jueves, 15 de junio de 2023

Crónica de un concierto de The Who en Barcelona. Los viejos están bien.

Los viejos están bien. Está claro que no ibas a ver el concierto de la isla de Wight, ni si quiera ibas a ver el concierto que nos pusieron en el autocar camino de Zaragoza cuando los vimos en Zaragoza y que era de principios de los 80, ni siquiera iba a ser el concierto que vimos en Zaragoza en el 2006, que ya han pasado 17 años del 2006 y nos creemos que a la gente no le pesan los años y nos pesan a todos, a mí el primero. Fuimos al concierto de ayer una tropa sustanciosa de colomenses, algunos no los habían visto nunca, otros sí. Todos teníamos, yo tenía, algún tipo de prevención. Un concierto con orquesta, en un recinto como el Palau Sant Jordi te hace ir con prevención. No se va a escuchar bien. Y efectivamente, el sonido no fue lo mejor del concierto. Se fue ajustando a medida que iba avanzando la cosa, pero de primeras sonaba todo como un follón donde no se escuchaba la guitarra de Pete Townshend, el bajo brillaba por su ausencia... incluso había momentos en los que parecía que Roger Daltrey cantaba por un sitio y la cosa iba por otro. La Orquesta Simfónica del Vallès, hizo el papel de acompañante en dos tramos del concierto, al principio y al final, dejando a la banda, nutrida banda por eso, sola en el tramo central del mismo. Qué sonó. Si digo que el principio fue un poco follón, en realidad no hago justicia, porque es que el principio que propisieron The Who estaba destinado a que si tenías alguna prevención, alguna racança que se dice en catalán, se te fuera, se evaporara. Porque comenzaron con canciones del Tommy, desde la Overture, al Amazing Journey, al Pinball Wizzard, su poquito de Sparks, para dejarlo con el See me, feel me... que sí, me emocionó. Y siguió toda una retahila de pepinazos que durante dos horas nos hicieron felices y también con una selección de canciones de transición que nos permitió ir a donde tuviéremos que acudir sin remordimientos. Daltrey tiene 79 años y Townshend tiene 78. Únicamente si somos capaces de valorar lo que eso significa sabremos el valor que tiene ver un concierto de estos dos leyendas de la música y quitarnos de encima las prevenciones. Son personas que podrían estar ya en su casa disfrutando de cualquier cosa y todavía son capaces de embarcarse en una gira de estas características y enfrentarse a un público que los idolatra y que, ay, no llenó el Palau Sant Jordi. Buena entrada, sí, pero se constató de nuevo que Barcelona no es una plaza fuerte para the Who, que ya tuvieron que abandonar la ciudad hace 17 años porque no. Ahora, el público que fue, entregado. Un público que como no podía ser de otra manera, era veterano, pero no excesivamente veterano y donde me sorprendió (siendo Barcelona, Barcelona), que casi todo el público era nativo y no había prácticamente presencia de guiris. Camisetas a 40 pavos en los puestos de merchan oficiales y ví a un tipo que llevaba mi camiseta de The Who, la camiseta que compré hace 17 años en Zaragoza y que no dudé nunca en calificar como la camiseta más fea de The Who que jamás vi. Pues esa camiseta la llevaba un señor ayer. Yo no quise ir de camiseta, no tengo de The Who, y fui de polito. Nos sentaron en una ubicación diferente a la que teníamos y ganamos en vista y perspectiva, pero ay, eso de ver conciertos sentado es un rollo. Y no pude resistirme. Porque tocaron Substitute, que fue la única de las antiguas que tocaron (antiguas antiguas), y ahí me levanté. No cayó My Generation, no cayó, I can't explain, no cayó Boris The Spider (lógico), no cayó A quick One, (hubiera sido genial que la orquesta hubiera hecho el cello, cello, cello vocal de la original.... con el cello) y no tocaron I'm a Boy o Pictures of Lily, pero sí que lo hicieron con I can see for miles. Naturalmente cayeron las televisivas, Who hare you, Won't get fooled again, You Better you Bet... y cayeron canciones tremendas que nos fueron condiciendo poco a poco a un final en el que, claro, se vino el Quadrophenia. Y ahí ya, éxtasis con el Love Reign O'er me y con la intro o la outro que no recuerdo que repasó toda la carrera de la banda, mezclada con hechos históricos y recordando al Keith Moon y al John Entwistle y todo fue como tenía que ser y hubo errores como cuando la banda se comió la mítica frase donde Daltrey dice, mira al nuevo jefe, es el mismo jefe que antes de Won't get fooled again, pero se perdona absolutamente todo porque salimos de allí con una sensación de felicidad y de haber visto algo que ya no veremos más y que ha cumplido con las espectativas. Un concierto de The Who, un último homenaje a unas leyendas de la música que nos han regalado temas y conceptos que han trascendido en el tiempo y que ya no se estilan en casi ninguna parte. Han molado mucho y seguirán molando. Los viejos están bien. 

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