lunes, 19 de febrero de 2024

¿No te gusta lo que votamos, Francés?


No espera nadie un análisis de un resultado electoral en Galicia porque a nadie debería sorprender el resultado en Galicia. No por ninguno de los condicionantes que nos gustan expresar para calificar a los que no votan como nosotros con todos esos apelativos a los que tanto acostumbramos también los colomenses, como el caciquismo, el clientelismo, la ignorancia, el atraso y las monjas que en este caso más cercano no son monjas, pero como si lo fueran. No debería sorprendernos el resultado pero nos sorprende porque nos quisimos creer que, efectivamente, había algo que rascar y soplaban vientos de cambio y el voto urbano y Ana Pontón y los dos escaños de Sumar y toda una serie de fantasías que habían cuajado en nuestra cabeza un flan que demostró no ser. Así, cuando ayer le pregunté a la Raquel cómo lo veía, me dijo que nasti de plasti, que nada de nada, que no había nada detrás de tanto castillo en el aire, todo lo demás ya vino solo. Aún así, seguíamos esperanzados con los recuentos y pensando que el voto urbano, pero no hay donde agarrarse. No hubo voto urbano, ni voto nada. El Partido Popula revalida una mayoría absoluta después de una campaña electoral que bajo nuestros ojos exquisitos nos ha parecido una calamidad. El BNG sube todavía más con una candidata que por lo que dicen, dejó a un lado el rollo nacionalista para ofrecer 'otro perfil'. Un perfil que quizás, solo quizás, debería ser el nuestro. Sin perder, por eso, su base nacionalista. Así, como ya pasó en las anteriores elecciones, el BNG se come nuestro espacio y volvemos a quedarnos fuera, esta vez encarnados en Sumar. El PSdG, por otra parte, sigue perdiendo votos que se van al BNG y somos nosotros, esta vez encarnado en Sumar, quienes no recogemos nada de esa fuga. Solo el BNG. Porque el BNG es bueno, el BNG lo hace bien, el BNG es un ejemplo, el BNG, el BNG. Hace unos años, el ciclo electoral que comenzó en las gallegas puso la paletada de arena sobre el concepto Podemos. Galicia, Euskadi, confirmaron que los partidos de izquierda nacionalista se habían comido nuestro espacio. Ahora el bocado continúa. Quizás no habría que haber presentado candidatura en Galicia, pero cómo no te vas a presentar siendo Yolanda Díaz gallega y cómo vas a ver con miedo no llegar a un 5% de los votos en una comunidad siendo parte del gobierno del Estado. La parte que mola. Pues no ha sido posible. Los partidos con responsabilidad de gobierno se han hundido. Menos el PP, claro, que no tiene ninguna expectativa que defraudar, ni exigencia que cumplir, ni valor ético que respetar, ni principio moral que seguir. Los demás, como el anuncio de la pizza, ponemos una frustración, sobre una frustración, encima de otra frustración... y así hasta la frustración final que desencadena una catarsis que recompone el espacio y vuelta a empezar. Sumar en Galicia no ha sacado nada y es que en Galicia no teníamos nada, pero deberíamos haber tenid algo. Quizás se nos fue la mano diciendo lo buena e ingeniosa y perfecta que era la campaña del BNG y nos creímos al pablismo pidiendo el voto para el BNG y lo nuestro era tan modesto y nuestras pretensiones tan pequeñas que para qué. Pero somos partido de Gobierno y estamos cambiando la vida de la gente, también en Galicia. Y no parece querer saberlo nadie. O no lo han sabido. O no sé qué hemos dicho en campaña. Quizás, por meter algún concepto de los que la gente seria meterá en los análisis, es muy difícil hacer política sin implantación territorial, sin gente, con organizaciones minúsculas, divididas, segmentadas, atomizadas y que se necesitaría una organización con visión de territorio y a la larga, para poder revertir la situación. Como eso es complicado que pase así ya mañana, seguiremos esperando la cita electoral que sirva de bolet del que nutrirnos el optimismo y quien día pasa, año empuja. 

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