Los rusos son tontos. Los americanos son buenos. Los rusos son malos. Los americanos son buenos. Es algo que viene sucediendo película tras película. Los rusos son malos. Los rusos pueden ser soviéticos o no, pero son malos. Solo son buenos si son amigos de los americanos.
Y sin embargo, un grupo de insurrectos, nos seguimos aferrando toda la vida a los rusos, a los soviéticos. Los rusos, los rusos, los rusos. Los comunistas, los comunistas, los comunistas. Los rusos, sean comunistas o no, son malos. Son malos y por muy refinados que sean, torticeros, carentes de escrúpulos, etc., acaban perdiendo. Porque los buenos siempre ganan. Ganan porque son buenos.
Ganan porque son buenos y guapos. Y si hay rusos o rusas guapas, es porque serán buenas y se pasarán al enemigo. Y eso es así. Película tras película, año tras año. Siempre.
El Gorrión Rojo es una peli reciente. Del año pasado. Jennifer Lawrence es la bailarina del Bolshoi, que es como ser la delantera centro del Athletic Femenino, es decir, ídola, crack, etc. Jennifer Lawrence sufre una agresión durante una representación y le rompen una pierna. Van a operarla.
El Hospital.
Bailarina crack del Bolshoi.
El Hospital es como un matadero de carne de la España de los años cincuenta. El Hospital es como un ambulatorio, operando casi sin luz, el suelo sucio, a tijeretazo limpio.
Por una suerte de chantaje, la bailarina acaba como agente de los servicios secretos rusos. Durante su periodo de instrucción, va a una especie de centro secreto. El hospital era cutre, el centro secreto es un centro secreto hecho con un boli bic y una goma de pollo. Porque son pobres y cutres y malos. Muy malos. La jefa del centro es la bellísima Charlotte Rampling. Aquí la transfiguran como la mala aquella de Desde Rusia con Amor. Aquella mala era la ídola Lotte Lenya, por eso.
Todo en los rusos es cutre y viejo y pérfido y cruel. Todo. Menos los que son buenos que sabes que se harán amigos de los americanos.
Una película de trazo grueso.
Desde la primera escena del encuentro del agente de la Cia con su topo sabes quién es el topo. Y no es que me haya adiestrado el Saura ni nada de eso.
Los americanos son buenos. Los americanos quieren que trabajes para ellos sin pedir nada a cambio. Los americanos han vuelto a dar golpes de estado aquí y allí porque son buenos. Los rusos son torpes y malos. Los americanos te quieren. Te aman. Se entregan por ti. Sus agentes tienen una causa. No son patriotas. Son buenos.
Los americanos van a darle la vuelta otra vez al mundo que parecían haber perdido. Por las buenas. En todos los países. Por su bien. En todos. Tuvimos nuestro momento,los que perseveramos en el error. Pero ya está.
Venezuela va a caer. No hay remedio. Porque son buenos y ganarán. Y son más guapos. Y lo hacen porque los demás son crueles, malos, torpes.
Incluso Hungría, que ya no es amiga de Rusia ni nada, incluso Hungría parece en la película que está anclada en 1977. El instrumental, todo.
En fin.
Leo que el director de la peli es el mismo que el de los Juegos del Hambre.
No hay más preguntas señorita.
La peli es un juego de espías que se salda como se saldan los juegos de espías. Ganan los buenos. Y el mundo sigue. Y la vida sigue. Y si yo fuera más listo no daría tanto la turra con los rusos.
jueves, 31 de enero de 2019
miércoles, 30 de enero de 2019
El caballero oscuro - Christopher Nolan
Segundo intento. Vista. Ya la había visto y no la recordaba tan larga. Pero era así de larga. El caballero oscuro. La pusieron antes de ayer en Antena 3, si no me equivoco. O era la Sexta. Y no pasó el corte de los primeros diez minutos. Ayer ya sí.
Esta es la película nosecuantas de Batman, con el nosecuántos Batman que encarna el personaje después de este, aquel, el otro y el guapo. Todos eran muy guapos. Este Batman es Christian Bale. Hace diez años de esta peli. Pero nadie se acuerda de Christian Bale en esta peli. Ni del rubio que hace de rubio perfecto en casi todas películas. Ese que el otro día también salió en una peli en la que hacía de presidente de los Estados Unidos junto al que hace de Leonidas en 300 y que en Londres sufren un atentado en el que matan a todos los presidentes con un poco de cara y ojos del mundo. Ametrallan a la Merkel, vuelan a Berlusconi, al francés se lo zumban en un barco, al japonés le hunden en un puente. Un desastre. Pero este se salva, porque va con el cachas ese de 300 que se hace odioso porque se hace odioso de lo perfectísimo que es. Y van matando él y el presidente de los Estados Unidos a todo pichichi hasta que finalmente se cargan al malo, que es naturalmente un musulmán radical que actúa por venganza, etc. El rubio ese. También lo vi en otra peli en la que hacía de algo de tabaco. Directivo de una compañía tabaquera o algo así. Y denunciaba a la compañía tabaquera. Es como el rubio perfecto, así como para encarnar ese tipo de papeles. El guapo honesto y tal.
Y ella es, si no me equivoco, la Maggie Gyllenhaal, la hermana de Jake Gyllenhall, que es el que hizo la de Brokeback Mountain. E hizo Brokeback Mountain con Heath Ledger.
Y Heath Ledger es el protagonista real de la película, aunque la verdad es que cuando sale, pues bueno, vale, bien, pero si tu tele no tiene lo del sonido en condiciones y no la puedes ver en versión original, entiendes que no se le entiende demasiado bien cuando habla y eso. Así que bueno, todo ese rollo de que esta peli es la pera negra porque sale este haciendo de Joker y tal, pues como que bueno, vale. No digo que no. Pero si te paras a examinar todo el papel que hace el Joker, pues tampoco es como para que digas que... ¿no? Pero que como llamativo, es. Que cuando sale dices, ojo, que va a pasar algo, pero es porque es el malo maloso y sabes que va a pasar algo porque su papel de malo consiste en ser imprevisible, en hacer de muy malo sin ninguna vergüenza y esas cosas.
Y Batman. Como muy serio y muy formal. Y puede salir en la peli o haberse quedado en su casa.
Y debería estar prohibido que Michael Caine hiciera de mayordomo.
Y hay una trama en la que el Joker aparece y le va contando a todo el mundo que las rajas en la cara se las hizo ahora así, otrora así. Y es un no parar de maldades y de giros y de muertes inesperadas.
Yo creo que se pegan por lo menos dos horas y pico de película, porque me fui a la cama a la una y media o así, con dos millones de anuncios de por medio.
Y que hace ya diez años de esta película. Amigo. El Ledger creo que palmó al poco de hacer la peli o durante la peli o algo. Diez años, nen.
Diez años.
Esta es la película nosecuantas de Batman, con el nosecuántos Batman que encarna el personaje después de este, aquel, el otro y el guapo. Todos eran muy guapos. Este Batman es Christian Bale. Hace diez años de esta peli. Pero nadie se acuerda de Christian Bale en esta peli. Ni del rubio que hace de rubio perfecto en casi todas películas. Ese que el otro día también salió en una peli en la que hacía de presidente de los Estados Unidos junto al que hace de Leonidas en 300 y que en Londres sufren un atentado en el que matan a todos los presidentes con un poco de cara y ojos del mundo. Ametrallan a la Merkel, vuelan a Berlusconi, al francés se lo zumban en un barco, al japonés le hunden en un puente. Un desastre. Pero este se salva, porque va con el cachas ese de 300 que se hace odioso porque se hace odioso de lo perfectísimo que es. Y van matando él y el presidente de los Estados Unidos a todo pichichi hasta que finalmente se cargan al malo, que es naturalmente un musulmán radical que actúa por venganza, etc. El rubio ese. También lo vi en otra peli en la que hacía de algo de tabaco. Directivo de una compañía tabaquera o algo así. Y denunciaba a la compañía tabaquera. Es como el rubio perfecto, así como para encarnar ese tipo de papeles. El guapo honesto y tal.
Y ella es, si no me equivoco, la Maggie Gyllenhaal, la hermana de Jake Gyllenhall, que es el que hizo la de Brokeback Mountain. E hizo Brokeback Mountain con Heath Ledger.
Y Heath Ledger es el protagonista real de la película, aunque la verdad es que cuando sale, pues bueno, vale, bien, pero si tu tele no tiene lo del sonido en condiciones y no la puedes ver en versión original, entiendes que no se le entiende demasiado bien cuando habla y eso. Así que bueno, todo ese rollo de que esta peli es la pera negra porque sale este haciendo de Joker y tal, pues como que bueno, vale. No digo que no. Pero si te paras a examinar todo el papel que hace el Joker, pues tampoco es como para que digas que... ¿no? Pero que como llamativo, es. Que cuando sale dices, ojo, que va a pasar algo, pero es porque es el malo maloso y sabes que va a pasar algo porque su papel de malo consiste en ser imprevisible, en hacer de muy malo sin ninguna vergüenza y esas cosas.
Y Batman. Como muy serio y muy formal. Y puede salir en la peli o haberse quedado en su casa.
Y debería estar prohibido que Michael Caine hiciera de mayordomo.
Y hay una trama en la que el Joker aparece y le va contando a todo el mundo que las rajas en la cara se las hizo ahora así, otrora así. Y es un no parar de maldades y de giros y de muertes inesperadas.
Yo creo que se pegan por lo menos dos horas y pico de película, porque me fui a la cama a la una y media o así, con dos millones de anuncios de por medio.
Y que hace ya diez años de esta película. Amigo. El Ledger creo que palmó al poco de hacer la peli o durante la peli o algo. Diez años, nen.
Diez años.
martes, 29 de enero de 2019
Crónica del #Plegramenet de Enero. Se dijeron cosas.
Al lado de la sala de Plenos hay un extintor y un teléfono. Un interfono. Por si se rompe la impresora. Me conozco los entresijos de la casa. Soy una ardilla. Una comadreja. El extintor es necesario. Lo dice la ley.
No busquen explicación en este texto. Busquen crónicas mucho más fehacientes, más correctas, más tangibles, más veraces, sin tanta carga ideológica, o quizás con más carga ideológica y menos cucamona. Digamos que Zambrana ayer quiso despistar. Un suetercillo de recepción, de un azul corporativo, que ocultaba, ay, la fantasía del calcetín, el calcetín, el absoluto. El todo. El calcetín por encima de nuestras posibilidades. El calcetín multicolor con toda la gama de tonos y pantones que un cerebro humano puede procesar. El calcetín. Pero no era el calcetín. Porque Gabino, nuestro Gabino, no seleccionado en bolsa de trabajo y por ende ya convertido a la causa antes de, nuestro Gabino, llevaba unos calcetines con unas cabezas de vaca, toro o bóvido común o extraordinario, que se te iba la pinza. El tete llevaba su calcetinismo escondido, oculto, discreto como es Gabino, y Gabino ayer, discretamente hundió a Zambrana en el pozo del recuerdo. Ese suetercillo azul, quizás era el anticipo de lo que nos espera. El ocaso de Zambrana. El fin de los tiempos.
Me gusta mucho ir a los Plenos municipales porque ves a gente. Saludas. Te saludan. Algunos hace tiempo que no vienen. El Miguel, el Fermin. Han cedido el testigo a los jóvenes. Los jóvenes somos el futuro. Yo no soy joven, pero me hago el joven. Me he comprado unos zapatos. Para intentar ganar poso. Pero me hacen daño. Porque tengo el talón tierno. Me duelen. Dar pena. Dar pena es una táctica más vieja que el hambre. Dar pena. Lo saben los teóricos que escriben artículos. Artículos que se publican en medios de comunicación que son dignos de tal nombre. El dar pena. Yo doy pena también.
En los plenos municipales se habla de cosas. Cosas como nombramientos de funcionarios a nivel definitivo o a nivel transitorio. No sé utilizar las palabras porque no soy del ramo. No tengo porqué contar la verdad de las cosas ni utilizar palabras técnicas. No soy ese. Todavía no he dicho nada sobre Santa Coloma. Ni sobre Gramenet. Ni sobre el pueblo de Santa Coloma. Nada. En el pleno municipal de ayer se habló de varias cosas. Se habló por ejemplo del tema de las subvenciones a las entidades. Algo completamente fuera de mi órbita de conocimiento, porque a ver, no quieran saber. No me pregunten. En serio. No. No me pregunten sobre eso. No quieran. De verdad. ¿Les he dicho que me quiero poner Internet en casa y que llevo un mes y que no hay manera? No se lo he dicho. Pues se lo digo. Trece años para ponerme Internet en casa. Cuando me decido escojo mal. Un mes. En el pleno no se habló de Internet, de mi internet, pero se habló de las subvenciones y la teoría del caos. ¿Qué es el caos? Punto y aparte.
El caos. Subvenciones que se dan y que no se saben justificar. O bien subvenciones que se dan y que luego se justifican. Saber si es o no es, quién lo entiende. Lo entiendes tú, humilde colomense que lees este texto. No soy yo quien debe juzgar la acción de unos o de otros. La política, amigo colomense, es el conjunto de acciones, amiga colomense, que nos conducen a que el 26 de mayo sepamos si todo sigue igual, si le seguimos riendo las gracias a unos, las otras, los de más allá, o qué. Tú no te preocupes de nada. Nosotros estamos haciendo cantidad de cosas para que esto cambie.
Nos vamos a hermanar, en otro orden de cosas, con Peal de Becerro, pueblo de Jaén. No sé si dijeron que hay unos 600 oriundos de Peal de Becerro en Santa Coloma. Peal de Becerro está en Cazorla. Una de las cosas que me distinguen es que cuando alguien habla de Jaén, intento meter cuña. Jaén. Cazorla. No me gusta ir a Cazorla. Llevo evitando ir a Cazorla años y años. Hablar de Jaén, sin ser yo de Jaén, pero sí mis padres, por lo que no hace falta que diga que estoy integrado, me gusta porque me hace sentir como incómodo, mejor, como que incomodo. El poder de una tilde. Apocalípticos e integrados. Me gusta hablar de Jaén, palabras de Jaén, cosas de Jaén. No entiendo, el otro día lo discutía con mi padre, que en la tienda de productos de Jaén de la calle... doctor Pagés haya jamones. ¿Jamones de Jaén? ¿eso desde cuándo? Mi padre decía que sí. En Linares. Pero papa, le contesto, qué jamones en Jaén si no hay... no. Y él que sí. Me gusta hablar de cosas de Jaén, de mi pueblo, y que no os interesen nada. Y ahondar en la broma. Mucho rato. Jaén. Qué calor en verano. Qué llover en invierno. La semana santa, floja. San Gregorio, qué divertido. Jaén. El Hospital de Jaén. ¿las ciudades hermanadas? Estamos hermanados con varias ciudades. Hace tiempo que no sé nada de Cabra, por ejemplo. De Huelma. De Villa el Salvador dijo algo la Alcaldesa ayer. La Alcaldesa. Chaqueta de pata de gallo, de las que se llevan ahora.
Hubo votaciones sobre modificaciones del presupuesto, las típicas discusiones en torno a la LRSAL y si hay tantos funcionarios trabajando o hay tantos otros funcionarios trabajando. La política es el arte de justificar las decisiones propias y criticar las decisiones ajenas. Todo lo demás es paja. A veces me parece que debería hablar más de política. Hacer discursos desde la seriedad, desde el sentimiento. Ayer hablé en representación de la Plataforma en Defensa de la Serra de Marina i Can Zam. No se enteró nadie. Hablaba en relación al punto relativo a la cesión de terrenos en Can Zam para hacer el instituto nuevo. La intervención era breve. La podía haber hecho como contando un cuento. O apocalíptica. O integrada. O poniendo voz de gnomo. O imitando a Chiquito. O en castellano. O con autotune. ¿Han probado lo del autotune? Yo lo probé el otro día. Es muy divertido. La construcción de los módulos en Can Zam viene a dar respuesta, al menos momentánea, a los padres que demandan un instituto nuevo. Entre unos y otros han puesto sus ojos en la gran sabana que es Can Zam y ahí dejarán al menos tres años unos módulos que, con el ritmo frenético del Govern de la Generalitat a la hora de solucionar problemas que no tengan que ver con lo que te dije, vamos listos. Esta es la parte de crítica de las decisiones de los demás. Y entonces se besan.
El Ajuntament argumentó, se dijeron cosas, se pusieron ejemplos. Yo ya tenía puesta la mente en otra cosa. ¿Dónde ponen los módulos en 2019? Donde hicieron aquello de la Natalia. Qué frío. Ojalá lo hagan en verano, pero ya no podrán ahí, porque están los módulos. Y ojo, que lo del insti es que es impepinable. Se dijeron cosas, se alzó la voz, pero no aquí, más tarde. Luego. Otro día.
Tengo poco tiempo.
Por cierto, de las pocas veces que habla alguien de alguna entidad, sea la que sea, aunque sea la Favgram, y no le aplaude nadie. ¿Es o no es para tenerlo en cuenta?
Pasamos a hablar un poco de las mociones. Tampoco en demasía. Porque es hablar de lo mismo una y otra vez. ¿Qué es un fascista? Alguien a quien te dan ganas de partirle la cara. Esta es la definición canónica. Alguien que te la partiría aquí. Esta es la definición clásica. Alguien. Todos los demás. Todos. Todos son fascistas. Menos mi amigo. Y mi amiga. Pero los demás, todos. Fascistas. Si no respondes a la definición clásica o la canónica, mejor que no entremos en el debate. Que no entres tú especialmente. Con calcetines, con chándal, con camisetas con frases de revolucionarios célebres, con camisetas de revolucionarios célibes, con zapatos Clarks que te pones para parecer más mayor y más formal y que te hacen parecer, efectivamente, un fascista. Un fascista con zapatos. Sobre el debate técnico casi me decanto por la definición clásica. Dicho lo cual, finalmente Santa Coloma es una ciudad formalmente antifascista y vamos a hacer todo lo posible porque el fascismo no se cuele en nuestras vidas. De ninguna manera. Como cuando dijimos lo de ciudad libre de trata, que erradicó la prostitución. Más o menos. Luchando contra el fascismo desde lo formal. Luchando contra el fascismo desde la acción directa. Luchando contra el fascismo ignorando dónde está el enemigo. Luchando contra el fascismo yendo por liebre.
Me gusta ir a los plenos. Ahondando en la herida, moción en favor de los derechos universales, la diversidad, el mestizaje y el feminismo. Nosotros tenemos una canción que se llama canción por la paz y la amistad. Parece un título ñoño, pero es sin duda nuestra canción más salvaje. Se trata de definir qué es un fascista, una vez más. Reconozco que hubo momentos del debate en los que se me fue la cabeza a otros sitios. Creo que ya estaba de nuevo sentado con Gabino y descubrí sus calcetines. Eso salvó mi vida. Y que el final se acercaba. Una moción para definir quién es quién y cuánto cuesta un gobierno municipal. Hubo quien, respondiendo a la pregunta, se escapó absteniéndose. No digamos nombres. No merece la pena. Déjame hablar. Rapapolvo de la alcaldesa, rapapolvo como los que hacía tiempo que no se veían. Qué poderío. ¿Catorce tienen? ¿Catorce solo? ¿Todavía tenemos tiempo para retirarnos? Con la de calles que hay por asfaltar y Can Zam por cementar y nosotros presentándonos a elecciones. Abandona toda esperanza. Qué poder.
El poder.
El influjo del poder. El zasca.
No he dicho nada del zasca.
Hacia la revolución por el zasca. El zasca como elemento, como herramienta de combate. Vaya zasca. Menudo Zasca. Emisor del zasca. El Zasca. Receptor del Zasca. No receptor del zasca sino receptor del mensaje del zasca. Has visto qué zasca le he dado. Lo has visto. Se la ha comido. Toma, menudo zasca. Se lo ha tragado. Ahí lo llevas. ¿Lo has grabado? ¿Me has hecho la foto? ¿No me has aplaudido? ¿Y eso? ¿Cuántos retuits tengo? Pocos. Mierda. Menudo zasca. La política. El político local. En acto de servicio. Veinticuatro horas a su disposición. Trabajando inmisericórdemente.
La tilde me aparece en rojo.
Mociones que se presentan para instar a que se implemente o se complemente la ILP. Mucha gente, alguna gente, piensa que yo soy periodista. Ayer me volvió a pasar. Tú eres periodista. hay gente que viene a los plenos a darle la tarde al humilde ciudadano que va allí a dejarse ver. No soy periodista, porque si fuera periodista ya estaría trabajando en algún sitio o sería concejal. Y no lo soy. No lo soy. No me vuelvas a preguntar. Moción para que la ILP de Renta Garantizada se implemente ya. La ley. No la ILP, no la implementación, no el dinero, no a todo. No lo sé. No me pongáis nervioso. La generalitat no tiempo de esto ahora. Llevamos una pena muy dentro en el alma y con ese desgarro no se puede legislar ni implementar ni complementar. Tampoco tenemos Bomberos suficientes, pero es por la misma pena esa de antes. Esa pena negra que yo que sé.
Santa Coloma Conviu. Una entidad de Santa Coloma dedicada al trabajo con un segmento de colomenses muy, pero que muy numerosos. Santa Coloma Conviu no ha hablado con el regidor del ramo. Desconocen al regidor de Serveis Socials. Toda la mierda que llevo escribiendo desde el principio, toda esa mierda se resume en esto. En este párrafo está la clave. El misterio. Siga leyendo. Pero ya no tiene la mitad de gracia. Santa Coloma de Gramenet. ¿Catorce regidores? Pocos me parecen.
Mociones que no se votan a favor por el sencillo y meridiano procedimiento de 'es que no te lo voy a votar a favor y punto'. Y no se necesita mucho más. El medidor de tiempo no suena. El cronómetro no corre. Partidas rápidas. Anatoly Karpov no está contento con las partidas cortas. Moción en apoyo del comercio local.
Y entonces habló Pedro Cano.
Y lo demás es historia.
lunes, 28 de enero de 2019
Te estás cargando el planeta
Tú estás viendo
esa imagen y crees que estás concienciado, que lo sabes, que lo tienes claro.
No. No lo tienes claro. No sabes de nada. Estás siendo parte del problema. Te
estás cargando el planeta. De un tiempo a esta parte, pasan cosas. Ocurren
fenómenos que no comprendemos. Cosas que tienen que ver con el desastre
constante en el que nos movemos. Nos lo estamos cargando todo. Os lo estáis
cargando especialmente vosotros, los que creéis que con las leyes y con las
movidas políticas se consigue algo. No sois más que cuatreros, bandidos, que
comercian con la vida y con la lucha de quienes de verdad nos ponemos manos a
la obra en la defensa del planeta. Qué sabe el planeta de leyes, de
reglamentos, de iniciativas parlamentarias, de mayorías en el Congreso, si no
estás defendiendo ahí, a pie de calle, a pie de chumbera que está aquejada de
un hongo que se las está cargando a todas menos a las de nuestro compañero
Andrés que él ha descubierto que se curan con agua y jabón y resulta que yo ya
daba por muertas a todas las palas, las chumberas, del mundo y no. Hay
solución. Y tú no estás haciendo nada más que pensar en a ver si con este
discurso, con este reglamento, con esta moción, hacemos algo para salvar el
planeta. Estoy harto de contemporizar y de no hacer las cosas como se deben
hacer. Las cosas tienen que hacerse porque se pueden hacer, es cuestión de
acción. El deterioro del planeta se frena si tú quieres, si haces algo, si te
pones delante del planeta y trabajas con él. Continuamente, todo el rato, sin
descanso. Sin medias tintas. Qué haces tú por el planeta. Qué haces tú porque
las plantas no se extingan, porque los árboles no mueran, porque los animales
no se extingan. Quizás pienses que firmando una petición, o simplemente,
mostrando cierta comprensión hacia el fenómeno y no metiendo demasiado la pata,
ya estás haciendo algo. Pero no es así. En realidad lo que estás haciendo es
ser parte del problema. Eres de ellos. Porque no estás mostrando una verdadera
implicación. Nunca. Nunca lo harás. Siempre estarás agazapado, detrás de una
pantalla, sin bajar a la calle, sin salir al campo, a la montaña, defendiendo
como se tiene que defender el entorno y el medio ambiente. Todo. Lo que nos
rodea. Es una manera de vivir a la que no estás acostumbrado y no merece la pena
que muestres ni un punto de comprensión. No. No es necesario. Porque lo que
haces es ser el enemigo. Mira esas chumberas. Mira. Ese deterioro. Esa muerte.
Y no haces nada. Una foto. Un comentario en el facebook, un twitter, una foto
en el instagram. Pero no estás haciendo nada. Nada real. Es una vergüenza que
encima pienses que estás haciendo algo. Eso no es nada. Nadie hace nada. Nunca.
viernes, 25 de enero de 2019
Día del Periodismo / Día de la Publicidad
Yo tenía un profesor en la facultad que creo que siempre llevaba chaleco de bolsillos. El profesor creo que impartía la asignatura de Redacción periodística. Nos encargaba hacer cada semana una pieza. Una crónica, un breve, una noticia, un reportaje, etc. No me acuerdo de cómo se llamaba. Manuel nosequé. Y llegó un día en el que ante la mierda de reportajes que hacía me preguntó de dónde era. De Santa Coloma. Me contestó que no se explicaba cómo siendo de Santa Coloma podía hacer aquellos reportajes tan flojos. Periodismo. Creo que era el primer año de carrera nada más.
Desde entonces cada vez que alguien me pregunta que soy y tengo que contestar eso de 'periodista', me da un poco la risa. O otra cosa.
Día del periodismo.
Trabajé durante diez años, creo, puede que fueran menos, en una empresa de publicidad. La serie B de la publicidad. Veo los twits de la peña diciendo cosas como que hoy es el día en el que te acuerdas del copy o de... la serie B de la publicidad no tiene esas cosas tan glamurosas. Las agencias de publicidad de la serie B tienen comerciales que desayunan como si estuvieran en su propia casa, tiene personajes gloriosos, otros siniestros, las páginas en los diarios, la media página, el modulo. El modulito.
Antes, mucho antes, esta profesión era una profesión de prestigio. Como eres periodista, no eres un trabajador, viene a ser la broma. Ser periodista antes era como ser el médico del pueblo, el maestro, el cronista local. Ahora qué es ser periodista, un lamento por lo que tú pensabas que ibas a ser y no sabes hacer.
Para ser periodista, como ocurre cada año que es al día del periodista o de la publicidad, hay que valer, tener unas características de carácter definidas al margen de que te guste escribir o no o hablar o no o proyectar con imágenes o no. Tienes que tener algo, un carácter, un ansia, una disposición. Algo.
Como siempre, ese no soy yo.
Día del periodista. Cómo estarán mis compañeros de la facultad. Cómo habrán acabado. Dónde estarán trabajando. Serán periodistas o qué serán. Con algunos tengo contacto. El facebook y esas cosas. A otros me los he ido encontrando. Cómo estarán mis compañeros y compañeras del Coloma Sports, de Telepolis, de DobleZeta... hoy es el cumpleaños de la Cristina, no le he dicho nada.
La Sabina, la Oti, el Joan, el Jordiet, la Crais, a algunos y algunas les veo el careto por el facebook.
Periodista. Redaction man, redaction woman.
Todos los años hablando de un gremio que no es lo que fue. Que no es nada.
Textos, comunicación, emisor, mensaje, receptor. La marca és molt important per identificar el nostre producte.
Y así vamos. Hasta el año que viene.
Desde entonces cada vez que alguien me pregunta que soy y tengo que contestar eso de 'periodista', me da un poco la risa. O otra cosa.
Día del periodismo.
Trabajé durante diez años, creo, puede que fueran menos, en una empresa de publicidad. La serie B de la publicidad. Veo los twits de la peña diciendo cosas como que hoy es el día en el que te acuerdas del copy o de... la serie B de la publicidad no tiene esas cosas tan glamurosas. Las agencias de publicidad de la serie B tienen comerciales que desayunan como si estuvieran en su propia casa, tiene personajes gloriosos, otros siniestros, las páginas en los diarios, la media página, el modulo. El modulito.
Antes, mucho antes, esta profesión era una profesión de prestigio. Como eres periodista, no eres un trabajador, viene a ser la broma. Ser periodista antes era como ser el médico del pueblo, el maestro, el cronista local. Ahora qué es ser periodista, un lamento por lo que tú pensabas que ibas a ser y no sabes hacer.
Para ser periodista, como ocurre cada año que es al día del periodista o de la publicidad, hay que valer, tener unas características de carácter definidas al margen de que te guste escribir o no o hablar o no o proyectar con imágenes o no. Tienes que tener algo, un carácter, un ansia, una disposición. Algo.
Como siempre, ese no soy yo.
Día del periodista. Cómo estarán mis compañeros de la facultad. Cómo habrán acabado. Dónde estarán trabajando. Serán periodistas o qué serán. Con algunos tengo contacto. El facebook y esas cosas. A otros me los he ido encontrando. Cómo estarán mis compañeros y compañeras del Coloma Sports, de Telepolis, de DobleZeta... hoy es el cumpleaños de la Cristina, no le he dicho nada.
La Sabina, la Oti, el Joan, el Jordiet, la Crais, a algunos y algunas les veo el careto por el facebook.
Periodista. Redaction man, redaction woman.
Todos los años hablando de un gremio que no es lo que fue. Que no es nada.
Textos, comunicación, emisor, mensaje, receptor. La marca és molt important per identificar el nostre producte.
Y así vamos. Hasta el año que viene.
miércoles, 23 de enero de 2019
Baal
Ya hacía tiempo que Baal se notaba desgastado, torpe, cansado de todo. Era Baal ese dios que ya creado que lo tiene todo visto, que lo tiene todo hecho, que ha muerto y resucitado, que ha vencido al monstruo con sus propias manos, que ha destruido generaciones enteras, que ha enseñado y que ha desaprendido, que ha escrito en un blog y que ha eliminado las comunicaciones con todo y con todos, Baal ya no estaba, ya no se sentía, ya no tenía entusiasmo, ya había perdido la fe en sí mismo. En los dioses. En él y en todo. Y vagaba por los rincones de su mente, por las esferas celestes, por el interior de tu cabeza, por los bosques boreales, por los caminos de la creación, por las palabras vacías. Y un día te vio a ti. Te contempló. Te escuchó Baal. Te oyó decir toda esa cantidad de palabras vacías, de frases sin sentido, de apostura, de queja, de insensatez, de agresividad incontestable, de inutilidad, de valor contra nada, de gallardía ante el cero, de imagen, de sonido, de pose, de estética de la rebeldía, de estética de la contra, de estética de lo que toca decir y lo que toca hacer, de desapego hacia lo que hay que tener desapego, de cliché, de vacío, de tópico, de nada, de absolutamente nada, de torpeza premeditada, de sabiduría de folleto, de cansado optimismo, de revolucionaria presuntuosidad, de cortedad de miras, de amplitud de egoísmo, de tal cantidad de palabras que te vinieron a la mente que tuvo Baal, poderoso, que repasar en todo su bagaje como dios como el dios como Baal, grande y magnífico, si había, alguna vez, en algún momento de su larga existencia que es la misma existencia que todo lo que existe y lo que pasa y lo que sucede, había visto alguna vez, algo, alguien, así, parecido, semejante a ti.
Y sí. Lo recordó. Recordó Baal, siempre sabio, que sí. Que ya te había visto. Que ya te había encontrado. Antes. Aquí. Allí. En muchas partes.
Y lo recordó.
Recordó Baal porqué estaba aquí. Y porqué era necesario segur aquí. Y no hacer nada. Ilusionado está Baal.
- Oh Baal! Oh, poderoso y creador Baal! Existes para remediar nuestra sandez Baal, eres el freno Baal a lo inútil y fatuo Baal...
Y dijo Baal. Calla mortal. Fatuo. Qué palabras. Fatuo. No las recuerdo, quizás sí. Qué cansancio. Pero me gusta.
lunes, 21 de enero de 2019
Nube de caspa
Una gran nube de caspa recorre Europa. Y si miramos detenidamente, si nos fijamos bien, allá, al fondo, comienza a aparecer por Santa Coloma. Una gran nube de caspa, momentos inolvidables de otros tiempos protagonizados por gente de hoy. Propuestas de hace siglos, disfrazadas en una carcasa digital. Cosas que hace tiempo que parecieron obsoletas y pasadas de moda, vuelven como si fuera lo único viable. Lo que ya creíamos desterrado, vuelve a aparecer. Es así. Se ve venir desde lejos. Entornemos un poco los ojos y no para ver mejor, sino para que la nube de caspa no se nos meta dentro de los ojos. Caspa. Mucha caspa. De aquí hasta que lleguen las elecciones veremos propuestas, fotos, tomas de posición, apoyos, fichajes estrella, que nos recordarán que no hemos avanzado nada. Lo estamos viendo fuera. La caspa de siempre. Proyectos en vías de consolidación que se marchitan porque es que así no se puede hacer nada, con lo listo y lo que me dicen en la Ser lo listo o lista que soy, y este proyecto no es lo que yo pensaba. Nube de caspa gigantesca, azotando marejada tirando a marejadilla. Creo que marejadilla es menos que marejada.
Bendecir botijos, fotos con la cresta y la camiseta de antifascista con el President de derechas, propuestas que garantizan su seguridad, ciudadano, porque su seguridad es lo importante y es tan importante que al final usted se lo ha creído, como sucede en Hospitalet donde el último baremo ya sitúa a la seguridad como el problema más importante, no es un problema hasta que te digo que lo es, bendecir animales, poner en cuestión las ideologías de género porque son chiringuitos, tú tienes una bandera muy grande yo tengo otra bandera muy grande, este proyecto ya no se parece a lo que yo pensaba que era y por eso, prefiero apostar por la nube de caspa. Caspa. Grandes nubes de caspa. No escribamos nada, no merece la pena. Recordemos viejos tiempos, cuando fuimos los mejores, feos fuertes y formales, más caspa no se puede. Salgamos, con los hombros llenos de caspa, a recordar a esos niñatos que nosotros lo dijimos, que nuestra caspa es contagiosa y que, claro, claro, que, claro, que, claro, eso es que se veía venir. Caspa en cantidades industriales.
Santa Coloma de Gramenet, ciudad joven. Ciudad con talento iconoclasta. Ciudad con creatividad incontestable. Impregnada de los olores, los sabores y los colores de mil tierras. Todos los tópicos. Las tierras, las tierras, las tierras de España. Calopa gaballo cuatralbo, jinete del pueblo. Fotos de Marcelino Camacho. Con el suéter de cuello alto. Caspa, nube incontenible de caspa. Aquí en la cesión de la vara de la hermandad. Con la hermandad saliendo en procesión. La legión invade el pueblo de mis padres, hace un desfile. Un fulano de mi barrio, de la Estación, aparece con un cerro de conejos muertos dibujando vox mientras hace la señal de la victoria. La nube de caspa instalada en las tierras, las tierras, las tierras de España. La izquierda comportándose como siempre, con la misma nube de caspa en la mirada, haciendo lo que mejor sabemos. Yo también utilizo un champú anticaspa, porque la caspa también la tengo yo. Yo mismo. La caspa, la caspa. El comentario de la compañera tildándonos de hipócritas porque sí. Nunca bien, nunca nada bien. Yo también. Yo el primero. La caspa, la caspa, la gran nube de caspa inmensa que viene.
La foto. La foto con toda la caspa. La foto con toda la caspa que podemos reunir. La pena y la caspa. La grima y la caspa. La foto y el aburrimiento. La foto y los cuatro años perdidos. Cuatro años perdidos en un océano de pérdidas. Una ciudad instalada en la caspa. Una ciudad instalada en el mismo sitio, que no se mueve, que no se mueva nadie. Una ciudad con compartimentos estancos. Tú no me molestas a mí, yo no te molesto a ti. Estamos bien así. Sabiendo que nada se va a mover. No te equivoques, que no hay nada que hacer. La caspa, las tierras de caspa.
No avanzamos. No avanza nadie. Solo es una nube de caspa muy grande. Tan grande como la nube de caspa anterior.
Bendecir botijos, fotos con la cresta y la camiseta de antifascista con el President de derechas, propuestas que garantizan su seguridad, ciudadano, porque su seguridad es lo importante y es tan importante que al final usted se lo ha creído, como sucede en Hospitalet donde el último baremo ya sitúa a la seguridad como el problema más importante, no es un problema hasta que te digo que lo es, bendecir animales, poner en cuestión las ideologías de género porque son chiringuitos, tú tienes una bandera muy grande yo tengo otra bandera muy grande, este proyecto ya no se parece a lo que yo pensaba que era y por eso, prefiero apostar por la nube de caspa. Caspa. Grandes nubes de caspa. No escribamos nada, no merece la pena. Recordemos viejos tiempos, cuando fuimos los mejores, feos fuertes y formales, más caspa no se puede. Salgamos, con los hombros llenos de caspa, a recordar a esos niñatos que nosotros lo dijimos, que nuestra caspa es contagiosa y que, claro, claro, que, claro, que, claro, eso es que se veía venir. Caspa en cantidades industriales.
Santa Coloma de Gramenet, ciudad joven. Ciudad con talento iconoclasta. Ciudad con creatividad incontestable. Impregnada de los olores, los sabores y los colores de mil tierras. Todos los tópicos. Las tierras, las tierras, las tierras de España. Calopa gaballo cuatralbo, jinete del pueblo. Fotos de Marcelino Camacho. Con el suéter de cuello alto. Caspa, nube incontenible de caspa. Aquí en la cesión de la vara de la hermandad. Con la hermandad saliendo en procesión. La legión invade el pueblo de mis padres, hace un desfile. Un fulano de mi barrio, de la Estación, aparece con un cerro de conejos muertos dibujando vox mientras hace la señal de la victoria. La nube de caspa instalada en las tierras, las tierras, las tierras de España. La izquierda comportándose como siempre, con la misma nube de caspa en la mirada, haciendo lo que mejor sabemos. Yo también utilizo un champú anticaspa, porque la caspa también la tengo yo. Yo mismo. La caspa, la caspa. El comentario de la compañera tildándonos de hipócritas porque sí. Nunca bien, nunca nada bien. Yo también. Yo el primero. La caspa, la caspa, la gran nube de caspa inmensa que viene.
La foto. La foto con toda la caspa. La foto con toda la caspa que podemos reunir. La pena y la caspa. La grima y la caspa. La foto y el aburrimiento. La foto y los cuatro años perdidos. Cuatro años perdidos en un océano de pérdidas. Una ciudad instalada en la caspa. Una ciudad instalada en el mismo sitio, que no se mueve, que no se mueva nadie. Una ciudad con compartimentos estancos. Tú no me molestas a mí, yo no te molesto a ti. Estamos bien así. Sabiendo que nada se va a mover. No te equivoques, que no hay nada que hacer. La caspa, las tierras de caspa.
No avanzamos. No avanza nadie. Solo es una nube de caspa muy grande. Tan grande como la nube de caspa anterior.
viernes, 18 de enero de 2019
Velocidad constante
Un tren sale de la ciudad de Barcelona a las 3 de la tarde a una velocidad constante de 80 kilómetros por hora con destino a Valencia. A la misma hora, sale de Valencia un señor, al que llamaremos Señor Señor, porque se llama Alberto Señor, que se espera al tren que sale de Barcelona en la estación de tren de Valencia. Estas historias y otras historias semejantes son las historias que se te ocurren cuando otras historias te han fallado. La clásica historia del tren y del rozamiento del tren contra las vías, la del viento de cara que también dificulta el desplazamiento del tren. Obviamos por supuesto la historia del tren que sale de Madrid a la misma hora también, a una velocidad constante de 90 kilómetros por hora y que no es consciente de que no se encontrará con el otro tren, porque nadie le ha avisado sobre ese aspecto. Uno cree que siempre se va a encontrar con quien rutinariamente se ha encontrado, que todo es como tiene que ser, y puede que un día, salgas de Madrid a una velocidad constante y el tren se haya ido a Valencia.
Un tren sale de la ciudad de Barcelona y en ese tren sales tú, que no sabes todavía cómo ni porqué has llegado a ese tren a esa hora cuando tú ibas a coger un avión con destino a Bilbao. Bilbao es una ciudad peculiar. Parece más fea de lo que es. Bilbao es una ciudad que tiene en su interior básicamente el estadio en el que juega el Athletic. No sé si habrás llegado a ver nunca un partido del Athletic. El Athletic es mi equipo de fútbol. Un tren sale de Barcelona contigo dentro y no sabes que a mí me gusta el fútbol, y que soy del Athletic. Este año lo estamos pasando mal.
Ese tren sale de Barcelona a una velocidad constante de 80 kilómetros por hora. Yo soy consciente de que ese tren no ha salido disparado a 80 kilómetros por hora. No soy muy hábil con los problemas matemáticos. No sé porqué se me ocurre en muchos casos este ejemplo del tren que sale a una velocidad constante de la estación de ferrocarril de Valladolid y que a la misma hora sales tú de tu casa que vas a ir a mirarte unas bambas o a tomarte unas birras con unos colegas. Son ejemplos de algo que no sé definir con exactitud. Ejemplos un poco absurdos de una falta de creatividad cada vez más palmaria.
Un tren sale de la ciudad de Barcelona a una velocidad constante de unos 70 kilómetros por hora, pero va aumentando ya que cada 100 kilómetros pierde un coche de los que carga. He olvidado decir que el tren carga coches. Cada cien kilómetros pierde un coche. Va más rápido. Este tren no va a ninguna ciudad. No va a Valencia. Un señor que se llama Alberto Señor ya ha perdido la esperanza de que ese tren llegue a Valencia. En el hilo musical de la estación suena algo parecido a Brian Eno, pero uno ya no sabe si lo de que suene algo parecido a Brian Eno es cosa de Brian Eno o no. Brian Eno.
Un tren sale cada cierto tiempo de la ciudad de Barcelona. Lleva cosas, animales, plantas, cosas.
Un tren sale de la ciudad de Barcelona con la intención de acumular en su interior todas las historias que podrías haber leído, contado, cantado.
Todas las cosas que pasan cuando un tren sale de una ciudad.
Creo que tenía la frase final del texto ya casi decidida, pero se me ha ido. No sé de qué manera, pero todo ha sido muy así. Otra vez será mejor.
Un tren sale de la ciudad de Barcelona y en ese tren sales tú, que no sabes todavía cómo ni porqué has llegado a ese tren a esa hora cuando tú ibas a coger un avión con destino a Bilbao. Bilbao es una ciudad peculiar. Parece más fea de lo que es. Bilbao es una ciudad que tiene en su interior básicamente el estadio en el que juega el Athletic. No sé si habrás llegado a ver nunca un partido del Athletic. El Athletic es mi equipo de fútbol. Un tren sale de Barcelona contigo dentro y no sabes que a mí me gusta el fútbol, y que soy del Athletic. Este año lo estamos pasando mal.
Ese tren sale de Barcelona a una velocidad constante de 80 kilómetros por hora. Yo soy consciente de que ese tren no ha salido disparado a 80 kilómetros por hora. No soy muy hábil con los problemas matemáticos. No sé porqué se me ocurre en muchos casos este ejemplo del tren que sale a una velocidad constante de la estación de ferrocarril de Valladolid y que a la misma hora sales tú de tu casa que vas a ir a mirarte unas bambas o a tomarte unas birras con unos colegas. Son ejemplos de algo que no sé definir con exactitud. Ejemplos un poco absurdos de una falta de creatividad cada vez más palmaria.
Un tren sale de la ciudad de Barcelona a una velocidad constante de unos 70 kilómetros por hora, pero va aumentando ya que cada 100 kilómetros pierde un coche de los que carga. He olvidado decir que el tren carga coches. Cada cien kilómetros pierde un coche. Va más rápido. Este tren no va a ninguna ciudad. No va a Valencia. Un señor que se llama Alberto Señor ya ha perdido la esperanza de que ese tren llegue a Valencia. En el hilo musical de la estación suena algo parecido a Brian Eno, pero uno ya no sabe si lo de que suene algo parecido a Brian Eno es cosa de Brian Eno o no. Brian Eno.
Un tren sale cada cierto tiempo de la ciudad de Barcelona. Lleva cosas, animales, plantas, cosas.
Un tren sale de la ciudad de Barcelona con la intención de acumular en su interior todas las historias que podrías haber leído, contado, cantado.
Todas las cosas que pasan cuando un tren sale de una ciudad.
Creo que tenía la frase final del texto ya casi decidida, pero se me ha ido. No sé de qué manera, pero todo ha sido muy así. Otra vez será mejor.
jueves, 17 de enero de 2019
La montaña mágica
Cuando yo era pequeño quería ser político o futbolista. Una vez que he alcanzado mis dos objetivos vitales, puedo dedicarme a rememorar cosas de mi pasado. Recuerdos. Desde el porche de mi mansión, tocando el banjo, viejas canciones de Los Planetas. Recuerdos de mi juventud. Cuando yo era niño, creía que esa montaña, la montaña que se ve cuando vienes o cuando vas, esa montaña, era la montaña perfecta. La montaña ideal.
Una montaña con la forma que debe tener una montaña. No es un cerro con una pendiente ascendente, un montículo redondito, un túmulo abultado, una montaña con una escarpada como se diga en una cara y una nosequé en la otra parte. No. Eso era una montaña, la verdadera montaña. Una montaña como mandan los cánones. Una montaña que acaba en un pico perfecto. Una montaña que ves desde la lejanía de tus paseos colomenses y que identificas claramente como parte de tu memoria como ciudadano y como persona. Una montaña que, cuando eres pequeño, crees que es la montaña definitiva.
Creo que alguna vez creí que esa montaña era el Montseny.
No peco de exagerado si digo que descubrí que esa montaña no estaba en el top ten de las montañas del mundo hace relativamente poco. Si creen que para ser periodista hay que ser observador, entenderán que no cumpla con los requisitos necesarios. Hace poco, pocos años, de esas veces que rodeas la montaña para ir por la autopista camino de algún sitio que no es nunca Sabadell, vi que la montaña, realmente, en realidad, en verdad, no es tan súper montaña como yo he creído. En realidad es bastante menos de lo que parece. De hecho, no sé ni siquiera cómo se llama esa montaña que siempre he pensado que era la gran montaña de la humanidad. La mejor montaña del mundo.
Un inciso. A la hora de escribir la palabra entender, he tenido que corregir porque me salía la palabra entendeer. Como John Deere. Tractores. Qué mundo más alejado a mi mundo y que sin embargo, asalta mis pensamientos de manera involuntaria. John Deere. Campos, tractores. Cosechadoras. En fin.
La mejor montaña del mundo no sé qué nombre tiene. Sé que está en Montcada i Reixach. ¿Puede ser que el nombre de Montcada tenga que ver con este monte? ¿Mont cada? Cuando eres un niño crees que todo es grande, enorme, que está lejos. Cuando eres niño crees muchas cosas. Cuando eres más mayor, crees más o menos las mismas cosas. Lo único que pasa es que, bueno, que no sé.
¿No?
Y ahora te das cuenta de que esa montaña quizás es así de manera artificial, que de esa montaña, que tiene pinta de haber sido utilizada como cantera, se han sacado las piedras y los materiales que se hacen necesarios para la edificación de las ciudades en las que vivimos. Ya ves tú que cosa. Esa montaña es así porque el hombre la ha modelado y en su magnificencia, el hombre hizo una montaña perfecta. Perfecta si eres un niño. Si eres más mayor también la ves perfecta, yo al menos la sigo viendo perfecta, pero ahora sé cosas. Que me la soplan, porque yo voy a seguir pensando lo mismo.
Qué maravilla. La vida, ¿no?
Tengo pendiente una visita a Torre Baró. Pero eso ya otro día.
Una montaña con la forma que debe tener una montaña. No es un cerro con una pendiente ascendente, un montículo redondito, un túmulo abultado, una montaña con una escarpada como se diga en una cara y una nosequé en la otra parte. No. Eso era una montaña, la verdadera montaña. Una montaña como mandan los cánones. Una montaña que acaba en un pico perfecto. Una montaña que ves desde la lejanía de tus paseos colomenses y que identificas claramente como parte de tu memoria como ciudadano y como persona. Una montaña que, cuando eres pequeño, crees que es la montaña definitiva.
Creo que alguna vez creí que esa montaña era el Montseny.
No peco de exagerado si digo que descubrí que esa montaña no estaba en el top ten de las montañas del mundo hace relativamente poco. Si creen que para ser periodista hay que ser observador, entenderán que no cumpla con los requisitos necesarios. Hace poco, pocos años, de esas veces que rodeas la montaña para ir por la autopista camino de algún sitio que no es nunca Sabadell, vi que la montaña, realmente, en realidad, en verdad, no es tan súper montaña como yo he creído. En realidad es bastante menos de lo que parece. De hecho, no sé ni siquiera cómo se llama esa montaña que siempre he pensado que era la gran montaña de la humanidad. La mejor montaña del mundo.
Un inciso. A la hora de escribir la palabra entender, he tenido que corregir porque me salía la palabra entendeer. Como John Deere. Tractores. Qué mundo más alejado a mi mundo y que sin embargo, asalta mis pensamientos de manera involuntaria. John Deere. Campos, tractores. Cosechadoras. En fin.
La mejor montaña del mundo no sé qué nombre tiene. Sé que está en Montcada i Reixach. ¿Puede ser que el nombre de Montcada tenga que ver con este monte? ¿Mont cada? Cuando eres un niño crees que todo es grande, enorme, que está lejos. Cuando eres niño crees muchas cosas. Cuando eres más mayor, crees más o menos las mismas cosas. Lo único que pasa es que, bueno, que no sé.
¿No?
Y ahora te das cuenta de que esa montaña quizás es así de manera artificial, que de esa montaña, que tiene pinta de haber sido utilizada como cantera, se han sacado las piedras y los materiales que se hacen necesarios para la edificación de las ciudades en las que vivimos. Ya ves tú que cosa. Esa montaña es así porque el hombre la ha modelado y en su magnificencia, el hombre hizo una montaña perfecta. Perfecta si eres un niño. Si eres más mayor también la ves perfecta, yo al menos la sigo viendo perfecta, pero ahora sé cosas. Que me la soplan, porque yo voy a seguir pensando lo mismo.
Qué maravilla. La vida, ¿no?
Tengo pendiente una visita a Torre Baró. Pero eso ya otro día.
miércoles, 16 de enero de 2019
Santa Coloma y sereno
El esquema ya lo habíamos comentado por aquí. Las continuas prédicas de Ciudadanos alertando de la inseguridad invivible que se vive en Santa Coloma, la colaboración desde los grupos de Facebook amplificando un mensaje tendente a calificar de insuficiente la presencia de policía en la calle, así como los continuos mensajes de la extrema derecha sobre robos, hurtos, asaltos, etc., que supuestamente se viven en nuestra ciudad, finalmente han tenido una respuesta por parte del gobierno del PSC.
¿Era o no era claro? El PSC debía hacer algo. En un primer momento, hace como que no hace caso de esos mensajes de Ciudadanos, pero finalmente, coge su discurso y les da la razón. Ante ‘la sensación de inseguridad’ que se vive en Santa Coloma, se va a crear la figura del ‘sereno’, para vigilar por las noches las calles de la ciudad. Vigilando comercios, el mobiliario urbano y ayudando a las personas mayores, según leo en la noticia del Periódico.
En un primer momento, puede dar lugar a mucha broma recuperar una figura tan arcaica como la del sereno. Se le quiere dar otro color al decir que, contrariamente a la figura histórica, habrá mujeres desempeñando esta función. Se dice también que serán personas paradas mayores de 45 años las que cumplirán esta función.
Pero el mensaje está claro. Las ideas de la derecha son ya las que rigen el pensamiento del PSC en Santa Coloma. Como dice el compañero Angel Plà, lo que hace falta es un plan comunitario de ciudad que le dé respuesta a las muchas necesidades que tiene la ciudad. Pero es significaría por parte de Nuria Parlon y su equipo, asumir que esta ciudad tiene necesidades perentorias más allá que hacerle caso a la derecha por miedo a que se le vayan votos.
Es de manual, pero por muchos títulos universitarios que se tengan, se cae en la trampa. La derecha ha conseguido manejar, también en Santa Coloma, la agenda política. El miedo a Ciudadanos y a VOX hace que los socialistas, también en Santa Coloma, coloquen el tema de la seguridad y el incivismo y ‘proteger los bienes’ como un algo fundamental de su acción de gobierno.
Y así estamos. A falta de cinco meses escasos para la llegada de las elecciones municipales, el gobierno socialista nos presenta otra ‘ocurrencia’, destinada a ‘hacer algo’, que conjuga el consabido ‘estamos creando puestos de trabajo’ con el ‘podrás ir seguro por las calles de Santa Coloma’. Viva la Guardia Civil.
Es ciertamente lamentable que quien comenzó su mandato prometiendo hablar de la Revolución con Tracy Chapman de fondo, vaya acabando la legislatura poniendo serenos y serenas por las calles de la ciudad, porque la inseguridad… lamentable.
Un gobierno de izquierdas no puede hacer suyo el mensaje de la derecha. Y punto. Y si se tiene que poner más imaginación, más voluntad transformadora, se pone. Pero para esto no hace falta votar en las próximas elecciones a un partido y a una candidata que a la hora de la verdad, cede ante el miedo a que el mensaje derechista le pueda.
¿Era o no era claro? El PSC debía hacer algo. En un primer momento, hace como que no hace caso de esos mensajes de Ciudadanos, pero finalmente, coge su discurso y les da la razón. Ante ‘la sensación de inseguridad’ que se vive en Santa Coloma, se va a crear la figura del ‘sereno’, para vigilar por las noches las calles de la ciudad. Vigilando comercios, el mobiliario urbano y ayudando a las personas mayores, según leo en la noticia del Periódico.
En un primer momento, puede dar lugar a mucha broma recuperar una figura tan arcaica como la del sereno. Se le quiere dar otro color al decir que, contrariamente a la figura histórica, habrá mujeres desempeñando esta función. Se dice también que serán personas paradas mayores de 45 años las que cumplirán esta función.
Pero el mensaje está claro. Las ideas de la derecha son ya las que rigen el pensamiento del PSC en Santa Coloma. Como dice el compañero Angel Plà, lo que hace falta es un plan comunitario de ciudad que le dé respuesta a las muchas necesidades que tiene la ciudad. Pero es significaría por parte de Nuria Parlon y su equipo, asumir que esta ciudad tiene necesidades perentorias más allá que hacerle caso a la derecha por miedo a que se le vayan votos.
Es de manual, pero por muchos títulos universitarios que se tengan, se cae en la trampa. La derecha ha conseguido manejar, también en Santa Coloma, la agenda política. El miedo a Ciudadanos y a VOX hace que los socialistas, también en Santa Coloma, coloquen el tema de la seguridad y el incivismo y ‘proteger los bienes’ como un algo fundamental de su acción de gobierno.
Y así estamos. A falta de cinco meses escasos para la llegada de las elecciones municipales, el gobierno socialista nos presenta otra ‘ocurrencia’, destinada a ‘hacer algo’, que conjuga el consabido ‘estamos creando puestos de trabajo’ con el ‘podrás ir seguro por las calles de Santa Coloma’. Viva la Guardia Civil.
Es ciertamente lamentable que quien comenzó su mandato prometiendo hablar de la Revolución con Tracy Chapman de fondo, vaya acabando la legislatura poniendo serenos y serenas por las calles de la ciudad, porque la inseguridad… lamentable.
Un gobierno de izquierdas no puede hacer suyo el mensaje de la derecha. Y punto. Y si se tiene que poner más imaginación, más voluntad transformadora, se pone. Pero para esto no hace falta votar en las próximas elecciones a un partido y a una candidata que a la hora de la verdad, cede ante el miedo a que el mensaje derechista le pueda.
martes, 15 de enero de 2019
Karpov
En el campo. Aquí, en el campo. Pocos lo saben, pero me encanta el campo. Me encanta no hacer nada en el campo. Me encanta ir al campo, pero no me gusta hacer nada en el campo. Puedo caminar por el campo, pero sin ningún tipo de interacción con los elementos que forman lo que los que creo que saben de esto llaman ecosistema. No me interesa. Quiero que esté bien, el ecosistema. Que no le pase nada. Que se conserve y eso, pero no soy de mucha acción en el campo. Como en todo. Soy más bien de no hacer nada. Estoy aquí, con una cosa que me he traído para ir haciendo como que hago algo, para que no me encarguen hacer otra cosa, la verdad. Me lo he traído y creo que lo tengo ya medio medio, pero me da cosa decir que ya lo he acabado porque igual me ponen a hacer algo. Lo que me escama es este señor. Aquí a mi lado. Ha venido y se ha puesto a mirar qué hago. Por un lado, tengo que decirlo, me gusta que la gente me mire mientras hago algo. No me gusta el exhibicionismo, pero me gusta que alguien mire lo que estoy haciendo. Que se interese. Me molesta que mientras lo estoy haciendo me vayan puntualizando, examinando. Eso no. Pero es que eso no creo que le guste a nadie. Aquí, en el campo. Mucha gente piensa que no me gusta el campo. Y no es así. Para nada. No me gusta el campo para hacer cosas en el campo. Me gusta estar sentado, mirando el campo. No me gusta meterme en el campo. No me gusta correr por el campo. Correr por el campo, por la montaña, subir una montaña, surcar un río, arar un campo, cosas que se hacen en el campo. Soy un gran amante de la naturaleza. No quiero que le pase nada a la naturaleza. Quiero que todos los seres vivos estén bien. Así en general. Llámame simple. Ignorante. Lo que te dé la gana. Pero podría ser peor. Podría importarme una mierda el campo. Y no es así. Otra cosa es que me lleves al campo y lo pase bien. Porque la gente va al campo con espíritu de hacer cosas en el campo y no lo entiendo. Cosas que se hacen en la ciudad no se hacen en el campo. Si en tu día a día estás acostumbrado a hacer muchas cosas, a eso que llaman ‘no parar’, no sé, no entiendo qué es lo que hay que hacer en el campo. Vivir en el campo. Volver al campo. Abandonar las ciudades. Este señor tiene ganas de darme conversación. Lo noto. Y no estoy de humor para hablar. No quiero darle conversación porque me distrae. Y ya lo estoy acabando y cuando lo tenga hecho a ver qué le digo. Quién será este señor. Con esos pantalones. Debe ser de la zona. O no. Porque con esos pantalones, alguien de campo… no lo veo. No sé. Me distraigo. Ya han acabado. Yo he acabado también. Nos vamos.
lunes, 14 de enero de 2019
Paloma palomita paloma
El otro día, de esos otros días que ya tan poco abundan dentro del catálogo de días de los que se disponen, el otro día, me encontré con la paloma. Y la paloma me dijo:
'Y yo que pensaba que estaba sola, y me he dado cuenta de que no estaba sola. Son reflexiones que se me ocurren, como paloma y como habitante de esta ciudad. Pensaba que estaba sola porque no me reconocía en los demás, no sabía que los otros y las otras eran palomas como yo. Y lo son. Y me siento mejor. O no me siento nada. No me gusta mezclarme con el resto. No es que no me guste. Hay palomas que no me caen mal y otras palomas que me caen bien. Paloma, no me acostumbro a ese nombre. Yo pensaba que no era una paloma. Soy como esos perros que se creen personas. Me creo un poco persona. Tanto tiempo aquí en la plaza, entre la gente, oyendo cómo discuten sobre las pensiones, sobre bases de cotización, sobre años trabajando, sobre uno que se fue y que no saben dónde se fue y que el otro día se encontraron a uno que dijeron que estaba con él y que no lo han vuelto a ver, sobre ese que se separó y que ahora está que parece que le han caído 20 años encima, o sobre el que se fue al pueblo que a lo mejor viene la semana que viene. Pensaba que era uno de ellos. De los que están al sol en la plaza. El otro día me acerqué a uno de ellos. Yo antes pensaba que eso de tomar el sol era algo que hacíamos todos porque todos éramos iguales y nos gustaban las mismas cosas. Vi a uno tomando el sol apoyado en la pared el ayuntamiento. Y no pensé yo. Fua ahí cuando me di cuenta de que no éramos iguales. Mis compañeras palomas y yo nos ponemos al sol donde sea. Aquel buen señor estaba en la pared del ayuntamiento, solo. Solo él. Con los ojos cerrados. Y a nosotras nos da igual. Pero noté cómo había gente que miraba a aquel señor que estaba apoyado en la pared simplemente tomando el sol. Y noté que le miraban y no le miraban bien. Y yo supe que a nosotros no nos miraba nadie. Palomas y palomos. No nos miraban. No nos hacen caso. Si estamos colgadas de una cornisa, si estamos sujetas a un cable, nos miran, con miedo. Por si nos cagamos.
Yo pensaba que vosotros, como nosotras, también cagábais en cualquier sitio. De hecho lo hacéis. Y yo pensé. Y pensé muchas cosas. Pienso desde ese momento que al ser paloma, ya soy menos. Te lo digo a ti, porque creo que me entiendes. Ser paloma es menos que ser persona. No sé si sabes por donde voy. Son cosas obvias que tú crees que damos por sentadas, pero si eres persona no te inquietan. Temo por mi bienestar. Temo por mi vida. No había caído en ello hasta ahora. Ese día, el día que vi a aquel hombre apoyado en la pared. Perros, gatos, canarios, peces. Se creen personas. He hablado con algún gato que pensaba que yo era también una persona. Cuando el otro día le dije que era una paloma, me miró preocupado y me dijo que eso era un problema. No me ha vuelto a hablar. El gato. No lo he vuelto a ver. Y tengo un amigo, otro amigo, persona como tú, que desde que sabe que soy una paloma no deja de venir a verme, zalamero. Y quiere tocarme. Y cogerme. Y no sé.
Yo quiero decirte una cosa. Ahora que no nos ve nadie. Ni nos escucha. Tengo una duda. Si yo soy una paloma y yo no hablo tu mismo idioma, cómo es que nos entendemos. Cómo puede ser eso.
¿Y si tampoco soy una paloma? ¿Y si?... No sé.
'Y yo que pensaba que estaba sola, y me he dado cuenta de que no estaba sola. Son reflexiones que se me ocurren, como paloma y como habitante de esta ciudad. Pensaba que estaba sola porque no me reconocía en los demás, no sabía que los otros y las otras eran palomas como yo. Y lo son. Y me siento mejor. O no me siento nada. No me gusta mezclarme con el resto. No es que no me guste. Hay palomas que no me caen mal y otras palomas que me caen bien. Paloma, no me acostumbro a ese nombre. Yo pensaba que no era una paloma. Soy como esos perros que se creen personas. Me creo un poco persona. Tanto tiempo aquí en la plaza, entre la gente, oyendo cómo discuten sobre las pensiones, sobre bases de cotización, sobre años trabajando, sobre uno que se fue y que no saben dónde se fue y que el otro día se encontraron a uno que dijeron que estaba con él y que no lo han vuelto a ver, sobre ese que se separó y que ahora está que parece que le han caído 20 años encima, o sobre el que se fue al pueblo que a lo mejor viene la semana que viene. Pensaba que era uno de ellos. De los que están al sol en la plaza. El otro día me acerqué a uno de ellos. Yo antes pensaba que eso de tomar el sol era algo que hacíamos todos porque todos éramos iguales y nos gustaban las mismas cosas. Vi a uno tomando el sol apoyado en la pared el ayuntamiento. Y no pensé yo. Fua ahí cuando me di cuenta de que no éramos iguales. Mis compañeras palomas y yo nos ponemos al sol donde sea. Aquel buen señor estaba en la pared del ayuntamiento, solo. Solo él. Con los ojos cerrados. Y a nosotras nos da igual. Pero noté cómo había gente que miraba a aquel señor que estaba apoyado en la pared simplemente tomando el sol. Y noté que le miraban y no le miraban bien. Y yo supe que a nosotros no nos miraba nadie. Palomas y palomos. No nos miraban. No nos hacen caso. Si estamos colgadas de una cornisa, si estamos sujetas a un cable, nos miran, con miedo. Por si nos cagamos.
Yo pensaba que vosotros, como nosotras, también cagábais en cualquier sitio. De hecho lo hacéis. Y yo pensé. Y pensé muchas cosas. Pienso desde ese momento que al ser paloma, ya soy menos. Te lo digo a ti, porque creo que me entiendes. Ser paloma es menos que ser persona. No sé si sabes por donde voy. Son cosas obvias que tú crees que damos por sentadas, pero si eres persona no te inquietan. Temo por mi bienestar. Temo por mi vida. No había caído en ello hasta ahora. Ese día, el día que vi a aquel hombre apoyado en la pared. Perros, gatos, canarios, peces. Se creen personas. He hablado con algún gato que pensaba que yo era también una persona. Cuando el otro día le dije que era una paloma, me miró preocupado y me dijo que eso era un problema. No me ha vuelto a hablar. El gato. No lo he vuelto a ver. Y tengo un amigo, otro amigo, persona como tú, que desde que sabe que soy una paloma no deja de venir a verme, zalamero. Y quiere tocarme. Y cogerme. Y no sé.
Yo quiero decirte una cosa. Ahora que no nos ve nadie. Ni nos escucha. Tengo una duda. Si yo soy una paloma y yo no hablo tu mismo idioma, cómo es que nos entendemos. Cómo puede ser eso.
¿Y si tampoco soy una paloma? ¿Y si?... No sé.
domingo, 13 de enero de 2019
Cien años de la Revolución Espartaquista.
Se cumplen cien años de una de esas páginas de la historia que, de haber ocurrido de otra manera todo, de haber triunfado quien salió derrotado, quién sabe en qué mundo estaríamos viviendo. A finales de 1918 y principios de 1919, Alemania que sale derrotada de la Primera Guerra Mundial, ve como el Kaiser se pira y se proclama una República que será controlada por los socialdemócratas. Estamos en 1918 y un año antes, en Rusia, se pone en marcha la Revolución de Octubre, donde los bolcheviques consiguen comandar su propia Revolución y comienza el enfrentamiento con el resto de rivales políticos. Un enfrentamiento armado con socialistas revolucionarios, con mencheviques, con anarquistas, con blancos...
Cuando los socialdemócratas alemanes alcanzan el poder, son especialmente reacios a seguir los pasos de los rusos. Son el partido socialista más fuerte de Europa y no quieren perder su poder poniendo en marcha ningún tipo de Revolución. Por su parte, los bolcheviques con Trotsky a la cabeza, esperan que tras su revolución triunfen más revoluciones para consolidar el avance de la revolución mundial. Una revolución proletaria.
Se ponen en marcha levantamientos de obreros y soldados. Los socialdemócratas no se andarán con ostias. Con la colaboración de los Freikorps de los que más tarde surgirán los primeros integrantes del partido nazi, inician una guerra sin cuartel contra los espartaquistas, los comunistas alemanes que, con Rosa Luxemburgo y Liebknecht a la cabeza, pretenden seguir los pasos de los rusos.
Pero no los mismos pasos.
Rosa Luxemburgo no es como Lenin, no es como Trotsky, no es como Stalin. Rosa Luxemburgo ha pasado la guerra en la cárcel por defender el pacifismo, es también una teórica de la revolución, y una marxista de reconocido prestigio, pero es, quizás como Trotsky, poco hábil para los temas organizativos. Para crear grupo, digamos. Rosa Luxemburgo lleva chupando cárcel y penurias mucho tiempo.
En los días de enero de 1919, el levantamiento es total. Los enfrentamientos entre antiguos compañeros de partido, los socialdemócratas del SPD y el recién formado KPD, son a tiros por las calles. En Rusia están en guerra entre ellos. El primer ministro alemán es Friederich Ebert. Hoy la Fundiación Ebert es la principal suministradora de Ideas y fondos y medios de los partidos socialistas en el mundo. Del PSOE también. Por eso supongo que es más fácil llevar una camiseta de Pankhurst que de Rosa Luxemburgo. Noske, socialdemócrata moderado, es nombrado ministro de defensa. Alguien tiene que ser el perro de caza, dice cuando lo nombran.
Capturan los primeros días de enero a Luxemburgo y Liebknecht. El 13 de enero, con la revuelta ya sofocada, los matan. A Rosa Luxemburgo la tiran al río.
Qué hubiera pasado si la revolución hubiera prosperado y Alemania hubiera seguido los pasos de la Rusia soviética pero con un personaje como Luxemburgo al frente.
No lo sabremos.
El fracaso de esas revoluciones como la Alemana o la Húngara de Bela Kun, significó que triunfase la teoría del socialismo en un solo país y la estrategia del pánico a provocar revueltas que perjudicasen a la URSS con el paso del tiempo que seguirían los partidos comunistas a partir de entonces. Se acabaron la revoluciones.
Todo podría haber sido diferente. El rencor entre socialdemócratas y comunistas. La pelea entre orden y revolución. Entre democracia dentro de la revolución o disciplina.
Hoy había un artículo de Joaquín Estefanía mucho mejor que este en El País, ha sido una lástima haberlo leído porque las ideas están mejor plasmadas ahí.
Pero al menos había que escribir para recordar a quienes lo intentaron.
Cuando los socialdemócratas alemanes alcanzan el poder, son especialmente reacios a seguir los pasos de los rusos. Son el partido socialista más fuerte de Europa y no quieren perder su poder poniendo en marcha ningún tipo de Revolución. Por su parte, los bolcheviques con Trotsky a la cabeza, esperan que tras su revolución triunfen más revoluciones para consolidar el avance de la revolución mundial. Una revolución proletaria.
Se ponen en marcha levantamientos de obreros y soldados. Los socialdemócratas no se andarán con ostias. Con la colaboración de los Freikorps de los que más tarde surgirán los primeros integrantes del partido nazi, inician una guerra sin cuartel contra los espartaquistas, los comunistas alemanes que, con Rosa Luxemburgo y Liebknecht a la cabeza, pretenden seguir los pasos de los rusos.
Pero no los mismos pasos.
Rosa Luxemburgo no es como Lenin, no es como Trotsky, no es como Stalin. Rosa Luxemburgo ha pasado la guerra en la cárcel por defender el pacifismo, es también una teórica de la revolución, y una marxista de reconocido prestigio, pero es, quizás como Trotsky, poco hábil para los temas organizativos. Para crear grupo, digamos. Rosa Luxemburgo lleva chupando cárcel y penurias mucho tiempo.
En los días de enero de 1919, el levantamiento es total. Los enfrentamientos entre antiguos compañeros de partido, los socialdemócratas del SPD y el recién formado KPD, son a tiros por las calles. En Rusia están en guerra entre ellos. El primer ministro alemán es Friederich Ebert. Hoy la Fundiación Ebert es la principal suministradora de Ideas y fondos y medios de los partidos socialistas en el mundo. Del PSOE también. Por eso supongo que es más fácil llevar una camiseta de Pankhurst que de Rosa Luxemburgo. Noske, socialdemócrata moderado, es nombrado ministro de defensa. Alguien tiene que ser el perro de caza, dice cuando lo nombran.
Capturan los primeros días de enero a Luxemburgo y Liebknecht. El 13 de enero, con la revuelta ya sofocada, los matan. A Rosa Luxemburgo la tiran al río.
Qué hubiera pasado si la revolución hubiera prosperado y Alemania hubiera seguido los pasos de la Rusia soviética pero con un personaje como Luxemburgo al frente.
No lo sabremos.
El fracaso de esas revoluciones como la Alemana o la Húngara de Bela Kun, significó que triunfase la teoría del socialismo en un solo país y la estrategia del pánico a provocar revueltas que perjudicasen a la URSS con el paso del tiempo que seguirían los partidos comunistas a partir de entonces. Se acabaron la revoluciones.
Todo podría haber sido diferente. El rencor entre socialdemócratas y comunistas. La pelea entre orden y revolución. Entre democracia dentro de la revolución o disciplina.
Hoy había un artículo de Joaquín Estefanía mucho mejor que este en El País, ha sido una lástima haberlo leído porque las ideas están mejor plasmadas ahí.
Pero al menos había que escribir para recordar a quienes lo intentaron.
jueves, 10 de enero de 2019
Extrema y Derecha
Yo, si fuera el Dimas Gragera, el Salva Tovar o la María Duarte, los tres regidores de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Santa Coloma, estaría un tanto inquieto. ¿Cuál es ahora el índice medidor de moderación, de pensar en los intereses de los ciudadanos, los problemas de Santa Coloma, la lucha contra el nacionalismo? ¿Acónde, como diría una colega, está ahora aquella formación de nueva política regeneradora que venía a decir las cosas sensatas? ¿Qué tal les sienta que la extrema derecha en alza les llame 'franceses'? ¿Poco menos que equidistantes? Siempre habrá alguien que te llame equidistante, que considere que eres un flojo, un tibio, que no llevas suficientemente enhiesta y gallarda la bandera. Que la pulserita no te aprieta lo suficiente.
Se ha consumado pues el cambio de gobierno en Andalucía. Quedan atrás legislaturas y legislaturas de gobierno socialista y, cuando pensábamos que eso era eterno y que en caso de que no lo fuera, el cambio vendría por la izquierda nos encontramos con que el Gobierno de Andalucía está en manos de gente que dice cosas como que hay que derogar la ley de violencia de género y suprimir ayudas a 'chiringuitos' feminazis, o cambiar el día de Andalucía del 28 de febrero al día de la toma de Granada. Ese tipo de gente.
El esquema es el mismo que se ha repetido en todos los países donde la extrema derecha tiene algo de fuerza. No tendrá el gobierno, no tendrá el poder, pero condiciona a todos los demás. Hasta a los socialistas. Hasta, glups, a alguno de los nuestros. Ellos sueltan las cafradas, las ideas que parecen irrealizables, las idas de olla, las deportaciones masivas. Otros las asumen como salvajadas, pero con matices y las van incorporando a su discurso. Y de repente, ya solo hablamos de lo que ellos quieren.
Y de repente, la sombra de la sospecha se instala sobre las feministas. Y de repente, cada vez vemos más inmigrantes en la calle. Y de repente, la gente pierde el miedo a decir que 'antes, antes con Franco...'.
Y es todo mentira. En realidad toda esta parafernalia de banderitas y de mentones duros y de chulos a caballo no esconde más que lo mismo de siempre: privatizaciones, neoliberalismo a saco, pérdida de derechos a cascoporro, miseria, ricos más ricos y trabajadores y trabajadoras esclavizadas. Ni patriotas, ni banderas, ni nada. No quieren que se vayan los inmigrantes, quieren que trabajen más y que se les vea todavía menos. Que no sean ciudadanos, que no tengan derechos, porque tampoco los quieren para nosotros.
La extrema derecha es como el o la de recursos humanos que llega en plan valiente a las empresas 'queriendo poner firmes a esta gente'. Es el capataz chusquero, engominado, que llega con ese buen par de huevos para... huevos que en realidad no sirven más que para ganar dinero a tu costa.
Extrema y derecha. Mira Brasil. En un solo día han dicho y hecho más barbaridades de las que un ser humano podría imaginar. Dar rienda suelta para cargarse el Amazonas, por dinero claro. Lo de vestir de rosa y de azul a las niñas y los niños porque es lo que les toca. Cosas. Mucha bandera, mucho mentón apretado, mucho dios por todas partes, por dios y por la patria, por la virgen y por España, por Catalunya y las monjitas del monasterio de...
Extrema derecha.
Está bien hacer broma con la extrema derecha, otra vez. Una vez más. La tierra de mis padres, de mis primos, de mis amigos y mis amigas, en manos de una banda de cuatreros. Por desistimiento. Por incomparecencia del rival.
Porque a ver, qué pasa. Insistimos, no ha subido de votos la derecha, han sacado lo mismo. Es la izquierda la que no ha dado el paso adelante.
Somos la gente de izquierdas la que nos hemos quedado en casa, sin confiar en el cambio desde la izquierda. Bueno. No toda. Creo que nosotros hemos hecho mucho, pero siempre se puede hacer más.
¿Hay que estar tristes? ¿Azotándonos? ¿Acojonados? ¿Decir que viene el lobo?
¿Cuándo ha servido eso?
Como decía una ilustre sevillana, Isabel Pantoja, Dientes, dientes...
A fin de cuentas, vivimos sistemáticamente en un sistema que nos revienta a cada paso que damos. Así que venimos con el rodaje hecho.
Se ha consumado pues el cambio de gobierno en Andalucía. Quedan atrás legislaturas y legislaturas de gobierno socialista y, cuando pensábamos que eso era eterno y que en caso de que no lo fuera, el cambio vendría por la izquierda nos encontramos con que el Gobierno de Andalucía está en manos de gente que dice cosas como que hay que derogar la ley de violencia de género y suprimir ayudas a 'chiringuitos' feminazis, o cambiar el día de Andalucía del 28 de febrero al día de la toma de Granada. Ese tipo de gente.
El esquema es el mismo que se ha repetido en todos los países donde la extrema derecha tiene algo de fuerza. No tendrá el gobierno, no tendrá el poder, pero condiciona a todos los demás. Hasta a los socialistas. Hasta, glups, a alguno de los nuestros. Ellos sueltan las cafradas, las ideas que parecen irrealizables, las idas de olla, las deportaciones masivas. Otros las asumen como salvajadas, pero con matices y las van incorporando a su discurso. Y de repente, ya solo hablamos de lo que ellos quieren.
Y de repente, la sombra de la sospecha se instala sobre las feministas. Y de repente, cada vez vemos más inmigrantes en la calle. Y de repente, la gente pierde el miedo a decir que 'antes, antes con Franco...'.
Y es todo mentira. En realidad toda esta parafernalia de banderitas y de mentones duros y de chulos a caballo no esconde más que lo mismo de siempre: privatizaciones, neoliberalismo a saco, pérdida de derechos a cascoporro, miseria, ricos más ricos y trabajadores y trabajadoras esclavizadas. Ni patriotas, ni banderas, ni nada. No quieren que se vayan los inmigrantes, quieren que trabajen más y que se les vea todavía menos. Que no sean ciudadanos, que no tengan derechos, porque tampoco los quieren para nosotros.
La extrema derecha es como el o la de recursos humanos que llega en plan valiente a las empresas 'queriendo poner firmes a esta gente'. Es el capataz chusquero, engominado, que llega con ese buen par de huevos para... huevos que en realidad no sirven más que para ganar dinero a tu costa.
Extrema y derecha. Mira Brasil. En un solo día han dicho y hecho más barbaridades de las que un ser humano podría imaginar. Dar rienda suelta para cargarse el Amazonas, por dinero claro. Lo de vestir de rosa y de azul a las niñas y los niños porque es lo que les toca. Cosas. Mucha bandera, mucho mentón apretado, mucho dios por todas partes, por dios y por la patria, por la virgen y por España, por Catalunya y las monjitas del monasterio de...
Extrema derecha.
Está bien hacer broma con la extrema derecha, otra vez. Una vez más. La tierra de mis padres, de mis primos, de mis amigos y mis amigas, en manos de una banda de cuatreros. Por desistimiento. Por incomparecencia del rival.
Porque a ver, qué pasa. Insistimos, no ha subido de votos la derecha, han sacado lo mismo. Es la izquierda la que no ha dado el paso adelante.
Somos la gente de izquierdas la que nos hemos quedado en casa, sin confiar en el cambio desde la izquierda. Bueno. No toda. Creo que nosotros hemos hecho mucho, pero siempre se puede hacer más.
¿Hay que estar tristes? ¿Azotándonos? ¿Acojonados? ¿Decir que viene el lobo?
¿Cuándo ha servido eso?
Como decía una ilustre sevillana, Isabel Pantoja, Dientes, dientes...
A fin de cuentas, vivimos sistemáticamente en un sistema que nos revienta a cada paso que damos. Así que venimos con el rodaje hecho.
miércoles, 9 de enero de 2019
Trotsky, la serie.
Primeras imágenes del primer episodio de la serie rusa dedicada a Trotsky. Trotsky está en el mítico tren que le llevaba de una punta a otra del frente durante la guerra civil, cuando estaba comandando el Ejército rojo. Hay una mujer en el tren, los letreros dicen que es Larissa Reissner. Habla con Trotsky y Trotsky habla con ella. Al final ella acaba desnudándose. Trotsky y Larissa Reissner tracatrán en el tren.
Una serie sobre Trotsky en ruso, hecha en Rusia. Una serie sobre un personaje al que los rusos deben de conocer muy de aquella manera. ¿Qué hay de verdad en la serie? ¿Podemos decir que la serie es buena o que es mala? ¿Dejan bien a Trotsky o dejan mal a Trotsky?
La serie es breve, tan solo ocho episodios. Todo se hila en torno a la presencia de un periodista norteramericano, Frank Jackson, en el domicilio mexicano de Trotsky, donde vive con su compañera de fatigas Natalia Sedova. El periodista, que se dice estalinista, va a entrevistar a Trotsky. Los diálogos son fieros y obligan a Trotsky a recordar y a corregir las cosas que se dicen sobre él. Así, todo se va desarrollando en esos últimos días del líder de la revolución rusa y a través de los recuerdos de este.
Desde sus primeros encarcelamientos, la revolución de 1905, el exilio y sus contactos con los demás líderes del partido socialdemócrata, el estallido de la revolución y su papel en él, hasta que finalmente pierde la lucha de poder con Stalin y se ve obligado a abandonar el país. Esta última parte, la lucha de poder con Stalin no queda demasiado bien dibujada, esos años, los que van des final de la guerra civil hasta que es expulsado. Pero quizás tampoco sea necesario.
Si alguien quiere hacerse trotskista viendo la serie, posiblemente se lleve una desilusión. No sé qué opinión tendrán de la serie los trotskistas, supongo que no demasiado buena.
¿Cómo se pinta a Trotsky? Pues como un revolucionario. Un revolucionario que hace esas cosas que tiene que se supone que hace un revolucionario cuando las cosas se ponen torcidas. No mirar a los lados y seguir para delante. Pete quien pete. Hasta que petas tú.
Trotsky no se llamaba Trotsky, ya lo sabemos. Lev Bronstein. Toma su apodo, su alias, del jefe de la prisión donde está recluido, quien precisamente le indica que siendo buenos no se llega a ningún sitio y que es dando miedo como se consiguen las cosas. Y eso es lo que hace Trotsky.
Lo que la serie parece decirnos es que los métodos de Trotsky, más allá de las diferencias ideológicas, son los que finalmente adoptará y profundizará Stalin para llevarlos al paroxismo. Se nos quiere decir que, es precisamente cuando ya ha acabado la revolución y se empieza a ir contra poetas y escritores, cuando Trotsky afloja. Mientras que Stalin aprieta. Al menos eso he entendido yo, que tampoco entiendo demasiado de esto.
Hay momentos y figuras que merece destacar. La figura de Parvus, el millonario que ayuda a Trotsky y que, no se dice, pero será una influencia intelectual muy grande para él. Me gustaría mucho leer más de Parvus, pero no encuentro nada. Cómo Lenin y Trotsky discuten y pelean por el liderazgo de la revolución. Cómo se va forjando el poder de Stalin dentro del partido. La influencia de las relaciones personales dentro del devenir de la revolución. Cómo interpretar si has ganado o has perdido.
El periodista americano se empeña en decirle a Trotsky que su lucha ha sido en vano, que ha sido derrotado. Y sin embargo éste dice que no, que ha vencido. Porque la revolución se mantuvo por su trabajo. Pero está solo y no le sigue demasiada gente. Muy poca gente.
En fin. Recientemente alguien me incluyó en una lista de personas antitrotskistas de mi ciudad. Menuda gracia. Hay a quien le hace gracia.
Trotsky comandando la revolución sin mostrar piedad, sin temblarle la mano para fusilar a compañeros, a antiguos camaradas, a colaboradores, sentando las bases de juicios inventados, de ejecuciones sumarias sin más, Trotsky haciendo política de... pero si es una serie. Una simple serie de ocho capítulos, que está bien. Y sale Trotsky tracatrán con la Sedova, con la Reissner, con Frida Kahlo.
Y también sale Ramón Mercader.
No aprendemos ni aprenderemos nunca.
Una serie sobre Trotsky en ruso, hecha en Rusia. Una serie sobre un personaje al que los rusos deben de conocer muy de aquella manera. ¿Qué hay de verdad en la serie? ¿Podemos decir que la serie es buena o que es mala? ¿Dejan bien a Trotsky o dejan mal a Trotsky?
La serie es breve, tan solo ocho episodios. Todo se hila en torno a la presencia de un periodista norteramericano, Frank Jackson, en el domicilio mexicano de Trotsky, donde vive con su compañera de fatigas Natalia Sedova. El periodista, que se dice estalinista, va a entrevistar a Trotsky. Los diálogos son fieros y obligan a Trotsky a recordar y a corregir las cosas que se dicen sobre él. Así, todo se va desarrollando en esos últimos días del líder de la revolución rusa y a través de los recuerdos de este.
Desde sus primeros encarcelamientos, la revolución de 1905, el exilio y sus contactos con los demás líderes del partido socialdemócrata, el estallido de la revolución y su papel en él, hasta que finalmente pierde la lucha de poder con Stalin y se ve obligado a abandonar el país. Esta última parte, la lucha de poder con Stalin no queda demasiado bien dibujada, esos años, los que van des final de la guerra civil hasta que es expulsado. Pero quizás tampoco sea necesario.
Si alguien quiere hacerse trotskista viendo la serie, posiblemente se lleve una desilusión. No sé qué opinión tendrán de la serie los trotskistas, supongo que no demasiado buena.
¿Cómo se pinta a Trotsky? Pues como un revolucionario. Un revolucionario que hace esas cosas que tiene que se supone que hace un revolucionario cuando las cosas se ponen torcidas. No mirar a los lados y seguir para delante. Pete quien pete. Hasta que petas tú.
Trotsky no se llamaba Trotsky, ya lo sabemos. Lev Bronstein. Toma su apodo, su alias, del jefe de la prisión donde está recluido, quien precisamente le indica que siendo buenos no se llega a ningún sitio y que es dando miedo como se consiguen las cosas. Y eso es lo que hace Trotsky.
Lo que la serie parece decirnos es que los métodos de Trotsky, más allá de las diferencias ideológicas, son los que finalmente adoptará y profundizará Stalin para llevarlos al paroxismo. Se nos quiere decir que, es precisamente cuando ya ha acabado la revolución y se empieza a ir contra poetas y escritores, cuando Trotsky afloja. Mientras que Stalin aprieta. Al menos eso he entendido yo, que tampoco entiendo demasiado de esto.
Hay momentos y figuras que merece destacar. La figura de Parvus, el millonario que ayuda a Trotsky y que, no se dice, pero será una influencia intelectual muy grande para él. Me gustaría mucho leer más de Parvus, pero no encuentro nada. Cómo Lenin y Trotsky discuten y pelean por el liderazgo de la revolución. Cómo se va forjando el poder de Stalin dentro del partido. La influencia de las relaciones personales dentro del devenir de la revolución. Cómo interpretar si has ganado o has perdido.
El periodista americano se empeña en decirle a Trotsky que su lucha ha sido en vano, que ha sido derrotado. Y sin embargo éste dice que no, que ha vencido. Porque la revolución se mantuvo por su trabajo. Pero está solo y no le sigue demasiada gente. Muy poca gente.
En fin. Recientemente alguien me incluyó en una lista de personas antitrotskistas de mi ciudad. Menuda gracia. Hay a quien le hace gracia.
Trotsky comandando la revolución sin mostrar piedad, sin temblarle la mano para fusilar a compañeros, a antiguos camaradas, a colaboradores, sentando las bases de juicios inventados, de ejecuciones sumarias sin más, Trotsky haciendo política de... pero si es una serie. Una simple serie de ocho capítulos, que está bien. Y sale Trotsky tracatrán con la Sedova, con la Reissner, con Frida Kahlo.
Y también sale Ramón Mercader.
No aprendemos ni aprenderemos nunca.
martes, 8 de enero de 2019
La mirada ovoide
En una de las carpetas del profesor Enjund, emérito investigador de la Universidad de Fred, hemos encontrado este caso que nos ha parecido ciertamente curioso y que no deja de ser una prueba más de todo lo que hemos ido comprobando sobre las teorías de la mirada ovoide del profesor Almayr.
'En el pueblo de Freierstund, vivió al parecer a principios del siglo XIX un hombre llamado Albertas Dariuszkas. Aquel hombre venía del norte, aún más al norte de Freierstund, que ya estaba bien al norte. Apareció durante un invierno especialmente crudo. Cubierto de una piel basta y un gorro grueso y de unas especie de anteojeras bastante curiosas, entró en la taberna y pidió un vino caliente. Se lo sirvieron, bebió y pidió otro. Y otro. Y otro. Hasta que entró en calor. El recién llegado fue interrogado por la parroquia del local sobre su origen. Venía del Norte, pero no sabía como se llamaban las tierras en las que nació. Le preguntaron por su nombre y dijo que un cura le había puesto de nombre Albertas Dariuszkas. El sacerdote se llamaba Dariusz y el nombre de Albertas le pareció al cura adecuado para aquel especimen. Era alto, enorme, muy fuerte. Se quitó la pelliza, se quitó el gorro, pero dejó puesto las anteojeras, ahora dispuestas como un antifaz.
Empezó a tomar copas de aguardiente. Pareció tomar confianza y se quitó aquella protección para los ojos. Miró al tabernero. Algo ocurrió que el tabernero sintió un dolor terrorífico en su cabeza y cayó muerto. El hombre volvió a ponerse rápidamente el antifaz y salió de la taberna. Todos se quedaron paralizados.
Nadie supo qué había pasado con aquel hombre llamado Albertas hasta que unos días después lo encontraron muerto, con marcas en el cuello y una soga. Se había colgado en un árbol alejado del pueblo. Y allí lo enterraron. Todavía con el antifaz puesto.
Casi 150 años después, en el pueblo de Freierstund se instaló la fábrica de condensadores y maquinaria para camiones Skilda. Muchos vinieron a vivir a aquella población. Se construyeron nuevas casas. Algunas de ellas estaban planeadas en unos terrenos alejados del centro del pueblo. El equipo constructor consultó con el consistorio la posibilidad de trasladar una tumba que se encontraba en aquellos terrenos, al cementerio local. El alcalde dio su aprobación.
Al desenterrar aquel montón de tierra se dieron cuenta de que no había féretro, y solo unos huesos envueltos en trapos, una pelliza, un gorro y unas anteojeras.
Nada pudo construirse en aquellas tierras.'
'En el pueblo de Freierstund, vivió al parecer a principios del siglo XIX un hombre llamado Albertas Dariuszkas. Aquel hombre venía del norte, aún más al norte de Freierstund, que ya estaba bien al norte. Apareció durante un invierno especialmente crudo. Cubierto de una piel basta y un gorro grueso y de unas especie de anteojeras bastante curiosas, entró en la taberna y pidió un vino caliente. Se lo sirvieron, bebió y pidió otro. Y otro. Y otro. Hasta que entró en calor. El recién llegado fue interrogado por la parroquia del local sobre su origen. Venía del Norte, pero no sabía como se llamaban las tierras en las que nació. Le preguntaron por su nombre y dijo que un cura le había puesto de nombre Albertas Dariuszkas. El sacerdote se llamaba Dariusz y el nombre de Albertas le pareció al cura adecuado para aquel especimen. Era alto, enorme, muy fuerte. Se quitó la pelliza, se quitó el gorro, pero dejó puesto las anteojeras, ahora dispuestas como un antifaz.
Empezó a tomar copas de aguardiente. Pareció tomar confianza y se quitó aquella protección para los ojos. Miró al tabernero. Algo ocurrió que el tabernero sintió un dolor terrorífico en su cabeza y cayó muerto. El hombre volvió a ponerse rápidamente el antifaz y salió de la taberna. Todos se quedaron paralizados.
Nadie supo qué había pasado con aquel hombre llamado Albertas hasta que unos días después lo encontraron muerto, con marcas en el cuello y una soga. Se había colgado en un árbol alejado del pueblo. Y allí lo enterraron. Todavía con el antifaz puesto.
Casi 150 años después, en el pueblo de Freierstund se instaló la fábrica de condensadores y maquinaria para camiones Skilda. Muchos vinieron a vivir a aquella población. Se construyeron nuevas casas. Algunas de ellas estaban planeadas en unos terrenos alejados del centro del pueblo. El equipo constructor consultó con el consistorio la posibilidad de trasladar una tumba que se encontraba en aquellos terrenos, al cementerio local. El alcalde dio su aprobación.
Al desenterrar aquel montón de tierra se dieron cuenta de que no había féretro, y solo unos huesos envueltos en trapos, una pelliza, un gorro y unas anteojeras.
Nada pudo construirse en aquellas tierras.'
lunes, 7 de enero de 2019
Aquella mujer de ahí
No sabíamos cómo se llamaba pero era mejor eso que saber nada. Nos imaginábamos cosas. La veíamos todas las tardes en la taberna del viejo Samuelsson. Por aquel entonces nosotros éramos unos niñatos que acababan de terminar sus estudios y acudían a la taberna a beber los primeros licores espirituosos fuertes, a llegar a casa con graves síntomas de borrachera y a sentir que estábamos disfrutando, al fin, de lo que era ser adultos.
Quizás el primer día no reparamos en ella, pero el segundo día, alguno de nosotros, seguro que el gracioso de Hjalmar, dijo: mirad a esa mujer de ahí. Simplemente era una mujer que estaba sentada en una de las mesas, justo al lado de la ventana. Se tomaba una copa de algo que desconocíamos, lentamente, miraba por la ventana. Nosotros la mirábamos a ella.
Pasaban los días y cada tarde íbamos a la taberna del viejo Samuelsson y repetíamos un ritual de bebida y contemplación. Nuestra ciudad no era demasiado grande y sin embargo, no conseguíamos situar quién era aquella mujer, de dónde había salido. No nos atrevíamos a preguntarle a Samuelsson ni mucho menos a cualquiera de los concurrentes. No nos podíamos permitir que se burlasen de nosotros por mostrar interés en una mujer.
El resto de parroquianos de la taberna no hacía demasiado caso de la mujer al lado de la ventana. Alguno de ellos, al pasar camino del cuarto de baño, saludaba a la mujer tocándose la gorra y ella les respondía inclinando la cabeza. El señor Samuelsson rellenaba la copa una sola vez. Cuando terminaba ese segundo vaso, la mujer dejaba de beber y contemplaba la ventana y su paisaje.
Una tarde, julio ya estaba a punto de acabar y algunos nos marcharíamos de viaje a la casa solariega en agosto, decidimos quedarnos hasta el cierre de la taberna para saber, cuando se fuera, dónde vivía, seguirla. La intriga nos consumía.
Así pasó. Cuando nos quedamos solos y el señor Samuelsson se disponía a cerrar el local, la mujer se levantó, se despidió del señor Samuelsson y salió en dirección a la avenida principal. Nos propusimos seguirla. Ella caminaba tranquila, sin prisa, ya era todo oscuro.
El camino a su casa parecía recorrer únicamente las calles principales de nuestra ciudad. Por un momento nos pareció que sabía que la seguíamos, estábamos dando vueltas en círculo.
Giró hacia la derecha en la calle del General Frantzen y cuando hicimos lo mismo que ella, había desaparecido. Al volver sobre nuestros pasos, nos la encontramos de frente. Pasó por entre nosotros.
Parecía absorta en sus pensamientos. La vimos girar de nuevo a la derecha en General Frantzen. Desaparecía cuando hacía aquello.
Nos la cruzábamos de frente y no nos veía.
Era cada vez más tarde. Alguno protestó. Si volvíamos tan tarde se quedaría sin viajar al campo. Nos fuimos a casa.
Al día siguiente volvimos y allí estaba, de nuevo sentada en aquella mesa, mirando a la ventana. No la volvimos a perseguir.
Son esas cosas que se cuentan, pasan los años y no te explicas. Por no preguntar.
Quizás el primer día no reparamos en ella, pero el segundo día, alguno de nosotros, seguro que el gracioso de Hjalmar, dijo: mirad a esa mujer de ahí. Simplemente era una mujer que estaba sentada en una de las mesas, justo al lado de la ventana. Se tomaba una copa de algo que desconocíamos, lentamente, miraba por la ventana. Nosotros la mirábamos a ella.
Pasaban los días y cada tarde íbamos a la taberna del viejo Samuelsson y repetíamos un ritual de bebida y contemplación. Nuestra ciudad no era demasiado grande y sin embargo, no conseguíamos situar quién era aquella mujer, de dónde había salido. No nos atrevíamos a preguntarle a Samuelsson ni mucho menos a cualquiera de los concurrentes. No nos podíamos permitir que se burlasen de nosotros por mostrar interés en una mujer.
El resto de parroquianos de la taberna no hacía demasiado caso de la mujer al lado de la ventana. Alguno de ellos, al pasar camino del cuarto de baño, saludaba a la mujer tocándose la gorra y ella les respondía inclinando la cabeza. El señor Samuelsson rellenaba la copa una sola vez. Cuando terminaba ese segundo vaso, la mujer dejaba de beber y contemplaba la ventana y su paisaje.
Una tarde, julio ya estaba a punto de acabar y algunos nos marcharíamos de viaje a la casa solariega en agosto, decidimos quedarnos hasta el cierre de la taberna para saber, cuando se fuera, dónde vivía, seguirla. La intriga nos consumía.
Así pasó. Cuando nos quedamos solos y el señor Samuelsson se disponía a cerrar el local, la mujer se levantó, se despidió del señor Samuelsson y salió en dirección a la avenida principal. Nos propusimos seguirla. Ella caminaba tranquila, sin prisa, ya era todo oscuro.
El camino a su casa parecía recorrer únicamente las calles principales de nuestra ciudad. Por un momento nos pareció que sabía que la seguíamos, estábamos dando vueltas en círculo.
Giró hacia la derecha en la calle del General Frantzen y cuando hicimos lo mismo que ella, había desaparecido. Al volver sobre nuestros pasos, nos la encontramos de frente. Pasó por entre nosotros.
Parecía absorta en sus pensamientos. La vimos girar de nuevo a la derecha en General Frantzen. Desaparecía cuando hacía aquello.
Nos la cruzábamos de frente y no nos veía.
Era cada vez más tarde. Alguno protestó. Si volvíamos tan tarde se quedaría sin viajar al campo. Nos fuimos a casa.
Al día siguiente volvimos y allí estaba, de nuevo sentada en aquella mesa, mirando a la ventana. No la volvimos a perseguir.
Son esas cosas que se cuentan, pasan los años y no te explicas. Por no preguntar.
domingo, 6 de enero de 2019
Crónica de la Cabalgata de Reyes. La fe del converso.
El tópico dice que hoy 6 de enero, día de Reyes, cuando nos encontremos a alguien por la calle debemos decir aquello de que ‘menos mal que ya es el último día, ya se acaban las fiestas’. El tópico dice que la persona intelectualmente formada y al día de lo que sucede en el mundo, al tanto de las calamidades por venir, siempre atenta para dar la respuesta rápida y sensata ante cualquier cuestión como por ejemplo ‘pues yo creo que Vox va a…’, esa persona, digo, esa persona que puedo ser yo, no está para Navidades.
Pero les voy a contar una cosa. Antes de ayer, remontando la pequeña cuesta que desde el Portal de la Vila nos lleva a todos y a todas ante la majestuosidad de la plaza de la Vila, al ver aquella orgía de luces azules y blancas en el edificio consistorial y pensar que, quizás mañana mismo, esas luces ya no estarán, me dio pena. Porque sí, este año he empezado a decir que me gustan las navidades, me gustan estas fiestas, me gustan estos días. Sí, quizás la fórmula correcta sea esta, me gustan estos días.
Lejos de la preocupación por el consumismo, por el estrés de encontrar el regalo ideal, perfecto, las personas a las que sí y a las que no, si has regalado para navidad hay que regalar para Reyes y esas cosas, más allá de todo eso, estos días me parecen estupendos. Y no me atrevo a decirles porqué.
Uno de esos días que merece la pena señalar es el de la Cabalgata. La cabalgata de Reyes en Santa Coloma de Gramenet. Esa cabalgata que todos los años es peor que la anterior, según reza también el tópico, pero a la que todos los años acudimos a ver qué. Cabalgata de Reyes colomense, todo el mundo a la calle, a la puerta de su calle o a perseguir la cabalgata por todo el recorrido. Todo el mundo con los ojos en el suelo para ver ese caramelo, el caramelo, EL CARAMELO que no ha cogido nadie y que te está esperando a ti, a mí, a todos, como una promesa de libertad.
Este año he visto la cabalgata pasar una sola vez. Otros años, mi afán antropológico me llevaba a vigilar la cabalgata desde el parque Europa, desde los Jardins Moragues, esperarlos en la avenida Santa Coloma, parada técnica en el Termes o en el Arribes y volver a verlos entrar por la plaza. Pero este año no, salí tarde y cuando quise apostarme en la avenida Santa Coloma ya se habían marchado. Y las gentes, mis convecinos, volvían con las manos y los bolsillos llenos de caramelos. Algunos ya a tomarse algo como liberación y otros y otras persiguiendo el itinerario de la cabalgata para seguir prolongando la ilusión de esta noche mágica.
Así que solo los he visto pasar por la avinguda Generalitat. Poco a poco, la gente se iba arracimando en las aceras para ver el desfile. Decían que venían con retraso. Y de repente, la magia. A lo lejos, alguien anuncia el paso de la cabalgata con un globo cuya cuerda tiene lucecitas y el propio globo también luce. Todo luce. La ilusión recorre este enjuto cuerpo de adulto de 43 años pero mirad de niño. Otra vez esperar el paso de las carrozas, otra vez reclamar la atención de un paje para que tire caramelos, otra vez saludar a conocidos y conocidas que hacen de ayudantes, pajes, servicio de seguridad, otra vez ver cuál es la primera carroza… unas luces anuncian que llega.
Es una grúa municipal con un coche.
La magia de la Navidad. El embrujo de las fiestas.
Aplaudimos.
Y volvemos a perseguir con la mirada, con la misma ilusión, el resto de la cabalgata que avanza en la lejanía. Y comienza el paso de las carrozas. Y los caballitos blancos que a todo el mundo le han hecho gracia, a mí me hacen más gracia que a los demás, porque con la fe del converso, todo me parece mejor. Y cuando pasa la carroza de Yolanda Valero, no me quedo tranquilo hasta que la veo, esta vez pie a tierra, a rebufo de sus bailarinas, agitar sus alas esparciendo su gracia para tener todos y todas un feliz año como el que acostumbramos a pasar. Y desde otra carroza vemos pasar al Siscu y le digo ‘siscu tira nieve que no te la vas a quedar…’ y tira encima nuestro un saco entero de papelitos y ya voy a tener papelitos hasta yo que sé cuándo y mira cómo me ha puesto el Siscu de papelitos que le he dicho que me tirara papelitos y me ha tirado papelitos. Y eso es bueno. Y veo pasar a los carboneros y soy uno de los agraciados a los que le tiznan un poco la cara y puedo decir orgulloso, no, perdón, me pueden decir aquello de ‘vaya cara llevas’, porque soy uno de los que llevan la cara tiznada, porque el carbonero o carbonera se me ha acercado y me ha tiznado la cara. Y eso es bueno. Y pasan los distintos reyes. Y pasan los pajes y tiran caramelos. Y el señor de atrás lleva a cabo una labor de zapa que dedicada a otros menesteres nos haría un país mejor y digno, pero él lo dedica a rapiñar todos los caramelos todo todos. Y me meto la mano en los bolsillos y creo que los caramelos los he cogido todos pisados. Y no, que es que son caramelos blandos, supongo que por evitar desperfectos con los caramelos duros. Y pasa la carroza del centro gallego. Y pasa la mejor carroza o el mejor séquito, con un cerro de niños y niñas (o solo niñas) con el disfraz de reina y la vara en la mano diciendo ‘eh, eh, eh’, que ya me tienen a sus pies para lo que gusten.
Y cuando pasa el último vehículo y solo quedan los de protección civil y demás, uno debe decir eso de ‘y ya está? Qué corta, todos los años es más corta’. Y ya no avanzamos hasta verlos entrar por la plaza de la vila. Y me quedo sin saber quién presenta este año. Y nos perdemos el discurso y el deseo de una buena noche que seguro que la autoridad municipal nos desea. Y eso es bueno.
Pero les voy a contar una cosa. Antes de ayer, remontando la pequeña cuesta que desde el Portal de la Vila nos lleva a todos y a todas ante la majestuosidad de la plaza de la Vila, al ver aquella orgía de luces azules y blancas en el edificio consistorial y pensar que, quizás mañana mismo, esas luces ya no estarán, me dio pena. Porque sí, este año he empezado a decir que me gustan las navidades, me gustan estas fiestas, me gustan estos días. Sí, quizás la fórmula correcta sea esta, me gustan estos días.
Lejos de la preocupación por el consumismo, por el estrés de encontrar el regalo ideal, perfecto, las personas a las que sí y a las que no, si has regalado para navidad hay que regalar para Reyes y esas cosas, más allá de todo eso, estos días me parecen estupendos. Y no me atrevo a decirles porqué.
Uno de esos días que merece la pena señalar es el de la Cabalgata. La cabalgata de Reyes en Santa Coloma de Gramenet. Esa cabalgata que todos los años es peor que la anterior, según reza también el tópico, pero a la que todos los años acudimos a ver qué. Cabalgata de Reyes colomense, todo el mundo a la calle, a la puerta de su calle o a perseguir la cabalgata por todo el recorrido. Todo el mundo con los ojos en el suelo para ver ese caramelo, el caramelo, EL CARAMELO que no ha cogido nadie y que te está esperando a ti, a mí, a todos, como una promesa de libertad.
Este año he visto la cabalgata pasar una sola vez. Otros años, mi afán antropológico me llevaba a vigilar la cabalgata desde el parque Europa, desde los Jardins Moragues, esperarlos en la avenida Santa Coloma, parada técnica en el Termes o en el Arribes y volver a verlos entrar por la plaza. Pero este año no, salí tarde y cuando quise apostarme en la avenida Santa Coloma ya se habían marchado. Y las gentes, mis convecinos, volvían con las manos y los bolsillos llenos de caramelos. Algunos ya a tomarse algo como liberación y otros y otras persiguiendo el itinerario de la cabalgata para seguir prolongando la ilusión de esta noche mágica.
Así que solo los he visto pasar por la avinguda Generalitat. Poco a poco, la gente se iba arracimando en las aceras para ver el desfile. Decían que venían con retraso. Y de repente, la magia. A lo lejos, alguien anuncia el paso de la cabalgata con un globo cuya cuerda tiene lucecitas y el propio globo también luce. Todo luce. La ilusión recorre este enjuto cuerpo de adulto de 43 años pero mirad de niño. Otra vez esperar el paso de las carrozas, otra vez reclamar la atención de un paje para que tire caramelos, otra vez saludar a conocidos y conocidas que hacen de ayudantes, pajes, servicio de seguridad, otra vez ver cuál es la primera carroza… unas luces anuncian que llega.
Es una grúa municipal con un coche.
La magia de la Navidad. El embrujo de las fiestas.
Aplaudimos.
Y volvemos a perseguir con la mirada, con la misma ilusión, el resto de la cabalgata que avanza en la lejanía. Y comienza el paso de las carrozas. Y los caballitos blancos que a todo el mundo le han hecho gracia, a mí me hacen más gracia que a los demás, porque con la fe del converso, todo me parece mejor. Y cuando pasa la carroza de Yolanda Valero, no me quedo tranquilo hasta que la veo, esta vez pie a tierra, a rebufo de sus bailarinas, agitar sus alas esparciendo su gracia para tener todos y todas un feliz año como el que acostumbramos a pasar. Y desde otra carroza vemos pasar al Siscu y le digo ‘siscu tira nieve que no te la vas a quedar…’ y tira encima nuestro un saco entero de papelitos y ya voy a tener papelitos hasta yo que sé cuándo y mira cómo me ha puesto el Siscu de papelitos que le he dicho que me tirara papelitos y me ha tirado papelitos. Y eso es bueno. Y veo pasar a los carboneros y soy uno de los agraciados a los que le tiznan un poco la cara y puedo decir orgulloso, no, perdón, me pueden decir aquello de ‘vaya cara llevas’, porque soy uno de los que llevan la cara tiznada, porque el carbonero o carbonera se me ha acercado y me ha tiznado la cara. Y eso es bueno. Y pasan los distintos reyes. Y pasan los pajes y tiran caramelos. Y el señor de atrás lleva a cabo una labor de zapa que dedicada a otros menesteres nos haría un país mejor y digno, pero él lo dedica a rapiñar todos los caramelos todo todos. Y me meto la mano en los bolsillos y creo que los caramelos los he cogido todos pisados. Y no, que es que son caramelos blandos, supongo que por evitar desperfectos con los caramelos duros. Y pasa la carroza del centro gallego. Y pasa la mejor carroza o el mejor séquito, con un cerro de niños y niñas (o solo niñas) con el disfraz de reina y la vara en la mano diciendo ‘eh, eh, eh’, que ya me tienen a sus pies para lo que gusten.
Y cuando pasa el último vehículo y solo quedan los de protección civil y demás, uno debe decir eso de ‘y ya está? Qué corta, todos los años es más corta’. Y ya no avanzamos hasta verlos entrar por la plaza de la vila. Y me quedo sin saber quién presenta este año. Y nos perdemos el discurso y el deseo de una buena noche que seguro que la autoridad municipal nos desea. Y eso es bueno.
sábado, 5 de enero de 2019
El hechicero
El señor Joachim Cremel había sido un eficaz instructor en la academia Bolchenstreim durante más de treinta años. Cuando de joven terminó sus estudios de matemáticas, su padre, el señor Fabian Cremel, le había llevado a la academia Bolchenstreim para entrevistarse con el director del centro, el propio señor Bolchestreim que todavía vivía. Tras unas breves negociaciones, el señor Joachim Cremel, consiguió un trabajo y un nombre. El señor Joachim Cremel, instructor.
Durante treinta años, caminaba el kilómetro que distaba su casa de la academia, impartía sus clases, preparaba las materias del día siguiente y volvía a su casa. No tuvo tiempo de casarse. Conservaba en un libro gastado unas cartas que había escrito a la señorita Von Gotha, a la que conoció cuando ambos estudiaban. Esas cartas nunca las envió, pero noche sí y noche no, se entretenía releyendo aquellas letras e imaginando que hubiera podido pasar.
El señor Theresin entró en la academia Bolchestreim como profesor de ciencias naturales. Era un joven atrevido, su entrada en el cerrado mundo de la academia se debía a que la hija del señor Bolchestreim, Claribelle, una vez que el señor Bolchestreim había fallecido, quería dar aires nuevos al centro. El señor Theresin planeó en una ocasión una salida al campo, un hecho novedoso en aquel centro en el que el conocimiento se encerraba entre sus muros y lo que existía más allá era peligro y caos. El señor Theresin pidió al señor Cremel que les acompañara, dado que era una persona con autoridad entre los alumnos. Después de pensarlo mucho, el señor Cremel accedió.
Partieron al campo para estudiar diversos tipos de plantas y recoger flores para hacer un tapiz. Dos grupos de treinta alumnos. Pasaron la mañana y a la hora de almorzar, el señor Cremel se había perdido.
Buscaron al señor Cremel por todo aquel paraje. No podía haber ido muy lejos. Pensaron que podría haber caído en una zanja, en algún pozo ciego, que quizás se había despistado y había echado a andar por un camino. Dejaron de buscar y avisaron a la policía. Los intentos de búsqueda fracasaron. Se registró su casa y no encontraron ninguna señal. El libro con las cartas a la señorita Von Gotha seguía allí. Se dio por desaparecido al señor Cremel.
El señor Theresin llevaba ya treinta años como profesor de ciencia naturales de la que ya se llamaba academia Bolchestreim-Theresin. Seguía haciendo sus excursiones anuales al campo y siempre contaba la historia del señor Cremel, que se perdió. Aquel año, acababa de entrar a formar parte del equipo de profesores, el joven Nicassius Fluger. Un apocado muchacho que daba clases de filosofía. El señor Theresin le pidió que les acompañara a la salida de aquel año.
Mientras el señor Theresin intentaba cortar la rama de un almendro al que nunca había reparado, notó la presencia de alguien a su lado. Un hombre envuelto en una túnica blanca, con barbas blancas, con una vara y un libro en cada una de sus manos, le miraba con atención. Y le dijo: ‘Cada rama que cortamos es como…’.
Nicassius Fluger contaba esta historia a sus alumnos, que le miraban absortos, treinta años después.
miércoles, 2 de enero de 2019
Ciudadano Ejemplar
Ay, el señor Fendelstam. Su vida comenzaba a las once de la mañana. Se levanta de la cama, se viste, sale a la calle camino del desayuno y por el camino abronca a todos los transeúntes. Les llama vagos, menesterosos, roñosos, mugre de la tierra… y a todo el que le quiera escuchar le cuenta que él era propietario de una pequeña tienda en una de las calles que llevaba a la Iglesia de Santa Beata y que la tuvo que cerrar por culpa de esos burócratas del ayuntamiento que le buscaron las vueltas con una reclamación porque no tenía los letreros reglamentarios para señalar los precios. El señor Fendelstam acudía puntualmente al tugurio de Sredet a almorzar, todas las mañanas. Allí abroncaba al señor Sredet por lo sucio que tenía el local, la peste que desprendía el servicio de caballeros, lo zarrapastroso de su clientela, lo seco que estaba el trozo de… lo caliente que servía el vino, lo fría que estaba la cerveza. El señor Fendelstam se sentaba en una silla, con una mesa delante, nadie se sentaba con él. El señor Fendelstam iba relatando en voz alta todos los servicios que había hecho al Estado, desde su juventud, cuando sirvió en el Ejército y después en la policía, cuando le destinaron en aquel distrito en el que tuvo que encargarse de reprimir las huelgas que aquellos cochinos trabajadores llevaban a cabo una y otra vez. Él y sus compañeros les dieron lo suyo. El señor Fendelstam se quejaba de cómo el Estado se había olvidado de él y contaba que le habían echado del cuerpo porque aceptó el soborno de un industrial amigo suyo para darle unas palizas a un par de judíos que… a él, le echaron por perfeccionar el funcionamiento del Estado. Y tuvo que poner aquella tienda de ropa de labor. Ropa para trabajar. Venían a él todos esos mugrosos a comprarle ropa para trabajar en la construcción. Ropa especial. El señor Fendelstam vivía solo. Su mujer había muerto cuando llevaban solo dos años de casados. No pudo tener hijos. El señor Fendelstam terminaba el almuerzo y salía a dar un paseo. Compraba el periódico abroncando al quiosquero por vender siempre periódicos subversivos. No le dejaba otra opción que comprar siempre El Conservador Regio, que leía con displicencia, pensando que entre líneas, aquel diario reaccionario, escondía peligrosos mensajes revolucionarios. El señor Fendelstam, a la hora de comer acudía a la fonda de Karlenek, donde paraban todos los cocheros y conductores de transportes de la ciudad. Se quejaba allí del tráfico, de la ignorancia de los conductores, de la podredumbre que significaba una sociedad que ya solo se movía con coches de motor. Se cabreaba cuando veía entrar ufanos a los conductores. Abroncaba al señor Karlenek porque la comida siempre estaba fría, era comida para cocheros, era indigna, no era consciente del favor que le hacía el señor Fendelstam yendo allí todos los días. Cuando terminaba de comer, el señor Fendelstam volvía a su domicilio, se quedaba un poco traspuesto por los efectos de la comida y el vino y cuando el sol caía, iba al café de la señora Jurakowska. Allí pedía un licor suave. Y abroncaba a la señora Jurakowska por ser mujer y regentar un café. Qué vergüenza, pensaba, una mujer, gritaba. Dos horas después de consumir su última copa de aguardiente y despreciar a quienes jugaban a la cartas o hablaban de política, volvía a su casa.
Todo el mundo quería al señor Fendelstam.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)