martes, 10 de diciembre de 2019

Historia de un matrimonio - Noah Baumbach

Película con gente que parece sacada de una peli de Woody Allen o de Norah Ephron. Director teatral y actriz. Son majos, no viven mal, tienen sus cosas, no te pueden caer mal aunque sean un poco repelentillos de tan majos. Son majos. Pequeñoburgueses como lo que te gustaría ser a ti, a mí. Y como no te pueden caer bien a aunque te caigan bien ves la peli con cierto recelo. Con ganas de que no te guste. Ganas de decir, bah, qué historia mil veces vista. Bah, otro pastel. Bah, otro bah.
Y la película te va enganchando y la historia te va interesando hasta que llega un punto, ya al final, en el que el protagonista canta una canción. Una canción de un musical, la canción se llama Being Alive. Y cuando acaba de cantar la canción, por lo que dice la canción y cómo canta la canción ha pasado algo. Y quizás ha pasado algo que cuando acaba la película no te sale, o no acabas de digerir.
La película la protagonizan dos actores que no te pueden desagradar. Adam Drevin es el Kylo Ren de la Guerra de las Galaxias y es el bajista de Pink Floyd Roger Waters y solo por eso ya no te puede parecer mal nada de lo que haga. Scarlett Johansson no ha hecho nada mal jamás. Ni una mala. El director es Noah Baumbach, del que no tengo el gusto de haber visto ninguna película.
Un matrimonio que parece feliz no, felicísimo, que en las primeras escenas ya dices, ay, qué cosa tan así. Y va a ser que no. Es la historia de un divorcio. Y naturalmente que es un poco fuera de órbita todo lo que dicen, los monólogos, las intervenciones de los abogados y que la realidad es, seguro, muchísimo más cruel, y que ya sabes que estos americanos hacen unas películas que calculadamente quieren llevarte al huerto. Pero es que hay un par o tres de momentos que, ay.
No es la película de la vida, no es la película del año, pero se deja ver. Quizás un poco larga, pero ahora todas las películas son largas. No sé si podrían haberse ahorrado algo, pero la verdad es que dentro del indicador de 'me caigo de sueño, tengo las piernas que no las puedo tener quietas de lo cansado que estoy y aunque me está gustando me parece que me voy a la cama', con todos esos avisos, aguanté.
Intervenciones estelares de Laura Dern, que creo que ha encontrado su personaje y ya lo va repitiendo peli tras peli y el señor Ray Liotta que, bueno, después de Uno de los nuestros puede hacer lo que le de la gana.
Como digo, la película es la historia, triste o no, de un divorcio. Con la que puedes empatizar más o menos, que te puede recordar a lo que dicen que son las pelis de Bergmann (yo he visto Secretos de un matrimonio, con todo el rollo sueco de un matrimonio que también se rompe y la verdad, los suecos queriendo caer mal es que son insuperables y Bergmann no tenía, me parece, en las pocas películas que he visto, demasiado sentido del humor y aquí en la peli que estamos comentando todavía hay alguna cosa que te hace reír).
En fin. Este último párrafo pues es lo que es. El final de una crítica de una película en la que nos tiene que quedar claro que la canción Being Alive, pues es mucho.

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