jueves, 1 de junio de 2023

Juana Dolores


Juana Dolores es una poeta invitada en el 3/24 para que hable de su último libro justo el día después de que las elecciones municipales hayan dado como resultado la victoria de Trias en Barcelona y todo lo que representa del fin de un modelo de ciudad y de construcción de un relato alternativo al... Juana Dolores recibe la primera pregunta del entrevistador, Xavier Grasset y comienza a abrirse en canal. La poeta ha sido antes objeto de polémicas varias por sus posiciones políticas y su poco encaje en la cultura catalana que aparece en los medios nacionales. Todo y declararse independentista, sus posiciones son de crítica a esa catalanidad a la que todos debemos pleitesía, una catalanidad medida, Catarra, de anuncio de birra en l'Empordà, antisistema pero sistemática, burguesa, carrinclona, popular pero de poco espíritu callejero, bueno, en definitiva, TV3. Y claro, justo el día en el que Trias y su cosmovisión y su planteamiento y su todo, ha vencido, Juana Dolores no se calla y suelta por esa boca todo y más. 17 minutos de una apisonadora que naturalmente ha sido ya tratada con el menosprecio, la soberbia, la discriminación que se merece quien al fina no deja de ser una arribista, una pijoaparte que bien que le gusta salir en La Vanguardia pero que se queja porque TV3 no es española, que es lo que al final está diciendo. Ya está la izquierda española llorando por las esquinas después de habernos llenado Barcelona de cosmopolitas madrileños. Juana Dolores además es de El Prat como se encarga de señalar el entrevistador, que sabe que El Prat es territorio hostil porque allí gobierna otra cosmovisión desde hace décadas y claro, cómo no va a ser Juana Dolores así si es de El Prat. Y aquí, al final, siempre acabamos hablando de lo mismo. Y sale Jordi Borràs a hacer el número del antifascista que pasa el algodón puro e inmaculado por encima de Juana Dolores para decir que no es pura, que su denuncia está contaminada, que La Vanguardia. Y al final, insisto, el problema es siempre el mismo. En Catalunya no todos somos catalanes hasta que alguien no nos concede el premio de la catalanidad y eso incluye la asunción de que hay un relato, una historia, una cultura, una manera de hablar, un club, una canción, una entonación, un paisaje, un territorio, que es Catalunya y los demás, los otros, los que se salen del sendero, nunca seremos catalanes del todo, aunque sean independentistas, aunque estén votando a la Cup, da igual. Siempre da igual. Y siempre habrá una Juana Dolores que, perdiendo las formas, demuestre que es que solo saben decir estas cosas perdiendo las formas, no con una Damm en un barco mientras els Catarres corean algo. 

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