni Walesa también por el bigote, ni Radetzky por lo musical, ni Schiele por lo pinturero, ni Klimt por pintor, ni Kokoschka por lo colorista, ni nada por el estilo. Le llamaban Banacek. Y tampoco te puedo decir si era por los puros o porqué. Pero todo el mundo le conocía como Banacek, menos cuando ella le llamaba, que lo hacía por su nombre. El nombre lo he olvidado.  

lunes, 21 de octubre de 2024

Pequeños cuentos centroeuropeos

Teníamos una banda, hace años. No nos hacía caso nadie y nos planteamos dejarlo. Teníamos un estilo un poco particular, es cierto, nos alejamos conscientemente de lo que podría ser mínimamente popular. Incluso en lo underground hay gradaciones. Nosotros optamos por ser raros de verdad. Grabamos alguna cosa, sin ninguna repercusión y tras unos cuantos ensayos un poco tristes, decidimos separarnos. Yo quise seguir vinculado con la música y con mi guitarra me propuse montar un pequeño espectáculo de versiones con el que ir matando el gusanillo. Pero Radek quiso ir más allá y junto con Agnet montaron un dúo que se propuso renovar el género de la balada romántica. Inesperadamente, consiguieron un cierto éxito y alguien dijo incluso que representaban una esperanza para la música y el amor. Alguien, ojo, llegó a proponer que con ellos comenzaba una era en la música romántica. Pero pocos vieron que la música y las letras de Radek y Agnet eran las mismas que las de nuestra antigua banda. Fue como una victoria póstuma.  

viernes, 18 de octubre de 2024

Tots ocells - Oriol Broggi


Hace unos días se celebró la Biennal del Pensament en Barcelona. Pasaron por nosequé espacio diversos escritores y pensadores que reflexionaron sobre el mundo y sus misterios. En uno de los reportajes del Telenotícies, en los que se esfuerzan en pintar esa Catalunya de obras de teatro, estrenos en el Liceo, exposiciones tal, pusieron sus cámaras allí en la Biennal y en concreto en la aparición de Wajdi Mouawad, autor de la obra Tots ocells. Wajdi Mouawad es un autor nacido en Beirut, Líbano, pero canadiense. Ponían micros al público y una señora decía que había ido a ver Tots ocells ya dos veces. A los pocos días, mi compañera me dijo que recordara que íbamos al teatro el miércoles. El miércoles no puedo, igual puedo, pero así de primeras no puedo. No recordaba ni la obra que iba a ver. Finalmente las piezas encajaron y pude ir a ver la obra. Era Tots ocells y en mi cabeza la imagen de aquella señora yendo a ver dos veces la obra estaba muy presente. Ya tiene que ser buena, porque además son tres horas. O más. Bien. Totalmente mediatizado por mis lecturas sobre charneguismo, me fijo en el elenco de la compañía en el cartel que preside la entrada recinto teatral, un espacio que yo no visitaba desde hacía por lo menos 20 años. El espacio es una maravilla. Veo el elenco, el personal, la dirección. La obra. Un príncipe, hijo de un rey, claro, vive en palacio pero le gusta salir por ahí a ver mundo. Un día conoce a una muchacha que es esclava de un magnate. La esclava es muy guapa y el príncipe se enamora. Pero no se pueden casar, él es príncipe y ella es una esclava pobre y posiblemente sea musulmana porque el magnate es un malísimo magnate de origen bereber. Y la familia de él se opone, claro. Y hay una trama y disputas y al final, por arte de nosequé, se descubre que la esclava fue raptada de niña de un palacio por parte de unos piratas moriscos y ella es, no solo cristiana, sino la hija perdida del duque de tal. Este argumento, digno de Lope de Vega, por ejemplo, es, de otra manera pero no tan de otra manera, el qué de una obra de tres horas y cuarenta y cinco minutos con el conflicto de Palestina como fondo. Un conflicto en el que se exponen los motivos, los traumas, las contradicciones, los dolores, las firmezas, las intensidades de una de las partes, y el lirismo y la poesía y la delicadeza de la otra. Un conflicto que nace de un dolor y que se quiere resolver con unas metáforas sobre pájaros y peces que casualmente coinciden con las partes menos estimulantes de una obra que a medida que va transcurriendo y que se van sucediendo los giros finales transforma toda esa intensidad en una sensación de gato por liebre. Un folletín disfrazado de denuncia o de radiografía del mundo actual, tal y como reza en el folleto. Con momentos en los que un progre de nivel medio, un progre de nivel Broncano, se sonroja, como el arrepentimiento y perdón de una violadora así porque sí. Tres horas y pico de interpretaciones al límite de lo posible, rayando en altísimos niveles de emoción, de desgarro, de todo, pero que no sirven para otra cosa que para disfrazar de bienal de pensamiento algo que está diseñado y pensado para tocar la fibra sensible en muchos palos, de muchas maneras y colocarnos un mensaje final confuso, sin buenos, ni malos, ni nada. Y una cosa es una cosa y otra cosa es otra. Pero un poco ya es la tónica de todo. Y es que viendo el chozo, se ve el melonar. 

jueves, 17 de octubre de 2024

Crónica del #Plegramenet extraordinario de Ordenanzas Fiscales. Quiero tener tu presencia


Samu Omorodion es el delantero de moda. Resulta que Samu Omorodion era jugador del Atlético de Madrid, de la cantera creo, y el año pasado estivo cedido en el Alavés, donde cuajó una temporada aceptable. No recuerdo si marcó muchos o pocos goles pero lo normal era decir que Samu Omoridion ojo con Samu Omorodion y que el Atlético lo iba a recuperar seguro. Acabada la temporada pasada, Samu Omorodion vuelve al Atlético de Madrid pero Simeone se lo quita de encima y lo acaban vendiendo al Oporto, no al Elche, ni al Valladolid, o al Valencia, o al Hajduk Split. Al Oporto, que no son cojos. Pues parece ser que Samu Omorodion se esta saliendo en Portugal. Y en los partidos de la Sub21 de esta semana ha llegado a hacer cuatro goles en un solo partido durante 45 minutos, mostrando lo que llamaríamos una superioridad incontestable. Samu Omorodion es un armario de pavo y viendo las jugadas parece que les saca medio cuerpo a sus rivales. Pero esto no era suficiente para el Cholo Simeone, que ha preferido a un argentino medio, Julián Álvarez, ni carne ni pescado, para liderar la delantera colchonera. Tratándose de una aprobación inicial, nos abstendremos para hacer las alegaciones pertinentes y según la respuesta del equipo de gobierno, decidiremos nuestro voto final. Esto es más o menos lo normal en este tipo de plenos. Si quieres, puedes hacer una intervención marcando un poco las líneas políticas de lo que pretendes, enseñar alguna alegación, darte un poco de publicidad. Es normal. Y esto es más o menos lo que sucedió el pasado martes, las consabidas arengas disparatadas de la ultraderecha, el tono de oposición opuesta por parte de Esquerra y la aparición del portavoz del PP como el nuevo 'el niño que mucho sabe'. Porque no estábamos ante la aprobación inicial, sino que estábamos ante la aprobación provisional. Este puntillismo ya nos dice cosas. Nos dice cosas como que el portavoz popular va a jugar a ser 'el que sabe' en la nueva temporada del consistorio. Me habéis quitado a los que sabían y con los que me medía de igual a igual y ahora esta tropa no sabe hacer la o con un canuto. Os lo voy a tener que decir todo. Se acabó ser el simpático regidor calmado que afea los exabruptos de los voxeros, llega un nuevo tiempo, el tiempo de pasar a la ofensiva. Añadamos en el transcurso del pleno una discusión si no bizantina, estambulesca, sobre la presencia o no presencia de Vox en la comisión tal, porque te llamé, porque no me dijiste, me dijiste que iba a venir pero no estabas, te llamé, ese no es el número, pues me llamas igual, yo que sé, tal. Poca cosa más. Este fin de semana, vuelve la Liga. 

miércoles, 16 de octubre de 2024

Pequeños cuentos centroeuropeos


Yo no sé si era muy moderno o no, pero me tuve que ir del pueblo y venirme a la ciudad. Tenía en el pueblo un puesto de aprendiz en la carpintería y con el paso del tiempo, posiblemente, hubiera sido oficial de plantilla y me habría ganado bien la vida y habría conocido a alguna chica y me hubiera casado, pero me sentía encorsetado en aquel lugar, asfixiado. Así que decidí irme. En la ciudad busqué trabajo como oficial de carpintero, que era lo que yo sabía hacer, aunque mi idea era dedicarme a otra cosa. Esa otra cosa no la tenía clara. El señor Hirek me dio un trabajo en su pequeña fábrica de muebles. Me alojé en un cuartucho desde donde veía el mercado. Y olía a mercado. Un día, después de trabajar, me cambié de ropa y fui al barrio bohemio, quería conocer a mis iguales y darme a conocer yo también. Entré en una taberna donde vi a gente joven y me pedí un licor no muy fuerte, no quería correr riesgos. Un grupo de cuatro chicos y dos chicas conversaban animadamente sobre literatura. Hablaban muy alto y era fácil seguirles la conversación. En un momento uno de ellos fue a la barra, donde yo estaba, a pedir más cerveza. Mientras esperaba le dije 'La literatura está muerta, y si no lo está, hay que matarla'. No me hizo ni caso. Volví otro día y estaban allí de nuevo. Seguían con una discusión sobre Mann. El de las cervezas me miraba de vez en cuando. Entendí que podría ser una invitación a dar mi opinión. Mann me parecía viejo y caduco. Iba a decirlo cuando una de las dos chicas, me miró al ver que avanzaba hacia la mesa y me pidió dos cervezas. Le dije que no era el camarero, que me llamaba Sheba y que también era artista. ¿Artista? nosotros no somos artistas, somos estudiantes de la escuela de artes y oficios y nos gusta leer de vez en cuando, pero no somos artistas. ¿Artes y oficios? Yo soy carpintero, le dije. Y se giró, sin más. 

martes, 15 de octubre de 2024

Pequeños cuentos centroeuropeos


Multiplícalo por veinte. Ahora divídelo. Ahora escribe en un papel el nombre de tu madre. Ahora su apellido. Ahora cuenta las letras del nombre y del apellido y compáralo con el resultado que tenías de la división. Verás que no tiene nada que ver. Pues así es todo. 

lunes, 14 de octubre de 2024

Pequeños cuentos centroeuropeos


Nos habíamos comprado un piso, nada especialmente llamativo, pero muy bien situado. Una ganga. El piso era bastante pequeño pero nosotros no teníamos nada con lo que recargarlo y conseguimos que pareciera más digno de lo que en realidad era. Incluso nos permitimos recibir visitas. Anton y Klara, nuestros mejores amigos, venían una vez por semana a cenar. Ellos vivían en un apartamento, lejos del centro, un tanto siniestro, en los bloques de Opatov. Anton y Klara tenían sueños. En todas y cada una de las reuniones, nos contaban sus planes de futuro. Tendrían hijos, uno se llamaría Anton y ella, Klara. Él encontraría trabajo como profesor en un buen colegio del centro y ella prosperaría en su carrera de actriz. Se vendrían a vivir aquí, al centro, con nosotros, y nos invitarían cada semana a su casa a cenar. Y brindaríamos con vino. Y pondríamos discos de jazz. Y hablaríamos de los libros que hemos leído, las obras de teatro a las que asistimos, las tabernas donde suena la mejor música en directo. Un día quisimos invitar a otra pareja, otro día. Jan y Nedeljika. Nedeljika no era de aquí, venía de fuera. Jan y Nedeljika trabajaban en una tienda de comestibles que habían montado al lado del mercado, traían alimentos y productos de los Balcanes. Les estaba empezando a ir bien. Eran jóvenes, un poco más jóvenes que nosotros. El día que vinieron a cenar nos trajeron quesos y un licor. Hablamos y nos contaron sus sueños. Jan quería prosperar y abrir varias tiendas. Nedeljika quería volar, no para volar a su país, sino por volar. Cuando se fueron, nos preguntamos por primera vez cuáles eran nuestros sueños.  

viernes, 11 de octubre de 2024

Pequeños cuentos centroeuropeos


No sé a santo de qué vino aquello pero me o estuvo repitiendo durante años. Fue un momento estúpido, algo que le dije o que él creyó que le había dicho y le sentó tan mal que todos los días que nos vimos a lo largo de los años estuvo recordándomelo. Lo que no entiendo es porqué quiso seguir siendo mi amigo. Si es que alguna vez fue mi amigo. Igual fue eso lo que le enfadaba. 

jueves, 10 de octubre de 2024

Crónica de un concierto de Los Planetas. 30 años de Super 8.


Los Planetas otra vez. Y ya hace tiempo que no veía a Jota, Florent y los demás, en esta ocasión unos demás diferentes aunque el bajo creo que fue bajo en otras ocasiones y, fatalmente, faltó el Erik. Hacía tiempo, creo que desde un concierto en el Vida Festival, que fue un poco bastante sosillo. En esta ocasión, el concierto era especial. Treinta años del Super 8, el disco que les hizo famosos y que creó no solo un sonido, también, y no poco importante, una estética. Porque la estética planetaria nace y cuaja en este disco y ayer fue parte fundamental de un concierto en el que lo visual tuvo una importancia apabullante. Los diseños de Aramburu para las portadas de los discos de la banda han sido fundamentales, decisivos, y el de Super 8 fue icónico. Tipo mirando al suelo con el suetercico de rayas. Ayer había mucha camiseta de rayas. Ayer había mucha gente en el Razzmatazz. Era curioso ver cantar a gente que ya pasó los cuarenta hace rato cantar lo de 'siempre he fracasado, una y otra vez', cuando era ostensible que ahí no se olía a fracaso por ningún lado. Mejorando lo presente. Un concierto pues en el que la banda se autohomenajeaba y con razón. Y en un momento, este homenaje, en el que la bdan vive un momento mediático importante, gracias a la película Segundo Premio que narra lo que ocurrió después del disco de después del Super 8 y el proceso de primera ruptura de la banda. Este disco, el Super 8, ya presentaba todos los temas que han hecho famosos a Los Planetas y en todas sus variantes. De la canción pop a los largos desarrollos psicotrópicos y psicodélicos. De lo cotidiano a lo trascendental. La canción de amor disfrazada de otra cosa o al contrario. Así, el concierto comenzó extrañamente a su hora y con un dron prolongado que dio paso a De Viaje, canción que uno recuerda haber escuchado siempre en los finales y aquí abría y es una canción peligrosa porque después de De Viaje tienes que hacerlo muy bien, tienes que estar muy seguro de que tienes más. Y claro, había más. Clásicos del repertorio planetario que pertenecen a Super 8 y otras canciones del disco que uno, sinceramente, era la primera vez que escuchaba, pero tampoco porque siempre hay un estribillo que reconoces, algún giro, algo, aunque toda la canción no la hayas retenido. Para eso estaba el Abel, que era y es fanático y con el que hemos visto mil conciertos de Los Planetas, los buenos y los malos, pero que no está aquí y se le echó de menos, pero aún así creímos verlo por todas partes. Había muchos Abel allí. El concierto fue avanzando de manera firme, con el ya comentado apoyo visual demoledor y en un momento, después de la apoteosis de La Caja del Diablo, llegó un surtido de 'the very best' comenzando por la genial Segundo Premio. Y ahí, ay, renqueó la cosa por que el batería no parecía estar en la misma sintonía. Creí detectar un par de errores en canciones siguientes que hasta provocaron eso que los que tenemos una banda conocemos como 'la mirada asesina' del Jota hacia atrás en una cagada estratosférica. La imagen del Erik, que volvió a no estar convocado, con sus baquetas arriba y dándole una fuerza a los compases de Segundo Premio que la hacen inconfundible, se te venía a la cabeza y quizás el prejuicio me hizo ver fallos donde quizás hubo... qué ostias, fallos. Así, el surtido tocó muchos palos y discos pero se olvidó, por ejemplo, de La Leyenda del Espacio, discarramental absoluto que yo tengo en un altarcito y del que no tocaron nada. Sí que lo hicieron de discos recientes, de clásicos, de las rápidas y de las lentas y todo el mundo salió de allí contento y satisfecho de ver a una banda así, clásica, aunque diezmada, pero que es capaz de llenar tres días la Razzmatazz con una propuesta de hace 30 años y que sigue tocando muchas fibras de mucha gente que lleva esas canciones pegadas a la cabeza como si fueran lecciones de vida de otros que son como tú. 

miércoles, 9 de octubre de 2024

Pequeños cuentos centroeuropeos


Mi padre me llevó al desfile. Era domingo, hacía buen día, no teníamos nada que hacer. Mi padre no era especialmente adicto a los militares y el emperador ni le iba ni le venía, pero siempre le gustaba ir a sitios, mirar cosas, estar con gente, sobre todo si era gente diferente a él. Nos pusimos en un lugar que estaba un poco apartado, pero desde el que se veía bien. Yo notaba que mi padre quería meterse en el meollo. Pero yo le agarraba fuerte de la mano para que nos quedáramos donde estábamos. Comenzó el desfile y fueron pasando diversos cuerpos militares. La gente aplaudía, vitoreaba a los soldados, se maravillaba con los trajes, los vistosos gorros, hasta que por último, apareció el emperador junto con su familia y altos dignatarios del Imperio. Hubo confusión, no sabíamos si teníamos que aplaudir o guardar un respetuoso silencio. Hacía pocos meses que el emperador había perdido uno de sus perros más queridos. Mi padre lo miraba todo con una cara socarrona. No entendía toda aquella reverencia, todo aquel respeto. Cuando el emperador llegó a nuestra altura, mi padre me soltó la mano y rompiendo de manera sutil el cordón que impedía pasar se plantó delante del emperador justo antes de que los guardias le dispararan y dijo 'Pobre perro'. 

martes, 8 de octubre de 2024

Pequeños cuentos centroeuropeos


No tenía pensado decir nada, pero me invitaron a decir algunas palabras. Y se me ocurrió una parábola bíblica que había leído hace tiempo. En ella, creo que alguien llamado Ira descubría que su familia se había ido y le había dejado solo. Desesperado, le pedía a Dios que hiciera algo por él, la pena le invadía y creía que estando solo, moriría pronto. Y el Señor le respondió dejando en su puerta una imagen de madera de una persona con los brazos en cruz. Ira entendió que el Señor no le podía devolver a su familia pero que el muñeco de madera podría ser un buen sustitutivo. Así que Ira cogió el muñeco, lo metió en casa y como pensó que debía agradecerle a Dios aquel detalle, se propuso sacrificar cada cambio de estación un cordero. Así pasaron veinte años en los que Ira se habituó a hablar con el muñeco, a contarle sus rutinas, a pedirle cosas y a sacrificar corderos. Hasta que un día, apareció por su casa un hombre que le resultó conocido. Padre, le dijo aquel, vengo a llevarte conmigo a las tierras de Heroazam, donde vivimos. Y Ira, sin pensarlo dos veces, cogió algunas de sus cosas y partió con su hijo, que se llamaba Ariel. Dejó allí el muñeco de madera por si acaso alguien lo necesitase. Pasaron los años y cuando ya estaba a punto de morir, Ira le pidió a sus hijos y nietos que le llevasen a la casa que abandonó. Y los hijos le llevaron allí, en la casa no vivía nadie pero estaba todavía el muñeco. Dejaron a Ira y se llevaron el muñeco. 

lunes, 7 de octubre de 2024

Un año bárbaro


Mientras escojo el título del artículo y selecciono una foto, es posible que hayan muerto 10, 50 o 100 o 200 personas en Beirut, o en Gaza, o en Cisjordania. Qué más da. Hoy hace un año, un atentado de Hamas contra un país cuyo servicio de inteligencia es capaz de infiltrarse y asesinar a la cúpula de la seguridad de Irán, de Hezbollah y de cualquier otro de sus enemigos y acabar con ellos a su antojo. Murieron más de mil personas, asesinadas muchas de ellas a sangre fría. La sensación de poder vengar años, décadas, lustros de opresión, asesinatos selectivos, humillación constante, ocupación de casas, terrenos, vidas, bombardeos sobre población civil, un infierno en la tierra, durante unas horas en las que el enemigo parecía haber desaparecido, tuvo que ser apabullante. Israel lo estaba esperando. Desde ese día, se ha alterado tanto el orden de las cosas que estamos ante un cambio del orden internacional en el que se nos está diciendo alto y claro que cualquiera de nosotros, países, comunidades, naciones, localidades, clases, podemos ser aplastados, masacrados y eliminados, exterminados y ridiculizados ante las cámaras, sin que pase absolutamente nada. Supongo que antes de los nazis, nadie llamó nazi a nadie. Existirían otros apelativos. Hoy, llamar nazis a los responsables del Estado de Israel no me parece correcto. Esto es otra cosa. Un país se considera legitimado a perpetuidad a tomarse la justicia por su mano, a no respetar ni resolución internacional, ni legalidad, ni principios, ni humanidad. No es una guerra, no pelean contra seres humanos, sino contra bestias a las que no se les puede ya otorgar el beneficio de ninguna duda. Todos los palestinos son culpables. Todos los que discutan sus procedimientos, somos culpables. Arrasar Gaza, exterminar Cisjordania, bombardear Beirut, atacar a Irán. Es posible y probable que yo no simpatice con Hamas, que no lo haga con Hezbollah, que el régimen de los ayatollahs me parezca penoso. Pero esto es diferente. Aquí hay otra cosa que parece que se esté utilizando como laboratorio. Hasta dónde podemos llegar. Cientos, miles de muertes, cientos de miles de muertes provocadas por enfermedades derivadas de los bombardeos, vídeos de soldados riéndose, vídeos cantando. La barbarie en nombre de la civilización. En nombre de la paz, un genocidio. En nombre de la seguridad, el caos. Todo por que son de los nuestros, todo por una culpa ancestral, todo por el dinero, todo por alianzas y tácticas y estrategias y movimientos y órdenes que cambian y que cuestan miles, cientos de miles de vidas. En Palestina y en otras partes del mundo. Pero el caso palestino es tan doloroso y lo es porque los victimarios son un pueblo que ha sido la gran víctima siempre. No todos, ni siquiera deben ser la mayoría, solo los que comparten la idea sionista. No todos los judíos. Siempre he admirado a tantos judíos que no me lo explico. Cómo puede ser. Es. Y hacemos manifestaciones y nuestro gobierno hace gestos simbólicos, pero no parece que se pueda ir más allá. Quizás cuando vuelvas a estar en el gobierno tú, que no hiciste nada, cambie la cosa. Quizás tantas cosas cambien. Lo que no cambia es que esa gente está condenada a ser masacrada y no sabemos qué puede pasar para que la cosa cambie. Y llevamos un año y pueden ser más. Una masacre sin fin. Pero es en nuestro nombre, porque somos nosotros, porque son como nosotros. Es una barbaridad. 

Crónica de un viaje a Girona. Cementerio indio


Al acabar del partido, personal que destina el Athletic Club a seguir a nuestra afición cuando se desplaza, una especie de mediadores, nos iba saludando uno a uno cuando salíamos de Montilivi. Nos daban las gracias, nos daban ánimo y yo solo quería decirles 'no vengo nunca más'. El Athletic Club no es un club sufridor. Hay otros equipos que tienen fama de pupas, de cagarla en el momento más propicio, de ser una desgracia ambulante, de sufrir descensos tortuosos, de tener una afición acostumbrada a pasarlo mal. La afición del Athletic Club no es así, al menos sobre el papel. Pero. Resulta que jugamos contra el Girona. Yo no recuerdo haber ido nunca a Girona, creo que he ido dos veces, y haber disfrutado. Un día hizo un frío terrible, acabó lloviendo, perdimos sin tirar a puerta casi, hace dos años perdimos también en partido horroroso... el campo está por ahí lejos, si visitas el centro no puedes hacer mucha cosa porque tienes que ir con tiempo para que te miren la entrada porque la entrada es como de un campo de segunda B y bueno. El caso es que este año nosotros estamos bien y ellos están un poco de aquella manera. De hecho vienen de perder en Champions con un cúmulo de desgracias y parece todo propicio para... para que paguemos el pato. Vamos en autocar, cuatro jinetes de la Centenario, acompañados por la Peña Lehoi Beltz de Barcelona y la Bilbo Ondokoak de Sant Cugat. Buen ambiente, gente maja, todo correcto. Llegamos a un bar a comernos un frankfurt y Homobono se hace fotos con todo pichichi, polacos, holandeses y gente del Girona. Las bilbainadas habituales de quien se cree que ser del Athletic es 'bilbainizarse' y no. Veremos por dónde nos salen las vaciladas. El tema, vamos al estadio. Ya he dicho lo de las entradas, hace muchísimo calor. Y empieza el partido y salimos con un equipo bastante potable, casi el titular. Tras un intercambio inicial, se nota que nosotros estamos mejor, más serios. Vamos teniendo control, vamos, vamos, pero no acabamos de. Sancet se está saliendo. Pero mucho. Nos pitan un penalty a favor. Lo tira Berenguer después de un periodo de deliberación que no augura nada bueno. Lo tira regular y se lo para Gazzaniga. Es que no puede ser. Al cabo de unos minutos, pocos, una jugada estúpida en la que Asprilla centra y la pelota va botando pim pam pong hasta que entra en nuestra portería y todo es tan tonto que pensamos que lo va a anular porque... porque... no lo anula. Es gol. Pero si... no puede ser. Pues sí, es gol. Fallamos penalti, gol idiota, pero de repente Sancet liga un par de combinaciones y se planta delante de Gazzaniga y lo fusila. Gol. Bien. Una buena noticia al fin. Buena noticia que dura medio segundo porque Sancet se lesiona al marcar y pide el cambio. Sancet estaba dando una lección de fútbol. Pues no. Sigamos. Media parte, cerveza sin alcohol, comenzamos ahí medio medio como el final de la segunda y en una jugada que parece que no, Williams provoca otro penalti. Williams se dispone a tirar este segundo penalti. No quiero verlo. Pero lo veo. Williams tira un penalti tan infame que no tiene ningún tipo de explicación racional. Pero para sorpresa de todos y todas, el árbitro decide que hay que repetir el penalti. Va Ander Herrera, va, venga, que este parece más serio que ya sabemos que Iñaki tiene el pie cuadrado. Ander Herrera tira un penalti tan lamentable que la pelota va botando hacia los pies del portero. Acabamos de presenciar un hecho histórico. El Athletic Club nunca había fallado tres penaltis en un partido. Nunca. Jamás. Y lo hemos visto nosotros. A partir de ahí, el fatalismo que supongo que nos caracteriza pero que no trasluce en el tópico del hincha del Athletic, nos dice que vamos a palmar. El portero, Padilla, se está luciendo intentando frenar lo irremediable. Pero sabemos que va a pasar. El Girona mete a Stuani, que siempre, siempre, siempre, marca. Sale a falta de diez minutos, en el descuento. Padilla ya le saca una milagrosa. El árbitro nos pita un penalti más que justo. Gol de Stuani. Y yo pienso que en Montilivi antes hubo un cementerio o algo. Y que yo no vengo más. Aficiones. La nuestra no para de animar, no son todos vascos, ni vascas, pero no paran de animar ni en los momentos más ridículos. La afición del Girona es la arquetípica afición que no anima hasta que ya ha ganado. Volvemos al bar del punto de recogida. Homobono sigue haciéndose fotos con todo el mundo. Nos acordamos de Martín Palermo. Me imagino a mi padre pegándole fuego al estadio de Montilivi. Volvemos en el autocar y constatamos que las nuevas generaciones no viven el fútbol como nosotros. Música y jolgorio. Pienso si voy volver a Girona nunca más. Que sé que volveré. Aupa Athletic. 

viernes, 4 de octubre de 2024

Pequeños cuentos centroeuropeos


En la fábrica somos unas 350 personas, pero en mi departamento somos unas diez personas. Yo no soy amiga de ninguna de ellas. Ya son muchos años trabajando aquí y allí y ahora que estoy más o menos estabilizada, no me quiero meter en problemas. De mi trabajo a casa. Almuerzo sola, si me tengo que quedar a comer lo hago sola también y así me ahorro líos. Damenka es, quizás, la que me cae mejor. Y me cae mejor que las demás porque también va a lo suyo. El resto parece que no tengan otra cosa que hacer que compartir todos y cada uno de sus movimientos, constantemente. A todas horas. He ido, me he vuelto, estoy mal, tengo sueño, no he comido, me he puesto como el culo, me cae fatal, no lo he visto, me lo tienes que contar, a ver si me recuerdas aquello que me dijiste, cuándo vamos a desayunar, qué haces al salir. Todo el día, todos los días. Me ponen tan nerviosa que ayer le dije a Damenka que si a ella le pasaba lo mismo que a mí. Y me respondió: 'Sabía que tú también caerías'. 

jueves, 3 de octubre de 2024

Crónica del #PleGramenet de septiembre. Fear of a black planet


Pues resulta que cada uno quiere tener su trocito de espectáculo. Su poquito de inseguridad, sus datos de delincuencia, su manifestación en la calle, su Santa Coloma es el bronx, su miedo a salir de noche, su cuidado con el bolso, su el Fondo es invivible, su Plaza del Reloj, sus ancianos en peligro, cada uno quiere su cuota de pantalla y se administra a una serie de acólitos para que hagan ruido o para que cuenten y para que hagan de soporte a un relato que viene a decirnos que absolutamente todos los problemas de Santa Coloma se reducen a uno: la inseguridad y si nos ponemos a escarbar un poco, nos encontramos con que el problema real no es ese, es otro. Que yo no lo soy, pero. Y así el pleno del pasado lunes nos embocó hacia una serie de discursos, testimonios y referencias que pintan una ciudad que no es la ciudad que usted y yo vivimos cada día, una ciudad que es como las demás, pero más pobre y quizás ese sea el problema, pero lo que quiere la derecha y la extrema derecha no es que nos fijemos en la pobreza y le pongamos remedio, no quieren que invirtamos en lo público, ni siquiera quieren que invirtamos en más fuerzas y cuerpos de seguridad, quieren el miedo, el miedo para seguir ganando votos y adeptos y claca. Y hacer ruido. Y que ese ruido se amplifique en redes. Y que en tu móvil puedas ver al concejal de Vox, al joven, diciendo que fíjate tú qué mierda mandarle dinero a Burkina Faso pudiendo gastarte el dinero aquí. Y a él le importa una mierda Burkina Faso como le importa una mierda los recursos que se pueden destinar aquí, porque VOX en realidad es un partido al servicio del capital, de los ricos, de los que más tienen, y nunca van a apostar por que tú tengas más recursos, seas blanco, negro o azul, mucho menos rojo, porque lo que quieren es otra cosa. Y uno entiende que el equipo de gobierno quiera callar, minimizar, poner sordina al griterío de VoX, es una estrategia, pero duele a los oídos, al corazón, a la vida, escuchar cuando se dice que 'hemos llegado a un acuerdo para retirar la moción y estudiar la propuesta de Vox sobre seguridad', porque a Vox no se le escucha la propuesta en seguridad, se le argumenta en contra y punto, no se hace un número que blanquea a Vox como un actor más cuando no lo es. Y sí, fue el primer pleno municipal sin Núria Parlon y naturalmente podemos decir sin miedo a equivocarnos lo más mínimo que Mireia González no es Núria Parlon. Esto es una evidencia que creo que todo el mundo tiene clara y que después de casi dos meses de oficializarse la noticia y la toma de posesión y todo eso, ya no presenta ninguna sorpresa. Nos quedaba saber cómo iba a ser un pleno comandado por González y con Suárez en el papel de Serrano. Y nos quedó la sensación de que, efectivamente, Núria no es Mireia, Mireia no es Núria, Esteban no es Toni y Toni no es Esteban. Al menos por ahora. Porque el tiempo y quizás una mayor familiaridad con el idioma ayude a retomar ese papel que, bueno, ahora mismo todavía no se ha adquirido con total firmeza y así te pueden vacilar y tal y tú todavía no sabes si puedes o no puedes. Que no creo que dure mucho el vacile porque de la misma manera que es evidente todo lo anterior, más evidente todavía es lo otro, tan evidente como predecible. Y ya veremos. A lo que vamos es que Mireia González se esforzó mucho por marcar un tono diferente en sus intervenciones, que no eran las de otra persona, que eran las suyas, y sobre todo en el énfasis con el diálogo. El diálogo, aunque antes hubiera habido un rapapolvo, una reprimenda, un no estar de acuerdo, pero la coletilla final era la de estar oberts a parlar amb tothom. That would be something. Hemos vuelto. A pesar de ser no regidores estamos en los plenos, pedimos la palabra, hablamos con gente, nos enteramos de cosas, todavía no dominamos el tema de los vídeos, pero tenemos tres largos años por delante para intentar aprender. O no. Pedimos la palabra en tres puntos, que parecieron cuatro pero no, que se quedaron en dos. Intervinimos, los Comuns, digo, en la licitación del SAD, que ya hace dos años nos costó una sonora pitada por parte de las trabajadoras y que ahora parece que no se cuenta con aquel respaldo absoluto a una privatización que precariza más las condiciones de trabajo a cambio de una supuesta subida de sueldo. Intervenimos para decir que nosotros estamos donde estábamos, apoyamos los derechos de las trabajadoras y no queremos la privatización. Lo pasao, pasao. Y luego intervinimos para responder el show esperpéntico de Vox respecto a la educación y sacamos la cara por el sistema público de educación. Como siempre, Vox hace el papel de matón y el PP de poli bueno. Así que el PP se apuntó al clamor por lo público, ridiculizó los exabruptos de la extrema derecha y se ganó el aplauso de una claca, de varias clacas, que no distinguen al lobo por el tono del cordero. Este pleno municipal significó el del estreno de la nueva alcaldesa, una alcaldesa que quiso hacer gala de ese nuevo talante, o al menos, talante diferente, pero que ojo, no dudó en cortar una intervención que se estaba complicando y lo hizo de una manera abrupta que no pasó desapercibida. Jiji y jajá, pero ya. Hubo a quien le recordó a otros tiempos. Lejanos. La política colomense avanza pues después de un sotrac importante, cambio de alcaldesa y de un cierto desballestamiento del equipo de gobierno. Entre el público del pasillo, la nueva directora de alcaldía Bellvehí atenta a que todo estuviera en su sitio. Entre el público los familiares de los nuevos regidores emocionados al escuchar jurar el cargo. El Charkis, al menos, es del Athletic. Y al final, el gerente se hacía fotos para el recuerdo, quizás para enviarlas por mail al personal del ajuntament y recordarles que, cualquier día puede ser bueno para que se aparezca en sus sueños una vez él ya no esté con nosotros. Con ellos. Ahora, a seguir con la campaña de promoción de the new boss y por otro lado, a seguir buscando nicho entre el miedo. 

miércoles, 2 de octubre de 2024

Pequeños cuentos centroeuropeos


Fue un instante, pero fue decisivo. Llevábamos tiempo juntos, ella me había confesado cosas, yo ya no tenía secretos. Salimos a pasear y nos decidimos por ir a un parque al que acudíamos al principio de todo, cuando hablábamos por los codos, a sentarnos en la hierba y pasar la tarde. Encontramos el lugar que nos acogía y ella se sentó. Yo no quise mancharme los pantalones, estaban limpios y quería aprovecharlos al menos tres días más antes de lavarlos. Dudé. Fue ahí. 

martes, 1 de octubre de 2024

Pequeños cuentos centroeuropeos


Cada vez se me hace más difícil recordar y a la vez no se me olvida nunca. No se me olvida aquella vez que estuvimos sin hablarnos durante un tiempo y me puse tan nervioso que se me agarró un dolor en la espalda que me dejó clavado en un banco de un parque. Y menos mal del banco en el parque, porque podría haberme quedado estirado en el suelo y me hubiera dado igual. Estaba allí, dolorido, dándole vueltas a la cabeza, cuando una señora se sentó a mi lado. Me preguntó si era de allí, si había nacido por allí cerca, si la conocía. Le dije que sí, que era nacido y criado en la ciudad y que no la conocía. Me dijo que se llamaba Agnetta y que tenía 85 años y que nunca había salido de aquella ciudad, que conocía a todo el mundo y que a mí no me había visto nunca. Le dije que éramos casi un millón de personas en aquella ciudad y que posiblemente muchos de nosotros no nos conocíamos. Entre nosotros. Le dije. La señora Agnetta me miró y me dijo no, eso no es verdad, yo conozco a todo el mundo y a ti no te conozco. Tú no eres de aquí. Mientras avanzaba aquella conversación notaba que mi dolor de espalda se iba calmando, quizás porque ya no pensaba en aquello que me bloqueaba y mi atención estaba en aquella mujer que dudaba de mí. Le conté dónde había nacido, en qué calle, quién era mi familia, a qué escuela había ido, dónde trabajaba. Se quedó callada. Conocía el sitio donde había nacido, conocía a mi familia, había trabajado en aquella escuela como cocinera durante un tiempo, era familiar del jefe de mi empresa, pero no me conocía a mí. No sabía de mí. Le dije mi nombre. Entonces sí.