jueves, 5 de diciembre de 2024

Pequeños cuentos centroeuropeos


Siempre decía 'esta ciudad es insoportable'. O 'esta ciudad nos va a matar'. Con esto último yo le contestaba que 'por la tarde ya iba bien mamado'. Él no entendía la referencia porque venía de fuera, pero a mí me hacía gracia decírselo por si alguna vez escuchaba la canción. Bueno, que la canción tampoco dice eso, pero no sé, a mí me hacía gracia decirlo. Estábamos juntos tanto tiempo, pasábamos tantas horas uno con el otro, que al final yo esperaba que fuera como un amigo total, como una pareja sin serlo. Yo estaba casado y él también, pero intentaba que él fuera, no sé, como mi conexión especial. Ya he dicho que él no era de aquí, era bielorruso, hacía años que había venido a nuestro país y hablaba todos nuestros idiomas posibles estupendamente. Casi no parecía de fuera. Pero lo era. Pasábamos muchas horas juntos, pero no sabía muchas cosas de él. No sabía qué música le gustaba. Yo no dejaba de poner música a cada rato. Esperaba siempre una reacción, un gesto, un mohín de disgusto, que de golpe se pusiera a tararear. Nada. Ni qué programas de televisión había visto. Ni sus ideas políticas. Siempre creí que era de derechas, porque venía de Bielorrusia y si fuera de izquierdas se habría quedado en Bielorrusia ¿no? Leer libros tampoco sabía si leía libros, no traía libros al trabajo y no sé si leería en casa. Hablábamos de fútbol y creí entender que era del Real Madrid. Pero no mostraba sus cartas. Conocí a Jensi, que empezó a trabajar limpiando en la oficina, me enamoré de ella, dejé a mi mujer. Jensi era húngara. Él no dijo nada durante todo aquel tiempo, que fue muy complicado. Simplemente un día no vino a trabajar, me dijeron que había pedido la cuenta. Y no lo volví a ver. 

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