Se cumplen 30 años de la publicación del Surfer Rosa, el primer disco de los Pixies y su segunda puesta de largo, ya que antes habían sacado un ep, el Come on Pilgrim. Este disco de los Pixies es un catecismo de lo que luego se definió como el fuerte/flojo. Canciones que contienen a la vez melodía pop y ruidaco punk. Canciones que a veces parecen tiernas y otras fieras y desquiciadas. Creo que casi todo el mundo coincide en decir que 'el disco de los Pixies' es el siguiente, el... Doolitle, y puede que te tengan razón, pero el primero, aunque no sea el primero primero, es este. Y en este hay canciones que todo el mundo conoce. O al menos conoce todo el mundo que conoce este tipo de música. Música de viejos. Música para gente que conoce a Pedro Pico y Pico Vena, aunque no tengan nada que ver con esto. Música para gente que conoce la Vida de Brian aunque tampoco tenga nada que ver con esto. Gente de otra época. Una época que nosotros creemos que es la misma de ahora, que tiene una continuidad y no es verdad. No tiene nada que ver. Es todo mentira. Somos gente encapsulada en un tiempo que no volverá. Y hablando de peregrinos...
https://www.youtube.com/watch?v=5iC0YXspJRM
Estamos en Semana Santa y criticamos los agnósticos, los ateos y los laicos que el PP convierta estos días en un publirreportaje de la caspa y de lo rancio. Ministros yendo de procesión y qué procesión, la de los legionarios nada menos. Pero... Estado aconfesional. Este texto es como una repetición de un texto que se repite y se vuelve a hacer cada año. Las autoridades en la procesión. A nadie se le discute que crea y que tenga sus sentimientos. A nadie se le discute que se respete a quien no los tenga y que no tenemos porqué comulgar todos con lo mismo. Si una autoridad siente eso, que lo haga. Si una autoridad no lo siente, porqué lo hace... ¿porque toca? en nuestra Santa Coloma vemos a nuestra alcaldesa, feminista, sufragista, más combativa en este asunto que nadie, portando la vara y yendo delante de la procesión de Jueves Santo. ¿Es esto discutible? Yo creo que sí. Y que la alcaldesa o alcalde no ha de asistir a este tipo de actos, pero no por que no sean los míos, sino porque debería ir a todos los demás. Testigos de jehová, sikh, musulmanes, budistas, etc. Menos aún como una manera de no perder comba con otros partidos políticos que, tan modernos y liberales y naranjas, han descubierto que acudiendo a darse golpes en el pecho y seguir tradiciones muy tradicionales, da votos. No sé. Me resulta muy extraño todo esto, que en vez de avanzar y establecer nuevas formas de crear cultura, vayamos a lo más rancio. De la procesión a Scorpions, ambos inclusive.
https://www.youtube.com/watch?v=45OLqtyPY7U
Y hablando de todo un poco. ¿Cómo va la revolución? Nosotros, los charnegos botiflers no estamos haciendo nada, pero los verdaderos guardianes de los chándals y las capuchas, ¿cómo lo llevan? Aprovechando el puente, planificando las vacaciones de verano, dónde están los cortes de carretera para entorpecer a los humildes vacacionantes. Puigdemont puede esperar hasta el martes de después de la mona. Estoy furioso, no lo puedo negar. Lo que escuché de boca de la periodista Anna Gómez ayer en Rac 1 me ha puesto como una moto. La distinción que hizo entre catalanes y ciudadanos que viven en Catalunya... tan ancha, tan pancha. Y que debería haber 60000 catalanes en prisión para que esto estallara por los aires, pero supongo que ella no. Qué gente. Qué banda. Y qué banda de fachas, ojo. Pero fachas. Fachas que te obligan a saber el himno. El mismo repelús, qué digo repelús, el mismo miedo me da quien me saca sus santos a la calle que quién me obliga a saberme un himno. Ni la Internacional. Estoy furioso. Estoy tan furioso que voy a ver si me da tiempo a tomarme una cañita en alguna parte. Bacalao con ajos tiernos. Tierno Galbán. O Galván. ¿Cómo va la revolución? ¿Es esto una revolución? No. No es una revolución. Y no es culpa de los charnegos botiflers comunes.
https://www.youtube.com/watch?v=0almdLf6yn0
Ella me dijo que es una vida bien buena allá, bien rica, bien chevere. Puñeta. En fin. Hace sol y esta tarde lloverá. Es el tercer día consecutivo que digo que va a llover por la tarde y a ver qué. Estamos en un momento dulce de la Semana Santa. Todo es posible. Es viernes Santo. Tengo un folleto que encontramos un día que fuimos al cine. Un folleto del Opus Dei. Iba a hacerle una foto y ponerla en Instagram. En plan todos los días es Viernes Santo. Un folleto del Opus Dei que encontramos en la entrada del cine Renoir Floridablanca. Me llevé uno. Me llevo todos los folletos de todo el mundo. Los folletos serán siempre nuestros. Los mossos conduciendo sus furgonas en dirección a la gente. Sorpresa mayúscula. Niños de diez años en primera fila de la manifestación. No estaba tv3 con un set puesto, que retransmitían desde un balcón. No es lo mismo. Vamos juntos a la playa. Los viernes santo no sé si hay que estrenar algo, en domingo de ramos sí. El caso es que no he puesto la foto en Instagram porque me ha parecido una gracia sin gracia. Sí que he hecho un tweet, sobre el tema procesional. Tampoco estoy muy satisfecho con el tema. Vamos a jugar por la playa. No me llevas a la playa ni atado.
https://www.youtube.com/watch?v=HIwmqHmK2Go
Tengo algo contra ti. Algo contra la gente. No soy una persona de consenso. Soy una persona díscola, que va siempre a la suya, siempre intentando buscar follón. Siempre viendo que los demás tienen un plan para hacernos la vida imposible. Tengo algo contra ti. Siempre viendo que nosotros tenemos un plan para hacernos la vida imposible. Voy a salir a la calle ahora, dentro de un rato. No tengo plan. Soy una persona díscola, una persona que no genera consenso, y no tengo ningún plan. No es la primera vez y no será la última. No tengo nada pensado. No lo tengo previsto. No se me ha ocurrido nada. No sé. Lo he ido dejando. No he creído necesario pensar en nada. Esperaba que lo hicieras tú. Y luego diré que bueno. O que no. Personas de consenso. Apostadas en una esquina, esperan con una vara en la mano para taponar tu calle al ritmo de tambores y cornetas. Cornetas, amigo. Cuando yo era más joven, se escuchaban las cornetas desde Torras i Bages, desde los cuarteles. Ahora no recuerdo, pero creo que Torras i Bages era un obispo carlista. O era Balmes. O era Urquinaona. No era carlista, era tradicionalista y católico. No es lo mismo. Jaén no tiene calle. Pero todos esos fachas sí, claro.
https://www.youtube.com/watch?v=SzoAKLUTNtc
Hace mucho que no lo digo, pero el amor es un sentimiento que llevo dentro del corazón. Hace mucho, pero mucho y quizás se olvida. El amor es un sentimiento que llevo dentro del corazón. Hace mucho que no la cantamos, pero es que hace mucho que no cantamos nada. Vamos juntos a la playa. Vamos a jugar juntos por la playa. Es un sentimiento que llevo dentro del corazón. Son Días que nos recuerdan a otros días. Hace un año, en esta misma semana santa, la vida cambió en todos los órdenes. Cambió. Simplemente. Hace un año, un martes santo, todo lo que estaba, pasó a ser de otra manera. Todavía no es la fecha oficial, pero ya estamos de celebraciones. Celebraciones y fastos. Mi padre está en el pueblo. Ha vuelto. Dicen que ha entrado solo en las Olas, que ha estado hablando con Merengue y con el Loren. Debe haber sido un puntazo. Hace un año la vida nos cambió a todos. El amor es un sentimiento que llevo dentro del corazón. Tengo un corazón que está en un camión y te lo vendo por los sentimientos. Hace mucho que no me tomo una birra así en plan bien. En plan tranquilo. Creo que desde ayer. Vivimos mejor que queremos. Y sin embargo...
https://www.youtube.com/watch?v=xJncHEZ3URs
Y poco más. Que tengan un buen fin de semana. Y saluden si nos vemos. Yo casi siempre saludo.
viernes, 30 de marzo de 2018
jueves, 29 de marzo de 2018
Carrer de Jaén. Poca calle para tanta gente.
La provincia de Jaén está al límite. La calle Jaén de Santa Coloma está al límite. La provincia de Jaén es una provincia de Andalucía, donde Andalucía no es la misma Andalucía que sale en la tele de los andaluces. La calle Jaén de Santa Coloma no es toda de Santa Coloma, porque una acera es de Badalona. Eso es muy de Santa Coloma. La calle Jaén es lo que están viendo en la foto. No tiene mucho más y lo poco que tenga de más es porque lo estiraremos nosotros. La calle Jaén está en el límite. Jaén es límite. Las procesiones de Jaén salen poco en la tele. Como las de Santa Coloma. Estamos al límite.
¿Cuánta gente de Jaén vive en Santa Coloma? ¿Cuántos descendientes? Mejor no calentarse. Acabo de escuchar esta mañana decir a una periodista que hay catalanes 'de socarrel' y ciudadanos que viven en Catalunya. Que ella no quiere decir que... que no se la entienda mal, pero que unos sienten Catalunya y otros no. ¿Cuánta gente de Jaén vive en Santa Coloma? Santa Coloma tiene calles anchas, calles estrechas, calles principales, calles secundarias, calles con cosas calles sin nada. La calle Jaén es un poco como Jaén. A primera vista, no tiene nada. No tiene todo eso que tiene Jaén. La calle Jaén se parece un poco a lo que yo conozco de Jaén. Mi Jaén es cuesta arriba y cuesta abajo. Subir para arriba, bajar para abajo. Y hace más o menos el mismo calor. Hoy hacía calor.
Y qué vistas. Otra cosa no tendrá la calle Jaén, pero qué vistas. Desde arriba del todo, se ve toda Santa Coloma. Mentira. Se ve la otra parte de Santa Coloma saltándonos la Santa Coloma del centro. Eso es muy Jaén. Estamos en el límite y pasamos del centro. Somos gente de extremos.
Santa Coloma es muy Jaén. Será porque vive mucha gente de Jaén. Hace tiempo, no tanto tiempo, pero un tiempo, un grupo de gente, es decir yo, pensé en que si montásemos un Partido de Jaén, barreríamos. Piensen. Cuánta gente conocen que tenga orígenes en Jaén. Jaén provincia. Ojo. No Jaén capital. Jaén capital es un espacio desconocido que los de Jaén solo visitan cuando van al hospital. Lo sé porque lo he visto.
Comenzaremos la excursión por la calle Jaén por arriba. Entrando por la rotonda en la que desemboca la calle Circunvalación, podemos bajar instintivamente por la Calle del Rellotge o bien aventurarnos por el callejoncillo y bajar por esa calle que parece de pueblo, de campo, de otro lugar. Podría ser de Jaén. Un Jaén de mentira. El callejón ya tiene nombre. Frente a un comedero de palomas, un grupo de fans de Emelec han bautizado el callejón como el Callejón Emelec. Emelec es un equipo de Ecuador. Y ya tiene su callejón en Santa Coloma. El callejón Emelec pertenece a la calle Jaén.
No es fácil encontrar la calle Jaén. La de Santa Coloma, al menos. La parte de Badalona tiene su placa, pertenece al barrio de la Pau, etc. La calle Jaén de Santa Coloma, si es que existe, no tiene placa. No tiene su plaquita ni granate, ni blanca, ni negra. Ni arriba ni abajo. Entramos por la Calle Jaén, y vamos bajando y encontramos la parte de atrás de unos edificios, en la acera izquierda, con sus sábanas y trapos tendidos.
Tuve un jefe, un encanto de persona, que consideraba chusma a quienes tendían la ropa en los balcones. Ya existen secadoras, decía. No tengo que verle las sábanas ni las bragas a nadie. Decía. Un sol.
Sol es el que hacía esta mañana. Posiblemente llueva esta tarde. Bajando por la calle Jaén de Santa Coloma encontramos esa retaguardia de edificios que dan a otra calle y según bajamos encontramos portones que entran en casitas o pisitos chicos. Casitas bajas. Alguien debe tener fotos de la antigua calle Jaén y deben dar gusto de verlas. Justo en la parte de arriba, en la parte de Badalona denuncia que quieren la 'apertura de la calle Jaén ya'. Es una pintada de hace tiempo. Hay un terraplén ya adoquinado en la parte de Badalona y sin solución de continuidad la pared que señala que detrás está el instituto Miguel Hernández. De Badalona.
De esa pared, lo que destacaremos son las pintadas, pintadas de advertencia, pintadas que recuerdan que un día en concreto, la vida de alguien cambió. Cambió en la calle Jaén. O eligió la calle Jaén para recordarlo. Y eso es bonito. Porque casi nadie se acuerda de Jaén.
Si seguimos bajando por la calle Jaén llegaremos prontísimo a la calle Lizst, que es donde desemboca todo esto. Muy al final de la calle Jaén, casi en la esquina, alguien ha pintado a mano que esa es la calle Jaén. Y el número. Y ahí queda el recuerdo.
Ni siquiera me atrevería a asegurar que la calle Jaén es de Santa Coloma, así del todo, categóricamente. Barrio del Fondo.
En la calle Jaén, que es muy Jaén, no hay una tienda, un bar, una panadería, una tienda de ropa, un todo a cien, una joyería, una retoucherie o una... nada. Unos portones, unas casitas pequeñitas, la parte de atrás de unos pisos, ropa tendida.
¿Cuántos jiennenses o hijos de jiennenses somos en este pueblo? No lo sé. Tenemos una calle. Y es muy Jaén. No la encuentras. No sabes dónde está. Y qué vistas.
¿Cuánta gente de Jaén vive en Santa Coloma? ¿Cuántos descendientes? Mejor no calentarse. Acabo de escuchar esta mañana decir a una periodista que hay catalanes 'de socarrel' y ciudadanos que viven en Catalunya. Que ella no quiere decir que... que no se la entienda mal, pero que unos sienten Catalunya y otros no. ¿Cuánta gente de Jaén vive en Santa Coloma? Santa Coloma tiene calles anchas, calles estrechas, calles principales, calles secundarias, calles con cosas calles sin nada. La calle Jaén es un poco como Jaén. A primera vista, no tiene nada. No tiene todo eso que tiene Jaén. La calle Jaén se parece un poco a lo que yo conozco de Jaén. Mi Jaén es cuesta arriba y cuesta abajo. Subir para arriba, bajar para abajo. Y hace más o menos el mismo calor. Hoy hacía calor.
Y qué vistas. Otra cosa no tendrá la calle Jaén, pero qué vistas. Desde arriba del todo, se ve toda Santa Coloma. Mentira. Se ve la otra parte de Santa Coloma saltándonos la Santa Coloma del centro. Eso es muy Jaén. Estamos en el límite y pasamos del centro. Somos gente de extremos.
Santa Coloma es muy Jaén. Será porque vive mucha gente de Jaén. Hace tiempo, no tanto tiempo, pero un tiempo, un grupo de gente, es decir yo, pensé en que si montásemos un Partido de Jaén, barreríamos. Piensen. Cuánta gente conocen que tenga orígenes en Jaén. Jaén provincia. Ojo. No Jaén capital. Jaén capital es un espacio desconocido que los de Jaén solo visitan cuando van al hospital. Lo sé porque lo he visto.
Comenzaremos la excursión por la calle Jaén por arriba. Entrando por la rotonda en la que desemboca la calle Circunvalación, podemos bajar instintivamente por la Calle del Rellotge o bien aventurarnos por el callejoncillo y bajar por esa calle que parece de pueblo, de campo, de otro lugar. Podría ser de Jaén. Un Jaén de mentira. El callejón ya tiene nombre. Frente a un comedero de palomas, un grupo de fans de Emelec han bautizado el callejón como el Callejón Emelec. Emelec es un equipo de Ecuador. Y ya tiene su callejón en Santa Coloma. El callejón Emelec pertenece a la calle Jaén.
No es fácil encontrar la calle Jaén. La de Santa Coloma, al menos. La parte de Badalona tiene su placa, pertenece al barrio de la Pau, etc. La calle Jaén de Santa Coloma, si es que existe, no tiene placa. No tiene su plaquita ni granate, ni blanca, ni negra. Ni arriba ni abajo. Entramos por la Calle Jaén, y vamos bajando y encontramos la parte de atrás de unos edificios, en la acera izquierda, con sus sábanas y trapos tendidos.
Tuve un jefe, un encanto de persona, que consideraba chusma a quienes tendían la ropa en los balcones. Ya existen secadoras, decía. No tengo que verle las sábanas ni las bragas a nadie. Decía. Un sol.
Sol es el que hacía esta mañana. Posiblemente llueva esta tarde. Bajando por la calle Jaén de Santa Coloma encontramos esa retaguardia de edificios que dan a otra calle y según bajamos encontramos portones que entran en casitas o pisitos chicos. Casitas bajas. Alguien debe tener fotos de la antigua calle Jaén y deben dar gusto de verlas. Justo en la parte de arriba, en la parte de Badalona denuncia que quieren la 'apertura de la calle Jaén ya'. Es una pintada de hace tiempo. Hay un terraplén ya adoquinado en la parte de Badalona y sin solución de continuidad la pared que señala que detrás está el instituto Miguel Hernández. De Badalona.
De esa pared, lo que destacaremos son las pintadas, pintadas de advertencia, pintadas que recuerdan que un día en concreto, la vida de alguien cambió. Cambió en la calle Jaén. O eligió la calle Jaén para recordarlo. Y eso es bonito. Porque casi nadie se acuerda de Jaén.
Si seguimos bajando por la calle Jaén llegaremos prontísimo a la calle Lizst, que es donde desemboca todo esto. Muy al final de la calle Jaén, casi en la esquina, alguien ha pintado a mano que esa es la calle Jaén. Y el número. Y ahí queda el recuerdo.
Ni siquiera me atrevería a asegurar que la calle Jaén es de Santa Coloma, así del todo, categóricamente. Barrio del Fondo.
En la calle Jaén, que es muy Jaén, no hay una tienda, un bar, una panadería, una tienda de ropa, un todo a cien, una joyería, una retoucherie o una... nada. Unos portones, unas casitas pequeñitas, la parte de atrás de unos pisos, ropa tendida.
¿Cuántos jiennenses o hijos de jiennenses somos en este pueblo? No lo sé. Tenemos una calle. Y es muy Jaén. No la encuentras. No sabes dónde está. Y qué vistas.
miércoles, 28 de marzo de 2018
Como una casa de pagés.
Hya. Perdón. Hay momentos en los que uno ha de decir que, quizás, con un poco de tal, pero de manera contundente, que una mierda como una casa de pagés. Hay momentos, que no han de ser muchos. Porque si son muchos los momentos en los que uno está completamente obcecado y se le marca la venilla, te acaban tomando el número. Puedes hacer gracia un tiempo, dejas de hacer gracia cuando se estipula que dejas de hacer gracia. Qué gracioso eras en el combate, qué pesado eres siempre combatiendo. Hay momentos, por eso, en los que la necesidad te obliga a decir que, quizás, otrosí, a lo mejor, ya está bien. Son esos momentos, pequeños, delicados, detalles en el discurrir del tiempo, que nos empujan a decir que, hombre, que no. Siempre se dice, siempre se hace, siempre es así. Siempre es todo igual.
Hace sol hoy, mucho sol. Un sol radiante, esplendoroso. Esta tarde lloverá. Porque siempre es así. Siempre son todas las cosas como son. Un día y otro día. Manchas de agua en el suelo. O de pipi. O de líquidos inflamables. Calles en obras, calles arregladas. Te acaban tomando el pelo. Te lo acabas creyendo. Todos los días serán iguales.
El otro día vimos a un señor en los locales, le conocíamos de vista. Nos saludó o no nos saludó. Ayer se encontró mal. Hoy se ha muerto.
Todos los días no son iguales. Todos los días son lo mismo. Pensar qué harás mañana. Pensar qué canción vas a escuchar. Qué canción te gustaría escuchar. Qué camino recorres. Escoger el camino, el cruce de caminos, el diablo tocando la guitarra. Siempre es lo mismo. Todos los santos días. Vivo cerca del cruce de dos calles. Nunca he visto al demonio, al diablo tocando la guitarra. Hay hoy unos extremeños de Badajoz hablando de que tal bar está cerrado y no podrán ir a comer. Van a buscar espárragos. Pasa un Seat rojo. Cruza la calle.
Siempre pasa todo igual. Pero hay momentos en los que, de alguna manera, podemos decir que una mierda como una casa de pagés. Una mierda como un niño de tres años. Esta era de Faemino y Cansado y me hacía mucha gracia. Me hace mucha gracia querer ser todos y querer ser uno. Querer ser nosotros y querer no ser nosotros. Me hace mucha ilusión que por fin hayáis decidido que no tenemos nada que hacer juntos. Que hayáis decidido que ya no tenemos nada en común. Que ya no tengamos que aguantar, ni nos tengáis que aguantar. Que tiréis por libre. Que seáis tan de verdad, tan la verdadera esperanza. Y yo digo que una mierda. Una mierda bien gorda. Que llueva mierda y que no pare de llover mierda. Una mierda como un niño de tres años.
Todos los días no son lo mismo. Hay días que no son iguales que otros días. Días en los que uno va con la palma y otros que va con el ramo. Días de trabajar en el despacho y días de trabajar en la calle. Días en los que lo entiendes y días en los que no lo entiendes. Días en los que creíste que eras y días en los que sabes perfectamente que no eres. Días en los que te curten el lomo y días en los que sabes que te van a curtir el lomo. Días en los que aprendes que nada es tuyo. Y días en los que hace sol y por la tarde llueve. Días para cortar carreteras y días en los que las carreteras te cortan a ti. Días en los que sabes que todo es un gran bidet lleno de piedras. Días en los que el entorno se ve tan mal que no hace falta limpiarte más las gafas. No te limpies más las gafas.
Tenía una idea de relato. Un diálogo por la calle, la calle Sant Carles, siempre. Y en medio del diálogo aparecen Carlos Bardem y Penélope Cruz que están representando la película nueva que estrenan. La realidad de las películas pasando en directo. El Acorazado Potemkin, ocurre realmente en alguna parte. Creételo. Créetelo. Crecepelo.
Y hay días en los que los tigres huelen a leones y días en los que te arrepientes de los párrafos previos y días en los que te encuentras con un bidet en la calle. Y piensas si no es teatro de calle. O alguna cosa que no entiendes. No tienes que entender nada. Nunca entendiste nada. No eras tú el que tenía que entenderlo. Crecepelo.
Hace sol hoy, mucho sol. Un sol radiante, esplendoroso. Esta tarde lloverá. Porque siempre es así. Siempre son todas las cosas como son. Un día y otro día. Manchas de agua en el suelo. O de pipi. O de líquidos inflamables. Calles en obras, calles arregladas. Te acaban tomando el pelo. Te lo acabas creyendo. Todos los días serán iguales.
El otro día vimos a un señor en los locales, le conocíamos de vista. Nos saludó o no nos saludó. Ayer se encontró mal. Hoy se ha muerto.
Todos los días no son iguales. Todos los días son lo mismo. Pensar qué harás mañana. Pensar qué canción vas a escuchar. Qué canción te gustaría escuchar. Qué camino recorres. Escoger el camino, el cruce de caminos, el diablo tocando la guitarra. Siempre es lo mismo. Todos los santos días. Vivo cerca del cruce de dos calles. Nunca he visto al demonio, al diablo tocando la guitarra. Hay hoy unos extremeños de Badajoz hablando de que tal bar está cerrado y no podrán ir a comer. Van a buscar espárragos. Pasa un Seat rojo. Cruza la calle.
Siempre pasa todo igual. Pero hay momentos en los que, de alguna manera, podemos decir que una mierda como una casa de pagés. Una mierda como un niño de tres años. Esta era de Faemino y Cansado y me hacía mucha gracia. Me hace mucha gracia querer ser todos y querer ser uno. Querer ser nosotros y querer no ser nosotros. Me hace mucha ilusión que por fin hayáis decidido que no tenemos nada que hacer juntos. Que hayáis decidido que ya no tenemos nada en común. Que ya no tengamos que aguantar, ni nos tengáis que aguantar. Que tiréis por libre. Que seáis tan de verdad, tan la verdadera esperanza. Y yo digo que una mierda. Una mierda bien gorda. Que llueva mierda y que no pare de llover mierda. Una mierda como un niño de tres años.
Todos los días no son lo mismo. Hay días que no son iguales que otros días. Días en los que uno va con la palma y otros que va con el ramo. Días de trabajar en el despacho y días de trabajar en la calle. Días en los que lo entiendes y días en los que no lo entiendes. Días en los que creíste que eras y días en los que sabes perfectamente que no eres. Días en los que te curten el lomo y días en los que sabes que te van a curtir el lomo. Días en los que aprendes que nada es tuyo. Y días en los que hace sol y por la tarde llueve. Días para cortar carreteras y días en los que las carreteras te cortan a ti. Días en los que sabes que todo es un gran bidet lleno de piedras. Días en los que el entorno se ve tan mal que no hace falta limpiarte más las gafas. No te limpies más las gafas.
Tenía una idea de relato. Un diálogo por la calle, la calle Sant Carles, siempre. Y en medio del diálogo aparecen Carlos Bardem y Penélope Cruz que están representando la película nueva que estrenan. La realidad de las películas pasando en directo. El Acorazado Potemkin, ocurre realmente en alguna parte. Creételo. Créetelo. Crecepelo.
Y hay días en los que los tigres huelen a leones y días en los que te arrepientes de los párrafos previos y días en los que te encuentras con un bidet en la calle. Y piensas si no es teatro de calle. O alguna cosa que no entiendes. No tienes que entender nada. Nunca entendiste nada. No eras tú el que tenía que entenderlo. Crecepelo.
martes, 27 de marzo de 2018
Karpov
Viejo, sucio y sin peinar. Viejo, sucio y sin peinar. Viejo, sucio y sin peinar. Llevo todo el día pensando esto. Viejo, sucio y sin peinar. Y me da igual y no me da igual. Porque he salido tarde y no había agua en casa y tenía que llegar aquí y ponerme con el tema. Viejo, sucio y sin peinar. Y con el quiqui atrás levantado. Y con la chaqueta que ya huele a tigres, a leones y a todos los campeones juntos. Y qué. Si llevamos tanto tiempo hablando de la estética y de que no es importante y que lo importante es otra cosa, a qué viene preocuparse por eso ahora. Y sin embargo, no sé, yo estoy más cómodo los días que salgo limpio de casa, los días que no llevo el quiqui levantado atrás. Viejo, sucio y sin peinar. Esa imagen de descuidado, pero no de descuidado chic, no, de descuidado, de que no te estás lavando, de que has perdido la referencia de la higiene. Estoy jugando mal. Y estoy jugando peor. Porque soy viejo y ya no juego a nada. Y me pongo delante del tablero porque todos esperan de mí que me ponga delante del tablero y me ponga a jugar y tarde mucho en hacer las jugadas y no haga grandes alardes de agresividad, si no que me mantenga reservón, me mantenga agazapado, conservador. Viejo, sucio y sin peinar. Viejo, sucio y sin peinar. Y el rival es un jovencito. Y todos son jovencitos. Y todas son jovencitas. Y todo el mundo es muy joven y tiene muchas ganas de jugar y de ser alegre y agresivo y hacer innovaciones e inventar y parecer moderno y estar contento de vivir y de ser jugador de... como aquel, como el de siempre. Y yo parece que voy cada vez a peor. Cada vez más viejo, más sucio, con el pelo aplastado, con la chaqueta con cerco, me queda grande, esta chaqueta me queda grande. Y maniático, siempre preocupándome por estas cosas, que si el cuello de la chaqueta, que si las mangas, que si huelo mal o si huelo bien, que si el pelo. El pelo, cómo puedo ir con ese pelo, pero ese pelo no se me va a poner bien nunca más. Ese pelo. Qué desastre. Estoy intentando mantener el tipo, este chaval ataca y no deja respirar, este chaval cree que puede ser más rápido que la máquina, ya hemos perdido con la máquina, o no. No lo sé. Antes yo tenía una teoría para cada cosa, una respuesta cierta para cada problema, y ahora estoy aquí, porque tengo que estar, porque la gente espera de mí que esté y que llegue y me siente y ponga cara de miedo, para que contraste más con ese jovencito que parece que ha descubierto la vida y el ajedrez y su puta madre y es feliz y lo dice y lo cuenta y lo proclama. Y yo voy a mover esta torre aquí, al ladito, aquí, para que sepas que huelo mal pero que por aquí vas a entrar cuando yo te diga. Pero ya el hecho de que me proteja dice que estoy mal. Huelo mal. Viejo, sucio y sin peinar. Y vas a hacer la broma. Pero ya estás perdido.
lunes, 26 de marzo de 2018
Esperando a Godot en chándal de tactel
Buscando cómo se escribe tactel. Sin tilde. Encontrando un artículo en Vogue en el que nos anuncian que las chaquetas de Tactel volverán a llevarse en esta primavera. Los chándal de tactel, todos hemos tenido que llevar uno. No sé si todos hemos esperado a que llegase el día en el que poder dejar de usarlos. Todos, espero. No creo.
La Catástrofe es el nombre de una nueva ramificación de la Excèntrica, ese espacio para la creación y la representación que no deja de proponer cosas nuevas y otras no tan nuevas. Proponer cosas nuevas y otras no tan nuevas no significa nada. Simplemente proponer. Una de esas cosas es representar Esperando a Godot, obra fundamental del teatro del absurdo del Siglo XX, de Samuel Becket. Una de esas cosas es hacer que esa obra signifique algo. Que te devanes los sesos intentando saber qué te quiere decir. La obra se representa en la Colmena, no hay entradas.
Dos mujeres en el escenario dialogan. Están esperando a Godot, con sus chándal de táctel y sus gorritos de estibador. Hablan, comentan, dialogan, se duermen, esperan. No hay nada que hacer. No saben cómo es Godot, ni tienen claro cuánto tiempo llevan esperando. No parecen estar pasándolo bien. Tampoco parece que estén pasándolo mal. ¿Les suena de algo? Hablamos, comentamos, nos disfrazamos, nos vestimos a la última, o nos vestimos a la penúltima. Y nos vamos a tomar algo. Y nos quedamos en casa y vemos la tele. Estamos ahí. Comentamos y esperamos a algo, que no sabemos lo que es. En chandal de tactel o en lo que nos digan.
Es el momento en el que llegan dos personas. Una persona atada a otra persona. Una persona que manda y otra que obedece. No son Godot. A las dos mujeres les sorprende que la situación sea la que es, pero solo les sorprende, no hacen nada. Están esperando. Si se grita tienen miedo, si se piensa mucho, tienen miedo también.
Los dos hombres se van. El que manda y el que obedece. Al final sale una chica. Y chimpún.
Ahora se supone que viene el análisis de las interpretaciones, encumbrar a los actores, alabar la adaptación, transmitir con palabras una emoción, transmitir lo que se transmite. No tengo ni idea. Ni idea, de verdad. Ni sé de interpretación, ni sé de teatro. Escribo por escribir.
Y así vamos pasando el tiempo. Hoy toca escribir sobre esto. Mañana sobre lo otro. Si se me permite un apunte, nada, una tontería. Solo conozco a Bárbara Ferrer. Del elenco de actores y actrices, solo a ella. No conozco a los demás. Quizás la apreciación más importante que pueda decir sobre la obra, y puede que sobre toda la historia del teatro en general, es que se consigue hacer entender que esas personas no están actuando. Que son así. Todos. Inocentes, déspotas, idiotas, simples, obedientes, ridículos, irascibles, nosotros.
Y eso es a lo máximo que puedo llegar. Es absurdo.
Al acabar la obra, llegando a la parada de metro de Santa Coloma, encuentro a una señora con la bufanda amarilla. Es domingo por la tarde. Mira hacia los lados. Hay gente a su alrededor que está dando un paseo. Yo salgo del teatro. Es como si hubiera dos mundos. El suyo. El nuestro.
Es absurdo.
La Catástrofe es el nombre de una nueva ramificación de la Excèntrica, ese espacio para la creación y la representación que no deja de proponer cosas nuevas y otras no tan nuevas. Proponer cosas nuevas y otras no tan nuevas no significa nada. Simplemente proponer. Una de esas cosas es representar Esperando a Godot, obra fundamental del teatro del absurdo del Siglo XX, de Samuel Becket. Una de esas cosas es hacer que esa obra signifique algo. Que te devanes los sesos intentando saber qué te quiere decir. La obra se representa en la Colmena, no hay entradas.
Dos mujeres en el escenario dialogan. Están esperando a Godot, con sus chándal de táctel y sus gorritos de estibador. Hablan, comentan, dialogan, se duermen, esperan. No hay nada que hacer. No saben cómo es Godot, ni tienen claro cuánto tiempo llevan esperando. No parecen estar pasándolo bien. Tampoco parece que estén pasándolo mal. ¿Les suena de algo? Hablamos, comentamos, nos disfrazamos, nos vestimos a la última, o nos vestimos a la penúltima. Y nos vamos a tomar algo. Y nos quedamos en casa y vemos la tele. Estamos ahí. Comentamos y esperamos a algo, que no sabemos lo que es. En chandal de tactel o en lo que nos digan.
Es el momento en el que llegan dos personas. Una persona atada a otra persona. Una persona que manda y otra que obedece. No son Godot. A las dos mujeres les sorprende que la situación sea la que es, pero solo les sorprende, no hacen nada. Están esperando. Si se grita tienen miedo, si se piensa mucho, tienen miedo también.
Los dos hombres se van. El que manda y el que obedece. Al final sale una chica. Y chimpún.
Ahora se supone que viene el análisis de las interpretaciones, encumbrar a los actores, alabar la adaptación, transmitir con palabras una emoción, transmitir lo que se transmite. No tengo ni idea. Ni idea, de verdad. Ni sé de interpretación, ni sé de teatro. Escribo por escribir.
Y así vamos pasando el tiempo. Hoy toca escribir sobre esto. Mañana sobre lo otro. Si se me permite un apunte, nada, una tontería. Solo conozco a Bárbara Ferrer. Del elenco de actores y actrices, solo a ella. No conozco a los demás. Quizás la apreciación más importante que pueda decir sobre la obra, y puede que sobre toda la historia del teatro en general, es que se consigue hacer entender que esas personas no están actuando. Que son así. Todos. Inocentes, déspotas, idiotas, simples, obedientes, ridículos, irascibles, nosotros.
Y eso es a lo máximo que puedo llegar. Es absurdo.
Al acabar la obra, llegando a la parada de metro de Santa Coloma, encuentro a una señora con la bufanda amarilla. Es domingo por la tarde. Mira hacia los lados. Hay gente a su alrededor que está dando un paseo. Yo salgo del teatro. Es como si hubiera dos mundos. El suyo. El nuestro.
Es absurdo.
sábado, 24 de marzo de 2018
Felicidades Dame Masquée
Ojalá hubiera estado allí, amigo. Ha sido una fiesta estupenda. La gente iba entrando por una puerta casi escondida en un muro y cuando conseguían entrar, se encontraban con un pequeño habitáculo donde un criado de casi dos metros nos iba dando un pequeño antifaz. Una máscara. Daba igual. Con la máscara puesta pasábamos por un pasillo a oscuras hasta llegar a una amplia sala, de esas que salen en las novelas. La típica sala con las lámparas enormes y las grandes mesas y el espacio perfecto para que las parejas salgan a bailar. Y qué gente tan fantástica. Qué divertida. Había de todo. Desde Alejandro Magno a María Estuardo, pasando por los emperadores romanos, los romanos republicanos, los romanos monárquicos, la reina Isabel de Inglaterra que no se hablaba con María Estuardo, el rey Luis, su hijo el rey Luis, Cleopatra, Catalina la Grande, toda suerte de condesas, marquesas, duquesas, archiduquesas, princesas, estaban allí las Mazarinettes, la reina Leonor de Aquitania, toda gente importantísima y otra gente que no reconocí, pero que parecía tener algo, no sé, algo.Y qué música, qué ritmo, qué bailes. Recuerdo haber estado bailando la misma canción de Bowie durante horas y horas, en diferentes versiones, con diferentes ritmos. Si hubieras venido, si hubieras conseguido llegar. Ha sido un fiestón. Nos habían dicho que había que venir ya cenado, pero no sé a qué hora han empezado a sacar pasteles, unos pasteles preciosos. Unos pasteles sabrosísimos. Con mucho chocolate, con mucho de todo. Y qué vinos. Y qué precioso todo. Y ha habido un momento en el que hemos formado una mesa con el cardenal Richelieu, el emperador Augusto, la reina Ana de Austria, Ana de Beaujeau... y no sé quién más.
Y si hubieras estado allí, la hubieras visto. Estaba estupenda, con uno de esos vestidos sencillos pero apabullantes, hablando de infinidad de cosas. No importaba si había reinas, reyes, emperatrices o princesas o príncipes, daba lo mismo. Ella era el centro de todo. Pese a la máscara o por la máscara. Tenía conversación para todo el mundo, y no dejaba de bailar la misma canción de Bowie. Y si hubieras venido, seguro que si hubieras estado, habría estado contigo durante horas, hablando, charlando, riendo, comentando, apuntando, recordando historias, creando nuevos relatos... y he perdido la noción del tiempo.
El tiempo ha ido deprisa o despacio. El rey Carlos V me ha cogido un momento a parte para preguntarme si me encontraba bien. Cuando le he querido responder, era Potemkim, mientras intentaba reponerme, creo que quien se estaba alejando era el rey Sebastián de Portugal. Y de repente la canción de Bowie ha dejado de sonar, y si hubieras estado allí, me habrías podido ayudar. De repente no se oía nada. Y se ha ido la gente. Y he dejado de ver dónde se encontraba ella. La he perdido de vista. Y, Yanáyev, no sé dónde estoy.
¿Estás seguro de que no has venido? ¿Acaso he ido yo a la fiesta de cumpleaños? ¿Ella ha dado la fiesta o he soñado yo que la daba? Ha sido maravilloso y cruel al mismo tiempo, de repente no había nada. ¿Tú sabes algo? Creo que no he podido felicitarla. Después de tanto rollo, finalmente no la he podido felicitar.
¿Tú sabes cómo encontrarla? ¿Podrás decirle que la echamos de menos? A ti igual te hace caso.
Por favor, si la ve, envíale muchos Bisous.
Muchos Bisous, Montse.
Y si hubieras estado allí, la hubieras visto. Estaba estupenda, con uno de esos vestidos sencillos pero apabullantes, hablando de infinidad de cosas. No importaba si había reinas, reyes, emperatrices o princesas o príncipes, daba lo mismo. Ella era el centro de todo. Pese a la máscara o por la máscara. Tenía conversación para todo el mundo, y no dejaba de bailar la misma canción de Bowie. Y si hubieras venido, seguro que si hubieras estado, habría estado contigo durante horas, hablando, charlando, riendo, comentando, apuntando, recordando historias, creando nuevos relatos... y he perdido la noción del tiempo.
El tiempo ha ido deprisa o despacio. El rey Carlos V me ha cogido un momento a parte para preguntarme si me encontraba bien. Cuando le he querido responder, era Potemkim, mientras intentaba reponerme, creo que quien se estaba alejando era el rey Sebastián de Portugal. Y de repente la canción de Bowie ha dejado de sonar, y si hubieras estado allí, me habrías podido ayudar. De repente no se oía nada. Y se ha ido la gente. Y he dejado de ver dónde se encontraba ella. La he perdido de vista. Y, Yanáyev, no sé dónde estoy.
¿Estás seguro de que no has venido? ¿Acaso he ido yo a la fiesta de cumpleaños? ¿Ella ha dado la fiesta o he soñado yo que la daba? Ha sido maravilloso y cruel al mismo tiempo, de repente no había nada. ¿Tú sabes algo? Creo que no he podido felicitarla. Después de tanto rollo, finalmente no la he podido felicitar.
¿Tú sabes cómo encontrarla? ¿Podrás decirle que la echamos de menos? A ti igual te hace caso.
Por favor, si la ve, envíale muchos Bisous.
Muchos Bisous, Montse.
viernes, 23 de marzo de 2018
Sonrisa congelada
Bueno, pues el
típico texto que no tiene un propósito concreto. Podría ser un yo ya lo dije, o
podría ser un me aburro. Me aburro y me da miedo. Da miedo en lo que se está
convirtiendo todo esto. Todo esto es todo esto. Me da la impresión de que hace
unos meses que hemos traspasado la línea de lo normal, asumiendo lo anormal,
presumiendo de lo anormal, asumiendo lo anormal, sin hacer nada por remediar lo
anormal. Lo anormal es hablar de cosas que pasan como exilio, encarcelamiento,
enjuiciamiento, desgobierno, desprecio de la política. Desgobierno, cualquiera
que me lea. No hay gobierno, pero hay una forma de gobernar. Una forma de
gobernar que se basa en asumir que da igual si hay gobierno, si no hay
gobierno, el no saber, el imaginar que los demás son gilipollas, que España era
un país de cabras y Paco Martínez Soria, en el que un listo desde Georgetown
podía pontificar sobre lo garrulo que era el estado español y lo inevitable de
las cosas. Y los demás éramos unos traidores. Y somos todavía unos traidores a
los que se nos puede mandar a pastar por mostrar solidaridad con quien hace con
su miedo lo que quiere, fugarse, exiliarse, pirarse, no comerse un talego por
algo que ellos pensaban que era ‘la voluntad de un pueblo’. Y no era la
voluntad de un pueblo. Era la voluntad de un grupo de gente, pero que no tenía
concreción. No digo nada que no digan otros que piensan o mejor dicho, que me
hacen pensar o estar de acuerdo con ellos. Los demás éramos traidores, en el
resto de España todo era franquismo, cobardía, garrulez. El pueblo elegido iba
derechito a la victoria.
Y si hoy meten en
el talego a nosecuantos consellers, si hoy vuelven a haber gente en chirona,
qué pasa. Si no tenemos nunca más Generalitat, qué pasa. Construir República.
Qué República. Con quién. Con qué gente. Qué república. Qué mierda de país nos
está quedando. Gente alegrándose de que peña se largue del país. Gente alegrándose
de que peña vaya al talego. Peña llamando cobarde a quien se fuga. Peña enviando
a pastar a quien muestra solidaridad. Supongo que habrá un montón de pelis en
las que al final ganan los buenos. La rebelión triunfa y el tamboriler del Bruc
ahuyenta al enemigo. Pero no está pasando.
Nos está quedando
un país de mierda. Y en el resto del estado, las soluciones que se apuntan, las
alternativas, parece que van dirigidas a hacer notar que no hay alternativa. Escucho
a un jurista o técnico diciendo que están perplejos porque les están cambiando
las reglas del juego. No por mucho repetirme lo voy a dejar de decir: estamos
viviendo una contrarrevolución. Hay momentos de esperanza, las movilizaciones
del 8 de marzo, lo que intentan hacer los pensionistas, de vez en cuando pasa
algo. Pero todo eso tiene que capitalizarlo alguien. Y me da pavor pensar que
lo puede capitalizar quien sistemáticamente lo traiciona. O lo pervierte. O lo
ignora.
Mira que lo
estábamos diciendo. Pero da igual. No aprendemos nada. Igual que cuando pasó la
crisis inmobiliaria, que parecía que estábamos esperando que la cosa volviera a
rular para volverla a cagar. Pues igual. Estamos esperando cagarla
sistemáticamente. Cometiendo errores, cagándonos unos en los otros, peleando a
escondidas, peleando a cara descubierta, dejándonos llevar por la lírica, por
la épica, cuando no hay nada, detrás no hay nada. No hay nada más que números
raros, movidas extrañas, gente muy pirada con ganas de juerga, carne de cañón,
pérdidas razonables, víctimas colaterales. Lo habíamos dicho. Si vamos detrás
de gente de derechas, acabaremos cagados todos. Estamos cagados todos. El procés
era bla bla bla. Las fotos de rubios y rubias en una arcadia feliz luchando por
la libertad no eran reales. Lo iba a pagar gente. Traidores, cómplices de los
borbones. Estupendo.
No avanzamos. No vamos
hacia delante. No progresamos. No vamos a vivir mejor. Ni siquiera igual. Estamos
creando un monstruo. Viviendo en lo anormal. Y la vida pasa, los contratos se
siguen haciendo, las ambulancias siguen circulando. Los trabajos se siguen
malpagando, los señores siguen tomando café y decidiendo cómo va todo. Y tú,
mientras, con la banderita en la espalda, esperando a que te llamen para que te
partan la cara. No me molesta que digas esto o lo otro. Me molestas tú. Depresión.
jueves, 22 de marzo de 2018
Turull
Yo no había ido a ninguna manifestación de la Diada. Fui un año. Íbamos desde Santa Coloma unos cuantos, yo no fui con ellos, fui a parte. Me encontré con los míos. Pensábamos, de manera muy naif, que bueno, es una manera de hacer llegar nuestro proyecto final. Al final, Turull. Las V. La cremallera que se cierra y llega al final todo cosido para que venga, al final, Turull. Todo esto va de cambiar el orden, la hegemonía, subvertir el sistema y crear una cosa nueva. Al final, Turull. Todo esto iba de enterrar a Convergència, de enviarlos a la papelera de la historia. Al final, Turull. Todo esto iba a crear una República. Pero al final, Turull. Todo esto, la camiseta amarilla, la camiseta roja, al camiseta blanca con el punto, estem a punt', president posi les urnes, la gente poniendo dinero, tiempo, buena fe, ganas, ilusión, enfrentamientos entre personas que nos conocemos de hace tiempo, de hace poco tiempo, que nos desconocemos desde siempre, todo este tiempo, toda esta gente, toda la calle pintada de lazos amarillos. Al final, Turull. Ir a concentraciones sabiendo que son concentraciones de derechas. Al final, Turull. Gente que no había sido nunca de derechas, de repente se vuelve defensora de opciones políticas de izquierdas. Gente que no es de derechas, votando a Ciudadanos, porque alguien tiene que parar a los independentistas. Al final, Turull. Debemos acompañar el Procés porque es una manera de que el régimen del 78 se vaya a la mierda. Aguantar los papelones de Talegón, de Cotarelo, ver a Albano encerrado en una jaula ficticia junto a un neoliberal como Mark Serra, porque es una oportunidad de demostrar que el Estado español es fascista, es dictadura, es caspa. Al final, Turull. Construir un país nuevo, en el que la antigua élite pierda de una manera definitiva el poder. Al final, Turull. Votar unos presupuestos an ti so cia les porque estás contribuyendo a derrumbar el régimen. Al final, Turull. La gente que se dejó las pestañas y la salud en las jornadas previas al 1 de octubre, los que se pusieron delante de la policía recibiendo ostias, mientras Turull les animaba a que siguieran saliendo a la calle para que les siguieran curtiendo el lomo. Al final, Turull. Todo aquello que decíamos de que era todo un poco como el Gatopardo, que es necesario que todo cambie para que todo siga igual. Ha sido necesario que todo siguiera igual, para que viniera Turull. Al final, Turull. Al final de todo, presidentes, candidatos, elecciones a la ANC, actos de Omnium Cultural reivindicando las luchas pasadas del movimiento obrero, exposiciones en la Modelo donde la memoria de los luchadores antifranquistas es una broma, la eliminación del PSUC como referente de nada porque los referentes son otros, el llamarnos traidores los unos a los otros, el llamarnos comparsas los unos a los otros, las alianzas contranatura o no tan contranatura. Al final, Turull. Discusiones entre compañeros, comparsas, tontos útiles, unionistas, federalistas, amigos de la derecha, amigos de la otra derecha. Al final, Turull. El desastre de que una opción de derechas muy de derechas como Ciutadans gane en Santa Coloma arrasando porque la bandera pesa y pesa mucho. Al final, Turull. Leer a un compañero que no sé si será de la Cup o no porque al final nadie es de la Cup decir que el hecho de que el PdeCat tenga unos compañeros de viaje diferentes, hace que todo sea diferente. Al final, Turull. Escuchar al Graupera repetir el mismo discurso de Turull de que todo esto no va de alquileres, de pantanos, de la vida de la gente, sino de algo más elevado. Al final, Turull. Al final ese discurso de que esto no va de minucias de gente que reclama migajas o sueldecitos o paguitas para ir tirandillo, no, esto es más profundo, esto va de que al final tiene que ser alguien como Turull. Que todo ha desembocado en que al final Turull. ¿Al final pasará algo? No pasa nada. No hay Govern, no hay autogovern, pero se la bufa. A unos y a los otros. A los unos porque no se van a bajar del burro y al final, al final, final, a Turull le va a dar igual. Al final, Turull. A los otros para demostrar que todo esto de las autonomías es una estafa. Ya les va bien. Al final Turull. Al final. Posiblemente la Cup vote que no, que la República y eso. Pero es lo que hay. Al final, Turull. Si no ahora, siempre.
miércoles, 21 de marzo de 2018
Lo importante para el señor Sangré
En cuanto a mí, poco que decir. Soy un humilde... pero eso no es lo importante. Lo importante es lo que contaba el señor Sangré. Lo importante no es lo que te ocurre a ti, que has salido de casa temprano esta mañana, te has puesto tu chaqueta militar y tu pantalón de chándal y tu gorrita de equipo de béisbol de una ciudad del medio oeste, has agarrado la jaula con el pajarito y has ido al bar a ver qué se cuece. Lo importante es lo que contaba el señor Sangré. Lo importante son las horas y horas hablando sobre un vino que probó en una masia de l'Empordà. Lo importante son las horas y horas hablando de la relación tan estrecha que tenía con su sastre, el señor Marañón, que se llamaba igual que un jugador del Espanyol y que el señor Sangré no conocía, pero le gustaba pensar que un españolista le metiese los bajos. Lo importante del señor Sangré era lo que a él le parecía importante. Un libro de poesía no era importante. Lo importante era la poesía. Una guitarra sonando en una casita mirando a la costa en Cadaqués no era importante, lo importante era la múscia. Unos cargols a la llauna en una noche rasa en una masía en Camarasa no era importante. Lo importante era la tierra. Hablando de absolutos. Hablando de detalles absolutos. Lo importante para el señor Sangré era la vida del señor Sangré. Lo importante para el señor Sangré era el absolutismo. Lo importante para el señor Sangré era meterse la mano en el bolsillo y sentir que no había nada en el bolsillo y estar satisfecho de no necesitar llevar nada consigo porque todo ya era suyo y no necesitaba tener nada a mano, porque a mano estábamos nosotros. Lo importante para el señor Sangré era leer el diario para comprobar que el mundo seguía funcionando ahí fuera, en el resto de Barcelona, en otros países. Lo importante para el señor Sangré era Barcelona. Pero era una Barcelona donde no llega el Metro. Una Barcelona a la que se acude en coche, en tu coche, en su coche, en un taxi, en el coche de la empresa, en el coche de un amigo, en coche. Una Barcelona cuesta arriba, una Barcelona de gente que es más alta que tú. Una Barcelona en la que el señor Sangré es importante y casi nadie lo sabe. Un amigo vio al señor Sangré un día. En la misma cafetería en la que el señor Sangré se tomaba un cortado antes de entrar a ver cómo trabajaban sus empleados. Y no reconoció al señor Sangré. Tuve que decírselo yo. Yo soy una persona muy humilde, una persona del montón, que no es importante. El señor Sangré participó una vez en una charla de personas de Barcelona organizada por el Círculo de Amigos de la Ciudad de Barcelona. Venía gente de Madrid, Bilbao y París. El señor Sangré removió cielo y tierra para que viniera alguien de Roma. Al final él mismo dijo hablar en nombre de la ciudad de Roma. Y de Barcelona. Porque, dijo, Barcelona y Roma son al fin y al cabo ciudades hermanas. Y en aquel debate pasó dos horas de su tiempo precioso hablando de las similitudes entre Roma y Barcelona, para acabar diciendo, que su conclusión era que Barcelona y Roma eran importantes. Por el mero hecho de que a él se lo parecía. Y que el resto de participantes en el encuentro eran importantes también pero subsidiarias. Y al pronunciar la palabra subsidiaria pidió un vaso de agua para limpiarse la boca. El señor Sangré no dejó hablar a los demás. Los demás no eran importantes. Yo soy una persona humilde y tampoco me gusta dejar que hablen los demás. Un día os contaré mi historia.
martes, 20 de marzo de 2018
La vida del señor Sangré
Uno de los temas favoritos de conversación para el señor Sangré era el de las cosas que le hubiera gustado hacer en la vida. Era un tema de conversación que el señor Sangré utilizaba simplemente para pasarle la mano por la cara a quienes le escuchaban. Todo lo que le había gustado hacer en la vida, lo había hecho. El señor Sangré escuchaba las vidas de los demás con mucho interés. Escuchaba sus penas, sus lamentos, sus éxitos, las veces que lo habían intentado, la vida difícil, el trabajo duro, las enfermedades, las alegrías, los preciosos viajes, las lecturas que marcan, los partidos de fútbol, los matrimonios fallidos, las aventuras románticas, la vida en pareja satisfactoria y plena. Y el señor Sangré escuchaba y acompañaba a sus amigos en la emoción de los momentos álgidos, y se preocupaba por los momentos de tristeza, cómo no, pero al final, acababa estropeando la magia de la situación, porque el señor Sangré odiaba la vida común de la gente a la que le pasaban cosas. Al señor Sangré le gustaba contar que todo le iba bien. Si contaba lo que había sido su vida, siempre decía que todo era tal y como lo planificaba desde su niñez. La vida tal y como debía ser. Eso era lo que pensaba y lo que contaba el señor Sangré. Una vida en la que había hecho lo que quería. Esto es nada. No había hecho nada más que seguir con una tradición familiar de defensa de lo que ya había hecho el anterior, nada, y proyección en el presente y el futuro de la inutilidad de las acciones del otro. El señor Sangré se entretenía caminando por las calles de Barcelona con el adoquinado histórico de las aceras. Contaba el señor Sangré que sentir el dibujo de los adoquines bajo la suela de sus zapatos era la diversión más profunda. Porque decía que en cada adoquín, en cada baldosa de aquellas, podía sentir la vida de la ciudad. En realidad, al señor Sangré le gustaba ser un poco como se esperaba que fuera el señor Sangré. Le gustaba esa imagen de traje y pañuelo en el bolsillo de la americana. Le gustaba esa figura de hombre maduro sentado en una terraza disfrutando de un vermut, aunque a él no le gustaba el vermut. Le gustaba imaginarse tomando café con sus empleados en un bar, aunque él no iba nunca a ese bar. Le gustaba creerse amigo de gente de otra clase, pero sabía que no eran sus amigos. Le gustaba hacer ver que le gustaba los domingos por la tarde leer en la biblioteca, pero la mayor parte del tiempo la pasaba dormido. Le gustaba hacerse el descreído en política, contar y decir que todo era inútil, que su familia había sido rica antes de que el dinero se hubiera inventado, de que eso fue así siempre y siempre sería de esa manera. Le gustaba al señor Sangré mirar a sus amigos perdonándoles la vida. La vida del señor Sangré la contó un escritor al que el señor Sangré le encargó una biografía. El escritor pasó muchas horas con el señor Sangré. Al final se la tuvo que inventar la vida del señor Sangré, porque su rutina no daba para mucho. Una vida dedicada a ser el señor Sangré. El señor Sangré tenía muchos frascos de colonia que decía que compraba en una perfumería específica de Barcelona. El señor Sangré se propuso con quince años decir cada día el nombre de su ciudad. Barcelona. Barcelona todos los días. El señor Sangré consideraba que Barcelona era suya. Una parte de Barcelona, la parte buena. El señor Sangré nunca hablaba de según qué barrios, aunque le gustaba hacer creer que tomaba café con sus empleados. El señor Sangré, poco antes de morir, tuvo que ir al hospital para una prueba. El chico que le llevaba en coche, se equivocó y pasaron por uno de esos barrios. El señor Sangré miró por la ventanilla y no mostró ningún interés. El señor Sangré tuvo un antojo de una copita de algo que le calentara. Aquellos barrios le dieron frío. Cuando el señor Sangré volvió a casa después de hacerse la prueba, no quiso tomarse la copa. Fue lo más cerca que estuvo de ti.
lunes, 19 de marzo de 2018
El padre del señor Sangré
Cuando el señor Sangré estaba a punto de morir, solía contar historias de su infancia. Era una infancia ejemplar, con unos padres ejemplares, una familia ejemplar, un entorno ejemplar, un colegio ejemplar... todo. Era todo tan estupendo que hacía sospechar. Pero la realidad era cierta. Todo era verdad. El señor Sangré yendo al colegio de la mano de su padre, que le llevaba primero a desayunar a una cafetería donde hacían unos melindros buenísimos, salían, le acompañaba un poco hacia el colegio y se volvía a la cafetería en la que pasaba el rato hasta que a la hora en la que los empleados del negocio desayunaban él volvía a la empresa a dar ejemplo. El señor Sangré recordaba los partidos de fútbol en el patio del colegio. El Colegio Sagradísimo Corazón de Jesús y Aliento de María. Se hacían llamar los alientistas, para diferenciarse de sus odiados corazonistas. El partido de fútbol con las rodillas peladas de caerse tanto. Pero el señor Sangré no se caía nunca, porque el padre del señor Sangré siempre le decía que lo mejor del fútbol y de jugar a fútbol y de todo en la vida era estar sin que nada la haga a uno ni un rasguño. Y así el señor Sangré aprendió a jugar, estar, vivir, sin que nada le afectase. El señor Sangré, cuando estaba a punto de morir, se acordaba mucho de su padre. De su padre y de su madre. Su madre en casa leyendo y escuchando la radio. La radio y los libros. Su madre leía mucho y siempre le dijo a su hijo que leer estaba muy bien, quizás lo mejor de la vida, pero era mejor ser un hombre. Un hombre que lee al menos no está en su casa y puede ir a la cafetería como tu padre y puede dirigir la empresa como tu padre. Y el señor Sangré siempre admiró a su madre. Pero se acordaba de su padre. Y admiraba a su padre y a su madre. Y siempre estaba admirando a su padre y a su madre. Y siempre hablaba de su padre y de su madre. Y estaba a punto de morir y llegó a pensar que era su padre. Y su padre se le aparecía cuando estaba a punto de morir y le decía, no te equivoques, yo soy yo y tú eres tú. Y el padre del señor Sangré cuando murió, contaba historias de su padre, el abuelo del señor Sangré, que también era señor Sangré y no había salido de Barcelona para ningún tipo de asunto jamás, porque salir de Barcelona consideraba que era una acción innecesaria y cuando comenzaron a proliferar los centros excursionistas y gente que quería ir a dar una vuelta por el Puigsacalm el abuelo del señor Sangré se compró una butaca para sentarse en la puerta de su casa e ir saludando a la gente que se iba de paseo. Y el abuelo del señor Sangré, cuando estaba a punto de morir, le susurró a su hijo, el padre del señor Sangré, una cosa. Una idea que parece ser que se heredaba de padres a hijos desde tiempo inmemorial, desde que el primer señor Sangré se instaló en la calle Aribau y dedicó sus esfuerzos a mantener un patrimonio que no se sabe de dónde venía pero patrimonio era. Y el primer señor Sangré le dijo al segundo señor Sangré al oído 'el secreto del negocio es el secreto del negocio'. Y el señor Sangré cuando quiso transmitirle a su hijo, que iba buscando hermanos por las calles de Barcelona, anhelando que aquel compañero de pupitre pudiera ser su hermano y desayunar con él los melindros que su padre le contaba que desayunaba con su padre. Y el señor Sangré a veces se olvidaba de que tenía un hijo. Y cuando llegó la hora última del señor Sangré no vio a su hijo a su lado para susurrarle el secreto del negocio.
Y no se murió.
Y no se murió.
viernes, 16 de marzo de 2018
El amigo del señor Sangré
Contaba el señor Sangré una historia sobre su amigo Tonet Pipalau. O era una historia que contaba su amigo Tonet Pipalau. O era una historia que su amigo Tonet Pipalau contaba sobre el señor Sangré y el señor Sangré la contaba después. Al parecer los dos fueron una vez, antes de casarse a comer a un pueblo cerca del Montseny. Hicieron una pequeña excursión y se pararon en una masía a desayunar, almorzar comer. Los dos se metieron entre pecho y espalda los manjares más duros de la comarca y probaron las bebidas más tal. Se echaron una siesta de dos horas y pico y a las seis de la tarde enfilaron el camino para casa. Todo esto lo contaban entre risas y con comentarios sin editar por el director de la obra.
En otra ocasión, Tonet Pipalau y el señor Sangré, también solteros entonces, fueron a las fiestas de un pueblo cerca del pantano de Susqueda. Era verano y bailaron mucho con las orquestas del pueblo. Bailaron con algunas chicas del pueblo. Luego estuvieron tomando algo en el casino del pueblo, hablaron con los prohombres del pueblo, comentaron la actualidad, rieron y se volvieron al pueblo.
Otra vez, se fueron de vacaciones a un pueblo de Andalucía, en la costa. Tonet Pipalau tenía un coche muy moderno para su época y fueron escuchando la radio y cintas de música. A Tonet Pipalau le gustaba la canción moderna pop. Al señor Sangré le desagradaba la música y se pasó el viaje durmiendo. Llegaron al pueblo y fueron a la playa. Al señor Sangré no le gustaba el sol y a Tonet Pipalau enseguida se le ponía la cara como de marinero de Calella. Al señor Sangré le dio por pasear por las calles del pueblo, pero hacía mucho calor. Se metió en un bar y pidió un licor. No tenían, tenían otra variante y no le gustó. Pasaron todos esos días separados. El señor Sangré no lo pasó muy bien. El señor Sangré contaba que viajar estaba bien, pero había que saber elegir el sitio. El señor Sangré nunca había salido de Barcelona tanto como cuando conoció a Tonet Pipalau. Tonet Pipalau era una persona excelente. A todo el mundo le caía bien. Era hijo de un amigo de los Sangré. Y el señor Sangré recordaba a Tonet Pipalau de vez en cuando. Y el señor Sangré decía que Tonet Pipalau era una persona excelente. Y Tonet Pipalau se casó con una hermana del señor Sangré. Y el señor Sangré no sabía que Tonet Pipalau estaba enamorado de la hermana del señor Sangré. Y el señor Sangré se enfadó con su hermana y con Tonet Pipalau. Y el señor Sangré siempre hablaba bien de Tonet Pipalau. Tonet Pipalau murió antes que la hermana del señor Sangré.
La hermana del señor Sangré veía de vez en cuando a su hermano en alguna reunión de la empresa de los señores Sangré. El señor Sangré no hablaba con su hermana. El señor Sangré y la hermana del señor Sangré se evitaban en esas reuniones. El señor Sangré, cuando estaba con amigos, hablaba siempre bien de Tonet Pipalau. Y contaba cómo se fueron a ese pueblo de Andalucía. De cómo se durmió en el coche. De aquellos bailes de antes. De lo excelente persona que era Tonet Pipalau. De la piel tostada de Tonet Pipalau y de la pinta de marinero que se le ponía en cuanto estaba al sol.
La hermana del señor Sangré se llamaba Ifigènia y al señor Sangré le gustaba llamarla If.
En otra ocasión, Tonet Pipalau y el señor Sangré, también solteros entonces, fueron a las fiestas de un pueblo cerca del pantano de Susqueda. Era verano y bailaron mucho con las orquestas del pueblo. Bailaron con algunas chicas del pueblo. Luego estuvieron tomando algo en el casino del pueblo, hablaron con los prohombres del pueblo, comentaron la actualidad, rieron y se volvieron al pueblo.
Otra vez, se fueron de vacaciones a un pueblo de Andalucía, en la costa. Tonet Pipalau tenía un coche muy moderno para su época y fueron escuchando la radio y cintas de música. A Tonet Pipalau le gustaba la canción moderna pop. Al señor Sangré le desagradaba la música y se pasó el viaje durmiendo. Llegaron al pueblo y fueron a la playa. Al señor Sangré no le gustaba el sol y a Tonet Pipalau enseguida se le ponía la cara como de marinero de Calella. Al señor Sangré le dio por pasear por las calles del pueblo, pero hacía mucho calor. Se metió en un bar y pidió un licor. No tenían, tenían otra variante y no le gustó. Pasaron todos esos días separados. El señor Sangré no lo pasó muy bien. El señor Sangré contaba que viajar estaba bien, pero había que saber elegir el sitio. El señor Sangré nunca había salido de Barcelona tanto como cuando conoció a Tonet Pipalau. Tonet Pipalau era una persona excelente. A todo el mundo le caía bien. Era hijo de un amigo de los Sangré. Y el señor Sangré recordaba a Tonet Pipalau de vez en cuando. Y el señor Sangré decía que Tonet Pipalau era una persona excelente. Y Tonet Pipalau se casó con una hermana del señor Sangré. Y el señor Sangré no sabía que Tonet Pipalau estaba enamorado de la hermana del señor Sangré. Y el señor Sangré se enfadó con su hermana y con Tonet Pipalau. Y el señor Sangré siempre hablaba bien de Tonet Pipalau. Tonet Pipalau murió antes que la hermana del señor Sangré.
La hermana del señor Sangré veía de vez en cuando a su hermano en alguna reunión de la empresa de los señores Sangré. El señor Sangré no hablaba con su hermana. El señor Sangré y la hermana del señor Sangré se evitaban en esas reuniones. El señor Sangré, cuando estaba con amigos, hablaba siempre bien de Tonet Pipalau. Y contaba cómo se fueron a ese pueblo de Andalucía. De cómo se durmió en el coche. De aquellos bailes de antes. De lo excelente persona que era Tonet Pipalau. De la piel tostada de Tonet Pipalau y de la pinta de marinero que se le ponía en cuanto estaba al sol.
La hermana del señor Sangré se llamaba Ifigènia y al señor Sangré le gustaba llamarla If.
jueves, 15 de marzo de 2018
El trabajo del señor Sangré
El primer millón que hizo el señor Sangré fue anterior a su segundo millón. Según contaba el señor Sangré, después de su segundo millón hizo su tercer millón. Damos por entendido que el señor Sangré contaba estas cosas. Damos por entendido que en un bar en el que el cortado vale más de un euro y medio el señor Sangré se sentaba a contar sus cosas. Unas cosas que no tienen nada que ver con una historia lineal. El señor Sangré no nació en ningún sitio y no morirá. El señor Sangré vive también en tu corazón, tú que no sabes nada de Barcelona ni de Catalunya ni de los pequeños pueblos donde se guarda la esencia y de las grandes ciudades donde moran los niños y niñas del mañana. Tú que no tienes ni idea de lo que estoy hablando, eres el señor Sangré. El señor Sangré saliendo por las mañanas a dar una vuelta y a vigilar si la cosa va bien. Leyendo el periódico como el que lee un tebeo porque sabe que lo que cuenta el diario ya está contado una y mil veces. Que no tiene nada que ver con él. El señor Sangré tiene una plaza en Barcelona con su nombre. Recuerda perfectamente a quién dedicaron la plaza Sangré. A él. Recuerda el día en el que se inauguró la plaza Sangré. El discurso del alcalde, los regidores del ayuntamiento saludándolo como si fuera el mismo rey de españa. Cuando le tocó hablar dijo lo siguiente:
'Las hormigas son insectos. No recuerdo si los insectos son animales o alguien dijo que no lo eran. Las hormigas viven en hormigueros. Se reparten el trabajo y cada uno tiene su función. Yo estoy muy contento por tener una plaza con mi nombre. Vosotros ya veréis.'.
El señor Sangré no fumaba y bebía con moderación. En su casa tenía una serie de bebidas de mucho nombre. Cuadros de firmas con dos apellidos en su mayoría. Esculturas de amigos suyos. Muchas cosas de mucho valor, pero que el señor Sangré no conocía. El señor Sangré disponía de mucho tiempo libre. La mayor parte del tiempo lo pasaba en su empresa. Un negocio que él mismo desconocía del mismo modo que lo desconocían sus propios empleados. A las ocho y media de la mañana esperaba en una esquina a que fueran las nueve. Vigilaba que los empleados entraran en el edificio. A las nueve y cuarto entraba en la empresa y se sentaba en una silla. Miraba cómo le miraban sus empleados. De cuando en cuando el señor Sangré contaba historias fantásticas sobre caballerías y batallas en las que participaron antepasados suyos. El señor Sangré hablaba de política, cagándose en todo. Los empleados esperaban a que llegara la hora de volver a casa sin nisiquiera coger un teléfono.
El señor Sangré recordaba el primer día que fue a trabajar. Su padre, el señor Sangré, le abrió la puerta de su despacho y le dijo 'me voy a casa, si pasa algo, que no pasará, no te preocupes, ya lo arreglará otro'. El señor Sangré contaba historias sobre una casa en el Pirineo que nunca tuvo. Un día, el señor Sangré empezó a hablar en francés. Al cabo de una semana empezó a hablar en italiano. Hubo un año entero en el que hablaba solo en italiano. Decía que hablar inglés era de catetos que necesitan trabajo. Se instaló un equipo de música en su trabajo y ponía música en francés y en italiano. Hizo derribar los tabiques de la empresa y así todos sus empleados podían escuchar la música maravillosa que salía de aquellos altavoces. El señor Sangré tenía una casa en la costa. No le gustaba el mar, ni las barcas. Le gustaba contar que tenía una casa en la costa. Al señor Sangré no le gustaba estar callado. Al señor Sangré le dedicaron un pasaje al lado de la plaza que llevaba su nombre. El pasaje Sangré. Vinieron la alcaldesa y una serie de regidores y prohombres de la oposición. Algunos eran compañeros de colegio del señor Sangré. Cuando le tocó hablar dijo:
'Las hormigas son insectos. Je suis desolé'.
'Las hormigas son insectos. No recuerdo si los insectos son animales o alguien dijo que no lo eran. Las hormigas viven en hormigueros. Se reparten el trabajo y cada uno tiene su función. Yo estoy muy contento por tener una plaza con mi nombre. Vosotros ya veréis.'.
El señor Sangré no fumaba y bebía con moderación. En su casa tenía una serie de bebidas de mucho nombre. Cuadros de firmas con dos apellidos en su mayoría. Esculturas de amigos suyos. Muchas cosas de mucho valor, pero que el señor Sangré no conocía. El señor Sangré disponía de mucho tiempo libre. La mayor parte del tiempo lo pasaba en su empresa. Un negocio que él mismo desconocía del mismo modo que lo desconocían sus propios empleados. A las ocho y media de la mañana esperaba en una esquina a que fueran las nueve. Vigilaba que los empleados entraran en el edificio. A las nueve y cuarto entraba en la empresa y se sentaba en una silla. Miraba cómo le miraban sus empleados. De cuando en cuando el señor Sangré contaba historias fantásticas sobre caballerías y batallas en las que participaron antepasados suyos. El señor Sangré hablaba de política, cagándose en todo. Los empleados esperaban a que llegara la hora de volver a casa sin nisiquiera coger un teléfono.
El señor Sangré recordaba el primer día que fue a trabajar. Su padre, el señor Sangré, le abrió la puerta de su despacho y le dijo 'me voy a casa, si pasa algo, que no pasará, no te preocupes, ya lo arreglará otro'. El señor Sangré contaba historias sobre una casa en el Pirineo que nunca tuvo. Un día, el señor Sangré empezó a hablar en francés. Al cabo de una semana empezó a hablar en italiano. Hubo un año entero en el que hablaba solo en italiano. Decía que hablar inglés era de catetos que necesitan trabajo. Se instaló un equipo de música en su trabajo y ponía música en francés y en italiano. Hizo derribar los tabiques de la empresa y así todos sus empleados podían escuchar la música maravillosa que salía de aquellos altavoces. El señor Sangré tenía una casa en la costa. No le gustaba el mar, ni las barcas. Le gustaba contar que tenía una casa en la costa. Al señor Sangré no le gustaba estar callado. Al señor Sangré le dedicaron un pasaje al lado de la plaza que llevaba su nombre. El pasaje Sangré. Vinieron la alcaldesa y una serie de regidores y prohombres de la oposición. Algunos eran compañeros de colegio del señor Sangré. Cuando le tocó hablar dijo:
'Las hormigas son insectos. Je suis desolé'.
miércoles, 14 de marzo de 2018
La historia que contaba el señor Sangré
La historia que contaba el señor Sangré se parecía mucho a la típica historia en la que el rico propietario de la empresa se preocupa mucho porque su hijo pequeño, el más atrevido y el que más se parece a él cuando era joven, se dedica a frecuentar círculos poco recomendables, en la universidad, y no acaba la carrera porque se va a vivir con una chica de otra clase a una ciudad de extrarradio y ambos empiezan a militar en organizaciones de extrema izquierda y tienen una hija y viven de lo que trabajan y ella sabe que él es de otra pasta y finalmente él la abandona con su hija en esa ciudad del extrarradio y vuelve al hogar familiar porque ha quedado una plaza vacante y ella le dice que no vuelva con su familia y él dice que debe volver y que ella se venga con él y con la hija y que su familia la aceptará y ella piensa que está renunciando a sus ideales y discuten y ella dice que él ha cambiado y que su pensamiento no era sincero y él está triste y enojado porque no entiende porqué va a tener que renunciar a sus ideales simplemente por volver a trabajar con su familia y considera que ella es una sectaria y se separan y no se vuelven a ver y él sabe que tiene una hija y no la conoce y un día la hija pregunta a su madre y ella le cuenta y entonces aparece en casa de la familia de su padre y el padre se emociona cuando la ve y quiere que disfrute de las oportunidades que le da ser quien es y aunque él se ha vuelto a casar y tiene dos hijos sabe que es ella la hija de su verdadero amor y la hija le dice que bueno y la madre se enfada pero no puede hacer nada porque está enferma y tiene la espalda echa una mierda de limpiar escaleras y sigue militando en un partido que asegura que el paraíso está cercano y la hija un día va a ver a su padre y cuando su padre la ve beber a morro de una botella piensa que se parece muchísimo a su madre y siente asco.
La historia que contaba el señor Sangré es muy parecida pero cambian algunos actores y situaciones, porque el señor Sangré reconocía que esa historia tan típica se había copiado de alguna novela de los setenta, en realidad la historia que contaba el señor Sangré es la de su hijo, la de su único hijo, su amado hijo, que no estaba bien, que bajaba todos los días a Barcelona desde la casa donde vivían y durante el trayecto en el tren siempre se sentaba al lado de otro chico o de otra chica de su edad y le preguntaba que cómo se llamaba, y dónde vivía, y que le gustaría tener un hermano que fuera como él o como ella, que realmente quisiera que fuera su hermano, que se sentía un poco solo por no tener hermanos, porque era hijo único, porque su padre, el señor Sangré, había estado casado con una mujer que había conocido una vez en un polígono industrial, que trabajaba de administrativa en una empresa de unos socios suyos y él era jovencito y se casó con ella y no se lo dijo a nadie y la quiso muchísimo, pero un día salió con unos amigos de juerga después de una visita de otros socios de Madrid y se lió con una y su mujer lo pilló y ella cogió una depresión y no salía ya nunca de la habitación porque pensaba que el señor Sangré la consideraba sucia, baja, que la culpa era suya y que no merecía salir de allí porque ella no le daba lo que el señor Sangré pedía y el señor Sangré dejó que ella se fuera pudriendo poco a poco hasta que se murió de pena y ya no tuvieron más hijos y esto se lo contaba el hijo del señor Sangré a la gente que pillaba en los ferrocarriles cuando bajaba a Barcelona a estudiar.
La historia que contaba el señor Sangré es muy parecida pero cambian algunos actores y situaciones, porque el señor Sangré reconocía que esa historia tan típica se había copiado de alguna novela de los setenta, en realidad la historia que contaba el señor Sangré es la de su hijo, la de su único hijo, su amado hijo, que no estaba bien, que bajaba todos los días a Barcelona desde la casa donde vivían y durante el trayecto en el tren siempre se sentaba al lado de otro chico o de otra chica de su edad y le preguntaba que cómo se llamaba, y dónde vivía, y que le gustaría tener un hermano que fuera como él o como ella, que realmente quisiera que fuera su hermano, que se sentía un poco solo por no tener hermanos, porque era hijo único, porque su padre, el señor Sangré, había estado casado con una mujer que había conocido una vez en un polígono industrial, que trabajaba de administrativa en una empresa de unos socios suyos y él era jovencito y se casó con ella y no se lo dijo a nadie y la quiso muchísimo, pero un día salió con unos amigos de juerga después de una visita de otros socios de Madrid y se lió con una y su mujer lo pilló y ella cogió una depresión y no salía ya nunca de la habitación porque pensaba que el señor Sangré la consideraba sucia, baja, que la culpa era suya y que no merecía salir de allí porque ella no le daba lo que el señor Sangré pedía y el señor Sangré dejó que ella se fuera pudriendo poco a poco hasta que se murió de pena y ya no tuvieron más hijos y esto se lo contaba el hijo del señor Sangré a la gente que pillaba en los ferrocarriles cuando bajaba a Barcelona a estudiar.
martes, 13 de marzo de 2018
No podéis matar a Daevid Allen
Hay algunas cosas que sí que no se olvidan. Algunas cosas, algunas historias, algunos sonidos, algunas músicas, alguna gente. Haré primero la genealogía, saber porqué llegué hasta ahí. Primero fue un disco de Matching Mole, de ese disco pasé a Robert Wyatt y de Robert Wyatt a Soft Machine y el primer y segundo disco de Soft Machine y de ahí a seguir investigando. Y un día, sin saber bien bien cómo, en el curro, te encuentras escuchando un disco de un grupo que se llama Gong y ya estás listo.
Daevid Allen tocó con Soft Machine pero no llegó a grabar el primer disco, por un problema de pasaportes o visados o yo que sé y se quedó en Francia porque iban a grabar en... y ahí formó Gong. En todos los discos de Gong, la voz de Daevid Allen suena ya como si fuese mayor. Desde el primer disco. El primer disco se llama Magick Brother. Los miembros de la banda Gong van cambiando. Siempre están Gylli Smith, su compañera susurrochillona y él. Daevid toca la guitarra, pero parece que la toca medio medio, no siempre. Y canta. Y canta con voz de viejo. Y no es viejo. El primer disco es especial. Siempre ponen que no es ni mucho menos el mejor, pero es especial. Siempre, siempre que ha salido alguna canción de este disco, pasaba algo bueno. Siempre. Era talismán. Decidí no ponerlo tanto, porque aunque pasara algo bueno, no servía para nada. Desde que empieza el disco, empieza el viaje.
Me gusta la música que me saca de aquí. Me gusta mucho estar aquí. Pero no me gusto mucho yo. Escuchando a Gong, puedes ser otro. Eres otro. Y viajas, no te tienes que ir de aquí. Puedes viajar a un planeta llamado Gong.
Gooooonnnnnnnnnnnng. El viaje interior. Hacia ningún sitio, simplemente hacia no estar aquí o ser otro fuera de aquí. Sí señor, vamos a cambiar el mundo. Es muy fácil. Solo tienes que cambiar la cara. Se siente bien. El primer disco tiene bastantes canciones y nunca he llegado al final. Y sin embargo, es un discazo. Grandísimo. Y oscuro, aunque tiene la portada en blanco y una foto...
Y hay otro disco, el Banana Moon, en solitario, que parece de Gong y no es de Gong. Y salen muchos músicos y parece que hay unos músicos y son otros. Y es un disco de punk en 1970. Y es un disco que parece de mucho después. Y tiene canciones eternas y otras inmediatas. Y tiene a Robert Wyatt cantando Memories y te quieres morir. No me puedo ir de este lugar, por los recuerdos. Y es salvaje y es pequeño. Y es el tiempo de tu vida y no se acaba nunca. Y es un viaje, ya es un viaje.
Y más viajes. El Camembert Electrique es el disco con el que empecé. Empezé, con zeta de Zero. Sururrando Selene, espíritu de la luna, gritando a Selene. Desde el principio. Desde que empieza la conexión con Radio Gnome, con el planeta Gong. Goonnnggggggggggg. Goooongggggggggggggg. No me puedes matar, puedes matar mi cuerpo, puedes matar a mi hijo, a mi madre, a mi familia, pero no me puedes matar a mí. Todo el disco es una aventura. Una aventura que tiene coninuación con tres discos más. Radio Gnome, Egg y You.
You es un disco especial que empieza como si fuera una cosa de niños y acaba con una densidad que poco a poco tiene menos que ver con Daevid Allen que con la música. Porque Daevid Allen sería muy buen músico, pero no era la música.
Daevid Allen era el personaje que te conectaba con un mundo en el que puedes ser un niño para siempre. Para toda la puta vida, por fin. Sin obligaciones, sin rendir cuentas, sin vestirte bien, sin vestirte mal, sin normas. Sin estar aquí. Discos que se enlazan unos con otros. Que se pierden en espirales de las que parece que no vas a salir nunca. Discos con músicos buenísimos, pero que sin Allen pierden el alma. Y cuando la música gana a la aventura, Allen se pira del planeta Gong. Goooooongggg. Y saca un disco en solitario que se llama Good Morning y es bonito a rabiar.
Y un día descubres que ya tenías el directo del Planet Gong, que es como el Banana Moon pero en el 77. Y es punk y no es punk. Y no es nada, pero no puedes parar de escuchar esa cafrada de ruido. Y vuelve la conexión con el planeta. Gonnnnnnggggggg de inicio planet goooooouuuuuuuuuuuunnnnnnggggggg. Soleil. Gong. Gong. Gong. Y ruido. Floating Anarchy. Aquí y ahora. No sé. Es otro disco que se repetía y se repetía.
Y ya era de Gong y de Daevid Allen.
Y lo veo en vídeos ya mayor y quiero verlo más joven pero es casi imposible. Vestido de cosas rarísimas. Y cantando y moviéndose ya como un niño. Aunque parecía joven era como un chavalín. Y no estaba allí.
Nunca estuvo allí.
Y ha habido músicos y grupos que son mejores y serán mejores y me gustarán mucho y de los que me gustará cantar canciones y tener camisetas y decir que me gustan y me gustaron, pero hay algo con Gong. Me gustaría saber hacer cosas como las que Daevid Allen hacía. No se trata de música. Se trata de hacer esos discos y viajar y esos conciertos en los que uno está y no está.
Y no estar. Y estar dentro de una tetera y viajar. Y no salir de aquí. Y no estar. Y cantar que eres mi hermana mágica y eres la persona a la que quiero.
Y cantar. Recuerda, tú eres yo, yo soy tú y todos juntos avanzamos. Aum.
Daevid Allen tocó con Soft Machine pero no llegó a grabar el primer disco, por un problema de pasaportes o visados o yo que sé y se quedó en Francia porque iban a grabar en... y ahí formó Gong. En todos los discos de Gong, la voz de Daevid Allen suena ya como si fuese mayor. Desde el primer disco. El primer disco se llama Magick Brother. Los miembros de la banda Gong van cambiando. Siempre están Gylli Smith, su compañera susurrochillona y él. Daevid toca la guitarra, pero parece que la toca medio medio, no siempre. Y canta. Y canta con voz de viejo. Y no es viejo. El primer disco es especial. Siempre ponen que no es ni mucho menos el mejor, pero es especial. Siempre, siempre que ha salido alguna canción de este disco, pasaba algo bueno. Siempre. Era talismán. Decidí no ponerlo tanto, porque aunque pasara algo bueno, no servía para nada. Desde que empieza el disco, empieza el viaje.
Me gusta la música que me saca de aquí. Me gusta mucho estar aquí. Pero no me gusto mucho yo. Escuchando a Gong, puedes ser otro. Eres otro. Y viajas, no te tienes que ir de aquí. Puedes viajar a un planeta llamado Gong.
Gooooonnnnnnnnnnnng. El viaje interior. Hacia ningún sitio, simplemente hacia no estar aquí o ser otro fuera de aquí. Sí señor, vamos a cambiar el mundo. Es muy fácil. Solo tienes que cambiar la cara. Se siente bien. El primer disco tiene bastantes canciones y nunca he llegado al final. Y sin embargo, es un discazo. Grandísimo. Y oscuro, aunque tiene la portada en blanco y una foto...
Y hay otro disco, el Banana Moon, en solitario, que parece de Gong y no es de Gong. Y salen muchos músicos y parece que hay unos músicos y son otros. Y es un disco de punk en 1970. Y es un disco que parece de mucho después. Y tiene canciones eternas y otras inmediatas. Y tiene a Robert Wyatt cantando Memories y te quieres morir. No me puedo ir de este lugar, por los recuerdos. Y es salvaje y es pequeño. Y es el tiempo de tu vida y no se acaba nunca. Y es un viaje, ya es un viaje.
Y más viajes. El Camembert Electrique es el disco con el que empecé. Empezé, con zeta de Zero. Sururrando Selene, espíritu de la luna, gritando a Selene. Desde el principio. Desde que empieza la conexión con Radio Gnome, con el planeta Gong. Goonnnggggggggggg. Goooongggggggggggggg. No me puedes matar, puedes matar mi cuerpo, puedes matar a mi hijo, a mi madre, a mi familia, pero no me puedes matar a mí. Todo el disco es una aventura. Una aventura que tiene coninuación con tres discos más. Radio Gnome, Egg y You.
You es un disco especial que empieza como si fuera una cosa de niños y acaba con una densidad que poco a poco tiene menos que ver con Daevid Allen que con la música. Porque Daevid Allen sería muy buen músico, pero no era la música.
Daevid Allen era el personaje que te conectaba con un mundo en el que puedes ser un niño para siempre. Para toda la puta vida, por fin. Sin obligaciones, sin rendir cuentas, sin vestirte bien, sin vestirte mal, sin normas. Sin estar aquí. Discos que se enlazan unos con otros. Que se pierden en espirales de las que parece que no vas a salir nunca. Discos con músicos buenísimos, pero que sin Allen pierden el alma. Y cuando la música gana a la aventura, Allen se pira del planeta Gong. Goooooongggg. Y saca un disco en solitario que se llama Good Morning y es bonito a rabiar.
Y un día descubres que ya tenías el directo del Planet Gong, que es como el Banana Moon pero en el 77. Y es punk y no es punk. Y no es nada, pero no puedes parar de escuchar esa cafrada de ruido. Y vuelve la conexión con el planeta. Gonnnnnnggggggg de inicio planet goooooouuuuuuuuuuuunnnnnnggggggg. Soleil. Gong. Gong. Gong. Y ruido. Floating Anarchy. Aquí y ahora. No sé. Es otro disco que se repetía y se repetía.
Y ya era de Gong y de Daevid Allen.
Y lo veo en vídeos ya mayor y quiero verlo más joven pero es casi imposible. Vestido de cosas rarísimas. Y cantando y moviéndose ya como un niño. Aunque parecía joven era como un chavalín. Y no estaba allí.
Nunca estuvo allí.
Y ha habido músicos y grupos que son mejores y serán mejores y me gustarán mucho y de los que me gustará cantar canciones y tener camisetas y decir que me gustan y me gustaron, pero hay algo con Gong. Me gustaría saber hacer cosas como las que Daevid Allen hacía. No se trata de música. Se trata de hacer esos discos y viajar y esos conciertos en los que uno está y no está.
Y no estar. Y estar dentro de una tetera y viajar. Y no salir de aquí. Y no estar. Y cantar que eres mi hermana mágica y eres la persona a la que quiero.
Y cantar. Recuerda, tú eres yo, yo soy tú y todos juntos avanzamos. Aum.
lunes, 12 de marzo de 2018
El árbol cortado
Hay elementos del paisaje urbano que todos recordamos. Aquel banco donde nos sentábamos a hablar. Aquella persiana en la que jugábamos a fútbol. Aquel agujero en el que unos se ponían a jugar a canicas y otros no. Aquella barandilla por la que resbalábamos como si fuera un tobogán. Aquel tobogán. Esa esquina enfrente de una lámpara de lava delante de la que nos poníamos a comentar la jugada. Aquel árbol.
O no. No nos acordamos de todo. Hay veces en las que caemos en la cuenta de las cosas cuando ya no están. El árbol de la Avenida Santa Coloma, frente al Dila. Ese árbol. ¿Lo han cortado hace poco? ¿Lleva tiempo ya cortado? ¿Porqué no me acuerdo de ese árbol? ¿No tengo fotos de ese árbol? Hubo una época en la que mi padre iba al Dila con cierta regularidad. El Diego, el dueño, era de un pueblo de Jaén y pegaron la hebra. El Diego es el padre del Diego. De hecho, el Diego hijo es el Diego el del Dila. Un año, el Diego padre vino al pueblo, se dieron un paseo por el Paseo de mi pueblo y yo me quedé en casa. Se puso a llover, era verano, una tormenta de esas. Mi madre había puesto una especie de carpa en el corral. Me pillaron intentando que no se volara la carpa.
No me acuerdo de ese árbol. Han acabado prácticamente las obras de la Pompeu Fabra, en el tramo del final. Lo han dejado todo lisito y llano. Han puesto unos árboles nuevos. Falta por acabar el tramo siguiente. Hay elementos urbanos que no olvidaremos. Otros los olvidamos.
Las baldosas que se mueven en el puente del Potosí. Esas baldosas que recogen el agua por debajo cuando llueve y cuando las pisas te llenas las bambas de agua. Esas baldosas no se te van a olvidar. Y se te olvidan, porque cuando pasas por allí, vuelves a caer en la trampa. Y te mojas las bambas. Y sabes que estaban allí.
Hay lugares que no conocemos hasta que los pisamos. El asfalto de las calles. Como tengo un callo en el pie, soy muy sensible a las irregularidades. El otro día, en la manifestación, me di cuenta de que hay calles con un asfalto bacheado e irregular que merecerían un ojo o algo. Pisar baches, asfalto granulado, te acuerdas. El asfalto.
Pasear por la calle, mirar las cosas, tocar el móvil deseando encontrar algo que fotografiar. Harto de echarle fotos a conos. El árbol de la Avenida Santa Coloma, delante del Dila, una foto. Ese árbol. Un árbol que no sé si lleva mucho o poco tiempo talado. Cortado. No se dice cortado, el árbol se tala. Pero como está frente a un bar, está bien traído el cortado.
Textos de mierda para contar cosas sin importancia. Textos para llamar la atención. No pasa nada. Textos para comentar que antes había una cosa y esa cosa ya no está y que te das cuenta ahora de que nunca supiste si esa cosa estaba o no estaba. Un bar abre, una tienda de algo abre, y te preguntas qué había antes en ese sitio. Qué había antes en el sitio al que ahora no dejas de acudir. Qué recuerdas de esto y de aquello.
Enciende el ordenador y comenta. Escribe algo aunque no tenga sentido. La foto no es de hoy, es de un día que empezó a llover. El árbol cortado está al lado. Está talado.
Conoce a tu pueblo. Conoce a tu ciudad. Encuentra el misterio. Fíjate en tu entorno. Intenta recordar. Enciende el ordenador. Intenta contar algo.
O no. No nos acordamos de todo. Hay veces en las que caemos en la cuenta de las cosas cuando ya no están. El árbol de la Avenida Santa Coloma, frente al Dila. Ese árbol. ¿Lo han cortado hace poco? ¿Lleva tiempo ya cortado? ¿Porqué no me acuerdo de ese árbol? ¿No tengo fotos de ese árbol? Hubo una época en la que mi padre iba al Dila con cierta regularidad. El Diego, el dueño, era de un pueblo de Jaén y pegaron la hebra. El Diego es el padre del Diego. De hecho, el Diego hijo es el Diego el del Dila. Un año, el Diego padre vino al pueblo, se dieron un paseo por el Paseo de mi pueblo y yo me quedé en casa. Se puso a llover, era verano, una tormenta de esas. Mi madre había puesto una especie de carpa en el corral. Me pillaron intentando que no se volara la carpa.
No me acuerdo de ese árbol. Han acabado prácticamente las obras de la Pompeu Fabra, en el tramo del final. Lo han dejado todo lisito y llano. Han puesto unos árboles nuevos. Falta por acabar el tramo siguiente. Hay elementos urbanos que no olvidaremos. Otros los olvidamos.
Las baldosas que se mueven en el puente del Potosí. Esas baldosas que recogen el agua por debajo cuando llueve y cuando las pisas te llenas las bambas de agua. Esas baldosas no se te van a olvidar. Y se te olvidan, porque cuando pasas por allí, vuelves a caer en la trampa. Y te mojas las bambas. Y sabes que estaban allí.
Hay lugares que no conocemos hasta que los pisamos. El asfalto de las calles. Como tengo un callo en el pie, soy muy sensible a las irregularidades. El otro día, en la manifestación, me di cuenta de que hay calles con un asfalto bacheado e irregular que merecerían un ojo o algo. Pisar baches, asfalto granulado, te acuerdas. El asfalto.
Pasear por la calle, mirar las cosas, tocar el móvil deseando encontrar algo que fotografiar. Harto de echarle fotos a conos. El árbol de la Avenida Santa Coloma, delante del Dila, una foto. Ese árbol. Un árbol que no sé si lleva mucho o poco tiempo talado. Cortado. No se dice cortado, el árbol se tala. Pero como está frente a un bar, está bien traído el cortado.
Textos de mierda para contar cosas sin importancia. Textos para llamar la atención. No pasa nada. Textos para comentar que antes había una cosa y esa cosa ya no está y que te das cuenta ahora de que nunca supiste si esa cosa estaba o no estaba. Un bar abre, una tienda de algo abre, y te preguntas qué había antes en ese sitio. Qué había antes en el sitio al que ahora no dejas de acudir. Qué recuerdas de esto y de aquello.
Enciende el ordenador y comenta. Escribe algo aunque no tenga sentido. La foto no es de hoy, es de un día que empezó a llover. El árbol cortado está al lado. Está talado.
Conoce a tu pueblo. Conoce a tu ciudad. Encuentra el misterio. Fíjate en tu entorno. Intenta recordar. Enciende el ordenador. Intenta contar algo.
viernes, 9 de marzo de 2018
Viva
Pero no como lo de ayer. Ayer hubo dos manifestaciones, una en Santa Coloma y otra en Barcelona. No quisiera meterme en la manifestación de Santa Coloma sin considerar que llevamos un tiempo en el que las manifestaciones se convocan y luego va quien quiere, las convoca una gente y se transforman en algo vivo. La manifestación de ayer de Santa Coloma reunió a mucha gente. Los sospechosos y sospechosas habituales y mucha gente, mucha gente más. Gente diferente y gente misma. Misma a si misma y diferente a los demás.
La manifestación de Barcelona fue un desborde. Un desborde de convocantes, de pancartas, de siglas, de nadie. Una manifestación para que realmente pase algo. Hoy es día 9 de marzo. Un día en el que descansa el megáfono, ya no se grita por los vagones de metro, ya no se canta, ya no se mira desde el andén como pasan los vagones llenos de gente con una sonrisa. Esto pasó ayer. Una chica decía que las mujeres miraban los vagones llenos sonriendo.
Una manifestación viva, por fin. Sin tener que decir ni hacer ni colocarnos en forma de nada ni mirar a la cámara para que el mundo nos mire. Una manifestación viva. Y joven. Y no es que las manifestaciones de los pensionistas sean menos. Allí, ayer, solo había gente joven. Que se siente joven. Y no necesita que le digan si debe ir vestida o desnuda, si debe dejar de cantar por que va a hablar el orador, que diga coño o diga chocho. Ha dicho chocho. Que no necesita que se lo cuenten porque lo está viviendo. Una manifestación abierta y mixta o no mixta, una manifestación para quedarte atrás y no sentirte atrás. Una manifestación por todas las que no se han podido manifestar así en la vida.
No me gusta ponerme melosón. No me gusta hacerme el feminista. No me gusta caer bien y coger el arpa y decir lo que hay que decir. O lo sientes o no lo sientes. No me gustan las frases bonitas. O lo sientes y lo has visto o no hay nada que decir. Todos tenemos madres, abuelas, primas... yo no tengo hermanas. O lo sientes o no hay nada que explicar. Todos tenemos padres, abuelos, hermanos, primos. Incluso nos tenemos a nosotros. Ahora voy, estoy viendo el fútbol.
Gente joven. Muchas y muchos. Chicas jóvenes que ya no hablan como hablan otros y otras. Que ya no van a volver atrás. Pero van a obligarnos a volver atrás. El óxido no descansa. Pero no sabemos si somos más o somos menos. Si son más o son menos. Vemos las fotos luego de las manifestaciones en Murcia, en Vigo, en Valladolid. Marea de gente. Mucha gente. Infinidad de gente.
Y el miedo. Servirá para algo. Ojalá sirva para algo. Recuerdo las manifestaciones de... calla abuelo. Al volver en el metro, aplastados por la gente, bromas sobre el empoderamiento entre personas que no han ido a la manifestación. Ojalá sirva de algo. Tiene que servir de algo.
Una manifestación como hace tiempo que no he visto. Una manifestación que no quiere dar pena, que no apela a la lagrimita. Una manifestación viva, con gente viva, que canta, que no tiene vergüenza en hacer carteles, en vestir carteles, en gritar carteles. Soy un poeta de la Barceloneta. Esa sensación de 'ya está el hippie de mierda haciéndose el simpático con las pavas'. Machitos avanzando por la manifestación sin mirar por donde pisan. Pegatina morada. No todo es florido y bonito.
Pero es una manifestación y está viva. Y está viva porque no la hemos pensado nosotros. No la hemos cuadriculado, gritado, cantado nosotros.
¿De qué iba la manifestación? ¿Por qué tanto rollo por el día de la Mujer Trabajadora? Si te lo tienen que explicar es porque la manifestación del año que viene tiene que ser mayor aún.
Manifestaciones a las que va la gente, por una vez, porque es absolutamente necesario.
Es necesario estar viva. Es necesario manifestaciones donde se ría y se grite. Y se diga que ya está bien de hablar tanto. Y hacer más.
Y se hace todos los días. Toda la gente. Incluso yo mismo.
miércoles, 7 de marzo de 2018
Huelga Feminista
Ahora viene cuando toca explicar porqué. Y tampoco hace falta tanto. O hace falta. Pero como es una huelga feminista, una huelga en la que las mujeres han de llevar la voz cantante y los señores que siempre tenemos que decir lo que pensamos y repetir y repetir y repetir y repetir y repetir y hablar y hablar y hablar y hablar y escribir y escribir y escribir y escribir y opinar y opinar y opinar y opinar y opinar y opinar y anunciar y anunciar y anunciar y anunciar y anunciar y anunciar y estar bien visibles y estar bien visibles y estar bien visibles y estar bien visibles y estar bien visibles y estar bien visibles y hablar y hablar y hablar y hablar y hablar y anunciar y anunciar y anunciar y anunciar y opinar y opinar y opinar y opinar y opinar y opinar y opinar y opinar y opinar y opinar y opinar y contar nuestra experiencia y lo buenos que somos y contar nuestra experiencia y lo buenos que somos y contar nuestra experiencia y lo buenos que somos y contar nuestra experiencia y lo buenos que somos y contar nuestra experiencia y lo buenos que somos y lo que vamos a hacer y lo que vamos a hacer y lo que vamos a hacer y lo que vamos a hacer y lo que vamos a hacer y lo que vamos a hacer y lo que vamos a hacer y lo que tendríamos que hacer y lo que tendríamos que hacer y lo que tendríamos que hacer y lo que tendríamos que hacer y lo que tendríamos que hacer y lo que tendríamos que hacer y lo que tendríamos que hacer y porqué las mujeres y porqué las mujeres y porqué las mujeres y porqué las mujeres y porqué las mujeres y porqué las mujeres y porqué las mujeres y porqué las mujeres y porqué las mujeres y porqué las mujeres y porqué las mujeres y porqué las mujeres y porqué las mujeres y la situación y la situación y la situación y la situación y la situación y la situación y la situación y la situación y la situación y opinar y opinar y opinar y opinar y opinar y opinar y opinar y opinar y opinar y opinar y opinar y opinar y decir que nosotros somos y decir que nosotros somos y decir que nosotros somos y decir que nosotros somos y decir que nosotros somos y decir que nosotros somos y decir que nosotros somos y decir que nosotros somos y decir que nosotros somos y que mañana haré y que mañana haré y que mañana haré y que mañana haré y que mañana haré y que mañana haré y que mañana haré y que mañana haré y que el feminismo y que el feminismo es y que el feminismo es y que el feminismo es y que el feminismo es y que el feminismo es y que el feminismo es y que el feminismo es y que el feminismo es y que el feminismo es.
Si necesitas muchas explicaciones para apoyar la huelga feminista, si necesitas que un personaje conocido apoye la huelga, si necesitas saber quién convoca, si piensas que esta huelga es menos huelga porque no es un tema 'de los de toda la vida', si piensas cualquier cosa que sin dudar mucho no te haga pensar que lo de mañana es una huelga importante y que hay que seguirla, apoyarla y visibilizar que las mujeres siguen siendo invisibles, maltratadas, peor pagadas, asesinadas, despreciadas, y que hay que hacer una huelga y lo que haga falta, pues no sé.
Yo no tengo mucho más que decir. Pero que yo apoyo la huelga feminista de mañana.
Si necesitas muchas explicaciones para apoyar la huelga feminista, si necesitas que un personaje conocido apoye la huelga, si necesitas saber quién convoca, si piensas que esta huelga es menos huelga porque no es un tema 'de los de toda la vida', si piensas cualquier cosa que sin dudar mucho no te haga pensar que lo de mañana es una huelga importante y que hay que seguirla, apoyarla y visibilizar que las mujeres siguen siendo invisibles, maltratadas, peor pagadas, asesinadas, despreciadas, y que hay que hacer una huelga y lo que haga falta, pues no sé.
Yo no tengo mucho más que decir. Pero que yo apoyo la huelga feminista de mañana.
martes, 6 de marzo de 2018
Frantz - François Ozon
Hay películas o historias, que juegan con nosotros, que nos conocen y que nos dan el palo. Que nos llevan por un camino y nos provocan una idea, nos hacen creer que lo sabemos todo y que nos anticipamos a lo que va a suceder. 'Esta historia es más simple que un zapato'. 'Esta peli ya la he visto'. Y así, te dejas arrastrar por todos los prejuicios, los juicios a priori, los convencionalismos, tú que eres tan liberal, quiero proponerte algo. Y te metes una hostia de dimensiones épicas.
Frantz es una de las últimas películas del director francés François Ozon. Es el director de 'En la casa', película que no he visto. En fin. Vamos a ver.
En Alemania. Resulta que la Primera Guerra ha acabado y una chica que se llama Anna ha perdido a su novio, ha muerto en el frente. Ella consola también a la familia del novio. El novio se llama Frantz. Ella no tiene ganas de nada. Estamos en un contexto en el que se mueven cosas. Los ultras resentidos alemanes quieren organizarse. Uno de ellos le pide la mano a Anna, que ahora está soltera, claro. Anna no tiene mucho interés.
Entonces aparece en el pueblo un muchacho con bigotín. Adrien. Es francés. Y dice que era amigo de Frantz cuando este estuvo viviendo en París.
Y a partir de ahí, a partir de ese encuentro, de lo que él va contando y de lo que va queriendo contar, de lo que tú te imaginas y de lo que te quieres imaginar, va construyéndose una primera parte de la historia en la que te dejas llevar por todos los tópicos y todas las tonterías que tienes en la cabeza. Por que el actor parece. Porque el contexto histórico. Un francés en Alemania, el alemán que ve que el francés está todo el día con la chica que él quería...
Somos todos muy así. Muy liberales, muy de ponernos muy molones con el tema de la lgtbifobia, con el tema del feminismo, con el tema que nos de la gana. Pero películas tan sencillas como esta, películas que no parecen contar nada especialmente complicado, nos sitúan ante las cosas como son. Somos unos cafres. Somos unos tontos. Y nos dejamos llevar por el primero que pasa. Por la primera idea.
No voy a contar mucho más de la historia. Solo diré que se trata de una adaptación de una película de Ernst Lubitsch, que a su vez adaptó una obra teatral. Claro, ahora quiere ver uno la peli de Lubitsch. Lubitsch siempre es bien.
Pues nada. Que es una película que merece mucho la pena, aunque seamos tan listos que creamos que no nos pueden engañar. Y nos engañan. Los artistas, los cineastas, todos y todas. Siempre.
Frantz es una de las últimas películas del director francés François Ozon. Es el director de 'En la casa', película que no he visto. En fin. Vamos a ver.
En Alemania. Resulta que la Primera Guerra ha acabado y una chica que se llama Anna ha perdido a su novio, ha muerto en el frente. Ella consola también a la familia del novio. El novio se llama Frantz. Ella no tiene ganas de nada. Estamos en un contexto en el que se mueven cosas. Los ultras resentidos alemanes quieren organizarse. Uno de ellos le pide la mano a Anna, que ahora está soltera, claro. Anna no tiene mucho interés.
Entonces aparece en el pueblo un muchacho con bigotín. Adrien. Es francés. Y dice que era amigo de Frantz cuando este estuvo viviendo en París.
Y a partir de ahí, a partir de ese encuentro, de lo que él va contando y de lo que va queriendo contar, de lo que tú te imaginas y de lo que te quieres imaginar, va construyéndose una primera parte de la historia en la que te dejas llevar por todos los tópicos y todas las tonterías que tienes en la cabeza. Por que el actor parece. Porque el contexto histórico. Un francés en Alemania, el alemán que ve que el francés está todo el día con la chica que él quería...
Somos todos muy así. Muy liberales, muy de ponernos muy molones con el tema de la lgtbifobia, con el tema del feminismo, con el tema que nos de la gana. Pero películas tan sencillas como esta, películas que no parecen contar nada especialmente complicado, nos sitúan ante las cosas como son. Somos unos cafres. Somos unos tontos. Y nos dejamos llevar por el primero que pasa. Por la primera idea.
No voy a contar mucho más de la historia. Solo diré que se trata de una adaptación de una película de Ernst Lubitsch, que a su vez adaptó una obra teatral. Claro, ahora quiere ver uno la peli de Lubitsch. Lubitsch siempre es bien.
Pues nada. Que es una película que merece mucho la pena, aunque seamos tan listos que creamos que no nos pueden engañar. Y nos engañan. Los artistas, los cineastas, todos y todas. Siempre.
lunes, 5 de marzo de 2018
Spedeizate!
Les suena este señor. Les tiene que sonar. Martin Schulze, se llama. Es el candidato, era el candidato del SPD, el partido socialdemócrata alemán en las pasadas elecciones alemanas de hace cinco meses. ¿Les suena su cara? Había tenido un cargo gordo en la Unión Europea. ¿No? Lo habían presentado como la alternativa, como la remontada de los socialdemócratas en toda Europa, después de unas cuantas rondas electorales de capa caída. ¿No? Se presentó diciendo y jurando por lo más sagrado que el partido socialdemócrata no iba a repetir la Gran Coalición con el partido conservador de Merkel. Vamos, que no iba a entregar los votos socialdemócratas a la derecha. Que no y que no. Pero los resultados electorales, bajos, nefastos, de los peores de la historia del SPD y las diferentes combinaciones, así como la presión para que haga lo que un partido responsable y español tiene que hacer, comienza a negociar con los conservadores un acuerdo de gobierno. Alcanzan un acuerdo finalmente. Y lo someten a votación entre sus militantes. De tal manera que más de la mitad de los militantes del SPD deciden (un 66%) aprobar de nuevo gobernar con la derecha. Y uno se pregunta cosas.
O sea. Tú votas a un partido, supuestamente de centro izquierda con todas las reservas que ya pueda tener uno hacia los socialdemócratas, perdón, hacia los partidos socialdemócratas o socialistas. Ese partido te ha prometido que no van a pactar con la derecha y que van a por todas. Ni así consiguen consolidarse como alternativa de gobierno. Acaban claudicando y de nuevo acceden a gobernar con la derecha. Pero no solo eso, es que sus propios militantes acaban asumiendo que eso es así. Que tienen que pactar con la derecha.
O yo no entiendo nada, o pasa lo siguiente: no hay gente de izquierdas. Es decir, podemos votar opciones que, por siglas, por tradición, etc, se nos presentan como de izquierdas. Confiamos en sindicatos, etc., pero luego... Es decir, tus propios militantes no aprueban lo que tú proponías: no pactar con la derecha siendo un partido de izquierda. Acabas pactando e incluso tus militantes lo ven bien. Que ya me imagino que la presión, que el poder, que... Entonces, a ver, en Alemania, si eres de izquierdas... votas a Die Linke que se llama la izquierda directamente y que tiene el estigma de ser 'los comunistas' y eso en Alemania es peor que ser... no sé. Y me figuro que Die Linke tiene un programa socialdemócrata, no mucho más allá. Y entonces. Entonces a lo mejor es que ya no hay mucho de socialdemocracia en ninguna parte.
Es decir, no hay mucho de, al menos, socialdemocracia. Socialismo. ¿Qué fue del socialismo? ¿Qué fue de todo aquello?
Una herramienta que tuvo su utilidad para frenar el empuje de los comunistas en la postguerra, Bla bla bla.
Esa herramienta ya no sirve para nada. Como mucho, para apuntalar gobiernos de derecha en caso de necesidad. Para nada más. Salvemos el caso de Portugal, donde los socialistas se tiran al monte y pactan un gobierno de izquierda. Se acabó. No hay más. Francia, Reino Unido, Italia... ¿España?
¿Qué pasa en España? ¿Cuál es el rollo? No hacer mucho. No levantar la voz. Estar de perfil. Aprovechar los últimos meses para hacer campaña con la chaqueta de pana y poco más. Y por lo demás no discutir mucho el grueso de las cosas. Nada más.
Eres socialista, socialdemócrata (ya, ya te veo, olvídate ahora del tema indepe, o no, no te olvides), y vas a poner tu confianza en quien va a alcanzar grandes consensos con quien te va a trinchar. Sin discutir nada, sin cambiar nada. Estando ahí.
Y mientras tanto la vida pasa. Y ahora toca hablar de feminismo y de pensiones. Y el feminismo muy bien y todo muy bien, pero a ver, salvo flores de papel y esas cosas, el feminismo... cuidado. Y las pensiones, a ver, claro, si, es una vergüenza, pero estaremos de acuerdo en que como ganen las elecciones y venga otro apretón de recortes, ya sabemos dónde van a mirar los socialistas.
Y así, mientras unos luchan por superar el desprestigio, los tiros en el pie, la revolución de foto antigua y la buena política que no conduce a una puñetera mierda, el fantasma que recorre Europa es el del fascismo. El de la política sin políticos. El de la política sin política.
Una política donde crece quien apela a lo más simple. Y así vamos.
O sea. Tú votas a un partido, supuestamente de centro izquierda con todas las reservas que ya pueda tener uno hacia los socialdemócratas, perdón, hacia los partidos socialdemócratas o socialistas. Ese partido te ha prometido que no van a pactar con la derecha y que van a por todas. Ni así consiguen consolidarse como alternativa de gobierno. Acaban claudicando y de nuevo acceden a gobernar con la derecha. Pero no solo eso, es que sus propios militantes acaban asumiendo que eso es así. Que tienen que pactar con la derecha.
O yo no entiendo nada, o pasa lo siguiente: no hay gente de izquierdas. Es decir, podemos votar opciones que, por siglas, por tradición, etc, se nos presentan como de izquierdas. Confiamos en sindicatos, etc., pero luego... Es decir, tus propios militantes no aprueban lo que tú proponías: no pactar con la derecha siendo un partido de izquierda. Acabas pactando e incluso tus militantes lo ven bien. Que ya me imagino que la presión, que el poder, que... Entonces, a ver, en Alemania, si eres de izquierdas... votas a Die Linke que se llama la izquierda directamente y que tiene el estigma de ser 'los comunistas' y eso en Alemania es peor que ser... no sé. Y me figuro que Die Linke tiene un programa socialdemócrata, no mucho más allá. Y entonces. Entonces a lo mejor es que ya no hay mucho de socialdemocracia en ninguna parte.
Es decir, no hay mucho de, al menos, socialdemocracia. Socialismo. ¿Qué fue del socialismo? ¿Qué fue de todo aquello?
Una herramienta que tuvo su utilidad para frenar el empuje de los comunistas en la postguerra, Bla bla bla.
Esa herramienta ya no sirve para nada. Como mucho, para apuntalar gobiernos de derecha en caso de necesidad. Para nada más. Salvemos el caso de Portugal, donde los socialistas se tiran al monte y pactan un gobierno de izquierda. Se acabó. No hay más. Francia, Reino Unido, Italia... ¿España?
¿Qué pasa en España? ¿Cuál es el rollo? No hacer mucho. No levantar la voz. Estar de perfil. Aprovechar los últimos meses para hacer campaña con la chaqueta de pana y poco más. Y por lo demás no discutir mucho el grueso de las cosas. Nada más.
Eres socialista, socialdemócrata (ya, ya te veo, olvídate ahora del tema indepe, o no, no te olvides), y vas a poner tu confianza en quien va a alcanzar grandes consensos con quien te va a trinchar. Sin discutir nada, sin cambiar nada. Estando ahí.
Y mientras tanto la vida pasa. Y ahora toca hablar de feminismo y de pensiones. Y el feminismo muy bien y todo muy bien, pero a ver, salvo flores de papel y esas cosas, el feminismo... cuidado. Y las pensiones, a ver, claro, si, es una vergüenza, pero estaremos de acuerdo en que como ganen las elecciones y venga otro apretón de recortes, ya sabemos dónde van a mirar los socialistas.
Y así, mientras unos luchan por superar el desprestigio, los tiros en el pie, la revolución de foto antigua y la buena política que no conduce a una puñetera mierda, el fantasma que recorre Europa es el del fascismo. El de la política sin políticos. El de la política sin política.
Una política donde crece quien apela a lo más simple. Y así vamos.
Italia, Italia.
O se duerme. Forza Italia. Hermanos de Italia. ¿Conocen al señor de la foto? Es Mateo Renzi, hasta hace nada primer ministro Italiano y candidato del Partido Demócrata. El Partido Demócrata el heredero, del heredero, del heredero, de la secuela, de la secuela, del heredero de lo que un día fue el PCI se presentaba a las elecciones con esa cara. Le han dado bien.
No es posible, pero es posible. Yo no he estado nunca en Italia. Me interesa la política y la política italiana, pero nunca he estado en Italia. Ni siquiera de fin de curso. No tengo amigos italianos, porque Isacco es amigo de mi hermano y vino una vez a comer a casa. No conozco a muchos italianos. No hablo italiano. Leo los artículos que escribe gente que comenta las elecciones y me imagino a gente en un café, intelectuales, universitarios, hablando y hablando, comentando, desde muy arriba, sobrevolando, la realidad italiana. Muy alto. Gente que no se explica cómo puede ser que un país tan... sea luego...
Berlusconi. Esta vez no ha ganado. Nos podemos alegrar. El partido de la derecha más sinvergüenza no ha ganado. Pero ha sido superado por algo peor.
¿Se imaginan que a Puigdemont se le va la olla y vuelve y consigue hacer un partido que convenza a toda España de que no es que no se quiera ir ya, sino que hay que catalanizar España? Esto ya se ha intentado alguna vez. En Italia pasa. El norte no quiere al Sur. El Sur necesita al norte, o no. Como si Andalucía pensara que el problema, su problema, es España. Que Andalucía por sí misma y por la humanidad, podría ser potencia. O digna, al menos. Imaginen que a todos se les ha ido la olla. El partido de la derecha más votada ha sido la Liga, la antigua Liga Norte. El partido que gritaba Roma Cerda. Pero podría haber sido mucho peor. Fratelli d'Italia, los antiguos herederos del MSI, los fascistas, los fascistas de verdad ahora ya no tan de verdad, porque desde atrás viene golpeando Casa Pound, entran de nuevo en el parlamento. No se extrañen, ya estuvieron en el gobierno. Nostalgia del porvenir.
Nostalgia del PCI. Qué partido. El partido al que quería parecerse el PSUC. O el PCI se quería parecer al PSUC. El PCI que se quedó a las puertas del Sorpasso. Ser la primera fuerza. No lo consiguió. Y se autodestruyó. Y ahora no hay nada. Ni socialdemocrácia ni nada. Nada.
El Movimiento 5 Estrellas. ¿Son de derechas o son de izquierdas? No lo sé. Han dado reportajes, han escrito artículos. Supongo que a nadie le interesa decir qué son. Incluso puede que a ellos mismos. Su mensaje parece sencillo. Los políticos son unos mierdas. El poder a la gente. Pero para hacer qué. Sus mensajes, nos dicen, son confusos, a veces parecen radicales otras veces meten la pata con la inmigración. El caso es que han sido el partido más votado en las elecciones. El partido más votado.
Vamos a decirlo otra vez. El Movimiento 5 Estrellas ha ganado las elecciones, partido más votado.
Aquí, tú, joven de izquierdas que quieres buscar una referencia en Italia. ¿Qué votas? Desde luego, puedes hacer voto 'psc' y votar a los demócratas pensando que...pero no. Han habido escisiones. Ya se sabe que las escisiones... nada. Sea como sea, el Movimiento 5 Estrellas, sin tanto intelectual, o quizás los tiene, seguro que los tiene, con un discurso más primario, sin tanto... ellos sí que han conseguido dar el Sorpasso.
¿Qué es el Movimiento 5 Estrellas? La derecha local, cualquier derecha local, nos vende esto como Podemos. Pero Podemos ya se definió y sabemos dónde está.
¿Qué está pasando en Europa? Llevamos ya algunas elecciones en las que el rollo siempre es el mismo. Se presenta un partido que es una amenaza, de extrema derecha, lo que obliga a un voto útil para frenarlos, un voto conservador, de tranquilidad. Y ganan siempre los mismos. Los conservadores.
Partidos que no se sabe lo que son. Ciudadanos jugando a no ser y ser. El partido de Macron que es todo y nada a la vez.
Italia. De derechas o más de derechas. O hasta las pelotas de todo sin querer saber. El fantasma del fascismo. La extrema derecha de la Liga tendrá el primer ministro. No pasa nada. Partidos que no son partidos. Dicen que en Italia empiezan a poner en las puertas de los antifascistas, pegatinas señalándoles. Todo muy normal.
Y mientras tanto, aquí, una burbuja. Partidos que apuestan por el orden. O por más orden. O por mandar a la mierda el 'orden' patrio para establecer un nuevo orden patrio. Y mientras tanto, da la impresión de que no importa el gobierno. De que realmente no gobierna nadie. Y me estoy dejando lo de Alemania. Eso ahora, en un rato.
Durante una época, Silvio, el mítico Silvio, el sevillano, no el cubano, en sus conciertos o en los conciertos de Smash, se dedicaba a gritarle al público 'Italia, Italia!'. Él quizás no sabía porqué, el público ni idea... eso es Italia. Nadie sabe nada.
No es posible, pero es posible. Yo no he estado nunca en Italia. Me interesa la política y la política italiana, pero nunca he estado en Italia. Ni siquiera de fin de curso. No tengo amigos italianos, porque Isacco es amigo de mi hermano y vino una vez a comer a casa. No conozco a muchos italianos. No hablo italiano. Leo los artículos que escribe gente que comenta las elecciones y me imagino a gente en un café, intelectuales, universitarios, hablando y hablando, comentando, desde muy arriba, sobrevolando, la realidad italiana. Muy alto. Gente que no se explica cómo puede ser que un país tan... sea luego...
Berlusconi. Esta vez no ha ganado. Nos podemos alegrar. El partido de la derecha más sinvergüenza no ha ganado. Pero ha sido superado por algo peor.
¿Se imaginan que a Puigdemont se le va la olla y vuelve y consigue hacer un partido que convenza a toda España de que no es que no se quiera ir ya, sino que hay que catalanizar España? Esto ya se ha intentado alguna vez. En Italia pasa. El norte no quiere al Sur. El Sur necesita al norte, o no. Como si Andalucía pensara que el problema, su problema, es España. Que Andalucía por sí misma y por la humanidad, podría ser potencia. O digna, al menos. Imaginen que a todos se les ha ido la olla. El partido de la derecha más votada ha sido la Liga, la antigua Liga Norte. El partido que gritaba Roma Cerda. Pero podría haber sido mucho peor. Fratelli d'Italia, los antiguos herederos del MSI, los fascistas, los fascistas de verdad ahora ya no tan de verdad, porque desde atrás viene golpeando Casa Pound, entran de nuevo en el parlamento. No se extrañen, ya estuvieron en el gobierno. Nostalgia del porvenir.
Nostalgia del PCI. Qué partido. El partido al que quería parecerse el PSUC. O el PCI se quería parecer al PSUC. El PCI que se quedó a las puertas del Sorpasso. Ser la primera fuerza. No lo consiguió. Y se autodestruyó. Y ahora no hay nada. Ni socialdemocrácia ni nada. Nada.
El Movimiento 5 Estrellas. ¿Son de derechas o son de izquierdas? No lo sé. Han dado reportajes, han escrito artículos. Supongo que a nadie le interesa decir qué son. Incluso puede que a ellos mismos. Su mensaje parece sencillo. Los políticos son unos mierdas. El poder a la gente. Pero para hacer qué. Sus mensajes, nos dicen, son confusos, a veces parecen radicales otras veces meten la pata con la inmigración. El caso es que han sido el partido más votado en las elecciones. El partido más votado.
Vamos a decirlo otra vez. El Movimiento 5 Estrellas ha ganado las elecciones, partido más votado.
Aquí, tú, joven de izquierdas que quieres buscar una referencia en Italia. ¿Qué votas? Desde luego, puedes hacer voto 'psc' y votar a los demócratas pensando que...pero no. Han habido escisiones. Ya se sabe que las escisiones... nada. Sea como sea, el Movimiento 5 Estrellas, sin tanto intelectual, o quizás los tiene, seguro que los tiene, con un discurso más primario, sin tanto... ellos sí que han conseguido dar el Sorpasso.
¿Qué es el Movimiento 5 Estrellas? La derecha local, cualquier derecha local, nos vende esto como Podemos. Pero Podemos ya se definió y sabemos dónde está.
¿Qué está pasando en Europa? Llevamos ya algunas elecciones en las que el rollo siempre es el mismo. Se presenta un partido que es una amenaza, de extrema derecha, lo que obliga a un voto útil para frenarlos, un voto conservador, de tranquilidad. Y ganan siempre los mismos. Los conservadores.
Partidos que no se sabe lo que son. Ciudadanos jugando a no ser y ser. El partido de Macron que es todo y nada a la vez.
Italia. De derechas o más de derechas. O hasta las pelotas de todo sin querer saber. El fantasma del fascismo. La extrema derecha de la Liga tendrá el primer ministro. No pasa nada. Partidos que no son partidos. Dicen que en Italia empiezan a poner en las puertas de los antifascistas, pegatinas señalándoles. Todo muy normal.
Y mientras tanto, aquí, una burbuja. Partidos que apuestan por el orden. O por más orden. O por mandar a la mierda el 'orden' patrio para establecer un nuevo orden patrio. Y mientras tanto, da la impresión de que no importa el gobierno. De que realmente no gobierna nadie. Y me estoy dejando lo de Alemania. Eso ahora, en un rato.
Durante una época, Silvio, el mítico Silvio, el sevillano, no el cubano, en sus conciertos o en los conciertos de Smash, se dedicaba a gritarle al público 'Italia, Italia!'. Él quizás no sabía porqué, el público ni idea... eso es Italia. Nadie sabe nada.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)