martes, 27 de agosto de 2019

Crónica de un viaje a Portugal. Ni triste ni fea.

Ahí ven a una persona poniendo en riesgo su bienestar, su salud, sus tobillos. Protegido de aquella manera por una crema que me tuvo en vilo durante largo rato, pero que, ya me conocen los que me conocen, no me empujó nada a mejorar mi situación y esperé a ver qué pasaba, me ven tumbado en una playa de Vilanova de Milfontes, costa vicentina, Alentejo portugués.
Viaje a Portugal. Este año sí que puedo contar cosas sobre las vacaciones mínimamente equiparables a las que contáis los que os vais por ahí. Nos vamos por ahí. Una persona que jamás hubiese pensado ir a dos destinos en un mismo mes y ahí me ven, empujado, remolcado, por esos campos del diablo. El viaje a Portugal se concibe como una especie de gira por diversos pueblos y lugares, pero que por mi propensión al sedentarismo se queda en la visita a tres sitios: Vilanova de Milfontes, Sines y Lisboa. Dos de ellos son destinos eminentemente playeros, con costa. Mal para mí. Según me decía mi compañera: no se te ve sufrir mucho tampoco. Estoy sufriendo. Ahí en ese momento lo estoy pasando muy mal.
No me gusta la playa. Igual es una herencia no debida de mi padre, al que le repele la playa, y como todo el mundo sabe en esto de parecerme a mi padre lo llevo todo al extremo. La playa. A la playa ni atado. Pues dos destinos con playas.
Dato previo, hace diez años estuve en Portugal. En Zambujeira, en un Festival de música, el Sudoeste, creo que fui a la playa obligado no, lo siguiente. Dormíamos en un camping. El horror. Lisboa en cambio me gustó mucho. Mucho. No recuerdo que mi viaje a Portugal fuera muy feliz. A ver si volviendo.
Vilanova de Milfontes. Pasamos la frontera pero no cumplimos el trámite de validar la tarjeta porque pone que deben parar los extranjeros y nosotros no somos extranjeros, somos europeos. Glups. Los peajes no son de pararse, te leen la matrícula... ojos que no ven... nos salimos de la autopista del Algarve y nos metemos por carreteras secundarias para llegar a Vilanova de Milfontes. En la primera rotonda, una cabra. Pintoresquismos. No nos volverá a pasar. Llegamos a Vilanova de Milfontes. Soy un pésimo copiloto, siempre con miedo, cuidado, ojo, despacio, ojo. La primera impresión de Vilanova de Milfontes no es buena, una calle larga llena de tiendas de turista, restaurantes ful, no, no me mola. Llegamos al hotel y damos una vuelta por el 'casco histórico', parece otra cosa. Más bonito. Muy bonito. Llegamos hasta el llamado castillo, la primera cerveza, el primer bacalao a bras.
El bacalao. En mi primer viaje no lo probé. En este sí. Este primer bacalao por poco me hace desistir. No me lo esperaba y era como una pasta con huevo y patata y bacalao. Nyecs. Pero coló. El pueblo es muy bonito, y tiene mucho turismo. Mucho turismo en todas partes. Muchos turistas pero pocos españoles. Tiene playas y vamos a las playas y el agua está helada y no te puedes meter, pero te metes. La playa, el entorno, es precioso. Fotos. Mucha fotos. Fotos a la ballena varada. Seguimos comiendo, paseando, comiendo, paseando, playa. Dos días. Nos vamos a Sines.
Sines, al llegar te recibe con una central hidroeléctrica y un puerto industrial. Mal asunto. Esa imagen ya no se te va. El pueblo es bonito, tiene una ciudad pequeña detrás. Vamos a dar un paseo. Estatua de Vasco de Gama, que era de allí. Casi nada. Vasco de Gama, navegante, etc. Hubo un equipo en los años ochenta, el Vasco de Gama que venía de Brasil a los torneos de verano. Nos tomamos una birra en el primer bar que vemos que nos da confianza y no parece ser un bar de confianza. Estamos en una pensión. La mujer de la pensión nos ve en el momento que nos da la llave y no la volvemos a ver jamás. Buscamos un sitio para comer y vamos a la Adega de Sines, que Google no falla. Y no falla. Un garito familiar con un viejo viejísimo pendiente de las sardinas. Sardinas a saco. Y vino de la casa y pan. Y mesa larga y para delante. Y encima está en la misma calle de la pensión. Palante. Siesta y a disfrutar de la noche. La noche de Sines digamos que no es divertida. Vamos a algunos sitios, cervezas, nos comemos un bifana en un bareto un poco triste pero con muy buena música y poca cosa más. En Milfontes hacía fresco por las noches, aquí menos.
Sagres o Super Bock. Pues mira, esta vez Sagres.
Cdu o Bloco de Esquerda. Hombre pues CDU, durante todo el viaje carteles de la Festa Avante.  La mejor fiesta.  Ojalá no pringuen en las elecciones de octubre. 
Por la tarde habíamos descubierto, los aventureros, que si bien el pueblo tenía una playa cuqui pero con vistas al horror de puerto, había una costa interminable de playa vacía. Pero vacía. Convenimos en ir. No me quito ni la camiseta. Pero paso un rato muy bueno. Sombrilla, camiseta, cero viento, puedo leer, no cal que vaya a bañarme porque no te puedes bañar, perfecto. Me voy igual pero he pasado dos horas en la playa y no me ha pasado nada. Ni tobillos en riesgo ni nada. Todo muy bien. Vamos a Lisboa.
De camino a Lisboa nos dice el señor Booking que no tenemos el mismo hotel, que nos cambian a... nos vamos a casa de una compañera de Alba que casualmente se van de viaje y... ole con ole.
La casa donde viven está en la calle María Pía. La calle María Pía parte de la plaza Triste-Feia. Me muero.
El viaje ya ha merecido la pena.
Lisboa. La primera noche salimos a tomar algo por una zona que no me suena de nada y en la que jamás estuve. Una zona de bares levantados en una zona que fue industrial. Bares buenos y caros. Bares bien. Se ve gente bien. Al día siguiente nos vamos a Sintra.
En Sintra hay algo especial, energía, algo esotérico, nos dicen la noche de antes. Picamos en el anzuelo. En Sintra hay un parque de una casa de un tipo rico, cuyo parque diseñó un pirado italiano y el parque mola. Pasear mola.
Pero mi rodilla está muy mal. Muy mal. Me duele desde hace tiempo. No me aguanto. Me quejo, no me quejo. Caminamos. No tenemos ni hambre porque nos hemos comido una tosta para desayunar. Las tostas es muy bien. Vamos a ver el castillo y el parque Da Pena. jejeje. Da pena. El parque es largo y es un poco todo como... no sé. Cómo decirlo. Como el Tibidabo. Subes y subes y te encuentras con tomaduras de pelo como una cúpula escrita en árabe y con pinta de árabe y que tú crees que es árabe y no es árabe. Y el castillo Da Pena está allí arriba y parece como de juguete y no te lo tomas en serio. Hay muchísima gente.
Advertencia. En los sitios a los que va gente a ver cosas, hay españoles con familias. En los sitios de beber y comer, hay guiris.
En Sintra hay muchos españoles. Con la conciencia tranquila por haber visto cosas, nos volvemos a Lisboa. Toca disfrutar de la noche lisboeta.
Vamos al Bairro Alto, en bus. Antes de entrar nos metemos en un bar que nos creemos que es una tienda friqui y no lo es. Es un bar y qué bar. Y nos metemos y nos quedamos a cuadros con el bar.
El barrio Alto que yo recuerdo era otra cosa. Es igual de bonito, claro, pero tiene un 200% más de guiris y de guiris en las calles. Nos metemos en un restaurante digamos que de batalla, de los pocos, y cae un bacalao. Y damos vueltas por el Barrio Alto muy cansados y nos vamos, porque el ambiente es... muy... nos vamos.
Al día siguiente buscamos Alfama. Yo recuerdo Alfama en otro sitio, pero está claro que aquello no era Alfama. Vamos al castillo de SAo Jorge y no recuerdo haber pagado hace diez años. Ni recuerdo haber pensado que fuera tan poca cosa. Alfama. Es muy bonito, naturalmente. Pero somos tantos y tantos... sitios para comer, sitios para beber, sitios para comer. Y así.
Lisboa. Dicen que es mejor Oporto. Seguro que cuando vaya a Oporto es mejor otro sitio. Intento ver todo lo que recuerdo que me gustó. Chiado, Pessoa... fútbol. Benfica o Sporting. El Benfica es el equipo del pueblo, pero el Sporting es el equipo fraca, el equipo débil. Aunque es el equipo de pelas, no me me decido. Veo el último día el Benfica Oporto y voy con Benfica, naturalmente.
Lisboa. Dicen que ha cambiado y que ya no mola, pero a mí me ha gustado igual. Incluso quitando a los guiris, incluso con los guiris. He comido sardinas, dorada y bacalao.
Y nos tenemos que ir. A qué barrio fui yo con Pepa y el otro chico donde nos comimos un nosequé que era por debajo de... sería Baixa? no sé.
Hago casi las mismas fotos que ya hice. Hago otras fotos que no había hecho. Las mejores fotos.
Nos vamos.
Nos paramos en Évora. Comemos una migas extrañas, mojadas, con mucho pimentón.
Todavía estamos bebiendo agua. No vemos el templo a Diana, queremos agua nada más.
Nos vamos.
Igual otro año habrá que volver.

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