lunes, 14 de diciembre de 2020
Era tan aburrido que daba igual
En aquellos años, porque aquello duró años, salíamos casi todos los fines de semana. Salir hoy tiene un sentido de diversión. Siempre debería tener ese espíritu. Salir para pasártelo bien. Sábado a la noche, ya cobré, tengo mi dinero yo me lo gané, la volví a escuchar el otro día en las Tanis. En aquellos tiempos, aquellos años, salíamos sin saber si nos lo íbamos a pasar bien. No sé porqué hablo en plural. Éramos dos, habíamos sido tres, tuvimos una pérdida, fueron años duros. Duró mucho. Salíamos y acabábamos en un bar. Empezábamos siempre en otro bar. Allí hasta que cerraran. Hasta que no quedara nadie. Nos íbamos todos a otro bar. Y era tan aburrido que daba igual. Era tan aburrida la música que sonaba que no te podías abstraer. Cuántas veces te has aburrido y la música te ha salgado, digo, salvado. Miles de veces. En aquellos años, qué tiempos, ni la música te salvaba. Eran esos años en los que murió el punk. Eran años en los que se estaba cavando la fosa del rock. Eran esos años en los que comenzaban a comprarse djembés. A comprarse cajones flamencos. Eran los años en los que todo se estaba muriendo. Y nacía un mundo nuevo. Y entre que un mundo viejo muere y el otro nace, nosotros nos aburríamos. Nos aburríamos tanto que daba igual. Y bebíamos contando las monedas en los bolsillos, bebíamos sin disfrutar porque no llegaba para beber tanto ni tan poco. Estábamos tan aburridos que daba igual beber o no beber. Íbamos a ese bar a escuchar el nacimiento de un nuevo mundo que no nos gustaba. Volvíamos a casa y nos daba igual. Volvíamos a casa y nos parábamos en la puerta de la tienda de las lámparas de lava a comentar la jugada. Nos aburríamos tanto que lo mejor era pararse en la puerta de la tienda de las lámparas de lava para hablar de las cosas. Nos habíamos pasado hablando entre nosotros toda la noche y al acabar nos parábamos en la puerta de la tienda de las lámparas de lava para rescatar los mejores momentos y buscar algo con lo que irnos a casa menos aburridos. Todos los fines de semana. Hiciera frío o calor. Si hacía calor el escenario cambiaba. No recuerdo ya lo que pasa cuando hace calor. Matar el tiempo yendo al lavabo porque era hacer algo. Salir del lavabo. Volver al mismo sitio. Había otro bar que no frecuentábamos tanto. No era más divertido. Era igual que el otro, o que los demás, la gente casi era la misma, la música era diferente. Se salvaba, te salvaba. Pero era inestable, no era un bar siempre. Estábamos tan aburridos que daba igual. Hubo muchos bares, algunos eran divertidos, otros no lo parecían, luego resultaron serlo. Es igual. Yo estaba tan aburrido que daba igual. Yo era tan aburrido que daba igual. Y mírame ahora.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario