martes, 27 de septiembre de 2022

Good Bye Tanis


Avería es lo que compartíamos los y las que éramos asiduos a las Tannines. Las Tanis. Peña taninera. Resulta un poco absurdo hacer un tercer texto, creo, sobre las Tanis, pero ahora que es real, que ya es cierto, que no podremos pasarnos por las Tanis a ver qué, que ya no estará abierto, que no estará abierto no porque ese día no se abra sino porque no se abrirá jamás nunca, pues qué menos que valorar, al menos nosotros, y nosotras, la parroquia de la avería, que nos quedamos sin un lugar especial. No será especial por muchas cosas, al fin y al cabo es un bar, un bar donde solo ponen vinos catalanes y cerveza. Pero algo tiene que tener. Siendo así. Una de las cosas que más nos ha llamado la atención a la Estefi y a mí, bueno, no lo he hablado con la Estefi así que diré que solo a mí, es que un buen número de gente que entrevistamos para un futuro documental sobre las Tanis nos hablaban de este local como un refugio. Un lugar en el que sentirse cómodo, seguro. Especialmente cómoda, segura. Un espacio en el que todos y todas tenemos la misma avería. Una avería ilocalizable por los radares y por las maquinitas esas que le pasan a los coches para ver qué falla. Es una avería que quizás tenga que ver con una manera de ver la cosa, las cosas, por la que lo importante es participar, estar, la simple y complicada a la vez sensación de que necesitamos compartir. Compartir con los colegas, o también compartir la propia soledad. Compartir la alegría o el día en el que no quieres ver a nadie y te vas a las Tanis y allí, en tu barra, en tu rincón, pasas el rato. Igual hasta se te pasa. Tampoco es necesario. 

Son cosas que ya están dichas en otros textos. En otros textos sobre los aniversarios de las Tanis, en cumpleaños de las Tanis, el día que nos enteramos que ya era inevitable lo de las Tanis, los días que llevamos pensando qué vamos a hacer sin las Tanis. Somos ya todos personas de edad, de edades en las que lo más normal sería estar en casa, ocupándonos de nuestra vida, de nuestras familias, de la responsabilidad, de lo que toca. Y sin embargo, hay una avería que nos impulsa, como la canción aquella de La Fuerza de los Kokoshca, algo que nos impulsa a salir, a quedar, a estar un rato con gente con la que compartes mucho o poco o a veces o ninguna de las tres. Gente a la que saludas y gente a la que no hace falta saludar. Qué vamos a hacer a partir de ahora. Qué necesidad tenemos de encontrar un espacio donde prolongar el día, donde prolongar algo que nos haga sentir que la vida es algo más que ir a trabajar, trabajar, estar trabajando, Yo que sé. Se nos ha acabado y ahora tocará replantear muchas cosas. 

Y ahora tocaría agradecer a la gente que ha gestionado o que ha estado detrás de la barra de las Tanis el haber creado el ambiente, el microclima necesario para que allí conviviera gente tan distinta, tan diferente, tan llegada de diferentes puntos de las vidas de cada uno y allí haya encontrado un espacio para tomarse algo, comentar el día, planear la nada, asaltar los hielos, establecer contacto con la realidad, con la anormalidad que supone que todavía necesitemos un lugar donde encontrarnos y no quedarnos en nuestra casa que es lo que deberíamos hacer. Esta idea se me repite mucho. Ya nos toca quedarnos en nuestra casa. Este puede ser el fin de una época. Esa época que hemos prolongado durante quizás ya demasiado tiempo y que nos empeñamos en obviar. Es hora de asumir. Asumir la derrota y que nada de esto volverá. Asumir que esto ha sido un paréntesis, o una coda mejor dicho, de algo que ya está visto para sentencia. Adiós, vida de risas, de gente, como dice la canción de Loki de Arnaldo Baptista, todos juntos reunidos y una persona sola. Gracias por eso a la Cristi por haber creado de manera absolutamente natural un espacio de confort para tanta gente, sobre todo para mucha gente, muchas chicas, muchas mujeres, que han tenido en las Tanis un refugio, su espacio. Gracias a la Rosi por estar ahí recluida en el cuartito de las comidas, proporcionando algo que uno no sabe que es, pero que solo la Rosi lo tiene. Y la Lidia lo tiene. Y todas las camareras y camareros que han pasado lo tienen. 

Lo que no sabemos es qué vamos a tener nosotros. Las Tanis ya no están y ya no podremos controlar desde la Sant Carles qué es lo que pasa en el mundo. Ya no tendremos el mirador, no podremos asomarnos a la vida desde esa esquinita, desde el quicio de la puerta. Santa Coloma pierde un espacio fundamental para mucha gente, más de lo que dicen las cifras oficiales. Santa Coloma no se podía permitir el lujo de perder un rincón así y lo ha hecho. Como tantas cosas. Qué será de nosotros. Y de nosotras. Y de vosotras. 

Ya no podremos reclamar la tapa de fuet que falta. 
Esa tapa de fuet. 

Adiós. 

PD: mientras escribo esto, últimas líneas, el youtube me propone a Paloma San Basilio cantando La fiesta terminó. Los logaritmos lo saben. 


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