Algo ya teníamos nosotros pensado al respecto, pero han sido unos reveladores legajos encontrados en un perdidísimo monasterio griego, atribuidos al famosísimo cronista antiguo Carmelo de Grissinia, los que nos han llevado a afirmar sin ningún genero de dudas que sí, que efectivamente, hay muchas cosas que no están claras. Lean.
'Cuentan quienes allí estuvieron cosas que son imposibles. Porque no estuvieron. Yo, en cambio, sí que puedo decir que lo que contaré es lo que sucedió. Y no porque nadie me lo contara, sino porque yo estuve allí. Podéis dudar de mi palabra, mas incurriríais en un pecado mortal. No se puede discutir la palabra de un Ángel. Yo soy uno de ellos. Consideradme loco, no me importa. Yo sé que estuve allí. He viajado por todo el mundo cristiano, he visitado tierras paganas también. En todas ellas he visto representaciones de la Anunciación y, en todas ellas, llamadme loco, aparezco. Soy el otro. El Ángel, la figura que acompaña a Gabriel, el otro. No fue sólo, estoy ahí. ¿No me ven? Yo os contaré lo que ocurrió. Porque yo soy ese. El otro Ángel. Os lo cuento. Ellos, los que cuentan y no callan, jamás aparecieron en aquella humilde estancia, no vieron la cara de sorpresa primero y de desconfianza de María después. No la vieron. No la pudieron ver porque ellos no estaban allí como yo estuve. No me llaméis loco. No estoy loco. Soy el otro Ángel.
Yo ya estaba allí incluso antes de que nadie me dijera que iba a venir Gabriel a decirle algo a María. En realidad, yo estaba allí porque alguien, no recuerdo quién, me dijo que tenía que decirle algo a María y que estuviera allí, porque igual se lo tenía que decir yo. Yo soy el otro Ángel. Y no diré que no estaba ilusionado, porque a mí me hace gracia que me encomienden cosas y tareas, pero yo entonces no sabía quién era María ni lo que tenía destinado. Así que eso de decirle algo a una mujer que no conocía de nada, no me parecía una labor muy importante, y como Ángel, tampoco me podía quejar.
Y entonces apareció él, Gabriel, y montó el número y se Anunció a María y le dijo todo aquello del vientre y tal, y María no se lo acababa de creer, y ponía caras raras y le decía a Gabriel que a ver si con el cachondeo se iba a ganar una bronca de José, su marido. Y Gabriel que no, que era palabra de Dios, que era un enviado, que María, en tantos días... y María miraba al rubio extrañada y pensando... hasta que al final dijo 'y ese de ahí que viene contigo, no dice nada'. Y Grabiel, digo Gabriel, dijo ¿quién? Y era que no me veía. Y yo me acerqué a María y le dije, confía en Gabriel, que si te lo está diciendo será por que es así. Y María se quedó más tranquila porque si uno te dice una cosa no te fías, pero si te lo dicen dos, igual van por buen camino. Y así fue como se produjo la Anunciación y yo estuve allí.
Y soy un Ángel pero ya no puedo serlo de verdad y ahora estoy escribiendo esto y a veces creo que estoy un poco loco, puede ser, pero no os fiéis demasiado por que a veces me gusta quitarme importancia'.
Pues no se la quite, no se la quite, que en estos tiempos pocos pueden presumir de ángel.
ResponderEliminarFeliz día, monsieur
Bisous
No, si ya... También fui a Bcn. Y me pareció que había más turistas que nunca, y además ¡intentando hacer amigos!, ja, ja.
ResponderEliminar¿La Anunciación de Fra Angelico?
Qué va a ser ud un ángel Tolya, un loco quizá.