Acaba de decirlo el chico que hace el programa de radio. Estaba alabando a un artista que cantaba unas canciones bastante aburridas, pero que a juicio del periodista transmitían 'la épica de lo cotidiano'. Mis problemas con el caldo.
Desde que he decidido liberarme de ataduras y de historias, afrontando la vida con confianza en mi mismo, rompiendo barreras, desatándome de las cadenas que me oprimen... he comenzado a preparar platos que hasta hace poco me parecían irrealizables. Así, por ejemplo, hace un mes hice mi primer arroz. Arroz con pollo. No voy a decir que me saliera espcialmente bueno, pero quedé bastante satisfecho con el tema. Estaba lanzado. Si soy capaz de hacerme un arroz, qué universo de cocineo y experiencias gastronómicas ampliamente disfrutables se me abre.
Así las cosas, y coincidiendo con unos días que se dieron en llamar 'de frío siberiano', me propuse 'hacerme un caldo'. Ya anteriormente había superado con éxito las pruebas de la 'sopa castellana' y la 'sopa de picadillo'. Así que me lanzaba a por el caldo de verduras bastante envalentonado, confiante, con ganas. Todas las fuentes consultadas me decían lo mismo: el caldo es lo más fácil, sólo tienes que ponerlo todo en la olla y ya.
En la olla y ya. Pero yo sabía que ahí había algo que no me iba a cuadrar. La olla. Aprecien en la imagen que esta es la olla con la que cuento para hacer el caldo. No dispongo (si dispongo, pero esto lo descubriremos más adelante) de una olla express, que agiliza los tiempos y lo hace todo tan lindamente. No. Tengo esta olla. Una olla, que por lo que he podido consultar 'es ideal para el caldo'. Para el caldo y para la gente con tiempo. Con un sentido del tiempo que trascienda de lo normalmente establecido. Que supere lo que los mortales consideramos como normal y vaya a lo que denomino 'estado perenne de espera y desespera'. Así, un sábado compré en Mercadona el llamado 'preparado para el caldo' consistente en una bandeja de corchopán y un plástico que reúne diversas verduras que ahora no sabría enumerar. No sabiendo yo qué tiempo era el necesario empecé a preparar el tema a las nueve y algo. Infierno de cobardes. Daban la peli esa de los Skins a las diez de la noche. Pensé, esto a las diez ya tiene que estar. Eran las once y yo no veía que aquello prosperase. Esa es otra. ¿Cómo ves que el caldo está hecho? ¿Lo pruebas? Como para probar el caldo, oiga. Qué no. Y con el miedo. Esto explota, esto se sale, esto no va, le bajo el fuego, ahora se lo subo. Del sofá a la cocina, de la cocina al sofá. Esperando en el quicio del pasillo. Con el oido puesto en la cocina. Mirando la tele pero oyendo hervir. Oyendo hervir. Cambio el título. Oyendo hervir. A las once y veinte ya considero que ya y ahora toca servir. Sirvo. Un plato que me como en un suspiro. Otro plato. Lo que me sobra lo pongo en un tupper y al congelador.
Qué poco ha salido. Qué poco ha cundido esto. Tanto rollo para dos platos y casi para un tercero.
A la semana siguiente, vuelvo a Mercadona y compro otra bandeja. Me hago el chulo en la caja, para que la gente vea que soy un tipo valiente y decidido, que no compra pizzas, o pollos precocinados. No. Soy un tío sano. Un soltero valiente. Me hago caldos.
Ese día, con la experiencia que da el primer error, me hago el caldo a las ocho de la tarde. Así, calculo, a las diez y algo, esto estará ya listo. Incluso me he permitido comprar un hueso de jamón. Qué maravilla. Mismo plan. No me fío. Le he puesto mucha agua. Se me va a salir. Verás. Dos horas con el corazón en un puño. Qué excitación. Se me va a ir todo. Verás. Oyendo hervir. No sé qué peli dan porque no tengo la cabeza para fijarme. Finalmente el plato está para servir a las diez y cuarenta y cinco. El copón. Para todo el tema salen dos platos. Tres como mucho. Esto no cunde.
Ayer hice el tercer intento y desenterré la histórica olla express de mi madre. Una reliquia con unos cuarenta años de carrera cocinística. La olla express, no mi madre. Esta vez el preparado es de la frutería de la calle del cole. Incluye una coliflor. Miro con desconfianza a la coliflor. Incluyo el otro hueso que queda. Antes de poner el chisme al fuego lo limpio y llamo por teléfono a mi madre. Consulto. 'Si se sale, apaga o aprieta'. Se sale. A la media hora de tenerlo al fuego, sobre las diez, sale vapor hasta de... menos de donde tiene que salir. El capirote no gira. No gira. No se mueve. Llamo otra vez. 'Está mal apretado, aprieta'. Aprieto. No. 'La goma está mal', apaga y vuelve otra vez a hacerlo en plan normal. Como empiezo a las nueve a las once y media estoy sirviendo. Once y media. El caldo es aburrido, paliza, no se disfruta. No ha salido la mitad de bueno que el caldo aquel que tenía tanta sustancia que se comió el agua.
Y eso es todo lo que tenía que contar. Ahora, el cuarto caldo, a ver con qué olla.
Pues monsieur, si el arroz le salió bien a la primera, lo del caldo lo dominará antes de darse cuenta. Yo no sabría darle consejos, porque eso de la cocina no es lo mío, y ya se sabe que Manolete, Manolete, si no sabes torear, pa qué te metes.
ResponderEliminarFeliz día, monsieur
Bisous
Si es que al final, sin caldo no se puede vivir!
ResponderEliminarMire Georges Maucinas,sólo comía latas, y se murió de cáncer de estómago.
Yo nunca he usado la olla express, le tengo manía, no la cierras bien, un pequeño error de cálculo y sale volando por los aires (eso es lo que me contaron de niña)
Oiga, buena suerte, que parece que la necesita.
Nosaltres (no diré jo, perquè els caldos els fa el pare dels meus fills. Potser queda millor dir a casa, oi?) Dons això, que a casa no fem servir olla express i s'hi pot tirar ben bé tres hores al foc però com es pot dir que ens tirem la tarda a la cuina preparant sopars i menjars per 4, no ens ve d'aquí. Com a secret culinari li diré que fem servir l'aigua de bullir la verdura (normalment mongetes o carbassó) en lloc d'aigua a palo seco... I haig de dir que li surten uns brous, tant de carn com de peix -no se le resiste nada-, boníiiiiissims!!! :)
ResponderEliminarÀnims amb el 4rt! ja ens diràs què tal.
Bienvenido seas entonces a estos lugares. Blogspot siempre ha molado más. El fotolog tenía su rollo nostálgico. Pero el pasado siempre acaba muriendo
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