miércoles, 3 de abril de 2019

Catalunya será Charnega o no será


Una polémica, un charco. Vamos. Resulta que a Brigitte Vasallo se le ocurre hacer un festival de cultura Charnega y se le tiran encima porque cómo se le ocurre. Me importa un huevo de dónde sean tus padres, es el hilo por el que tiran quienes lo critican. Es innecesario, a día de hoy, hablar de una cultura charnega como algo diferenciado, como algo que no sea ya la cultura catalana popular.
Es cierto. Sólo hay que ver el aprecio que se hace desde la cultura oficialista que sale en los medios que dan el placet a lo que es catalán de mena y lo que no de quienes hicieron de altavoz de esa cultura... charnega. ¿Por qué esa reacción ante la propuesta de recuperar lo charnego, la parte de memoria de quienes son y somos de aquí y tenemos unos lazos familiares, sentimentales, culturales, que no nos hacen precisamente menos de aquí, al contrario y que enriquecen lo de aquí? ¿A qué se debe? Me importa una mierda de dónde sean tus padres, tus abuelos, de dónde venían, la experiencia vital que les trajo aquí y cómo se enfrentaron a una vida diferente en un lugar distinto.
Porque se supone que una vez aquí, todo fue fraternidad y homogeneización cultural. Pareciera que querer reivindicar lo ‘charnego’ tenga que ver con a) reivindicar lo español b) negar que hay una cultura catalana que es paz y amor y que con hacerlo todo ‘rumbero y canallita’ ya lo tenemos todo resuelto.
Reivindicar lo charnego, no sé. Pero reivindicar una forma de sentirse catalán que no comulga con el fin oficial de todo lo que Catalunya ha de ser y representar, ni con la negación de todo lo que suene a ‘catalán’, porque es sinónimo precisamente de lo que apuntamos en el primer eslabón de esta frase, sí. Es decir. Reivindicar una forma de ver y de expresar lo que se siente que ya parece que ha de ser asimilada por los dos bloques: el indepe o el tabarnés y no tienes derecho a ser de otra manera.
La equidistancia, otra vez. No somos lo que tú quieres que seamos. Por mucho que quieras hacernos creer que por nacer hijo de y con familia en ya debo ir con mi pulserita de la rojigualda y considerar el catalán una imposición. O que la mayor muestra de adhesión inquebrantable es tragarme todos los mitos posibles sobre la catalanidad y satanizar la mirada  a los orígenes porque no construyes un país nuevo.
Criticar por montar un festival sobre lo charnego. A la gente no gusta qué uno tenga su propia fe. Hay que reivnidicar la Catalunya popular siempre que acabe derivando en una manera de considerar que sólo la catalanité es lo que nos salva. Salva.
En fin. Que seguimos construyendo una República en la que solo habrá un modelo homologable de catalán y catalana molón. Y por otro lado, qué vacío, qué tristeza, qué falta de nada y de ganas de que españolear se ponga de moda. Supongo que como esto es algo que tiene el sello Colau hay que darle caña y punto. Que también es entendible, aunque inventase la rueda la Colau habría que darle estopa. Normal.
Yo que sé. Mi profe Tresserras, que era y es de ERC, y fue muy mucha influencia mía, decía eso de que Catalunya será charnega o no será. Pero no charnega para aprovechar los votos ‘rufián’ de turno, claro. O como a usted le venga bien. Qué bonito nos está quedando todo.

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