viernes, 3 de noviembre de 2023

Un periodista muerto. Nos están matando a todos.


El periodista entra en directo para decir que les están matando, a los periodistas, la periodista que está al otro lado, desde el estudio, no puede más y rompe a llorar. El periodista se llama Mohamed Abu Hatab. El periodista dice que les matan a conciencia. Que van a por ellos. El periodista dice que no sirve de nada llevar el distintivo de periodista, el chaleco, da lo mismo, les disparan igual. Media hora después, el periodista y su familia mueren. No mueren. Les están asesinando y les está asesinando el Estado de Israel. La que consideramos la única democracia de Oriente Medio, un oasis de civilización en un desierto rodeado de bárbaros, está perpetrando asesinatos a sangre fría contra población civil de todo tipo. Yo ahora pongo el acento en este caso de alguien que está anunciando su propia muerte y que efectivamente acaba siendo asesinado. Su delito es cualquiera, da lo mismo, seguro que hay alguien que le encuentra una justificación. Son palestinos, son árabes, son culpables. Están en Gaza, deben hacer un esfuerzo por desligarse de Hamas, merecen morir. 

Una carretera llena de cadáveres de civiles, de personas, de seres humanos, se desplazan hacia el sur cuando les habían dicho que se desplazasen hacia el sur. Da igual, van a morir igual. Les están matando igual. 

Un ambulancia despanzurrado y cuerpos hechos polvo a su alrededor. A una ambulancia no se le dispara. Pues se le dispara igual, no es la primera vez, no será la última. Merecemos morir todos. No dejan de salir vídeos de israelíes pidiendo que los maten a todos. Que los borren de la faz de la tierra, que los hagan desaparecer. El lenguaje, los gestos, dónde está la memoria de ese pueblo, quién ha jugado con la memoria de ese pueblo de tal manera que consideren que todo les está permitido. Judíos sionistas en Nueva York diciéndole a judíos no sionistas que merecían morir en las cámaras de gas. Estamos llegando a eso, estamos llegando a todo. 

Estamos viendo algo que no estábamos viendo y no puede pasar ni un día, ni una semana sin que lo denunciemos. Lo que está pasando es una carnicería. Lo que está pasando nos está pasando a todos y a todas, porque a todos y a todas se nos puede aplicar un día ese mismo criterio. No ser, no somos, no estamos, somos animales, no comulgamos, estorbamos, sobramos. Nos pueden asesinar, nos pueden acribillar, nos pueden matar, nos pueden humillar, se pueden reír de nosotros, se pueden burlar de nuestro miedo, nos pueden desear la muerte, pueden hacerlo todo y más y todo y más está ya permitido. 

Y ayer nos lo recordó Gerardo Pisarello, ¿por quién doblan las campanas? Doblan por ti. Doblan por nosotros. 

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