lunes, 26 de junio de 2023

Fin de semana en Rusia


Cuando éramos niños soviéticos nos parecía que los soviéticos eran especialmente torpes. Desganados, apáticos, parecía que les daba igual. Veíamos a la selección de fútbol y parecía que se dejaban perder. La de baloncesto tenía a Sabonis pero por lo demás transmitía el mismo aire. Los deportistas individuales igual, en el momento clave, no aguantaban y caían derrotados. En las películas americanas asumíamos que los soviéticos, los malos, eran los malos y que siendo los malos, naturalmente no iban a ser más listos que los buenos. Te daba coraje, pero era así. Sin embargo, con el paso del tiempo, uno llega a pensar que realmente, lo de la Unión Soviética y concretamente lo de Rusia, era difícil de mantener. Un fin de semana en Rusia. Un grupo de mercenarios armados hasta los dientes pero un grupo de mercenarios al fin, como el Equipo A pero con más gente, se subleva, gira las escopetas y en un día se plantan a 200 kilómetros de la capital y qué pasa. ¿Ha pasado algo? Un golpe de estado que se queda a las puertas de armarla del todo porque no se sabe qué es lo que finalmente se estaba buscando, si un golpe de estado, si simplemente dinero, vete a saber. Vete a saber, así en general con todo lo que está pasando en Rusia y con la guerra de Ucrania y todo ese fregado donde sabes quiénes son los malos, todo el rato. Y los malos son los de Putin, más cuando el amigo se casca esos cinco minutos de discurso comparando a los de Wagner con los bolcheviques y se queda tan ancho. Un anticomunista de libro. Más de derechas que el palo de la bandera. Y qué país, y qué gente, que están en una guerra y no son capaces de detectar que hay como 25000 pavos que se van a girar y van a tirar hacia Moscú y nadie hace nada por detener eso ni cortarlo antes. Ojo, que nadie lea que es que a uno le hubiera gustado mayor eficacia y que la guerra fuera diferente y todo eso. Que no, simplemente no le deja de sorprender a uno que en un país con armas nucleares se pueda llegar a 200 kilómetros de la capital y que de repente el líder del movimiento diga que bueno que lo deja y que ya si eso. Y todo eso en dos días. Y todo eso así, en vivo y en directo. Fin de semana en Rusia, han tomado una ciudad, ahora la han vuelto a desocupar, los negocios siguen tranquilos, la gente pasea por las calles. La gente se muere en Ucrania. Dicen que el presidente Putin se ha ido a San Petersburgo. Los oligarcas están decidiendo qué va a pasar. Cuando éramos niños no nos hubiéramos creído que ese país que atraía las simpatías de tanta gente no tenía nada detrás. Todavía hoy hay quien se cree que nada ha cambiado. Eso es lo peor. 

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