sábado, 31 de octubre de 2020

De viaje con Javier Reverte


Soy un periodista bastante lamentable, no hace falta que me lo diga nadie. Pero si tuviese que esforzarme por ser un buen periodista, e incluso, si tuviera el valor de querer ser un buen escritor, me gustaría parecerme a Javier Reverte. Hoy ha fallecido. 

Recuerdo cuando trabajaba en Doblezeta. Resulta que íbamos a sacar una revista de viajes. Era la clásica tapadera de serie b por la que, con la excusa de los viajes, colábamos publirreportajes a diestro y siniestro de restaurantes, bares, artesanías, alimentación de calité, etc. Creo que para el primer número, hubo que plantear una entrevista y propuse a Javier Reverte. Y le hice una entrevista a Javier Reverte. En un hotel de las Ramblas, pero de la parte de arriba. Fue uno de los momentos más así de mi lamentable carrera periodística, porque la responsabilidad de entrevistar a alguien que te impone tantísimo, me tuvo haciendo caca durante horas. Pasé el trance, como siempre, contándole cómo me había impresionado su obra. 

Concretamente le hablé de un libro que había leído unos pocos años antes, Dios, el diablo y la aventura, sobre la vida y acción de Pedro Páez, un misionero jesuíta en la Etiopía del siglo XVII, que me volvió loco. Ese libro luego se lo leyó mi hermano y juntos pasamos el mítico verano etíope, escuchando ska y reggae clásico a manta y taladrando a todo el mundo con etiopía, los cristianos etíopes, los judíos, el rey Salomón, el arca de la alianza, Haile Selassie, los ras tafaris y toda la mandanga. Un libro genial que, seguro, no es el mejor libro que tiene. Supongo que este libro lo tuve que leer para otro curro, hice la reseña. Hoy no encuentro ni la reseña y tampoco la revista donde hicimos la entrevista. Me tengo que conformar con una foto de uno de los libros que nos enviaba la editorial y que me quedaba como pago para hacer las reseñas. Los dos únicos libros que tengo son los de Alaska y Canadá, la fiebre del oro, y el del paso del Noroeste. Pero tiene más. 

Nunca he ido a Grecia. Creo que nunca iré a Grecia. Porque Javier Reverte ya fue a Grecia y su viaje por el país ya me basta. Todo lo que Reverte ha hecho allí ya me sirve. Y como lo contó. Corazón de Ulises es el libro que deben regalar sin falta siempre. Corazón de Ulises es algo más que un libro de viajes donde se come y se bebe. Corazón de Ulises es como una guía vital que va más allá de ir a sitios y contar el qué. En Corazón de Ulises aparece la mitología, la historia, la cotidianeidad, el todo y el disfrute de la vida y de la compañía de la gente. Casi nada. 

El esquema es siempre el mismo. Javier Reverte viajaba a un lugar para escribir sobre algo, un tema, a partir del cual se embarcaba en una ruta que le llevaba a sitios que relacionaba con personajes y momentos históricos. Me encantaba. 

Hace pocos años, dos años, fui a Roma. Y quise saber si Javier Reverte... efectivamente, casi acababa de publicar un libro sobre Roma. Fuimos a los sitios donde él había ido a comer, visitamos lo que aconsejaba y lo que no, y nos sirvió, me sirvió, de referencia. 

Este texto se quedará siempre corto para decir lo bien que me lo he pasado leyendo a Javier Reverte, disfrutando con sus viajes, saboreando los vinos, las comidas, la compañía de gente buena o siesa, historias dentro de la historia. No tengo mucho más que decir. Gracias, maestro. 

viernes, 30 de octubre de 2020

Pena


Cuando le vimos en una foto que nos enviaron por whatssap, nos rompió el corazón. En mi puta vida jamás me hubiera visto yo con un perro, nunca, ni muerto, ni loco. No me gustan los perros, odio la responsabilidad de tener un perro, sacarlo a pasear, que la casa ya huela a perro, que el perro condicione todos nuestros pasos, tengo un trauma con los perros desde pequeñito. Sé que ya de adulto he sido mucho más condescendiente con los perros e incluso he llegado a establecer una relación de simpatía hacia alguno de ellos. Todo eso se rompió el día que aquel amigo nos envió en uno de los grupos las fotos de Bobo. Bobo se llamaba. Bobo acaba de nacer y necesita un hogar. Me cago en todo. Llamamos al colega, que si podíamos verlo. Yo no discutí. Algo dentro de mí me decía que ese era el perro, el compañero animal que necesitaba, esa cara no podía quedar desatendida. Era un punto de inflexión en mi vida, ahora o nunca. Y esa cara, no podía soportarlo. No podía resistirme. Fuimos a verlo. Ya íbamos con todo dispuesto para llevárnoslo. Bobo se vino con nosotros. Le hicimos todo tipo de fiestas pero no perdía esa cara de pena. Pensamos que había sufrido algo, un trauma, no podía ser que fuera maltratado porque acababa de nacer, algo parecía que le pesaba a ese perro, se sentía solo, quizás la certeza de que su destino era separarse de su madre le hacía tener esa cara. Se montó en el coche. Llegó a casa. No caminaba. Le llevamos a un rincón donde habíamos dispuesto 'su espacio'. Se quedaba allí mirándonos con esa cara de pena. Cara de pena cuando estaba comiendo. Cara de pena cuando salíamos a hacer pipi. Cara de pena si le hacías correr. Cara de pena todo el rato. Cara de pena siempre. Todos los días. No ha habido un solo día de nuestra vida en común en que haya sido feliz. Nosotros tampoco. Desde que Bobo entró en nuestra casa hemos vivido en la desgana, el llanto, la aburrición, la tristeza. Pero el amor. Fuera como fuera, cada vez que mirábamos a Bobo, su cara, su carita linda, qué pena. No podíamos separarnos de él. Perdimos amigos, perdimos aficiones, perdimos todo lo que no fuera estar junto a Bobo. Bobo y su pena. Qué pena de Bobo. Seguimos aquí. No hemos querido tener hijos, solo queremos a Bobo, que nos mira todos los días desde su rincón, con esa cara de pena. Un día llamaron a la puerta. Era una vecina que también tenía una perra. Que era de la misma razaa y que se había enterado y que si la podíamos cruzar. Miramos a Bobo. Bobo y su pena. Qué pena de Bobo.  

jueves, 29 de octubre de 2020

Crónica del #plegramenet de Octubre. Cinco horas con Wario.


En la oscuridad. Cuando ya nadie puede caminar por las calles. Cuando todo está apagado. Cuando ni los más osados se arriesgan a dar un paseo. Cuando ya nada se puede hacer. Cuando todo está off. Cuando las cosas ya deberían estar resueltas. Ahí les tienen, 27 regidores y regidoras, concentrados, con los cinco sentidos puestos en las pantallas de sus dispositivos, poniéndolo todo, absolutamente todo, por el bien de la ciudad, por el bien de mi Santa Coloma de mi alma, por el bien de la tierra catalana y su República y por el resto del Estado español de España. Por el bien y por que sí. Porque el pasado lunes vivimos un pleno municipal de cinco horas que parecía que no pero que luego fueron que sí. Y qué sí, amigos. Un sí en mayúsculas. Un sí con los cinco dedos de una mano. Sí, Sí y Sí. Sí porque es la política y la política municipal la que riega con sangre popular las ajadas venas de lo político y son las disputas y los consensos y el apoyo a la gente y con toda la gente y con la gente colomense de pro. Ser colomense de pro es un marchamo de calidad. Ser colomense de pro y no ser un colomense extra, por ejemplo.

A mí antes me gustaba mucho escribir sobre esto. La crónica del pleno. Era, sin duda, el mejor momento del mes. El espacio en el que me explayaba y dejaba volar con el cuento de la crónica del pleno, el torrente de cosas que tengo por decir y que aquí podía colar de una manera disfrazada. Pero noto que hoy no. Noto que hace unos cuantos plenos que no escribo inmediatamente. Que pueden pasar unos días. Que no es una prioridad. Un pleno municipal municipal de cinco horas y no tienes ganas de contar nada. Es como si todo ya hubiera sido dicho. Como si las críticas ya estuvieran gastadas, como si lo que fueras a decir ya estuviera descontado. Ya todo el mundo sabe a quién voy a tal y cómo me voy a escapar por la tangente para no decir cual. Ya todo el mundo intuye que lo que es una opinión personal sobre la política colomense está cada vez más mediatizada por otros condicionantes y no es fresca, está moderada, tamizada. Ya no es como antes. Ya nada es como antes.

Antes todo era de otra manera. La pasión por recorrer un terreno inexplorado. Un pleno municipal con todo lo que tiene de política y de costumbrismo. Un pleno municipal donde vemos las caras de nuestros responsables y de nuestros irresponsables. Y les escuchamos hablar. O no hablar. O decir cosas que no piensan o que no reconocen como suyas. Las debilidades y las fortalezas. El vestuario, la forma de comportarse, de mirar, de reír, de aburrirse. Un pleno municipal era eso y muchas otras cosas más. El rollo telemático se carga esa carga de espontaneidad que tenían las cosas antes y, aunque tengan otras virtudes, algo se pierde. De qué poco sirve describir la diversión con banderas de los regidores nacionalistas, la institucionalidad buscada, la seriedad forzada, la impostada eficiencia y eficacia, la condescendencia, la ira, la ironía, yo que sé. 

Voy saltando párrafos y escribiendo sin saber. El pleno municipal en tiempos excepcionales. Creo que fue el pleno más denso por que se trataron temas densos. Quizás por eso me veo incapaz de describirlo desde un punto de vista, desde ese punto de vista. Mociones de apoyo a sectores que lo están pasando mal. Mociones para señalar que los servicios públicos merecen ser reforzados. Declaraciones institucionales que nos invitan a pensar en un mundo mejor pero desde tan arriba que no se notan los agujeros. Ordenanzas que pretenden arreglar algo. Ordenanzas que nos harán adaptarnos a las nuevas condiciones de movilidad y que evitarán que muramos todos atropellados por los patinetes. Mociones y explicaciones y respuestas estudiadas y espacios para el lucimiento. Todos sabemos mucho, todos tenemos muchas ganas de demostrar que sabemos tanto, que somos tan serios, tan políticos, tan... (parada estudiada) y así te tiendo la mano para caminar juntos hacia el consenso y el avance común, pero en realidad ya sabes que contigo ni aquí ni enlloc. Y así va pasando el tiempo. Y vamos haciendo. 

Estamos en ese punto en el que contar las cosas puede no tener consecuencias, ninguna consecuencia. Ni nos vamos a molestar. Contar las cosas de un pleno, desgranar los puntos, ya lo pueden hacer en los medios oficiales. No nos interesa. Los bares no están abiertos. Pero te puedes tomar un café para llevar. De qué sirve contar si la cultura esto, o si el gerente lo otro, si los entornos escolares esto, Armenia como excusa, o las luchas compartidas. 

Tengo tiempo para acabar con lo de las luchas compartidas. Qué luchas compartidas. Qué luchas hemos compartido usted y yo. Qué bagaje de frentes comunes hemos compartido para unir nuestros pensamientos y nuestras acciones en un objetivo colectivo. Qué me estás contando de luchas compartidas. De dónde vienes tú que vienes a rondarme. Luchas compartidas porque tú lo digas. Compañeros porque a ti te venga bien. Dame un abrazo y únete a esa lucha que tú mitificas y que ya me viene bien para. Se me revuelve... (pausa estudiada, miro a un lado, encuentro la palabra). La política era esto. La política era enfrentarte no solo al adversario de siempre, astuto, taimado, displicente, amenazante, todopoderoso, con alegría y sin nada que perder. La política era también esto. La política de verdad es también esto. Luchas compartidas en pisos que se caen. El enfrentamiento con el compañero o la compañera que te habla de luchas compartidas y que lo que quiere es que no existas. Que dejes de existir. 

Cinco horas en guerra. Cinco horas en guerra contra todos buscando consensos y avanzar cuando lo que nadie busca es algo. Algo sobre lo que hablar. Estamos en guerra. Con un pacto como una catedral. Estamos siempre en guerra. Por las buenas o por las malas.   

martes, 27 de octubre de 2020

Nosotros no somos vosotros


Cuando volváis a vuestras casas no tendréis nada que recordar sobre esta cena porque no vais a cenar y porque esto concluirá justo cuando yo termine de deciros estas palabras. Y es que esta cena o esta fiesta o esta reunión, esta ficticia entrega de unos premios que no guardaréis en ningún sitio porque ningún trofeo o ningún diploma vais a obtener, solo sirve para demostrar una cosa. Nosotros no somos ellos. Nosotros no estamos con ellos. Nosotros no estamos ahí. Nosotros no vamos ahí. Nosotros no participamos. Nosotros somos los que decidimos y ellos no. Nosotros nos conocemos, nos damos la mano, nos pasamos la mano suavemente por la espalda, nosotros nos sonreímos, nosotros nos emplazamos a otras fiestas, otras entregas de premios, otros banquetes, otros desayunos, en los que no nos decimos nada, no nos hablamos, nos sonreímos, nos saludamos, nos damos por vistos y comprobados y nos vamos a nuestras casas con la satisfacción de que somos parte de algo que no es lo que todo el mundo está obligado a vivir. Nadie, ninguno de nosotros, tiene nada por lo que preocuparse y al mismo tiempo somos las personas más preocupadas del mundo. Preocupadas por seguir estando aquí y que nuestra mera presencia en estos sitios sirva para demostrar que sí, que somos. Nosotros somos. Ellos no son. Sabemos quiénes son ellos. Mañana nos verán en las fotografías, posar para los fotógrafos, encantados de estar aquí, protocolariamente, de manera oficial, a título personal, como un amigo más, sin más interés que el de mostrar mi agradecimiento, usted ya sabe, no me diga que no me conoce, dónde iba a parar, no faltaba más, se lo estaba comentando precisamente, en este preciso momento no recuerdo, creo que yo también debería marcharme. Buenas noches a todos y recuerden que nosotros no somos ellos. Esto que venimos haciendo de manera regular desde la noche de los tiempos, concepto que también inauguramos nosotros, nosotros que no somos como ellos, nos pertenece. Nos pertenece y, recuérdenlo, aunque solo tengan que recordar esto y esto es lo que deben recordar, que nosotros estamos aquí porque nos perenece. No toquen nada si no quieren y recuerden que aunque se olviden algo obtendrán mucho más. Están aquí. Ellos no. 

domingo, 25 de octubre de 2020

La Balada de Orian Beldare


Tras haber protagonizado un nuevo intento de sublevación fallida contra los ingleses y haber sido derrotado en la decisiva batalla de Tal, el joven Orian Beldare se retiraba a un castillo lejano antes de que le atrapasen. Durante la batalla, había sido traicionado por varios miembros de su ejército. Incluso su propio hermano pequeño, Glenn, se había girado contra él. El bueno de Orian Beldare, pues, sabía que aquellos podían ser sus últimos días, si no se retiraba pronto a un castillo lejano y desde allí, escondido, trazar un plan de huída de Escocia. En el pueblo de FitzCarl, Orian y su amigo Roger Macculogh, se detuvieron a descansar, comer algo y proseguir el camino hacia el castillo lejano. 

Orian comenzó a encontrarse mal. El agua que bebió de una fuente había sido envenenada por sus enemigos y comenzaba a tener fiebre y vómitos. Volvieron a montar a caballo. Roger no dejaba de animar a Orian para que se mantuviese con vida, que no se rindiera, que pronto llegarían al castillo lejano en el que podría curarse. Cabalgaron durante tres días, la situación de Orian empeoraba. En la pequeña aldea de Frighteness, se detuvieron en casa de un antiguo amigo del padre de Orian, comieron alguna cosa. Pero no tuvieron en cuenta que el antiguo amigo del padre de Orian se había vendido también y no solo envenenó la comida sino que les denunció. 

Ahora iban los dos, Roger y Orian, cabalgando doloridos, enfebrecidos, entre espasmos terribles, sabiendo que el castillo lejano, ahora más que nunca, era su única esperanza. Orian Beldare se resistió a volver a detenerse en cualquier parte. Los caballos estaban famélicos, cansados, a punto de reventar. Pero él seguía hacia delante. 

Por fin, una tarde lluviosa y fría, después de casi un mes de huída y cuando una especie de vómito negro era lo único que salía de sus bocas, albiraron un castillo. El castillo lejano. Una chispa de esperanza brilló en los ojos de Orian Beldare cuando Roger Mccullogh le clavó con las últimas fuerzas que le quedaban un puñal entre las costillas. Antes de morir entre un charco de sangre negra vomitada, Roger Mccullog digo algo. Pero Orian ya no le entendió. 

El caballo de Orian Beldare se encargó de poner fin a la vida de Orian Beldare pisoteándolo enloquecido víctima del hambre y la extenuación. 

Y desde entonces, nadie ha vuelto a recordar a Orian Beldare. Salvo yo. Que también si hubiera podido...

jueves, 22 de octubre de 2020

Mojón de censura


La moción de censura, si ha servido para algo, ha sido para ver cómo ha vuelto la compañera Aina Vidal y cómo recuperamos para la causa a uno de los principales valores que tenemos en la organización. Volverla a ver de nuevo en el atril dando caña a la extrema derecha, quizás sea una de las mejores noticias para Comuns en lo que va de año y en lo que va de bastante tiempo. Esperemos que sea el comienzo de la recuperación definitiva y que la cosa tire para bien, porque la necesitamos. 

La moción de censura no ha servido para nada más. Pero claro, no es todo tan bonito. No ha servido para nada más si de lo que hablamos es de política y de personas que seguimos la actualidad política y mucho más personas que somos lo tan listas que nos creemos que somos. Pero para un momento, amable lector, realmente, qué sabemos de la gente que ha hecho tener a Vox nada menos que 52 diputados que parece que sean cuatro locos y son 52 diputados. Qué sabemos de lo que entienden de política y de lo que es la política de partidos y de lo que se ve en las teles que nosotros no vemos y en las redes que nosotros no manejamos. Qué sabemos de lo que realmente ha pasado en estos dos días en el Congreso.

Vox plantea esta moción de censura como un espacio publicitario. En mitad de lo que parece el inicio de un segundo asalto duro del combate contra el coronavirus, Vox aparece en tus pantallas diciendo barbaridades, cosas de un casposo que deja atónito a Indíbil y Mandonio pero cosas también de esa derecha moderna que te dice que los obreros de polígono ya no votan a la izquierda y se te ponen los pelos de punta. Vox sale haciendo fricadas y cosas que espeluznan, pero son cosas que nos parecen fricadas a nosotros y que nos espeluznan a nosotros. 

Nosotros, yo, vivo en Santa Coloma. En Santa Coloma de Gramenet no veo muchas mascarillas con la bandera nacional pero alguna se ve. Si todo el mundo dice que Ciudadanos se desploma, a dónde van a ir. Y hay mucha gente que confió en Ciudadanos porque eran españoles, qué puede pasar.

Si hay mucha gente, sobre todo gente joven, que piensa que ETA sigue viva y todo eso, qué es lo que sabemos realmente. Si los políticos han ganado a Vox y los medios de comunicación se empeñan en decir que los políticos solo sirven para discutir, qué imagen estamos dando de Vox.

Solo digo una cosa. Deberíamos tener más cuidado a la hora de presentar a Vox como marginales, como fuera del sistema, como gente que rompe el orden. Porque hay mucha gente muy harta y muy del primero que llega que ese mensaje igual te lo compran para marchar por la patria imaginaria camino de Itaca, que te lo compran para marchar por la gloria del imperio. Y romper por romper... 

Al menos, mientras tengamos a gente como la compañera Aina Vidal hay material para pensar qué hacer. 

Solo una cosa más. Políticas de izquierda contra todo eso. Que no se diga que lo ponemos fácil.

miércoles, 21 de octubre de 2020

Cuando dijo que sí Bolivia


Jorge Drexler no me gusta especialmente. Podría decir que Jorge Drexler no me gusta nada. Recuerdo que hace unos años, bastantes años, estaba en Granada. Yo todavía me creía muy alternativo y muy tal. Fuimos a casa de unos amigos de esta amiga a tomar café y aquella casa y aquel ambiente me resultaron no sé, mal. No me gustó. Eran, de repente, formales. Formales y de clase media. O formales y no sé, bien. No eran unos tirados. Eran gente bien. Todo era bien. Y estaban escuchando a Jorge Drexler y el chico de la casa, con su barba, con sus gafas de pasta, dijo que Jorge Drexler era lo mejor. Automáticamente Jorge Drexler significó para mí la bicha. El cantante bueno, el cantante fácil, el cantante que canta bonito, que es agradable, que es fino. Con el paso de los años, diversas circunstancias en la vida me fueron reafirmando en eso. A quién le gustaba Jorge Drexler. No me gustaba.

Pasaron los años. Hace poco, pocos años, una canción. En el coche, volviendo de no sé dónde. Una canción de Jorge Drexler en la que contaba cómo su padre, sus abuelos, huyen de Alemania y tienen que buscar un país que los acoja. Huyen de la Alemania nazi. Y solo Bolivia les acogió. Todos decían que no, cuando dijo que sí Bolivia. Y esa canción me gusta. 

Hace unos meses, el sueño húmedo de la derecha y de la gente que piensa correctamente. Bolivia caía. Un golpe de estado como una catedral escudándose en un presunto fraude electoral, quitaba de en medio el gobierno de Evo Morales. Evo tenía que salir por piernas. Se producían linchamientos. El caso de la alcaldesa Patricia Arce, vejada, humillada, paseada, pintada de rojo. Los militares jurando sobre la biblia, los militares otra vez dejándose ver, los militares. Por fin Bolivia caía. Por fin el indio Morales se iba a la mierda. Al exilio. Otro golpecito de Estado, sin mucho ruido, ya se ha pasado. Ya son historia, otras elecciones y todo vuelve a la normalidad. 

Ya cayeron Brasil, ya cayó Uruguay, están cercando a Venezuela. 

Cuando dijo que sí Bolivia. Hay una frase que me ha tocado la patata. Cuando todo pasó, la tentación de sacar gente a la calle y provocar una carnicería, estaba ahí. Parecían derrotados. Porqué no hacían nada. Y ahí está la frase: Preferimos que corra el tiempo a que corra la sangre. 

Y el tiempo les ha dado la razón. Unas elecciones y el 50% de los votos para el candidato del MAS. Movimiento al Socialismo. Qué alegría. 

Todos decían que no. Cuando dijo que sí Bolivia. 

martes, 20 de octubre de 2020

Antidisturbios - Isabel Peña y Rodrigo Sorogoyen (y 2)


Terminada la serie Antidusturbios uno entiende que los sindicatos policiales estén contrariados. Naturalmente. Porque la serie Antidisturbios bajo ese nombre tan atrayente y al mismo tiempo espeluznante, de lo que va realmente no es de los antidisturbios. Que los protagonistas sean los antidisturbios, los miembros de ese cuerpo, los que viajan en esas furgonas, no quita para que el quiz de la cuestión, para que el tema del que se está hablando realmente es otro. Y que los sindicatos policiales vean reflejada en una serie de ficción el papel de mera carne de cañón que tienen ellos mismos, no ya las personas que son desahuciadas o los inmigrantes de los que nadie se acuerda, ellos mismos, los propios policías no dejan de ser carne de cañón de manera voluntaria en un juego que ni les tiene en cuenta ni sacan ningún beneficio más que estar del lado del que gana. Y el que pega.

La serie es fenomenal. Sin duda, es una serie que se coloca entre lo mejorcito que uno va a ver en este año en el que todo es tan así. Una serie bien hecha, en la que se entiende todo, en la que no hay resquicios, bien filmada, bien grabada, con interpretaciones de nivel, y con una trama en la que te atrapa la trama personal y la trama colectiva que tiene que ver con lo que somos como país. 

Que la polémica de esta serie tenga que ver con la imagen que se da de la policía y no tenga que ver con la mierda que se retrata, dice mucho de este país. Que los que hayan puesto el grito en el cielo sean los sindicatos policiales y no la que solemos llamar sociedad civil viendo la mugre que se destapa, dice mucho de quién está llevando la voz cantante en todo esto.

La serie qué cuenta. Pues ya lo apunté en otra entrada, pero vamos, una vez vista la serie cuenta... pero si ya lo he dicho. Cuenta que somos nada en manos de los poderes económicos, que son mucho más chuscos de lo que nos podemos imaginar, pero que son tremendamente efectivos a la hora de conseguir lo que quieren y tienen todas las herramientas para hacerlo. El personaje de Revilla, al que todos podemos identificar fácilmente con un ex comisario que está metido en todos los jardines de la política actual, nos enseña que el pulpo tiene muchos tentáculos y que nosotros nos reímos pero él no. Aunque para personaje, el de Urquijo, la policía de asuntos internos a la que vemos como va creciendo ante nuestros ojos para convertirse casi en la reina de la serie. Y sin el casi.

Y así seguimos y así sigue la serie apuntando cosas, como esa escena final en la que los antidisturbios siguen haciendo su labor después de haber sido utilizados en una trama, para ser utilizados después en una trama semejante de la que casualmente hemos cumplido hace muy pocos días tres años. 

Más productos así, por favor. 'Los huesos duelen al crecer', frase para enmarcar. 

La gente del bar

 

La víspera de que se diera la orden de cierre de los bares para contener el repunte de los casos de Coronavirus, pasé por el bar de debajo de casa para tomar algo y preguntar cómo lo llevaban. El Bar Rey, el ‘Casti’ para los amigos, es uno de esos bares colomenses sin más atractivo –y no es poco- que el de ser un espacio para gente común en el que desayunar, comer, tomarte una caña y palpar de primera mano la vida en Santa Coloma. Una ciudad que no se entiende sin sus bares y su importancia como espacio de socialización. No por nada fue en Santa Coloma donde Carlos Azagra, el dibujante de cómics de El Jueves, fundó el Partido de la Gente del Bar. Algún dibujo suyo decora las paredes del Rey.

Bares que han sido y son refugio y consultorio, bares que son espacio para la reflexión y para el contacto con ese mundo que no sale en Netflix. Bares que son un termómetro de lo que nos pasa como sociedad, de lo que respira la calle, que son como antenas de lo que sucede y que no aparece en los medios. Bares de bocata y mediana con el mono de trabajo. Bares de desayuno de los trabajadores públicos y del súper, de las oficinas, la bandeja de cafés para llevar a la peluquería de enfrente. Bares donde los camareros, los ‘Castis’ en este caso, te asesoran en la compra de un coche, dan voces si estás buscando piso, te dan el Wi-Fi cuando no tienes Internet en casa y el bar se convierte en tu oficina, te alertan sobre lo que pasa en el barrio. En definitiva, saben de qué va la cosa.

Durante quince días el Rey estará cerrado y no tendré que saludar con la cabeza al salir o llegar a casa, como si estuviera fichando. Dentro de poco tengo que irme del piso y qué voy a hacer lejos del Rey.

Y es que cierran los bares durante unos días y nos acaban saliendo textos así, que dibujan un bar ideal donde todos conocen tu nombre, con la autenticidad y el orgullo de barrio, música de violines… hasta que los ‘Castis’ te bajan a la tierra y te cuentan el chiste del ‘fuera o fuese’. ¿No se lo saben?

Artículo publicado en El Periódico de Catalunya el 19 de Octubre de 2020

domingo, 18 de octubre de 2020

Antidisturbios, chico


 La serie de la que todo el mundo habla. Habla hasta la policía. Y habla mal. Antidisturbios es la nueva serie para la polémica. Si les gustó la polémica de Patria donde nadie se siente representado salvo los equidistantes (todavía no la he visto), fliparán con la serie Antidisturbios. Los autores de esta serie (de la que he visto dos capítulos porque ayer noche nos pusimos a ver una peli que daban en la 2, la de los jóvenes soldados alemanes que son prisioneros y tienen que vaciar una playa llena de minas en Dinamarca al final de la Segunda Guerra Mundial, que resulta que como tenemos una tele y un mando que no se conocen no la podemos poner subtitulada y la tuvimos que ver en Filmin, que estaba también y que la verdad, vaya película de pasar mal rato, el caso es que cuando nos pusimos a ver Antidisturbios ya era tarde, perdón), son Rodrigo Sorogoyen y Isabel Peña. Director y guionistas de otra maravilla que es El Reino y que también tuvo su parte de polémica, porque todo el mundo sabe que aquí si algo parece bueno, hay que hundirlo. 

Antidisturbios, hasta el momento que yo he visto, narra cómo una unidad de antidisturbios se ve obligada a intervenir en un desahucio con carencia de efectivos. Se ve obligada a intervenir es una manera de hablar porque podrían haberse negado, etc., no nos vamos a poner ahora, o sí, porque quizás es una de las claves de la serie. Obedecer, actuar, yo que sé. El caso es que el desahucio pues es un desahucio de los que te ponen el corazón en un puño y se lía. Y ya no cuento más. 

Contar que lo que se ve en la serie es, hasta el momento, dos capítulos, insisto, el comportamiento de un grupo de personas que son policías. Y que como son personas y son policías a la vez, pues las personas son personas y cuando están en esas situaciones y acostumbran a actuar como tienen que actuar, pues vamos, que no gusta a los defensores del orden de la ley que se vean retratados como personas con sus vicios, sus ideas retorcidas, sus vicios, sus comportamientos agresivos, sus movidas, sus vicios, sus trofeos de guerra, sus cosas, sus mierdas... y no solo de ese grupo, también aunque menos de quienes pertenecen al cuerpo de Asuntos internos. 

Ya digo que esta serie si la hacen los americanos o los franceses o los ingleses, pues claro que sí, porque fíjate, los polis lo chungos que son y fíjate tú. Pero ojo, los polis nuestros, atención. Qué series de policía hemos visto en este país donde parezca qué. ¿Policías? Que era como al salir de clase pero con policías... en fin. De todos los personajes, descontando al siempre inigualable Roberto Álamo, me quedo con el jefe del grupo, Osorio. No sé. Ese deje al hablar, esa manera de decir las cosas... qué bueno. 

Que llevo dos capítulos y que promete. Y promete más si los sindicatos filofascistas de la propia policía están haciendo campaña contra ella. Por eso, quizás, mola más. 

sábado, 17 de octubre de 2020

Largo Caballero


Me lo imagino al acabar de dar los martillazos diciendo 'yo no sé ni de largo ni de corto, yo solo sé que me han dicho que tengo que quitar esto. A mí me dan igual unos que otros, yo vengo hago mi trabajo y no hago preguntas'. Más o menos como si fuera de Ciudadanos.

Largo Caballero tiene la cara de mi abuelo Antonio. Mi abuelo Antonio Molina era socialista, del PSOE, y creo que con el tiempo se le había ido poniendo la misma cara que a Largo Caballero. O que yo lo tengo en la cabeza así. Largo Caballero, el Lenin español, supongo que cuanto más repitamos esto del lenin tal más excusas tendrán los fascistas para reivindicar que comunismo y fascismo esto y lo otro. Como si fueran de Ciudadanos. Largo Caballero era socialista. Supongo que incendiario en sus proclamas y discursos y socialista finalmente en el PSOE, que no fue nunca un partido revolucionario, porque para eso ya estaba el PCE, que ídem. Largo Caballero pasó un tiempo prisionero en un campo de concentración nazi.

Detengámonos un poco estudiando esta frase. Largo Caballero, al acabar la guerra pasa a Francia (no voy a poner huye a Francia para que los fascistas me digan que si huye algo habrá hecho y le quitamos otra placa porque ni unos ni otros y en todas partes hubo tal, como si fuera de Ciudadanos) y allí le detiene la Gestapo (que no lo detienen los boys scouts) y lo internan en el campo de Sachsenshausen. Los nazis lo internan en el campo de Sachsenhausen. 

Y antes de ayer le quitaron una placa en su memoria en Madrid, por parte de un Ayuntamiento de derechas que utiliza la ley de Memoria Histórica para pasarte la mano por la cara y en tu cara decirte que hacemos lo que queremos y que nos quedemos ahí, reza. Los fascistas pintan su estatua y la autoridad le quita la placa a alguien que estuvo en el campo de concentración. Y seguimos avanzando por la senda constitucional y ayer sale la portavoz de Ciudadanos para decir que ellos ya no votarán nada más sobre esto porque ni unos ni otros, ni rojos ni azules, España, unidad y concordia.

40 años. 40 años de diferencia de trato. Ni unos ni otros. 40 años de caídos por España. Son lo mismo que una placa, son lo mismo que las fosas, son lo mismo y no removamos más. 40 años o más. 40 años de hospital General Yagüe o más, que no creo que lo hayan cambiado. Es lo mismo. Lo mismo da si te mataron unos que otros. Lo mismo dan los comunistas que los fascistas. 

Menudo país negro que tenemos para que un político que murió en el exilio, tras haber pasado por un campo de concentración nazi, vea como precisamente en el 151 aniversario de su nacimiento, le quitan una placa, una mísera placa en su memoria por decisión política en una democracia se supone liberal. Menudo país de negrura y lástima que estando en el gobierno el partido al que pertenecía Largo Caballero esto pase y pase y no pase nada. Menudo país lamentable donde cada vez más los fascistas se hacen dueños de la calle y nos parece equiparable una cosa y la otra y es que claro es que los otros también son. Y los fascistas y los nazis y estas cosas van avanzando y nosotros ponemos el grito en el cielo y nuestra memoria se va a la mierda.

Y nuestro futuro se llena de mierda.

jueves, 15 de octubre de 2020

Tiro en la cabeza - Jaime Rosales


Tiro en la cabeza, del director catalán Jaime Rosales. El mismo director de Petra, película recientemente comentada. Por eso mismo busqué más películas. Y recordé que Tiro en la cabeza era una película especial. Y lo es. Tiro en la cabeza es una película que nos cuenta los días previos de un etarra antes de que participe en el asesinato de dos Guardias Civiles en Francia. Cuando hablamos de 'nos cuenta', en realidad 'vemos' esa vida cotidiana. Como el personaje queda con una chica que tiene una niña pequeña, queda con gente en un bar, con alguien con quien habla, con gente en su lugar de trabajo, se supone, en una especie de reunión de amigos, cómo liga con una mujer, cómo se despierta por la noche por ruidos, yendo a un centro comercial a escuchar música, lo que se llama la vida de alguien como cualquiera de nosotros. En un momento dado, esa persona se encuentra con otra y con una tercera cogen un coche y se van a Francia. Allí en un lugar de paso, mientras están comiendo, ven a los dos Guardias Civiles de paisano. Van a por ellos en el parking y allí terminan con ellos. Luego huyen y fin de la película. 

La película recrea el conocido atentado de Capbreton donde murieron abatidos dos guardias civiles. La película indudablemente tuvo su polémica en el estreno porque contaba la vida cotidiana del militante de ETA de tal manera que podía ser la tuya o la mía, tan solo en la escena del restaurante de paso y la identificación de los guardias civiles uno ve que el protagonista no es un señor normal. 

En la película no hay diálogos, no se habla, no hay narrador, no hay voz en off. Como si estuviéramos en una cámara oculta, vemos lo que va haciendo el protagonista, el sonido ambiente, pero no escuchamos de qué habla. Así que la película es un ejercicio de narración donde uno tiene que entender qué pasa y a dónde nos lleva. Hasta que nos lleva. 

Vemos la vida de una persona, un tío ya fondón, normalete, hasta que ve a los dos guardias civiles. Si todas las películas quieren decir algo (hasta Estoy pensando en dejarlo o Inland Empire), el mensaje de esta película creo que no hace falta explicarlo demasiado más. 

miércoles, 14 de octubre de 2020

La infancia de un líder - Brady Corbet


Hay películas que las ves y no te acaba de quedar claro por qué y qué. La infancia de un líder está basada al parecer en un relato de Jean Paul Sartre. No he leído absolutamente nada de Sartre. Se supone que la película nos quiere contar cómo se forja el carácter de alguien que luego será líder de algo. Bien. Pues yo no sé. Es decir, que si esto forja a un líder, cualquier cosa puede forjar un líder. O qué líder. 

Estamos al final de la Primera Guerra Mundial y, en París, se reúnen los altos mandatarios para forjar lo que será el tratado de Versalles. El presidente norteamericano Wilson se presenta como la gran esperanza pacificadora para una Europa destrozada. Uno de sus diplomáticos se encuentra alojado en la casa de un familiar de su esposa. Allí coincide también con un amigo que escribe para una revista o algo. El amigo es el Pattinson de Crepúsculo. El diplomático está casado con una mujer más joven y tienen un niño. El niño se supone que es un niño rebelde. El niño rebelde hace cosas de niño. El niño lleva el pelo largo y le confunden muchas veces con una niña. 

El niño recibe reprimendas de la madre y del padre. El niño está mimado por una de las criadas. El niño es un niño. Hasta el final. Que el niño deja de ser un niño y nos aparece ya como líder. 

¿Qué es lo que quiere decirnos la película? ¿Esa infancia y esa educación dará lugar luego a una persona que será un líder de un estado fascista? La verdad es que toda la trama de la película para acabar explicando que A será B, no me queda clara. Porque no hay un ambiente asfixiante, como por ejemplo aparece en La Cinta Blanca, la represión en la familia es bastante tenue o al menos no te acabas de creer que de ahí vaya a salir algo. 

¿Es mala esta película? No. No es mala. Pero no es una buena película. Es como un intento de hacer algo profundo y muy en la línea de esas películas en las que se quiere decir eso que se quiere decir, pero que aquí, la verdad, es que no se sabe a qué viene todo. Y a qué viene el final. 

En fin. Que no siempre se eligen películas buenas. Y ya está.  

martes, 13 de octubre de 2020

Baal

Nadie sabía dónde estaba Baal. Si estaba aquí, Baal decía estar allí. Si lo buscaban allí, Baal ya se había marchado. Baal era un recuerdo. Nadie sabía dónde había ido a parar Baal. Baal era un fantasma. A veces, alguien, como hablando en sueños, citaba a Baal. Nadie temblaba al oír su nombre. Baal estaba lejos. Baal estaba demasiado cerca para verlo. Baal se había ido a una montaña. Baal se habia fundido en el mar. Baal se marchó por el camino. Baal está en una isla. Baal fue a parar a un cementerio de dioses donde alternaba con otros dioses que Dioses habían sido. Baal era una pegatina para el coche. Baal en las camisetas. Baal tatuado al final de tu espalda. Baal en el brillo de los ojos de un niño. Baal en la risa fresca de una muchacha. Baal en las espaldas cargadas de una mujer limpiando un suelo. Baal en el fondo de una lata de cerveza que un toxicómano lleva paseando de aquí allá. Baal haciendo ruido. Baal muerto como el verso de un poeta. Baal se había esfumado. Baal en un relato. Baal como excusa para escribir. Baal como subterfugio. Baal recuperado en una idea publicitaria. 

Baal, que todo lo sabe, que todo lo lee, que todo lo piensa, que en todas partes está porque él son todas las partes, cansado de ser y estar, repite una y mil veces el ciclo de quien está cansado de ser y estar y mil veces se va y mil veces no puede irse porque está en ti. 

Una mañana me levanté y había olvidado a Baal. Ayer recordé a Baal. Y allí estaba Baal. 

- Mortal. Creí que ya no me necesitabas. Qué va mal. No te podré ayudar. 

Y era Baal. 
 

lunes, 12 de octubre de 2020

Pero ¿para qué sirve la monarquía? (2)


Antes de nada, un agradecimiento a esos medios de comunicación que, ante la cobardía del CIS, se han atrevido a hacer esa encuesta de la que todo el mundo habla hoy. La encuesta en la que se abre la puerta a cuestionarnos de verdad porqué tenemos una monarquía en la que no cree más de la mitad de la población del país. Y más que habría si.

La encuesta ofrece datos que por conocidos no dejan de ser chocantes y que como siempre, y por simplificar, me llevan a hacer la misma pregunta. ¿Qué hace el PSOE? Es evidente que una parte de sus votantes son republicanos más o menos de la misma manera que lo podemos ser los demás. Pero no ejercen como tales sus cargos. (Supongo que si los nuestros estuvieran gobernando muchos años y tuvieran que hacer números como el de hoy yendo al desfile militar, estaríamos en otra situación.)

No entiendo, por ejemplo, cómo en un granero de votos socialistas tan importante como Andalucía, los resultados son tan bajos para el republicanismo. Teniendo en cuenta que buena parte de ese voto es bastante conservador y que en muchos pueblos y ciudades los socialistas votan en contra de mociones de reprobación al rey, no nos tendría que extrañar, pero si preguntas a pie de calle, supongo que muchos de ellos se consideran republicanos aunque lo vean una cosa del pasado, una especie de lealtad hacia sus padres o abuelos pero no una alternativa de presente. Sin embargo, en otras partes del Estado ese porcentaje sube muchísimo y ahí también debe haber muchos votantes socialistas también. 

¿Para qué sirve la monarquía? No sé si antes, otra vez, la vez anterior o cuando fuera, contesté ya lo mismo. La monarquía no sirve para nada o bien, sirve para que no se te olvide quién está arriba y quién está abajo. La encuesta que se ha realizado saca sus datos precisamente un 12 de octubre y el día después de un esperpéntico vídeo de 183 seres humanos españoles que dan su apoyo al rey de viva voz menos Victoria Vera que lo hace de viva voz pero sin cuerpo presente. En este vídeo, por cierto aparecen personas que fueron socialistas alguna vez, como Leguina, que son presidentes de comunidad autónoma como García-Page o legendarias figuras del pensamiento como Victoria Camps que siempre aparecían en las listas de apoyos al PSC (fue profe mía de una asignatura de Ética o algo así, un aburrimiento absoluto y completo). ¿Qué hacen ahí? Vivir en los ochenta. 

Ahora vienen algunos análisis tendentes a decir que el voto tan polarizado entre derechas monárquicos e izquierdistas y nacionalistas republicanos tampoco aclara nada y que eso significa que... que hay que encontrar una solución de consenso. No va a haber República porque es muy difícil así que tendremos que vestir la monarquía del alguna manera presentable. 

¿Para qué sirve la monarquía? No sé para lo que servirá en otros países, pero aquí sabemos que sirve para tener claro quién manda y hasta dónde llega el límite.

Cuando ya nos hemos subido demasiado a las barbas, pedimos la República. Y es entonces, cuando el símbolo se tambalea, cuando la cosa se pone fiera. Y cuando la cosa se pone fiera, es cuando tenemos que dar un paso atrás y alcanzar alguna solución de consenso por la cual no se nos cabreen en plan 'a la cuneta'. Y así siempre con el recuerdo de 'a la cuneta' en la cabeza, vamos tirando. 

Sea como sea, la encuesta es un avance. Una buena cosa. Un toque para el entusiasmo colectivo. Los republicanos nos sentimos solos, aislados. No hay más que ver las manis del 14 de abril. Y por eso también no nos lo acabamos de creer y acabamos en el folclorismo y el republicanismo de memoria histórica pero no de futuro. 

¿Para qué sirve la monarquía entonces? Para nada. Para mucho. Ya lo sabemos.  

viernes, 9 de octubre de 2020

Que se muera todo el mundo


Lo acaban de poner en la radio y podría decir que me ha dejado a cuadros, pero es que nada te deja a cuadros. Es un corte en televisión de las noticias de La Sexta de diversos madrileños opinando sobre la situación y de repente aparecen unas señoras opinando, a gritos, pidiendo libertad y en un momento dado una de ellas suelta un 'Que se muera todo el mundo', que te deja seco.

Este es el país que tenemos. No nos queremos. No queremos a nadie pero menos aún queremos al vecino, al vecino le deseamos lo peor. Que se muera todo el mundo es la traducción al lenguaje común de las acciones políticas tendentes no a beneficiar a la mayoría, a intentar entender porqué el otro hace lo que hace y ver en qué se puede... aunque tengas tus ideas y esas cosas y quieras llevarlas a cabo de todas las maneras. Que se muera todo el mundo significa que no tienes ideas, que va más allá de ser de derechas, muy de derechas, de extrema derecha, va más en sintonía con un odio eterno hacia el otro. En este caso hacia quienes no son de derechas. 

Ser de derechas es bastante más fácil que ser de izquierdas. Hoy mismo me ha llamado la atención un tweet de Jessica Albiach en el que elogiaba que el ministro Castells llevase una camiseta del Black Lives Matters. El propio twitter me seleccionaba dos respuestas de gente a la que sigo criticando el tweet de la compañera Albiach. Uno la llamaba hipócrita y la otra hacía una argumentación más elaborada pero para llegar al mismo sitio. El caso es que las dos personas están ambas en polos opuestos, digamos encarnizadamente opuestos sobre todo en el tema nacional. Ambos encontraban un punto de acuerdo común, cagarse en la representante de un partido de izquierdas. 

Esto no pasa en la derecha. En la derecha alguien de Ciudadanos puede perfectamente utilizar el mismo argumentario que alguien del PP o de Vox y asumir como propias imágenes, simbolos, de la extrema derecha sin despeinarse. Te dirá que no es de derechas o de extrema derecha pero lo principal es que te atacará y seguirá atacando al gobierno de izquierdas con los mismos tópicos. No atacará nunca a un gobernante del PP o criticará las cafradas de Vox. Te llamará cómplice o pagafantas. Pero saben dónde está su lugar y contra quién tienen que ir.

Este país no existe. No existe ningún país de hecho. Lo que existen son las clases sociales y la guerra eterna. Lo que existe es la voluntad de tener sometido al otro siempre y para siempre y que cualquier resquicio de reforma sea sepultado. Esto es así y así es siempre. No llegamos al extremo de tener milicias por las calles armadas como gi joe como en los Estados Unidos pero no hace falta porque aquí los de siempre saben que pueen contar con los de siempre. 

La verdad es que es frustrante este país. Menos mal que en Catalunya... ¿verdad?

jueves, 8 de octubre de 2020

Kontuz


Un balón. Balón arriba. Ese control. Ese control que parece sencillo. Se le va. El fútbol que te gustaba tanto. Peligro, el fútbol empieza a importarte poco. El fútbol se va despidiendo de ti. Balón al pie. Se le va. Parece que no está muy concentrado. Qué han querido hacer ahí. Cuánto hace que no marcamos un gol de córner. Un remate de cabeza. Porqué centran ahí si no hay nadie. No le tiréis pelotas arriba que no va a coger ni una. Se va pero en el último momento la tira a nosedónde. Es que no está jugando en su sitio. Otro pase mal y este era más fácil que el anterior. Ellos no tienen nada. Pero mira cómo se la pasan. Ayer estuve viendo al Huesca y hasta el Huesca se la pasa mejor. Arriba otra vez. Es que no tienen pinta de ser tan malos, los miras uno a uno y no. Qué ha pitado ahora. Vaya pase otra vez. Ala, a correr. No hay nadie. No ha mirado ni siquiera cuando estaba solo. No ha mirado atrás. No ha mirado al centrar. Otra vez. Balón arriba. Ojo ahí. Verás cómo se la traga. Se la tragó. Y este decía que nosequé. Me voy a acabar cansando también de esto. El fútbol. El fútbol moderno ya no se juega con extremos. Al parecer ahora hay que tener como dos medias puntas o algo así. Nosotros seguimos jugando con extremos. El fútbol moderno y los delanteros centros. Si tenemos un delantero centro porqué no lo ponemos. Cómo vamos a volver a traer otra vez al perla aquel si se fue. Si se fue, porqué vas a traerlo. A qué queremos jugar. Si es el delantero centro que lo ponga. Es que este te condiciona todo el juego. Es el entrenador el que condiciona el juego. Es que le dice que no suba. Otro pase fallado. Dónde vas con ese pase que lo tienes delante. Ahí lo tenías. Porqué no chutan. Porqué chuta desde ahí si la puedes abrir. Pero para qué quiere abrir si luego no va a centrar o no va a haber nadie para rematar. Y de falta cuánto hace que no marcamos un gol. A balón parado sí que no s están marcando goles. Otra tragada del defensa este. Es que le coge la posición. Menos mal del portero. Otra parada. Otra parada. Vamos a hacer internacional al portero este. Lo han llamado para la selección, mal asunto. Cómo controlas ese balón así, por favor. Yo creo que o se ponen las pilas o este año va a ser el bueno. Es que me cuesta ver tres peores. Y la final de copa que no la jueguen. Otro centro a ningún sitio. Pero cómo centras si no tienes delanteros. Es que hay jugadores ahí que ya están muy vistos. Yo ya es que no sé. Este partido lo hemos visto mil veces. ¡Toma golazo!

miércoles, 7 de octubre de 2020

Karpov


 La típica situación en la que estás en casa de unos amigos y se lía. Me gusta quedar con gente para desconectar. No me gusta estar todo el día pensando en ajedrez. No me gusta estar todo el día pensando. Pero pienso. Y pienso en ajedrez. Todo el rato. Por eso de vez en cuando me gusta cambiar de aires. Me dijeron que fuera a una casa. De unos amigos. Estábamos en un torneo en Las Palmas. Hacía buen tiempo. Me lo dijo Tal. No tendría que haberle hecho caso. En qué casa de qué amigos de Tal iba a haber gente que me ayudara a desconectar. El caso es que en principio todo iba bien. Todo parecía transcurrir por los cauces normales. Había amigos que conocía de los torneos, pero no eran jugadores. Organizadores, gente de los hoteles, incluso uno de los conductores. Una mujer estaba muy interesada en la vida en la Unión Soviética. Me preguntaba por mi vida allí. Si estaba contento. Que siempre me veía triste. Yo le dije que estaba bien. que en todas partes... y entonces llegó el tipo este. El tipo que empezó a decirme que si los rusos, que si la mafia, que si Fischer. Que si título regalado. Que si comprando. Que si robando. Saca el tablero ya payaso que te voy a crujir. Me calentó. Mira que no me gusta. Mira que intento por todos los medios no hacer el idiota. Pero me calentó. Porqué me calienta así la gente. Soy frío. Soy El Gélido Tolya. Por qué. No lo entiendo. Y ahí me veo. Nervioso, sudando. Encima alguien, desde algún sitio de la casa, alguien dijo 'puto abusón'. Y parecía que éramos todos amigos. Amigos una mierda. A ese alguien se le une otro que dice 'qué cabrón'. 'El puto ruso'. 'Ya me parecía raro que viniera, si solo hace que pensar en ajedrez'. 'Menudo cabrón'. 'Es un mierda, mira que ponerse a jugar contra una persona que encima se nota que está borracha'. 'Y encima luego vendrá con la carita de bueno'. 'Estos rusos son todos unos cabrones'. 'A mí el queme caía bien era el Fischer'. 'Dicen que hay otro, un chavalito así con el pelo rizado, que ese se ve que le da pero bien y además es muy simpático'. No sé lo que duró la partida. Igual no duró ni cinco minutos. Tal me pasó la mano por la espalda. Me dijo que nos fuéramos a dar un paseo. Le dije que no. Pero me fui.   

martes, 6 de octubre de 2020

Intelectualizarlo todo


 Estábamos a punto de llegar a una conclusión cuando Vinicio, un portugués que se caracterizaba por no aportar nunca ni una cita que fuera correcta dijo algo sobre George Grosz. Era la típica reunión en casa de alguien que acaba convirtiéndose en una cena más o menos formal y en la que conviven personas que se conocen pero que no son amigas. O amigos. Vinicio siempre era el que más hablaba, quizás para que no se dijera que los portugueses eran aburridos. La mayoría de las veces erraba en sus apreciaciones, disparataba, elaboraba pensamientos que no iban a ninguna parte y se acababa convirtiendo en lo más divertido de la cena, si es que te gustaba escuchar a los demás. No nos gustaba escuchar a los otros. No me gustaba escuchar a los demás. Menos todavía a Vinicio. Vinicio había escrito un libro que le había publicado un amigo. Creo que le odiaba mucho más por eso que por cualquier otra cosa. El libro estaba en mi casa y también estaba en la casa en la que nos encontrábamos. Pidió leernos un fragmento en el que hablaba de George Grosz. Me encanta George Grosz. El artista alemán... no me dejó perderme en mi propia erudición y leyó un párrafo de su libro.

'Su dibujo no es sino el aliento fétido de una sociedad que ha sido derrotada y que espera el fuego purificador que la convierta en lo que es hoy'.

Parece que no te gusta Grosz, le recriminé. Al contrario, me dijo él, le reconozco el mérito de haber retratado de manera descarnada el fin de un mundo que debía morir y que lo hizo expresándose con mucho más horror de lo que nadie había imaginado. Le pregunté si conoció a Grosz, en persona. Naturalmente que no, me dijo... nací en el... 

Me puse a hablar con Angelica. Hace mucho tiempo que no la veía. Había conseguido al fin establecerse como guionista en otra ciudad y me sorprendió verla allí. Al principio le costó hablarme pero al cabo de un rato volvimos a reírnos como siempre. Me dijo que estaba algo cambiado, que los años se me notaban, que había perdido la frescura o la inocencia, algo que tenía que me hacía interesante. Le dije que habían pasado muchos años. Me dijo que era cierto. Le pregunté algo que no recuerdo. Bebí demasiado. 

Nos quedamos cinco o seis personas hablando y bebiendo combinados. Alguien había apagado la música y alguien la volvió a encender. Intenté hablar de nuevo con Angelica pero se había marchado. Vinicio me tocó en el hombro. Creo que no te caigo bien y no entiendo porqué. Nos sentamos y charlamos. Quería ser el último en marcharme. 

Salí a la calle y estaba a punto de amanecer. Sentí que todo era como tenía que ser y que mi mundo, ese mundo, realmente lo era todo y que iba a escribir un cuento sobre esa noche. De camino a casa pensé que no volvía caminando, sino en metro. Y creo que eso rompió el hechizo.

lunes, 5 de octubre de 2020

Crónica del #Plegramenet del mes de Septiembre. Curso de economía.


 ¿Hacer la crónica de un pleno municipal una semana después de que haya pasado una semana desde su celebración? Pues claro. Porque para este blog no hay reto imposible, no hay fórmula narrativa que no se haya probado. Para este bog, no existen las barreras temporales, no existe el continuo espacio tiempo que rige la vida común. Este blog no está para narrar la realidad, este blog no está para contar algo, no está para hacer la foto de un momento concreto. Este blog no está para desentrañar los misterios de la política municipal. A este blog ya no le interesa la política municipal. Este blog hace tiempo que no cuenta nada interesante a ningún nivel y se mantiene como un tren fantasma que de repente te tropiezas en una estación perdida en Missouri. Este blog deambula por las redes sin más interés que el de rellenar un hueco en los corazones de quienes piensan que de aquí puede salir algo. Leyendo este blog no te vas a enterar de nada. Leyendo este blog no vas a entender lo que sucede a tu alrededor. Este blog tiene unos marcadores al costado donde se puede identificar un apartado de textos que tienen que ver con Santa Coloma. No los lean. Este blog jamás ha tenido nada que ver con Santa Coloma. Este blog salió una mañana a pasear por la calle Milà i Fontanals y llegó hasta la calle Cultura. Y en la calle Cultura se extrañó, se extravió, volvió sobre sus pasos. Ya era otro blog. Es este blog. Me gusta escribir sobre mi ciudad, Santa Coloma, pero ya hace tiempo que no sé lo que pasa en Santa Coloma. Mi ciudad es una ciudad plagada de recuerdos, soy una persona mayor, de 45 años, que ya no habita en la Santa Coloma a pie de calle, que ya no siente la palpitación de las calles de Santa Coloma. Mi Santa Coloma es un fantasma que recuerdo desde el sofá de mi casa, que ya tampoco es mi casa, porque nada es tuyo y deberíamos haber aprendido hace mucho tiempo que nada es eterno ni perdurable y la Santa Coloma que tú conoces ya no es Santa Coloma, que la Santa Coloma de hoy es muy diferente y no se parece en nada a la que tú tienes en un pedestal. Este blog, por su cuenta, tiene también en un pedestal a una Santa Coloma que se parece también mucho a la Santa Colom que yo recuerdo desde el sofá, quizás porque yo también escribo el blog desde el sofá y son vasos comunicantes mi experiencia y la del blog. No esperen a saber qué ocurrió en este blog. No esperen a conocer la verdad en este blog. No aspiren a conocer la diferencia de posición entre grupos municipales diversos en este blog. Este blog ya se desentiende y deja suelta la rienda a la Santa Coloma verdadera, la de la calle, la de los barrios, la de la calle Sants, la de la calle Mas Marí, la de la calle Jacint Verdaguer, la de la calle Calaf, la de la calle esta y la calle la otra. Este blog quiso un día contar lo que ocurría en los plenos municipales con ansia de inmediatez, causticidad, costumbrismo, sectarismo político, promoción y autobombo, pero todo ha sido en vano. Ninguno de los objetivos de este blog para con Santa Coloma ha sido alcanzado y todo ha pasado y el tiempo lo cura todo y todo lo transforma. No escribirás sobre la misma Santa Coloma dos veces. Yo lo he intentado muchas veces, de múltiples maneras, con diferentes registros, jamás lo conseguí. La Santa Coloma que conocemos ha sido contada, retratada, pintada, relatada y nunca se hizo en este blog. Jamás este blog consiguió ser esa referencia que yo pensaba que podía llegar a ser. Yo, y este blog conmigo, pensamos alguna vez que llegaría el día en el que nos sentaríamos en la mesa de Can Sisteré con los micrófonos funcionando todos bien y la gente se agolparía, esas 15 o 20 personas que son la gente, a escucharme a mí y a mi blog y en torno a nosotros surgiría una nueva Santa Coloma, una Santa Coloma que se pareciera a algo que tengo en la cabeza y que no te puedo explicar ahora con cuatro palabras mal puestas. Ese quizás es y ha sido siempre mi problema. Y el de este blog. Realmente no sé contar las cosas. Ahora mismo no estoy contando nada, simplemente lamentándome de cómo este blog no es un blog. Este blog no hace honor a su categoría de blog. Este blog de blogspot jamás podrá llegar a ser un blog de wordpress por más que lo intente. Se quedará siempre como un intento fallido. Este blog flota ya en el espacio, suspendido, como un zombie, sin saber hacia dónde va, sin saber qué tiene que contar que no se haya contado ya en este mismo blog con otras palabras, con las mismas palabras, con subterfugios, de manera velada, con nombres alternativos, cambiando una cosa por otra, esquivando la mirada atenta de quien busca encontrarse y no se encuentra. No, no quiero dejar de intentarlo, no quiero que este blog sea solo un recuerdo, no quiero que ya nada ocurra, quiero continuar, pero continuar para que la muerte de este blog sea continuada. Que todo el mundo aprecie cómo casca un blog. Que todo el mundo lo sepa. Que este blog seguirá pudriéndose ante los ojos de los que quieran contemplar cómo se va acabando una época. Que este blog seguirá haciendo un viaje dentro de la garganta del monstruo sin ninguna esperanza de ver la luz. Que este blog se levantará por las mañanas sabiendo que un día más no será mejor. Que este blog ya ha visto y contado casi todo y lo ha repetido incluso varias veces y lo seguirá haciendo porque no hay límite para la autodestrucción. Que este blog es el paria de los blogs. Que este ve, como ocurre en el mito de la caverna, otras expresiones y formas de contar Santa Coloma y siente el peso de su fracaso porque ellos sí, en ellos está, en ellos se halla, la verdadera pasión por la Santa Coloma que es y no la que este blog recuerda haber vivido. Porque este blog se refleja en el agua y no ve nada. Porque este blog se sumerge en el fondo del mar para vivir pegado al fondo del mar y disculpen si no utilizo términos más técnicos porque no soy biólogo. 

Ni tampoco soy economista. En lo del CER Raval si no recuerdo mal votamos en contra porque ya está bien de la broma del CER Raval y dar dinero ahí ahí. O se asume ya por el Ajuntament o qué. Muchos nombramientos y muchos decretos y ustedes tienen que quedarse con un nombre. Un nombre. Quédense con un nombre. El que ustedes elijan. Uno. Ese no, que no es del PSC. Y si no lo es, lo será. Eso también. Sigamos adelante, el tema de lo del PAM, y ahora me doy cuenta de que he encontrado otro filón para imitar, el del informativo breve de Angel Martín. Rápido lo de PAM, cualquiera que viera lo del PAM por el Youtube mismo ya se da cuenta que esto del PAM no hay por dónde pillarlo y si tienes esa idea durante las retransmisiones del PAM y se lo quieres decir por Whatssap a los que lo montan, alta, no se vale. Lo de la Ciba, más o menos ya lo he dicho antes. ERC se fue como al principio del pleno para apoyar la protesta por lo del Torra (¿?). La policía, la USIR y de manera inexplicable relacionando cosas y una con la otra lo de los remanentes o romanentes según lo miremos. Según lo miremos, claro. De repente algo en alguna galaxia hizo clic y el tema de los romanentes se convirtió en una especie de casus belli a utilizar contra la oposición y nuestra alcaldesa nos puso de romanentes hasta arriba, perdidos completamente de romanentes y uno no sabía realmente qué había pasado y de dónde venía la pelea y qué tenían que ver la USIR y los romanentes y el Gobierno de España y ese Gobierno que yo quiero más que el alma mía y fue un pum pum pum pum pum, que no sé ni cuándo ni porqué ni a qué se debió pero fue como cuando te dicen que te van a dar una ostia que no te va a dar tiempo ni a llorar o que te van dar una ostia que vas a ir y volver a nosedonde, pues algo así, y lo repitió como dos o tres veces en distintos puntos y algo, algo que no entiendo porque ya te digo y os digo a todos que de economía es que voy fatal, algo ha pasado con los romanentes y yo que sé. Después de aquello me quedé como falto de fuerzas. Después de tales broncas me quedé como no sé. Te quedas como parado, como sin saber qué decir. Claro. No entiendes. Pero es así. Se aprobaron nuestras dos mociones, una contra el maltrato animal y otra a favor del retorno digno de los y las exiliadas económicas y habló desde Chile nada menos, pero claro, teniendo en cuenta que todos estamos como en Chile si nos paramos a pensar porque las casas y los despachos de todo el mundo parecen Chile, habló digo el hijo de Xavi Pujols, el Héctor Pujols y habla muy bien. Pero claro, hubo que dejar claro que las personas son migradas y no emigrantes, o algo así, para que la votara el PSC porque nosequé del empadronamiento y claro, el empadronamiento en Santa Coloma, no.

EL EMPADRONAMIENTO EN SANTA COLOMA, NO.

Por lo demás, Ciudadanos se mantiene firme en la defensa de la propiedad privada y menos mal que queda alguien defendiendo la propiedad privada y que no te entren en casa si te bajas a tomar un cortado al bar y dónde se ha visto y les pedimos y yo que sé. Que no. Y medidas para el ocio nocturno, para que revife. O rebife. Bife por dos. En Santa Coloma, ocio nocturno. 

Yo no puedo más. La policía bien, el remanente mal. Con una sonrisa. Hasta el mes que viene. 

sábado, 3 de octubre de 2020

Hace tres años


El viento fuerte hace que piense menos. Me dan menos ganas de todo. El día de hoy es un día limpio, sin nubes, porque el viento debe llevárselas lejos. Hemos comido sepia al ajillo y unas empanadas de cebolla y queso buenísimas que le salen la mar de bien a mi compañera. Ayer vimos la película de Guillem Agulló. Salía una canción de los Skatalà que yo escuchaba, creo que era la mejor canción que tenían, la del Borinot. La película es dura. Tiene momentos espeluznantes, como cuando le hacen cantar a una amiga del asesinado el Cara al Sol para ver si sabe identificarla. La película retrata la sensación de impunidad que tienen los grupúsculos fascistas cuando se ponen a actuar. La película retrata la impunidad que todavía tiene el fascismo, sean grupúsculos o no, para actuar. La película no me va a volver indepe de repente. La película me cuenta algo que ya sabía. Que los fascistas están ahí. 

Los fascistas, la extrema derecha. Hace unos años, tres años, el Rey dio un discurso para decir que se haría lo que se tuviera que hacer para impedir la independencia de Catalunya. No vi el discurso, estaba tomando algo en un bar. Hace tres años y tres días fue el 1 de octubre. Lo volveré a contar. Hace tres años, junto con otros compañeros y compañeras, estuvimos en los colegios desde las ocho de la mañana. Queríamos estar presentes por si pasaba algo, ayudar en lo que fuera. Es igual que fuéramos, nunca seremos dignos. Lógicamente no participé en la organización de algo en lo que no creía. De hecho ni siquiera tenía pensado votar. Cuando vimos las imágenes de los palos voté nulo. Hoy no hubiera votado. Resultándome asqueroso el papel de las fuerzas de seguridad, como siempre que actúan con la rienda suelta, y me resulta repugnante la falta de valentía de los políticos de los partidos mayoritarios para encarar un problema político más allá de repartir ostias y meter gente en la cárcel, pero cada vez me resulta menos presentable que me cuenten en cualquier tipo de iniciativa que tenga que ver con el objetivo final, sea la independencia o el mero procesismo. Yo no estoy ahí. Si alguna vez consideré que este movimiento tenía algo que ver con la ruptura, me equivoqué. Hoy no supone ninguna ruptura y para mi modesto modo de entender las cosas, supone otro modo más de reacción por más que haya personas muy combativas y con las que pueda compartir una cierta visión del mundo que estén muy implicadas. No me gustaría vivir en esa república de la que me hablan. 

Desde hace tres años vivimos en Catalunya en un estado de depresión. Vivimos pensando en lo que fue, en lo que pudo ser, en lo que no ha sido y en volver a repetir algo que pienso que se fue de las manos. Vivimos en una continua batalla por la hegemonía de una mitad de la población de Catalunya. Vivimos en un país desconectado en dos mitades. Una mitad que vive en un mundo y otra mitad que vive en el suyo. Posiblemente la mitad procesista participe más en política y siga pensando que el sueño es posible y por eso siguen movilizados. La otra mitad ya ha visto que no hay nada que hacer y que hay un mundo para una gente y otro mundo para otra gente. No hay conexión. No hay posibilidad de establecer alianzas entre fuerzas de izquierdas por ejemplo para romper con la separación. Debería haberlas. Tiene que haberlas. Pero no pasará. 

Desde hace tres años vivimos esperando algo o recordando algo. Hace tres años que fue el tres de octubre y mucha gente salió a la calle para protestar por la represión. No para dar apoyo a lo que ocurrió el 1 de octubre. En Santa Coloma salió mucha gente a la calle. Pero que no nos cuenten allí. Estos días han habido movilizaciones que ya no son mainstream. Vuelven a la calle los que ya estaban en las calles. Las masas parece que ya no están. Tampoco pueden estar ni estamos ninguna masa en la calle por el tema del virus. Pero no ha habido nada. Los partidos que manejan esto ya no están por la labor. Y la ANC ha demostrado ser un bluff. 

Desde hace tres años Catalunya no es un solo pueblo. Va a costar volver a conectar la Catalunya que cree que es Catalunya y la Catalunya que siente que la echan de su propia tierra. Y mientras tanto siguen creciendo los pequeños monstruos, los monstruos grandes ya están, los que viven de no entender, de no saber, de sacar rédito de los miedos y de las pulsiones más primarias. 

Hace tres años que no vamos a ningún sitio. 

viernes, 2 de octubre de 2020

Nos vamos quedando solos


Este es el mensaje que me envió mi prima Juani. Acababa de fallecer mi tito Fernando, este lunes. Nos vamos quedando solos. No sé si tengo muchas ganas de escribir. Tampoco sé de qué escribir. Temas de siempre. El paso del tiempo. Nos vamos quedando solos. Este asunto no lo había tratado nunca. Me acuerdo de las personas que no están, procuro acordarme y recordarlas nunca desde la pena, sino desde otro sitio que no sé cual es. Camino por la acera del camino Real del pueblo y el dibujo de las racholas me hace daño en los pies. Sigue haciendo calor y en el cementerio con la manga larga no se está ni medio bien. El tito Fernando sentado en el poyete al lado de la churrería de la Isa, pasabas caminando a comprar el periódico y te saludaba. Antonio. Qué dices. Ea. Yendo a casa de la tita Petra. Conversaciones breves. 

Quién pone todas esas cosas ahí arriba. Quién maneja la barca. Mis primas. Mi prima Juli y mi prima Juani. Cada una diferente y con las dos no te acabas el rato que estamos juntos. Nos vamos quedando solos. Vamos repasando todos los que se nos quedan en el cementerio. Vamos parándonos en cada uno de ellos. La abuela Pepa, la bisabuela Pepa la Montora, enterrada en tierra, blanqueada, siempre nos acordamos de lo mucho que mi padre quería a su abuela Pepa. Paco el chispico.

Nos vamos quedando solos. El tiempo cambia. El otoño es la mierda más grande de todas las estaciones. El mes de octubre no tiene ninguna puta gracia. Cambia el tiempo, hace frío, no he dormido bien ninguna noche. Extrañaba la cama y me daba la sensación de que me resbalaba dentro de ella. La casa se va volviendo fría. El otoño es la puta estación más triste. En otoño, paradójicamente, empiezan las cosas. En otoño tienes que planificar el futuro, tienes que empezar, tienes que asumir que no empiezas nada, otra vez. El otoño es la estación más triste porque encima te das cuenta de que por mucho que empieces no llegas a ningún sitio.

El tito Fernando, la tita Petra, mi padre, mi madre. Los titos, la familia, el pueblo, el viaje en coche, la estación de la Renfe, caminar por el pueblo y que la gente te mire porque es septiembre, casi octubre y tú no tendrías que estar ahí. Los titos, las primas, el timbre de la casa sonando, fresquito por las noches, pasan pocos trenes. Un chavalito viene a la Renfe y me pregunta si ha pasado un tren, le digo que no, me pregunta que cuándo pasa, le digo que a las diez después de mirar los horarios. Mira el reloj, son las ocho. Me dice que está a punto de pasar entonces. Le digo que no. 

No estamos solos. Nos tenemos los unos a los otros, el contacto se hace... el puto otoño.