jueves, 30 de junio de 2022

Crónica del Festival Ítaca. Bombo a negras.


La música. La música que te gusta, la música que me gusta, los gustos musicales, las circunstancias, las edades, los tiempos, el contexto, los prejuicios y toda esa mierda. Ítaca Festival en L'Estartit. Tenemos entrada para un día, precisamente el de la verbena de Sant Joan, vamos a ver a tres bandas. Ana Tijoux, Zoo y Asian Dub Foundation. Se supone que el reclamo para que vaya convencido es que tocan los Asian Dub Foundation, que son de 'mi época'. El asunto es que yo de los Asian Dub Foundation no tengo constancia de haber escuchado nunca nada pero acepto que pueda ser que me gusten. De Ana Tijoux tengo algo más de conocimiento. Recuerdo su intervención en el tema 'ERes para mí' de la Julieta Venegas o la canción 1970, que me parece bastante bien. El resto de cosas que le escucho no me acaban de conectar. De los Zoo tengo una idea sesgada, prejuiciosa y basada en el estereotipo de música de pachanga que se hace por estas tierras con mensaje reivindicativo y rollo positivo a tope que se ha convertido en una especie de banda sonora de una manera de ver el mundo con el que yo ya no estoy o mejor dicho, no sé si tiene que ver con algo con lo que yo haya estado alguna vez. Empiezan los conciertos. Entramos. No llego a entender el sistema de la pulsera, solo sé que tengo que poner pasta y que esa pasta me la irán quitando a medida que pida pasando un movil por mi pulsera. Los precios son medio medio, no son caros, no son baratos. Son. Comienza el festival. Va llegando gente, pero no toda la gente. Antes de nada han tocado unos que se llaman The Tyets, que no tengo el gusto. Deben haber tocado ante nadie. Porque cuando comienza Ana Tijoux hay poca gente. Ana Tijoux va acompañada por una banda que consiste en un bajo de nosecuantas cuerdas, una batería y un teclado. No lleva más. O no recuerdo haber visto nada más. Ella canta y lo hace con actitud o con desgana, según le va. Tiene un repertorio también de carácter reivindicativo y subidos a la ola de euforia que da la victoria en Chile y Colombia, todo tiene un aire como de fiesta de fin de campaña. Perfecto. Canta sus canciones más conocidas, pero lo  hace de manera orgánica. Es decir, con banda, lo que provoca que quien esperase las canciones calcadas de sus discos o del spoty, pues mal. Pero no me parece que la propuesta sea ningún desastre. Es simplemente otra manera de hacer. Orgánica. Le doy la razón a quien dice que si nos invaden los extraterrestres y caen en Chile, se vuelven a ir porque no habría manera de entenderles. Cuando habla entre canción y canción entiendes algo, colombia, chile, guacho, bacán, bien. Acaba el concierto y se va llenando la pista. Hay bastante gente de Santa Coloma. Gente que conozco, gente que no conozco. Un poco como todo. Comienzan los Zoo, que se supone que son la gran atrracción del día. De la noche. Son valencianos. El cantante tiene un tono monocorde en todas las canciones, el recitado es similar, pero importa poco. Las letras tienen contenido, mensaje y hay un bombo a negras que se lo come todo. El guitarra y el bajista están allí de manera testimonial. Todo se basa en esperar el momento del subidón, saltar y corear. No pidas más. Uno se imagina a Manolo el del Bombo pensando que ha nacido 50 años tarde. Sentimiento de comunidad, pertenencia, buen rollo, bienestar colectivo, incluso llega a hacerse un pogo y todo. Mi avanzada edad me impide participar, no doy un salto, no muevo casi ningún músculo. Entiendo de qué va la cosa, pero no consigo conectar. Intento teorizar el día después sobre la frase 'no tot en la vida és faena, que morir és no viure lluitant', sobre el derecho a no morir lluitant, a no vivir lluitant. Respetar a quien no hace del activismo, simbólico o real, una forma de vida. En fin. El concierto termina con la sensación de lo que venga ahora no va a colmar las expectativas de nadie, pero los Asian Dub Foundation se lo curran para que con su propuesta, que tampoco es ninguna cosa que invente nada, mantengan el nivel. Su propuesta es la de dos personas con portátiles y un cantante de avanzada edad. Pero alternan el dub, el reggae pastosísimo, con una electrónica con -a veces- toques hindis. El final es mucho más movido, directamente drum'n'bass, si es que yo sé lo que es el drum'n'bass. Y cantan su canción estrella que yo descubro esa misma noche. Flyover. Apoteosis, final y nos vamos. En este concierto consigo bailar, bastante. Que no se diga que estoy muerto o que tal. Fin del primer día. 

El segundo día hay dos conciertos que al parecer nos interesan, pero no tenemos entrada. Pero no pasa nada, porque desde fuera se ve más o menos bien. Es así que hay más gente fuera que dentro. Los conciertos son de Oques Grasses y Señora Tomasa. Oques Grasses tienen una propuesta más edulcorada que la de Zoo, mucho más, más orgánica pero tampoco tanto, y con un mensaje positivo a tope que a veces parece más digno de un grupo de acompañamiento para el esplai que para otra cosa. Ya lo he dicho. Tanto rollo de que todo acaba bien, ganaremos, juntos, y tal, es un poco embafante y a la segunda canción ya has visto que aquello congrega a gente tan heterogénea que el posible mensaje se diluye entre tanta buena intención y buen propósito. Más bombo a negras, más momentos de subidón con todo el mundo participando de esa porción de paraíso que nos garantiza saltar con las manos para arriba. Y pasamos a la Señora Tomasa, que es otra banda que en este caso quiere hacer bailar a la gente a base de música latina. Tienen problemas con el bajo. Su propuesta es esa, la de música latina, dos voces, buen rollo, bases también grabadas... no lo he dicho, lo de las bases pregrabadas es un must hoy día. Llevar a alguien ahí arriba que con un portátil y tal, llena el tema. Van cayendo las canciones pero somos muy mayores y nos vamos yendo. De tal manera que no conseguimos llegar a la última canción y su hit más conocido que es el único que conozco, Sigue amando, que escuchamos mientras vamos abandonando el terreno playero para volver a casa. Así somos. 

Tercer día. No vemos ningún concierto y vamos un pequeño grupo de personas a ver a la Rigoberta Bandini, nuevamente desde la playa. Hay mucha gente. Cuando llegamos ya ha empezado el concierto y pillamos una interpretación un poco o bastante diferente de la de Mamá, mamá, mamá. Buah, si ya la han tocado ahora qué. Me parece que no la han tocado, que han hecho un tastet y que luego la tocarán otra vez. Son cuatro en escena. Dos con los teclados y las dos cantantes. Y tres bailarinas. Van cayendo canciones, todas con una estructura más o menos similar o parecida. Nos perdemos la de In Spain we call it Soledad. Pero no las otras. Más momentos de subidón, aquí con la picardía de alargar las canciones para que esos momentos de subidón se repitan. La de la Perra, por ejemplo. Se eterniza. Meten cosas de relleno como un refrito del La la la, de la Massiel. Y terminan con la de Mamá y la de las drogas. La gente se lo pasa bien, el concierto es agradable, pero son muchas dudas sobre el sonido y la veracidad de todo lo que suena las que me asaltan. Pero oye, si está todo pregrabado, qué quieres. 

En fin. La música y lo que hacen los demás con la música y con sus gustos. Música para estar bien, para estar en comunión con algo, con la gente, con el que te tira la cerveza encima, el que pasa por tu lado avasallando como si no existieras, para cambiar el mundo desde la pista de baile. Yo también lo hago. Así que eso es lo que hay. Ya está visto. 

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