¿Es mi amigo el
Wallace? Es una pregunta que tiene una difícil respuesta. Durante muchos años
Valentín nos ha saludado a mi amigo Abel y a mí. No hablamos de nada, no nos
comentamos la vida, no sabemos si está casado, si tiene o no tiene, si está o
no está, si le va bien o le va mal, dónde vive o dónde está. Nada. Pero siempre
nos saludamos. Desde hace mucho tiempo. Yo al Wallace creo conocerlo desde hace
muchos años. Si no confundo a las personas y las caras, creo que me vendió una
camiseta de los Ramones cuando yo tenía catorce o quince años. El estampado de
la camiseta duró entero quizás quince días. Luego me vendió un disco con la
banda sonora de Judgement Night que fue todo un hallazgo. Y de ahí a
encontrárnoslo como camarero del Poto año sí y año también. ¿Es mi amigo el
Wallace? Pues no. ¿Conozco al Wallace? Pues sí. ¿He ido a muchos conciertos del
Wallace en cualquiera de sus reencarnaciones como rockero, rapero o algo? No.
Fui una vez hace mil siglos a un concierto suyo en el Mas Fonollar. Ni bien ni
mal. Rock. El Wallace tiene planta, actitud, todo eso, pero como lo conocemos
de hace mil años, pues no nos impresiona. Es el Wallace, toca la guitarra
eléctrica, canta. Rock. Mejor de rockero que de rapero. Lo de su época de
rapero es algo que no se olvida. Aquellos pantalones o bermudas largas y
anchas… las gorras. Por dios.
En fin. Concierto
del Wallace en el Línea. ¿Me gusta a mí el Línea? No. El Línea a mi no me
gustaba. Ha cambiado o he cambiado yo. No sé. Hubo un tiempo, lejano, en el que
ir al Línea nos deprimía. No sabemos qué pasaba en aquella época con nosotros.
Éramos los mismos que nos deprimíamos en el Pujadas los domingos por la tarde.
Cuando ya no fuimos más al Línea, lo olvidamos. Ha sido hasta hace
relativamente poco cuando he vuelto a ir. Primero con prevención, luego con
buen talante. Y más o menos, va la misma gente. Seré que me he vuelto un ser
humano como el que siempre quise ser. Así. El caso es que nos enteramos de que
el Wallace iba a dar un concierto en el Línea y fuimos a verlo. Acústico. La
Alex no conocía al Wallace. Pecado mortal. Porque aunque no seas su amigo,
aunque sólo te salude y te diga que eres un ‘hermano’ de la fraternidad, aunque
nos llame ‘universitarios’ y no sabes nunca si se está bufando de ti o qué, al
Wallace hay que conocerlo. Por lo que pueda pasar.
Llegamos al Línea
con veinte minutos de retraso y el Wallace no estaba. Toma tomate. No, es que
ha ido a cenar y ahora vuelve. Toma tomate. Pues nada. A esperar. No éramos
muchos. Pensábamos que iba a estar lleno, pero no había casi nadie. Algunos
amigos de Valentín. Un chico que vivía al lado de mi casa, en la pared de al
lado. Le conozco. El caso es que al cabo del rato, llega el Abel. El regreso
del Abel al Línea. Uff. A contar batallitas. Que aquí no íbamos a volver, que
vaya juventud hemos pasado, que de aquellos polvos, estos lodos, que así nos va
todo. No está la noche para hacer muchos alardes en cuanto a recuerdos y eso.
Empieza el concierto. El repertorio lo basa en versiones. De hecho, no es que
lo base, es que son todo versiones. El Wallace es un poco lolaflores. Ni canta,
ni baila, ni falta que le hace. La primera es una de Golpes Bajos, la segunda
no la conozco, van cayendo conocidas y no. Una de Ilegales, la de Maldita sea
la Ley que no consigo entender porqué ha decidido tocar. No lo entiendo. La elección
del repertorio a veces, de verdad… no sé. Bueno, sigamos. Versión de Siniestro
Total, la de ¿quiénes somos? Mira que hay canciones de Siniestro. Pues nada.
Esa. Es igual. Más versiones, una de Bowie, la de Heroes, pero en la versión de
Parálisis Permanente. Más versiones. Una de Kraftwerk, la de Computer World,
que mira que habrá canciones de Karftwerk y tiene que ser esa. Precisamente una
canción de la que Coldplay utiliza un riff. O un verso. O un nosequé. Sea como
sea. Hay canciones en las que se hace acompañar por un chico que iba conmigo a
inglés, pero no recuerdo su nombre. Nos saludábamos al principio, luego ya no. Por
la falta de costumbre, porque tampoco… bueno, no sé. El caso es que el
concierto está gracioso, porque las canciones son conocidas. Incluso cantan una
de un anuncio de tabaco que no molaba nada y que daba una rabia espantosa, y no
la hacen mal. Al contrario, el chico, que no sé cómo se llama, Quique, creo,
canta de puta madre. Nos bebemos unas cuantas cervezas y nos vamos que hay otro concierto en el Xocala.
Ya está. Esto es
el concierto del Wallace. Hace una pausa, retoma el concierto. Habla, se
equivoca, repite, hace una versión ampliada o reducida de la misma canción,
repertorio de los ochenta sobre todo. Con esa pose de 'soy un tipo duro pero ya sabes nena que puedo tener un corazón de oro', O así. O de 'yo esto me lo conozco todo muy bien y podría hablar mucho de muchas cosas'. O 'cuando tú sepas todo lo que sé yo...'. O 'yo he visto cosas que no creeríais'. Y será verdad. Y como yo soy un gafitas que nunca ha estado ni ha visto ni ha hecho nada, pues dices... jo, el Wallace sí que ha debido molar. Muy bien. Ya está la crónica del
concierto de Wallace. Pero no tengo ninguna foto del Wallace en concierto,
porque no iba a hacer ninguna crónica de nada, así que la foto es del concierto del Xocala. No hay más. Resulta que ahora le mola a
la gente que escriba sobre cosas. ‘Si le hiciste una crónica al Jareño me la
tienes que hacer a mí’. Pues nada. El Wallace va a hacer más conciertos,
supongo, hace conciertos en el Punt i Coma y en sitios así. Molaría ver algún
concierto con grupo otra vez. Que seguro que ha hecho alguno en el Pop, por
ejemplo, pero no he ido. Es que ahora mola ir a ver al Wallace, porque ahora
mola ir a hacerlo todo. Mola ir al Wallace, al blues, al Carro de Baco. Esto es
Manhattan.
Dos días después,
volvemos a ver al Wallace. Yo no pensaba hacer crónica de nada, pero ya está
hecha. Ahora tengo taco de amigos. O no.
Oiga, pues al final se va a especializar usted en crónicas de esas cosas. Debería empezar a cobrar.
ResponderEliminarFeliz comienzo de semana
Bisous