lunes, 5 de junio de 2023

Crows are white - Ahsen Nadeem


Un documental sobre tu propia pedrada, sobre tu propia movida, como contar un relato basado en ti mismo, o hacer tu autobiografía, tú y tú mismo, tú y tu circunstancia, tú y tu problema. Una cosa que te pasa a ti y que crees que puede tener interés para alguien. Puedes arriesgarte y pensar que eso es así o puedes comerte un mojón por creer que tu problema puede ser universal. O puede haber algo, que se escape al propio problema, al asunto que estás contando, que tenga que ver con la manera de contarlo o con cualquier otra cosa que conecte a la gente con eso. Es el caso de este documental de Ahsen Nadeem sobre sí mismo y su problema por el que nos adentramos en su problema, claro, pero también en otros temas y otros asuntos y otras movidas que nos atrapan y finalmente no nos importa si se soluciona el problema o si se queda pendiente, porque nos da la impresión de que hemos aprendido algo. Algo que puede que se nos olvide a los cinco, diez minutos, al día siguiente, a la semana siguiente. Algo que mientras lo estás viendo, sabes lo que es, y que ya no lo sabes. Vi este documental hace dos semanas aproximadamente, no sé qué es lo que vi en él que me atrapó, algo que estaba viendo y que aprendí, que ahora mismo no sabría explicar, ni aplicar, ni reproducir. El protagonista del documental, su director, es un chico de origen pakistaní criado en Arabia Saudí y en Irlanda, de familia de fuertes convicciones musulmanas, que resulta que se echa una novia norteamericana y no sabe cómo decírselo a sus padres. De hecho, se casa con ella y no se lo dice a sus padres. Sus padres le insisten en que se tiene que casar con una buena chica musulmana. Él ya se ha casado. Este es el tema gordo. Pero a la vez él está enredado en filmar un documental sobre un monasterio zen en Japón. Su movida dentro del monasterio, intentando hablar con monjes y demás que le puedan dar una respuesta a su problema, se queda siempre en nada, porque lo echan del monasterio varias veces y él reincide. Persevera. Hasta que conoce a un monje peculiar, el que está en la entrada del monasterio, que es todo un personaje. Un monje que es consciente de que el mundo está lleno de cosas que le pueden hacer alejarse de su idea de ser monje y tampoco va a privarse de según que cosas, ni del helado, ni del metal. Y mientras el documentalista va comiéndose el tarro y su matrimonio está a punto de caer, vemos como el monje va creciendo. Y el monje se acaba convirtiendo en una suerte de monje a domicilio, que va ayudando a la gente a resolver problemas de vida cotidiana aplicando una especie de sabiduría particular. Pues yo que sé, que me gustó el documental. Ahora no sé dónde lo estarán dando, porque lo pusieron en Filmin unos días y lo pillamos el último. 

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