jueves, 30 de noviembre de 2023

Killinger


Según la agencia EFE, en un Golpe de Estado, para bien del país, un general derroca a un coronel. Esto era de una canción de La Polla Records, creo que del disco No Somos Nada. En el día de hoy ha muerto Henry Kissinger, el hacedor de la política exterior norteamericana durante décadas y perpetrador de todas las infames perrerías posibles con tal de preservar el poder de su país en el mundo. ¿Debemos esperar a que un país se haga comunista? Con estas palabras bendijo golpes de estado, como el del general Pinochet en Chile y tantos otros golpes en América Latina. Y en otros países. También fue el responsable de los bombardeos en Camboya y de la manera más cínica, aceptó el Premio Nobel de la Paz por haberse retirado del Vietnam después de haber liado la que habían liado y con el país todavía el guerra. Su homólogo vietnamita no recogió el premio. 

Se muere Kissinger con cien años y se muere en su casa, se muere tranquilamente, sin que nadie haya osado jamás juzgarle por crímenes contra la humanidad. Antes al contrario, estoy convencido de que se le considera y se le despide como uno de los defensores de la libertad en el mundo. Y este es el gran drama. La gran injusticia. Que los malos siempre son malos de un lado y nunca del otro. Podemos juzgar terribles crímenes, hemos de reconocer desmanes, idas de olla, atrocidades, pero siempre de un lado y siempre de unas partes determinadas del mundo. Pero Kissinger se puede morir en la cama y entre honores. 

Cuántás décadas truncando la lucha por los derechos de tantos pueblos, de tantos países, las esperanzas de un mundo diferente, más justo, se ha llevado por delante este señor. Te están esperando en el infierno.  

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