lunes, 21 de enero de 2019

Nube de caspa

Una gran nube de caspa recorre Europa. Y si miramos detenidamente, si nos fijamos bien, allá, al fondo, comienza a aparecer por Santa Coloma. Una gran nube de caspa, momentos inolvidables de otros tiempos protagonizados por gente de hoy. Propuestas de hace siglos, disfrazadas en una carcasa digital. Cosas que hace tiempo que parecieron obsoletas y pasadas de moda, vuelven como si fuera lo único viable. Lo que ya creíamos desterrado, vuelve a aparecer. Es así. Se ve venir desde lejos. Entornemos un poco los ojos y no para ver mejor, sino para que la nube de caspa no se nos meta dentro de los ojos. Caspa. Mucha caspa. De aquí hasta que lleguen las elecciones veremos propuestas, fotos, tomas de posición, apoyos, fichajes estrella, que nos recordarán que no hemos avanzado nada. Lo estamos viendo fuera. La caspa de siempre. Proyectos en vías de consolidación que se marchitan porque es que así no se puede hacer nada, con lo listo y lo que me dicen en la Ser lo listo o lista que soy, y este proyecto no es lo que yo pensaba. Nube de caspa gigantesca, azotando marejada tirando a marejadilla. Creo que marejadilla es menos que marejada.
Bendecir botijos, fotos con la cresta y la camiseta de antifascista con el President de derechas, propuestas que garantizan su seguridad, ciudadano, porque su seguridad es lo importante y es tan importante que al final usted se lo ha creído, como sucede en Hospitalet donde el último baremo ya sitúa a la seguridad como el problema más importante, no es un problema hasta que te digo que lo es, bendecir animales, poner en cuestión las ideologías de género porque son chiringuitos, tú tienes una bandera muy grande yo tengo otra bandera muy grande, este proyecto ya no se parece a lo que yo pensaba que era y por eso, prefiero apostar por la nube de caspa. Caspa. Grandes nubes de caspa. No escribamos nada, no merece la pena. Recordemos viejos tiempos, cuando fuimos los mejores, feos fuertes y formales, más caspa no se puede. Salgamos, con los hombros llenos de caspa, a recordar a esos niñatos que nosotros lo dijimos, que nuestra caspa es contagiosa y que, claro, claro, que, claro, que, claro, eso es que se veía venir. Caspa en cantidades industriales.
Santa Coloma de Gramenet, ciudad joven. Ciudad con talento iconoclasta. Ciudad con creatividad incontestable. Impregnada de los olores, los sabores y los colores de mil tierras. Todos los tópicos. Las tierras, las tierras, las tierras de España. Calopa gaballo cuatralbo, jinete del pueblo. Fotos de Marcelino Camacho. Con el suéter de cuello alto. Caspa, nube incontenible de caspa. Aquí en la cesión de la vara de la hermandad. Con la hermandad saliendo en procesión. La legión invade el pueblo de mis padres, hace un desfile. Un fulano de mi barrio, de la Estación, aparece con un cerro de conejos muertos dibujando vox mientras hace la señal de la victoria. La nube de caspa instalada en las tierras, las tierras, las tierras de España. La izquierda comportándose como siempre, con la misma nube de caspa en la mirada, haciendo lo que mejor sabemos. Yo también utilizo un champú anticaspa, porque la caspa también la tengo yo. Yo mismo. La caspa, la caspa. El comentario de la compañera tildándonos de hipócritas porque sí. Nunca bien, nunca nada bien. Yo también. Yo el primero. La caspa, la caspa, la gran nube de caspa inmensa que viene.
La foto. La foto con toda la caspa. La foto con toda la caspa que podemos reunir. La pena y la caspa. La grima y la caspa. La foto y el aburrimiento. La foto y los cuatro años perdidos. Cuatro años perdidos en un océano de pérdidas. Una ciudad instalada en la caspa. Una ciudad instalada en el mismo sitio, que no se mueve, que no se mueva nadie. Una ciudad con compartimentos estancos. Tú no me molestas a mí, yo no te molesto a ti. Estamos bien así. Sabiendo que nada se va a mover. No te equivoques, que no hay nada que hacer. La caspa, las tierras de caspa.
No avanzamos. No avanza nadie. Solo es una nube de caspa muy grande. Tan grande como la nube de caspa anterior.

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