miércoles, 1 de junio de 2022

La aristocracia del barrio


Esas cervezas en la mesa y esos platillos con unos revueltos. Ese calor incesante. Esa cola a la entrada del estanco, esa conversación en la cola del estanco. Ese paseo con el perro. Ese entrar y salir. Esa bolsa de plástico en la cabeza. Esos vasos que llevan ahí más de una hora sin ser rellenados, esa conversación con el camarero. Esa duda de dónde nos sentamos hoy. Ese hacer que no sabes que todo el mundo sabe. Esas caras de que se acabe ya hoy y que mañana no sea hoy. Esa cola en la caja. Ese asomarse por la ventana. Ese tomar el sol desde un rinconcito. Esas bambas que brillan cuando ya nadie lleva esas bambas que brillan. Ese quejarse con la boca pastosa. Esos cacahuetes. Ese calor insoportable. Ese esperar a que el semáforo cambie de color. Esa camiseta que anda sola. Ese caminar de quien parece haber nacido ya así, con ese sobrepeso y con ese mono de trabajo y esa persona que va al lado y que va a convertirse dentro de nada en esa otra persona a la que no se le va a conocer otra ropa que el mono y la camiseta. Ese tirar el agua por el desagüe. Ese bajar la basura. Esas alfombrillas plegaditas y arrinconadas. Esos papeles de la publicidad del pizzanosequé tirados por el suelo. Esos padres esperando a que salga la chavalada del Karate. Esas mesas y esas sillas que se están recogiendo mientras tú estás pensando todavía en pedir. Ese fresquito en el paseo. Esa música que sale de la chaqueta de alguien. Ese que se ha quedado ahí dormido en el banco y al que le van a oler los perros. Esos perros. Ese soletón que entra por la ventana. Esa gente que se asoma. Ese cartel de se vende. Ese cartel de se alquila plaza de parquing. Esa pintada que ya nadie recuerda en la pared gris. Esa lata de cerveza en un banco. Ese se me escapa el autobús. Esa calor. Ese buscar un balcón cuando llueve. Ese entrar en el bar sin saber si has de saludar o mejor mantenerte en un discreto segundo plano. Ese cigarrito de antes de entrar a trabajar. Esa mediana mañanera. Ese trasiego. Esos morros pintados. Ese chándal. Esa camiseta del Athletic que he vuelto a ver hoy durante la caminata matutina reglamentaria. Todo en orden. 

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