martes, 16 de marzo de 2021

Pongamos que no hablo de Madrid


¿Cuánto ha durado la broma? ¿Un día? ¿Entero? Ni un día. Ayer, cuando todos y todas nos dábamos la mano y nos mirábamos a los ojos envueltos en una ola de alegría, de hermandad, de esperanza, de sobrecogedor alborozo por una decisión que significaba que alguien ponía por delante el deber del militante sobre cualquier otra cosa, el compromiso ante la amenaza de la barbarie por encima del ego, ¿Quién no pensó que esto podía pasar? Yo, pecador, en el fondo de mi negro corazón, tenía una nubecilla negra que ensombrecía un día tan esplendoroso. Yo, oscuro y retorcido, pensaba para mí, sobre todo viendo la mitad de la entrevista a Pablo Iglesias en el Intermedio y leyendo alguna, una sobre todo, reacción en twitter sobre el tema, pensaba digo, ya verás como esto no sale bien. 

Puede ser que finalmente salga bien y que el optimismo que nos invade no lo trunque la decisión de Más Madrid de no concurrir en una lista conjunta a las elecciones de Madrid el 4 de mayo y que tengan razón todos esos calculadores y personas de razón que nos dicen que 'a ver, es que con el 5% asegurado ahora lo que cuenta es lo que te dije'. Léase donde 'lo que te dije', que cada uno sume a los suyos y así, sumando cada uno a los suyos por separado se logre lo que no se logró la vez anterior en la que también, con el pretexto de que uno más uno no suman dos, se fue por separado. Porque es bueno tener nuestras propias organizaciones, nuestros propios espacios, nuestras propias maneras de ver el mundo que, lógicamente, pueden ir en paralelo pero no es necesario que vayan junto a otras maneras de ver el mundo que no sean estrictamente las que nosotros proponemos. Es buenísimo tener nuestras propias esferas de pequeño o amplio poder desde las cuales poder hacer y deshacer mientras el tiempo pasa y la vida sigue y el cerebro de la bestia no se entretiene en todas estas mierdas y va tirando para delante, sin preguntar, sin hacer distinciones entre las distintas maneras de ver el mundo alternativo. 

Es necesario que todos tengamos nuestra propia manera de ver las cosas y que, llegados al punto en que sea necesario, no antes, sumemos lo que tengamos que sumar pero cada uno por su lado. Porque es necesario que todos sintamos como propio algo, algo que sea nuestro al final, algo que esté nada más que reservado a gente como nosotros y que tengamos la potestad luego, o ahora mismo, de decidir si tú estás o no estás dentro de ese espacio de visión compartida. Un espacio sobre el que ya no se puede volver atrás y dejar de lado los sueños utópicos de una visión compartida que no vaya más allá de lo meramente instrumental. Lo que nos une es sumar tus siete y mis quince, no sin antes habernos peleado dentro del mismo espacio para delimitar quién se lleva esos siete y esos quince, quien ofrece lo mejor, y ya luego veremos de qué manera encaramos al otro enemigo. 

Aprendemos poco. Entendiendo que la opción que presentaba ayer Pablo Iglesias pudiera parecer una agresión para quien considera que tiene la vara de mando de la izquierda no socialista madrileña, el entusiasmo despertado parecía esperar otra respuesta. 

Entusiasmo, alegría, cierta sensación de que algo ilusionante podía pasar. 

A la mierda. 

Porque seamos sinceros. Ese sueño de unidad está muy bien, pero la realidad es otra y en la realidad es en la que nos movemos y a la que tenemos que acomodarnos y actuar a partir de ella. Palabras que suenan a viejo, pero que son de una actualidad desesperante. No hay un proyecto común, no le vemos las orejas al lobo, seguimos pensando en una solución parcial que solo en caso de que den los números, será común. 

Dos listas separadas finalmente, no sé si habrá alguna otra que decida también dar el paso y sumar una muesca más en el desánimo de un electorado, de la gente de izquierdas que se mueve a veces únicamente por que se le ha despertado algún tipo de ilusión.

Esa ilusión ha recibido hoy un primer golpe. Que espero que no sea definitivo y que en todo caso a alguien que pensaba no ir a votar le haya sacado de la desesperanza y que advierta el peligro que se cierne sobre todos y todas. 

Pero que esto es una piedra de toque, también. 

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