jueves, 8 de febrero de 2024

Brian Eno - Here Come the Warm Jets


Hoy se cumplen 50 años de la publicación de este disco y no parece que nadie vaya a montar un castillo de fuegos artificiales por ello, pero deberían. En 1974 Brian Eno, una vez que sale de Roxy Music, lanza su primer disco en solitario. Este primer disco en solitario será como un bolet en la carrera de Brian Eno que poco a poco (no tan poco a poco, casi de golpe) irá abandonando la 'música rock' como elemento para meterse en otras músicas y de paso ser uno de los productores de muchos de esos discos que te molan tanto. Este disco de Brian Eno, el Here Come The Warm Jets, es un disco de rock y se puede escuchar como una suerte de apéndice de los dos primeros discos de Roxy Music, aunque el tono es otro. Y es otro porque aquí no hay un Brian Ferry al frente cuya voz condiciona la escucha de una banda que puede sonar etérea o dura según convenga. Aquí Brian Eno pone la voz y se hace acompañar por prácticamente todos sus ex compañeros en Roxy Music, menos Ferry, así como por otros músicos de bandas de alto copete en el rock progresivo. El disco comienza con Needle in the Camel's eye y solo por ese comienzo en el que parece que se han reunido y mezclado todas las guitarras eléctricas del mundo para cabalgar desbocadamente a lo largo de una canción deslumbrante, que avanza siempre hacia delante, que va corriendo hacia no se sabe dónde, y que sirvió, creo, como canción de apertura de la peli Velvet Goldmine. A partir de ahí, el disco toma muchas direcciones, toca muchos palos y deja entrever, por un agujerito, hacia dónde querrá ir Brian Eno, pero lo ves. Lo ves porque hay momentos, flashes, minutos, en los que las canciones dejan de tener su estructura de canción de rock para convertirse en otra cosa. Incluso hay otras cosas. Some Faraway Beach, o Here Come The Warm Jets, o cómo acaba The Paw Paw Negro o por dónde va a ir Baby's on Fire, canciones que te están diciendo una cosa pero ya asoma otra. Y esa otra es que a Brian Eno, ser protagonista de una banda de rock le irá interesando poco y le interesará más ser protagonista a secas. Protagonista de una manera de hacer música en la que la música irá perdiendo protagonista en búsqueda de otra cosa. Y esa otra cosa es sublime. Aquí le encontramos junto a camaradas que se asomarán a sus discos recurrentemente, Phil Manzanera, Robert Fripp... y será de las últimas veces que le veremos tener protagonismo como elemento iconoclasta por su imagen, algo que impactaba en los tiempos de Roxy Music y que deja atrás casi inmediatamente ya aquí. Un disco que es una aventura sonora de primer orden, un disco que si no te lo dicen no te enteras, un disco que abre la puerta a una discografía y a una manera de entender el sonido e incluso la manera de escuchar música que ha cambiado muchas cosas. En serio, pónganse este disco desde el principio y déjense llevar. Igual ya no vuelven nunca. 

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