martes, 2 de marzo de 2021

The Endless - Aaron Moorhead y Justin Benson


Vemos las películas para algo, se supone. Vemos las películas porque queremos pasarlo bien, o porque queremos pasarlo mal, o porque nos queremos olvidar de algo. Vemos la película con alguna intención. Pasar la tarde. Una tarde de domingo. Ver una película, de ciencia ficción, por ejemplo. Algo así que contenga elementos que no vamos a comprender y que nos van a explicar mal o demasiado bien, pero que no llegamos comprender del todo y aún así, las vemos. Y sacamos algo de todo ello. De todas las experiencias culturales debemos extraer alguna conclusión. Incluso de la más banal. De toda experiencia vital debemos aprender algo, para bien o para mal. Es de lo que trata todo. Todo está ahí y alguien lo hace con la intención de causar una impresión sobre alguien. Incluso cosas, acciones, que todos hacemos de manera casual, involuntaria, irracional, dejan en otro algún tipo de secuela o le proporcionan algún tipo de beneficio. Incluso cuando no pasa nada, cuando lo que hacemos con alguna intención deja frío al otro u otra, eso es algo. Todo es algo. Vivir tiene un sentido, no para uno mismo, que suele tener siempre una impresión cerrada de lo que uno es y piensa, vivir tiene sentido para los demás. Lo quieras o no, nos guste o no. Todo esto que escribo, lo que escribo e incluso los días que no escribo, significan alguna cosa. Significar es el objetivo de casi todo. Significar, tener un significado. La comunicación. Cada vez lo tengo más claro y cada vez me vuelco más a ello. Por ejemplo, diciendo que cada vez me vuelco más a ello, a comunicar, estoy comunicando algo. Algo que deja una idea en vosotros, lectores. Y también lo deja en mí. Yo mismo, al decir alguna cosa sobre mí, me quiero causar una impresión. Quiero creerme lo que digo, o lo digo para espolearme, lo digo para hacerme caso. O para engañar. O para lo que sea. Pero claro, y continúo con la idea, para comunicar algo debemos manejar algún tipo de código que deje claro qué es lo que tenemos que entender. Algo que resulta totalmente inútil cuando quien recibe el mensaje, quien lo interpreta o no entiende el código o tiene su propio código para descifrar mensajes. Yo escribo esto, o hago una película por ejemplo, y la llevo a cabo o escribo o corro los mil quinientos metros lisos por que quiero algo. Ese algo lo interpreto yo y lo quiero comunicar pero quizás otro interprete todo lo que estoy haciendo de otra manera. Y da igual que corra los mil quinientos metros lisos con la intención de bajar mi marca personal, dar a conocer mi afán de superarme, todo eso. Puede ser que otro interprete que corro los mil quinientos metros porque soy gilipollas. 

Y aquí quisiera ya hablar un poco de la película The Endless, El Infinito, dirigida por Aaron Moorhead y Justin Benson, que además son los protagonistas de la película. Al parecer, cosa que no sabía, hay una película previa que en cierto modo funciona como precuela, que se llama Resolución. No lo sabía, como digo. Qué quiere decir esta película. Unos hermanos que salieron hace años de una secta, deciden volver. Allí vuelven a encontrarse con la gente con la que convivieron cuando eran unos críos, ellos han crecido pero la gente de allí no. En realidad no parece una secta. En realidad lo que ocurre es que dentro de ese entorno delimitado por unas figuras raras causadas por una erupción volcánica, hay una suerte de fenómeno por el que se vive en un bucle. Y hay un monstruo que parece ser que está relacionado.

Todo esto está muy bien y a mí la película me quiso gustar todo el rato. Pero es muy difícil.

A veces, vivir, dotar de significado a las cosas, es increíblemente difícil.  

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