jueves, 15 de septiembre de 2022

El amor


Como hoy es nuestro aniversario, vamos a ir a comer por ahí. Estas fueron las palabras con las que el viejo Malstrom se dirigió a su esposa al volver de su paseo matinal. La señora Malstrom miró extrañada al viejo y le dijo que aquel no era el día de su aniversario, que su boda fue en Julio y precisamente antes de marchar a su paseo el viejo Malstrom había comentado que hacía un frío espantoso para ser octubre y que eso no hacía sino augurar que ese invierno iba a ser monstruoso. La vieja Malstrom añadió que todavía recordaba la boda, el día de la boda, con aquellos pocos invitados que se dignaron a viajar hasta el pueblo para acudir, la negativa de la familia de él de aceptar aquella boda, aquel chaparrón todavía semi primaveral que les cayó justo al salir de la iglesia, la alegría porque pudieron contar con la orquestina del amigo Boleslaw. La vieja Malstrom siguió contando que precisamente aquel día, el día de la boda, fue el día en el que ella se dio cuenta de que el amor se había pasado, que el amor ya había sido una etapa pasada, que era algo que habían hablado muchas veces desde aquel día, pero que siempre le quedará aquella sensación de satisfacción. A partir del día de la boda, podría disfrutar de la vida sin preocuparse más del amor, el amor no era más que una pérdida de tiempo que la había hecho sufrir más de la cuenta. La vieja Malstrom le recordó al viejo Malstrom que él mismo había afirmado que su boda había sido como una confirmación, como un cambio de plano, como una nueva dimensión. Ya no serían más las personas que fueron, a partir de entonces serían esas dos personas que ya se dan por sentadas que no son individuos sino parte de un paquete. Sin amor, además, recordó la vieja Malstrom las palabras del viejo Malstrom, sin amor la vida es mucho más segura. La vieja Malstrom abundó más en la explicación. Recuerdo, dijo, que en seguida que salimos de la iglesia, te quitaste la chaqueta y te quedaste en mangas de camisa, le diste un buen trago a una botella de anisete y estuviste acalorado y sudoroso el resto de la jornada. Recuerdo, dijo, que cuando te vi en aquel estado, pensé si lo mejor no hubiera sido no haberme casado, pero fue fugaz. Yo también me puse a beber y recuerdo haberme subido la falda hasta arriba de las rodillas porque el bochorno de después de la lluvia se volvió insoportable. Sí, dijo la vieja Malstrom, era Junio. Entonces, dijo el viejo Malstrom, es que me he vuelto a enamorar. 

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