miércoles, 24 de julio de 2019

Gigantes - Enrique Urbizu

¿Qué pesa más? ¿La sensación primera o la última? Si pesa la última, podemos decir que Gigantes es un rollo. La serie que protagonizara en su primera temporada, en los primeros episodios de su primera temporada, José Coronado, tuvo, efectivamente, una primera temporada bastante aceptable. Una historia de lucha de clanes, de poder, de bajos fondos, de altos vuelos, con personajes muy arquetípicos, con hombres muy machotes, mujeres muy guapas que se dejan seducir por el malote que acaba haciendo lo que quiere, pero oye, siempre mola ver una serie así de polis, malos, buenos, buenos malos, malos buenos, etc. Con algo reconocible. Con caras reconocibles y acentos reconocibles. Todo eso. Y eso, pues es lo que te tiene ahí. Una primera temporada que estalla en un último episodio de traca y donde pasan muchas cosas que, lamentablemente, parecen anunciar una segunda temporada.
Y una segunda temporada que termina siendo un rollo. Un rollo macabeo. Un rollo pesado que no te está contando nada que no te parezca visto, un rollo que sabes que terminará en algún momento cercano, que son seis episodios nada más, pero se hace largo, se cansa uno de los diálogos, de las posturas de machotón del personaje de Daniel, de ese 'sé mucho y lo tengo todo controlado' del personaje de Tomás y de ese 'todo me va a salir siempre mal' del personaje de Clemente. Sabe uno que al final acabará todo como el rosario de la aurora, pero cuando va a pasar, la verdad es que no te importa. Y además, prácticamente has perdido el hilo.
Se trata de una serie de Enrique Urbizu, uno de los grandes maestros del cine español de tintes policiacos, negros, de bajos fondos, director de películas tan buenas como La caja 507 o No habrá paz para los malvados. Todas ellas con José Coronado.
Quizás la presencia de Coronado pesa mucho y cuando deja de aparecer la Serie va transcurriendo poco a poco de una manera demasiado coral y plural, que no te deja claro a quién seguir y cuál es el propósito de todo esto. Los protagonistas, la familia Guerrero, sus parejas, la hija, los gitanos, la mafia colombiana, la policía, el Gobierno, la prensa. Todo planteado bien y con todas las bazas a su favor.
Pero al final, van pasando los minutos de una segunda temporada que debería haber sido una cosa y es otra y uno la va mirando cada vez con más indiferencia, con más ganas de pasar a otra cosa, sin tener claro para qué se ha montado tanta historia.
En fin. A otra cosa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario