lunes, 20 de enero de 2020

Felliniano

O felliniana. Realmente es muy difícil escribir algo en el centenario de Federico Fellini. Algo que no sea un tópico basado en escenas de La Dolce Vita, haber entendido algo de Ocho y Medio, más escenas de Amarcord y todo el compendio de referencias a payasos, circo, infancia, los sueños, los curas caminando, la educación, la música, los grandes galanes, las mujeres, la fuerza de las mujeres, el miedo a las mujeres, la ciudad de Roma, lo que pasa en las ciudades, el caos de las ciudades, el no saber lo que quieres, el contar cosas para expresar que realmente no sabes lo que quieres y no importa porque haces del no saber realmente qué quieres una forma de vida, escuchar a la gente, no escuchar a nadie, importarte mucho todo lo que ocurre a tu alrededor pero pensar que todo lo que ocurre a tu alrededor no va contigo porque hay cosas mucho más importantes que te están ocurriendo a ti y no sabes tampoco muy bien porqué qué son, las vidas de los fracasados que se hacen notar como triunfadores pero que son fracasados y mediocres y personas de mierda que luego son envidiadas por personas aún más fracasadas y mediocres y de mierda que las anteriores, y las monjas paseando sus hábitos cada vez más estrafalarios, cada vez más estrambóticos y cada vez más ridículos y los curas y los cardenales paseando por lugares inverosímiles, cada vez más estrafalarios y cada vez más ridículos hasta llegar al paroxismo final, y las motocicletas y los atascos y las muchedumbres que acuden a lugares a escuchar o a ver a algo o a alguien que no sabemos qué es, y el Cristo aquel volando por la ciudad de Roma, o los payasos, los actores, el cine dentro del cine, personas que creen que con el cine se pueden hacer muchas cosas, y payasos que creen que son más importantes que un payaso y que no saben quizás hasta muy tarde que no se puede ser más importante que un payaso, y la infancia otra vez, y la escuela y la familia y los padres y recordar y no perder la memoria de lo que pasaste y lo que sentiste y lo ridículo que fuiste, lo inocente que fuiste alguna vez, lo grotesco que puede llegar a ser todo si te paras a pensar, una ventolera, un aire fuerte, una lluvia, una playa, tú mismo paseando por la ciudad haciéndote el interesante y que tienes problemas muy interesantes cuando lo que se inmortaliza después es otra cosa, quizás una ciudad entera y de ti ya nadie quiere saber nada porque lo importante era otra cosa, o la cara de descubrimiento del mundo, de querer hacer siempre las cosas bien, de pensar que el mundo entero te toma el pelo y que tú quieres hacerlo bien y convencer a los demás de que las cosas, si se hicieran bien, serían mejores, pero la gente no sabes porqué pero nunca quiere confiar y te acaban haciendo daño, y del papel de la Giulietta Masina y el pasear por la vida de la gente con una pincelada, personajes que no pueden aparecer ya nunca jamás en otras películas y que siempre acabarán conduciéndote a una película suya en la que no entiendes qué está diciendo o de qué va todo ese torrente de imágenes, de personajes, de referencias a cosas, hechos, figuras, colores, formas, que solo las entiende él y que tú ya compartirás toda la vida porque has visto sus películas y le entiendes.
Te acuerdas de las películas de Fellini. Federico Fellini. Pues es eso, un poco lo que hoy celebramos. Acordarnos de las películas de Fellini y contar cosas. Y da igual el orden o que se entienda. Lo importante es contarlas.

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