martes, 9 de febrero de 2021

Debate


Los debates electorales tienen una trascendencia inmensa en la decisión del electorado final. Después de un debate, los electores comprueban que su candidato es el correcto o bien que aquel en el que depositaron su confianza realmente no vale ni para escuchar si llueve. Los debates se preparan con la tensión de quien sabe que lo que se transmita en ese momento va a ser recibido como un mensaje casi definitivo por los votantes. De nada han servido los quince días de campaña electoral, digo más, de nada sirven los cuatro años de legislatura o toda la carrera política del afectado. Una frase fuera de contexto, una reacción extemporánea, quedarte en blanco, mandar a la mierda al otro, tirarse a sus pies rogando por favor que pacten con uno, demostrar indolencia, pasotismo, exceso de confianza, no encontrar la cámara a la que le tienes que hablar, el vestuario, el peinado, unas gafas, la ausencia de ellas, decir una cosa y luego decir que no has querido decir lo que querías decir, liarte en el minuto final, dar la chapa, ser un o una chapas, cosas que te pueden pasar en un debate y que pueden resultar fatales. 

O no. Porque en los debates electorales muchas veces vemos cómo los candidatos muestran todos y cada uno de estos errores y no son luego ajusticiados por sus votantes por haber cometido tal o cual exceso o error. No muchas veces. Casi todas las veces. Vemos como los representantes de los partidos cometen errores fulminantes, utilizan una gestualidad lamentable, creen que han sido invitados al debate no a debatir sino para que el resto de los políticos les rindan pleitesía, consideran lo de ir al debate una molestia tan grande que ni siquiera van, otros simplemente  con el hecho de ir ya deslegitiman a la que no ha ido, otros y otras lanzan barbaridades que no van a poder cumplir en la vida jamás y da igual, otros creen que siguen estando en ese pedestal desde el que podían lanzar cifras de manera aséptica y no merecen discusión, otros pugnan tanto por hacer el número que efectivamente hacen el número y quedan como los que han hecho el número y todo el mundo lo ve y qué. 

Y qué. Los debates sirven para que conozcamos las propuestas o las reflexiones en campaña de nuestros candidatos contraponiéndoles en vivo y en directo a los demás candidatos y candidatas. Y qué. ¿Realmente alguien después de ver el primer debate de TVE el otro día puede decir que el efecto Illa no es más que un bluf que nos han querido vender cuando en realidad es un candidato más simple que Iceta de aquí a lima? No. No lo puede decir. Las encuestas nos dicen que pese a papeles lamentables, no varían las encuestas. Da igual si la candidata del PdeCat o PDeCat demuestra una solvencia tremenda como candidata verdadera de la derecha más rancia y veraz de esta linda tierra, las encuestas dicen que no se va a comer un rosco, porque esa derecha rancia votará a la candidata de JxCat que vende una moto que todo el mundo ve que es incomprable. Y la compran. 

Y no me voy a detener mucho más en este punto. Simplemente recordar que hoy hay debate en TV3, que nos reiremos con las intervenciones del simpático moderador, el director de la cadena Vicenç Sanchís, y que cuando termine apoyaremos cerradamente a nuestro candidato.

Porque mi candidata es la mejor, Jéssica Albiach. Que no lo he dicho. 

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