jueves, 20 de febrero de 2025

¿Y lo de Ucrania qué?


No hace mucho, hace nada, Ucrania era la guerra. Lo de Gaza no era más que una masacre, nos lo querían hacer pasar como otra guerra, pero no era ninguna guerra, era una puta masacre. Lo de Ucrania era otra cosa, era una guerra. Es una guerra. Y era una guerra extraña. En tiempos en los que sabemos de todo y lo sabemos al momento, la guerra de Ucrania era una cosa oscura. No sabías qué pasaba, quién ganaba, quién perdía, quién estaba avanzando, si estaba avanzando, si avanzar era necesario, qué Ejército estaba a punto de colapsar, y al mismo tiempo estabas informado al minuto, cada día, de un nuevo bombardeo, de una nueva ofensiva, de una incursión. Pero no sabíamos nada. Sabíamos, eso sí, que estábamos alineados con Ucrania. Los Estados Unidos, la Otan, se estaban volcando con Ucrania pero sin llegar a intervenir directamente, con tropas sobre el terreno. Nuestro país prodigaba muestras de solidaridad con Ucrania. Era el país invadido por una potencia imperialista y solo algunos reductos creían ver en Rusia el espectro de la URSS y por ello sin decirlo rechinaban en el escenario mostrando su malestar con la Otan y las operaciones de desestabilización habituales de la Cia. Pero vamos, el común de los mortales, la oficialidad los medios de comunicación, la Liga de Fútbol, habíamos decidido que Ucrania era la víctima. La bandera de Ucrania ondeaba en nuestros televisores por cualesquiera motivo. La acogida de refugiados, acoger a Zelenski en todos los parlamentos para dar un discurso y recibir la ayuda que se precisara. Esto era hasta hace nada. Quienes veían en la victoria de Trump un cambio de base en el orden internacional, quizás no se esperaban que fuera tan pronto y tan bestia. De repente, el garante de que Zelenski fuera Zelenski y de que Ucrania fuera el objeto de nuestros desvelos, se desmarca en una semana comenzando negociaciones con Rusia, sin contar con Ucrania y el propio presidente Trump trata a Zelenski de dictador. No sabíamos que estaba pasando entonces y no podemos llegar a comprender qué pasa ahora. ¿Debemos sustituir las banderas de Ucrania por las de Rusia? ¿Vuelve a ser Rusia un socio confiable? ¿Putin ya no es un criminal? ¿Qué hacemos con todos esos documentales de Movistar? Que somos marionetas y que hacen de nosotros lo que quieren, ya lo teníamos por la mano, pero que ni siquiera fuéramos eso, jode. Nos dicen que esto es mucho más profundo, que en realidad ese nuevo orden ni siquiera tiene en cuenta a Ucrania. Un dato, el tal Lavrov, digamos que ministro de Exteriores ruso, ha dicho que si Ucrania quiere pertenecer a la UE, que por ellos no hay problema. Es una pedrada en toda la cabeza, es decir, nos importa una mierda la UE, a nadie le importa lo que haga la UE. En unas semanas estamos viendo que todo se reconfigura. ¿Pero y la guerra? ¿Quién la estaba ganando? ¿Todo esto es porque se asume que la derrota era segura, o que estaba costando mucha pasta, o que las prioridades son otras? Nos dicen los que saben que las prioridades son otras, que lo de Ucrania ya no interesa, que hay que arreglar las cosas con Rusia y mirar hacia China. Todo ese dinero enterrado, todas esas criaturas que han muerto, todos esos chiflados que se fueron a pelear contra el comunismo o contra el fascismo, qué pasará con ellos... Lo de Ucrania será un misterio que nos acompañará durante mucho tiempo y que, posiblemente, vuelva a aparecer cuando al Trump de turno le interese. Los que hablaban de imperio decadente y de últimos coletazos, ahora se enfrentan a que todo cambia porque al señor se le pone. Y la Unión Europea deja, casi de un plumazo, de ser una herramienta que merezca ser tenida en cuenta. Francia, Alemania, el resto de comparsas, nada. Y hay elecciones en Alemania. Y da miedo. Dios te libre de vivir tiempos interesantes. No sé si el refrán era así. 

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