miércoles, 27 de julio de 2022

Viajes: Budapest


Me dijeron, vamos, vente a Budapest, que el viaje está barato y dicen que es precioso. Ya sabía yo que era precioso. Ya sabía todo lo que cualquier persona debería saber de Budapest. Ya sabe todo el mundo que mi sueño es el de ser un personaje centroeuropeo del periodo de entreguerras. Todo el mundo lo sabe y por eso me tientan. Saben que Centroeuropa es mi territorio ideal, mi espacio perfecto, el sitio en el que creo que yo debería haber nacido, el lugar donde me imagino las historias, donde crecen mis personajes, donde vivieron los escritores que me han cautivado. Centroeuropa es todo para mí. Cualquiera de sus capitales me parecen evocadoras de un tiempo y de una manera de vivir en la que creo que encajo. Pero también tengo clara una cosa. Ni un puto duro a los húngaros. 

Bajo esta premisa he ido resistiendo durante algunos años al ímpetu con el que quienes me conocen, o creen conocerme, no saben que me dan arcadas de pensar en tener que viajar a Hungría o a Polonia para hacer un viaje de placer. Ni muerto le doy un duro a los fachas esos. Ni de broma voy a ir a blanquear a esos gobiernos de mierda, ni de coña voy a hacer ver que en esos países el gobierno es una cosa pero la gente no tiene la culpa y hay que ir a todas partes y a conocerlo todo. Que no. Pero fui.

Es quizás el viaje más reciente que he hecho y sin duda el peor. Fuimos con unos amigos a los que literalmente les daba igual la situación política y toda la mandanga. Yo iba con la intención de abstraerme del tema. En mi cabeza procuré que solo hubiera violines y el recuerdo de las obras leídas en mi juventud con Budapest como capital. En mi cabeza. 

En cuanto bajamos del avión me empecé a sentir mal. Tan mal que el primer lugar al que fuimos a comer ya me pareció mal, me pareció que era... que era un nido de fachas. No sé porqué pero escuchaba hablar en húngaro y se me revolvía el estómago. Pero no puede ser que todos sean fachas, me decían. Me da igual. Todos me sonaban a Orban decretando mierdas contra los gitanos. O contra la comunidad LGTBI o contra partidos de izquierda. No lo podía soportar. Estaba completamente rebelado. 

Para colmo, y mira que lo sabía, mis amigos dijeron de ir al museo del... es que hasta ahí. Les dije que me volvería al hotel y que sintiéndolo mucho al día siguiente me volvía en tren por Europa chino chano hasta bajar a Barcelona. 

Que sí, que Budapest una maravilla, que si la majestuosidad del Parlamento, que si el castillo de Buda, todo precioso. Que si los cafés, natuaralmente. Que se jodan. 

El viaje en tren una maravilla. Cuanto más lejos de Budapest y de Hungría, mucho mejor me encontraba. Por querer quedar bien, me sentí mal. Moraleja. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario