El otro día, con un compañero, comentaba mi desasosiego, mi sensación de estar perdido, de estar perdidos. Después de lo de Venezuela, de la decisión de Sánchez de reconocer a Guaidó como ‘presidente encargado’, me invadió una sensación de aburrimiento, de cansancio. Parece que no haya salida. Y como uno es de escribir y tiene por tarea hacer una cosa de estas al día, parece que tiene la obligación o no de opinar. Una opinión de mierda, como dice la canción de los Punsetes. Hoy no me apetecía hablar de política. Pero el día viene otra vez turbulento. Si pensábamos que el presidente había virado, junto con su partido, a la derecha, ahora resulta que la derecha va a montar una movilización multitudinaria por considerarlo traidor. El relator. Resulta que proponer la figura de un relator, alguien que recoja las conversaciones de los partidos en las negociaciones de la mesa de partidos, es traición. Porque ya no se puede dialogar. He escuchado a Angels Barceló y a Iñaki Gabilondo decir, cosa que puedo entender, que el Psoe compra el marco de los independentistas y que no era necesario, que debilita al Estado. He escuchado como la jauría se lanza a hablar de traiciones y poco menos que llaman a la sublevación.
¿Y? No tengo ni idea. Si ayer creía que Sánchez y el PSOE se aseguraban la tranquilidad incluso sin presupuestos, creo que van a la guerra. Van a la guerra con la izquierda dividida y sin aclararse. El peor escenario. Van a la guerra con algo que me escama, algo que creo que tienen calculado. La derecha ha enloquecido, pero ha enloquecido como en el resto de países y algo deben saber. Algo saben. Algo saben todos que nosotros no sé si ya sabemos. Si nos hemos quedado atrás.
El relator, Catalunya, la identidad nacional, y nosotros empeñados en aprobar unos presupuestos que ahora parecen como muy circunstanciales. El PSOE, dividido también, pero nunca acaba de dividirse del todo. O quizás le acaben haciendo la cama del todo al presidente. O esto es el paso definitivo para darnos el zarpazo. La víctima de la ‘izquierda’, al que habrá que ayudar. Votarme, que no me quieren ni los míos. Y así seguir sobreviviendo. Primero en su partido, luego en la eternidad.
¿Y la derecha? La derecha españolista volviéndose majara. Pugnando, como la derecha catalana, por ver quién es más más. Y forzando una máquina que no sabemos dónde lleva. Lo podemos sospechar. A tomar viento todo.
No sé. Aquí nadie parece dispuesto a ocuparse de nada. Mientras las ideas más reaccionarias avanzan, nos dedicamos al postureo. A la alharaca, a la gestualización, a ir a por ellos, a no hacer nada. A hacernos los fuertes, a no hacer nada. A no proponer nada. Nadie gobierna nada, nadie se ocupa de medidas que afecten a la gente. España se rompe. No más políticas contra Catalunya. La política va perdiendo contenido y va ganando en nada.
Algo saben. Algo deben saber para hacer todos estos movimientos. Algo saben. Unos y otros. A alguien le interesa todo esto. Menos a nosotros y nosotras. Que seguimos pensando en cosas de recolocación, en problemas de resituación, en fórmulas para la compensación, en hacer maniobras militares contra cuatro zumbados. Y la vida pasa delante nuestro.
Y nos preguntaremos qué ha pasado. Qué ha podido pasar. Cómo se nos pudo colar esto. Y no sabremos nada. La culpa la tendrá otro. Seguro.
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