miércoles, 2 de septiembre de 2020

Negociador - Borja Cobeaga


Si hay un género o estilo o categoría o recurso que me gusta y me gustaría practicar en la ficción, es aquel que consiste en contar cosas normales, escenas cotidianas, en un marco de aquellos trascendentes, grandiosos, momentos claves de la Historia, resultando relatos que en su normalidad parecen absurdos. 

Algo así creo que pasa con esta película de Borja Cobeaga, Negociador de 2014, en la que nos cuenta de manera figurada (aunque uno se huele que igual no tanto), las negociaciones entre Jesús Eguiguren y la cúpula de ETA que fueron un primer paso para el cese de las actividades de la banda. Todo con nombres figurados, claro. 

La película podría ser una reivindicación del papel del personaje que encarna Ramón Barea, un trasunto de Eguiguren, un personaje díscolo dentro del socialismo vasco, pero que siempre tuvo cargos en el partido. Sin embargo, no reivindica nada y pese a tener buenas intenciones, no deja de comportarse como un gipollas en cuanto tiene ocasión. De hecho, parece que la intención de la película, acertada en mi opinión, es la de pintar todo el cuadro como el de un conjunto de gente bastante gilipollas que tiene en sus manos asuntos importantes. Muy importantes. 

La trama es sencilla. El personaje de Barea va a comer a un restaurante y se ha cansado de que los parroquianos del lugar nunca le saluden aunque se conozcan desde el colegio. Saben que es un político socialista y se supone que los demás son abertzales. Así que se decide a emprender por su cuenta un diálogo o negociación (una de las discusiones semánticas entre las dos partes) con los representantes de ETA, se supone, para avanzar en algo. Así que pide permiso al gobierno, más bien avisa al gobierno y nada más y se va para el sur de Francia, donde tendrán lugar las conversaciones. En un hotel, supervisadas por una entidad internacional y con un representante del otro lado, al que reconoce en el hotel. El personaje del representante de la banda, si el socialista ya está caricaturizado, el otro corresponde con muchos de los tópicos que nos imaginamos. Malcarado, sin sentido del humor, hosco. 

Y como ya suponemos en cuanto se conocen, esperamos el momento en el que se caerán mejor y la cosa irá para delante. El asunto está en que el representante cambia en un momento, lo sustituye otro mucho más duro y todavía más gilipollas que el anterior, personaje que interpreta el bonico del tó, Carlos Areces. Llama la atención de que para interpretar a este personaje no hubiera un actor vasco, cosa que si que pasa con el otro. 

Al final lo que queda es una película extraña. Eso que anuncian en el trailer como una No comedia. Una película que nos retrata escenas de vida de personas que tienen cosas importantes entre manos y que, finalmente, hacen las mismas gilipolleces que el resto del mundo, por lo que no debemos extrañarnos que, detrás de tanta teoría, tanta tesis, tanta formación, tantos libros, tantas reuniones, tantos documentos, lo que quedan son personas con sus gilipolleces. 

Spoiler, en la escena final el político socialista consigue lo que quería. Y toda una peli en la que quienes esperaban ver otro Ocho apellidos vascos o alguna cosa profunda sobre la política vasca, se queda en eso. En que todo es cuestión de piel. 

Justo en el momento en el que se va a emitir Patria, serie basada en el libro que no he leído, y que ya antes de empezar ha causado polémica, Negociador parece un esfuerzo por contar una historia trascendente y que tanto dolor ha causado como una historia que en realidad protagonizan personas y personas bastante... ya no lo digo más.   

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