Y sospecho que sigue teniendo su duende. No sé si huele a azahar. Etc. Catálogo de tópicos sobre Sevilla, capital de la Andalucía occidental y administrativamente hablando, capital también. Veces que yo había ido a Sevilla. 2. Una con el colegio en el viaje de fin de curso que creo que duró menos de un día y del que recuerdo haber comido un plato de macarrones y la catedral y la giralda y el patio de los naranjos y poco más. Y otra ya más mayor que recuerdo también de haberme constipado en pleno agosto. También para un trasnoche. Así que el viaje a Sevilla como viaje a Sevilla propiamente dicho, era este. Aunque las dos experiencias previas contaban y no para bien. Contaban para tener a Granada en un altar, en el altar mayor de las ciudades, el sitio donde irías a vivir, el sitio en definitiva, y luego Cádiz como ese sitio donde está prohibido decir que tú no te ves, que a ti Cádiz como que no. Sevilla no puntuaba. Porque es que yo no había estado en Sevilla así. Estar en Sevilla así es estar unos cuantos días, callejeando, perdiéndote, encontrando los sitios, con un patrón, con una guía y parando en cualquier sitio porque te tienes que parar porque la lluvia. La lluvia en Sevilla es una maravilla y desde el minuto uno de partido fue nuestra fiel compañera. A nadie se le puede ocurrir quejarse de la lluvia después de tanto tiempo de sequía. Nadie se quejó. El taxista que nos llevó al apartamento nos estuvo contando la problemática del taxi, primera inmersión en el ambiente, el turismo, el turismo, el negocio, el negocio, nosotros y los turistas, los turistas somos nosotros, cómo lo condicionamos todo y cómo cambiamos las ciudades para que todas se nos parezcan y todas las tengamos controladitas y que sea más o menos lo que esperamos. Qué esperaba yo de Sevilla. Dos influjos. El primero era el de intentar ver, apreciar, la huella musulmana. Con tanta conferencia de Antonio Manuel y tanto rollo, estoy embebido de esas teorías que dicen que en realidad los musulmanes no se fueron, que se quedaron muchos y que esa huella todavía se tiene que ver. Si lo quieres ver, lo ves, pero te tienes que esforzar mucho. Así la huella musulmana la he visto o la he querido ver en elementos muy visibles, como la Giralda, claro, como las murallas de la Catedral, claro, y como en el Alcázar, aunque aquí lo que vi fue más mudéjar que otra cosa. Claro. Mudéjar. Durante un viaje a Calatayud hubo alguien que dijo que mudéjar significaba 'mudejan quedarme', y es algo así. El legado de los musulmanes que se quedaron aunque en la arquitectura tiene más que ver con la influencia que con... esa fue una. Y luego el efecto Califato y haber recuperado Sevilla como una ciudad referente cultural para mí. Los Califato con sus cosas me hacen presuponer un ambiente, un clima, unos lugares que tengo que visitar. Como Granada con Los Planetas, Sevilla con los Califato. Como en Granada con el Amador, así es Sevilla con el Vizcaíno. Y fuimos al Vizcaíno y tuvimos la potra de estar al lado de la Puerta de Carmona y un día paseando a lo tonto estábamos delante de la Puerta de la Carne y de Santa María la Blanca que está vigilándonos a los dos. Y eso, amigo y amiga, le ha dado al viaje un contenido, todo junto, que yo que sé. Espectacular. Sevilla lloviendo, entrando en cualquier bar de su casco antiguo y disfrutar. No hemos visitado todas las iglesias, pero bares sí que hemos visto unos pocos. Desde el primero, el de Dueñas, con sus camareros formales y correctos y su música clásica para ambientar con su canon de Pachebel a las ocho de la tarde tan temprano, hasta El Puma y su jaleo moderno incesante. Todos han tenido algo. Perderse por las calles, no saber si estabas subiendo o bajando, no sabiendo si ibas al este o al oeste, para dónde te queda el río, otra callejuela, otra más, otro convento, otro convento más, otra iglesia barroca, otra iglesia barroca con torre mudéjar, otra iglesia mudéjar, otro convento más. La basílica de la Macarena sin su asesino dentro que la encontramos por casualidad con la barriga llena. Ese puente de Triana y esa Triana visitada al paso con el miedo a mojarnos otra vez y esas botas compradas en Triana y esa excursión a Los Remedios para buscar la calle del Rockero Silvio y las fotos y el bar de Heavys veganos donde pudimos hablar, sí, de Silvio. Ese Silvio presente también en ese bar pequeñito y delicioso, la Taberna Gonzalo Molina con fotos de Silvio y de Carlos Cano como granaíno infiltrado. Y fotos de Triana y de los Smash por cualquier sitio y esa Alameda que parece que yo la recordaba de otra manera y que al final no ha sido tanto punto de referencia como elemento a partir del cual fluir. O ese bar del bacalao, esa Bodega Mateo descubrimiento fantástico, con su ambiente silencioso y diferente a todo y la costumbre de anotar las comandas en la barra con una tiza. O en una pared como en el mercado de Feria, aunque en el mercado de Feria si que tuve la impresión, allí sí, de ser realmente turistas. Fíjate tú que cosa. Y todas las canciones de Pata Negra en la cabeza. Y las de los Califato, ya lo he dicho. Y el Sevilla Blues de Arrajatabla. Y los Smash (in the Alameda). Y Lole y Manuel, ese single que no compramos. Y sevillanas por la calle. Y las sevillanas de la Rocío Jurado. Y hemos estado tan a gusto que las últimas horas del sábado fueron terroríficas, porque nos teníamos que ir, era la última vez de todo y ya a ver cuándo volvíamos, que nos consolamos pensando que volvemos pronto porque lo tendremos cerca, pero no podemos pensar tanto en andaluz, ya está bien, que la gente se confunde al final y nos van a echar de nuestra casa porque la gente tiene que ser de un sitio. Y venga a darle vueltas a lo charnego, a lo andaluz, a la migración, a Catalunya. Que al final estamos hablando de Catalunya. Y de tantas cosas. A qué cantamos, a Sevilla. Dicen que Sevilla muy bonito pero que lo peor son los sevillanos y nosotros nos vamos pensando que, como siempre, las ciudades son bonitas por la gente, por que están ahí, en la puerta de los bares, no dejándote entrar, preguntándote de dónde eres, qué quieres y estando, siempre estando.
Agradecer a la Esperanza que nos hizo el podcast de guía, a la Isabelita y la Marijose por el acompañamiento cada una en lo suyo. Y a ver cómo compensamos al tito Manolo por la desatención. Y a la prima Ana pues que cuando eso pues eso.
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