viernes, 16 de febrero de 2024

Franziskaner


Mucha gente me pregunta habitualmente por el trabajo y les diré que yo trabajé durante muchos años en una agencia de publicidad que así dicho puede parecer un trabajo muy guay pero solo los que hemos trabajado en 'esas' agencias de publicidad sabemos de lo que estamos hablando. Me dedicaba a redactar publirreportajes sobre temas cualesquiera. Desde institutos religiosos y absolutamente privados, empresas de iluminación, restaurantes de menú y restaurantes donde solo íbamos si el jefe invitaba o se cobraba un anuncio, dentistas, clínicas de estética, agencias de cruceros e incluso recuerdo haber escrito o transcrito algo de alguien que estaba haciendo campaña por Iván Duque antes de que Iván Duque fuera Iván Duque, tomates, jamones, vinos y quesos, en definitiva, lo que se llama la serie B de la publicidad. Todo esto lo escribía o transcribía o editaba porque era mi trabajo. Leo, escucho, a gente muy rebelde y muy digna y muy valiente que solo trabaja o ha trabajado o ha sabido trabajar en entornos laborales donde todos y todas son compañeros y compañeras, socios cooperativistas, servidores públicos con derechos varios, gente que ante la más mínima sensación de opresión ha cogido la puerta y se ha ido, personas que pueden exhibir un currículum que está al margen de la economía capitalista o bien personas que hacen trabajos donde nunca han tenido que sentirse ignominiosamente parte de algo que no les enriquece para nada. Digamos que el entorno laboral que compartí en aquellos más de diez años no era sencillo. Digamos que mis jefes tenían un concepto del amor al trabajo muy peculiar. Digamos que el trato humano pasaba del paternalismo a la más absoluta zafiedad, del machismo más denigrante y ofensivo a todo lo que a usted se le pueda pasar por la cabeza que le pueda parecer incómodo si es una persona que tenga un mínimo de conciencia progresista. Ya se imaginarán que no soy la persona más rebelde, ni más digna, ni más valiente. Aguanté allí más de diez años o al menos creo que estuve diez años y se me hicieron más largos que largos. No me fui, me echaron cuando les denunciamos después de estar cinco meses sin cobrar. 

Hoy, ayer, estos días pasados, leo a mucha gente hablar de lo que debe o no debe ser el trabajo de alguien. Y sobre lo que debería ser una salida digna para una persona que ha trabajado en política y que por principios no debería trabajar sino en algo que continuase siendo parte de su vida como personaje público. Te debes a tu público. Yo no diré que haya errores y que hay algunos trabajos que hacen doler los ojos. Yo ya sé que hay gente dignísima que tiene un amplio curriculum de lucha y de no tolerar absolutamente nada. 

Pero digo yo. Querer una vida austera, franciscana, Anguita, Iglesias, para todo el mundo está muy bien. Pero la vida franciscana en realidad, no la puede tener todo el mundo. Si solo se puede trabajar de lo que alguien estipule como honrado, digno, austero y tal, estamos señalando con el dedo a la amplísima mayoría de trabajadores y trabajadoras que, sí, trabajan de lo que hay. Vale ya. 

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