viernes, 22 de noviembre de 2024

Pequeños cuentos centroeuropeos


Si no me explicas qué significan las cuatro letras, no te puedo ayudar. Aquel hombre no soltaba palabra. Tenía grabadas en el brazo unas letras que los trabajadores que le encontraron en el suelo no conocían. Los trabajadores estaban arreglando la tapa de una alcantarilla que había quedado suelta y, cuando llegaron temprano para seguir con la obra, se encontraron a aquel hombre mayor, desnudo de cintura para arriba, tirado en el suelo. Le preguntaron quién era y el hombre contestó en un idioma que no conocían, pero supieron entender que su nombre era Isaac. La inscripción tatuada en el brazo era sin duda llamativa y así, uno de ellos, pensó que quizás el motivo por el que Isaac estaba allí tirado tenía que ver con esa inscripción. ¿Qué es esto que llevas escrito en el brazo? Isaac estaba bastante aturdido, haber pasado toda la noche semidesnudo a la intemperie, le había dejado medio grogui. No recordaba cómo había llegado hasta allí, había partes de su cuerpo que le dolían bastante, pero hasta donde creía acordarse, no había habido nada raro en aquella tarde. Había salido de trabajar en la empresa farmacéutica, se había parado en la infecta bodega de la esquina, no habló con nadie, como siempre, buscó el autobús, esperó, miró un poco el móvil y cuando quiso darse cuenta le estaban zarandeando preguntándole qué hacía, cómo se llamaba, qué le pasaba. El tatu se lo había hecho de chaval, cuando estaba en aquel grupo de metal. Pero eso, el flipado de la literatura esotérica no lo sabía. La película estaba montada. 

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