miércoles, 19 de abril de 2023

Suro - Mikel Gurrea


Dos a uno. Victoria momentánea para los que no están por eso de romantizar la vida en el campo. As Bestas y Suro contra Alcarràs. Esta película no es tan maniquea como As Bestas y por lo mismo me parece más compleja. Aquí no hay unos buenos y unos malos. Aquí todo es menos claro. Aquí básicamente no hay buenos. O bien, la vida no te permite ser tan puro y tan bueno como te crees. Una pareja quiere salir de Barcelona, que se la queden los turistas, e iniciar un proyecto de vida como arquitectos en una casa familiar heredada por la chica. Casa y tierras y un burro. El conflicto llega en este caso cuando la vida y las decisiones a tomar te colocan ante las contradicciones clásicas. Tu proyecto de vida redentora se va yendo poco a poco por el desagüe porque ni esos mismos campesinos a los que vas a inculcar tus ideas de comunitarismo y trabajo colectivo, están por la labor. Y tu propia pareja tampoco está por secundar esas ideas. Y tú mismo acabas viendo que una cosa es una cosa y otra cosa es otra. Irse al campo e intentar llevar al campo tu proyecto de vida al margen de lo que es la vida en el campo, sin adaptarse, sin concesiones, parece inviable. Ir al campo acaba chocando con la vida en el campo, que es poderosa y, como dicen algunos, no es lo más envidiable de todo y por eso el mayor avance del género humano es la vida en ciudades. Suro es una buena película que hace pensar y pensar mucho. La pareja protagonista está perfecta y las diferentes situaciones a las que se han de enfrentar, incluso el final, que deja pensar mucho sobre cómo nos acomodamos o dejamos de acomodarnos y manifestamos la misma rabia o la misma desazón o aburrimiento ante lo que es la vida, sea en el campo, en la ciudad, en una casa con terraza amplia o balconcito. Es igual. La vida es complicada, como decían los Kinks. 

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