jueves, 29 de septiembre de 2022

The Brian Jonestown Massacre en la Sala Apolo. Lisérgico y discontinuo.


 Con esa foto podría ser cualquier cosa. Pero son The Brian Jonestown Massacre. Y ayer dieron un concierto en Barcelona digno de su nombre. Digno de una manera de entender la música basado en crear un clima, un ritmo, una cadencia, y no perderla. Decir que conocí dos canciones de The Brian Jonestow Massacre en todo el concierto. Una, Anemone, que es como un totem de la banda. Una canción que aparece en el primer disco de la banda, el raro shoegaze Methodrone y que aparece en el siguiente disco de la banda, Their satanic majesties' second request. Que parecen la misma canción pero no lo son, porque en la primera canta una chica y en la segunda canta el Anton Newcombe. Anton Newcombe es un músico especial. No hace falta ver el documental DiG para saberlo, o mejor sí, vean el documental para saberlo. es un músico con la autoestima alta y con un sentido de la perfección muy particular. La música se hace como la hace él. Y la banda, fluctuante, está para acompañarle en su cruzada musical. La otra canción que tocó es Nevertheless, que no es de las que más me gustan porque hay canciones de esta banda que me gustan muchísimo más. Conocía dos canciones, porque los discos que me gustan se paran en el 2003, con el And This is our Music. Creo que el We are the Radio ya es posterior, el ep. Ahí fue cuando los conocí, cuando en Radio 3 pusieron Never been Attached to a woman, beast or a child y dije pero esta barbaridad qué es. 

El concierto de ayer fue lisérgico porque todas las canciones orbitaban en torno a un ritmo, una cadencia, lisérgica, parecida a la de Anemone. El rasgueo de la guitarra, que marcaba el ritmo y las demás guitarras revoloteaban alrededor y la batería caminaba tranquilamente por allí, marcando el paso. Todo sonaba genial. Al final del concierto hubo alguna canción en la que el teclado se marcaba unas ruedas también atmosféricas y lisérgicas que te invitaban a evadirte un poco de todo. Una hora y algo de evasión en una sala Apolo llena de gente, con personas que parecían recién escapadas de la portada del Village Green de los Kinks. Gente con camisetas de los Brian Joneestown bastantes y como siempre, un provocador, o no, con la camiseta de los The Dandy Warhols. 

El pobre Anton no puede hacer un concierto seguido. Canción pausa y canción. No. Canción, pausa larga mientras cambio la guitarra, afino, encuentro el ritmo, el tono, os lo marco a todos, os controlo, y para delante. Eso es un tiempo a veces precioso que pone en peligro todo el clima que se consigue con la música. Pero así es él. Capaz de lo más así y de lo más etéreo. Mola mucho. Y con el Joel Gion como siempre con su pandereta delante sin rechistar aguantando el tipo. Artista. 

Y ya está. A seguir acordándote de vez en cuando de The Brian Jonestown Massacre y a caer en sus redes. Take it from the Man! 

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