Ayer dije que no iba a bajar, pero al final he pensado, voy
a bajar. Porque para estar aquí sin hacer nada, viendo la tele y comiéndome la
cabeza, pues bajo y me doy una vuelta y ya me despejo. Y he pensado que no iba
a entrar, pero al final he entrado. Porque dónde voy yo a dar una vuelta, si a
mí no me gusta pasear ni nada. Pues entro y me tomo un cortado o algo y me leo
el periódico y me distraigo. Pero he visto que estaban estos otra vez allí y me
he tenido que pedir una cerveza. Y al final me he liado. Y ayer dije que no
volvía a jugar pero me he tenido que poner. Porque al parecer antes de ayer
gané muchas partidas seguidas y me han estado diciendo de todo porque no iba a
jugar. Y he tenido que jugar. Han vuelto a sacar los dados. Y hoy no jugábamos por
parejas, hoy han decidido que sea todos contra todos. Bueno, me ha dado un poco
igual porque he jugado obligado. Y me han dicho que me apure la cerveza que
iban a pedir las de la ronda. Y me han puesto una segunda cerveza. Y los dados
han ido girando. Y no me ha ido mal en las primeras rondas. Con las ‘k’ he
tenido un poco de potra y he sacado un porrón de puntos. Me estaban diciendo de
todo estos cabrones. Han puesto otra ronda porque esta primera la he ganado. O
al menos no he tenido que pagar. Ha pagado el Willi. El cabrón sale de currar
y… me deprime pensar que sale de currar. Él sale de currar y yo no salgo de
ningún sitio. El Willi es el único que… no, el Lento también trabaja. Al menos
viene todos los días con el mono puesto. No sé de qué trabaja. Llevo viéndolo
en el bar desde hace quince años y no sé de qué trabaja, aunque el mono no se
lo quita nunca. Los demás no trabajamos. Aquí estoy otra vez. Tercera partida
ya. Sigo sin perder. El Willi dice algo sobre que ‘de algo tienen que vivir los
pobres’. Todos se ríen. Yo también me río. Creo que llevo cinco cervezas ya. El
camarero está loco de contento, él también juega y ha pagado una ronda, pero
claro, mejor pagar una y tener el bar animado. Van entrando algunos clientes.
Una pareja que viene a tomarse unas cocacolas. Una señora que viene a comentar
algo con la camarera y ya de paso echa unas monedas en la máquina. Han llamado
al Willi al teléfono por lo menos cinco veces desde que hemos empezado la
partida. Sale fuera y habla paseando por la acera, moviendo los brazos. Entra
cada vez en el bar diciendo ‘joder, es que no le dejan a uno tranquilo’. El
Willi es como el encargado de una empresa o algo. La empresa no es suya.
Normalmente con los del bar nos lo comentamos todo, pero no suelo preguntar sobre
los parroquianos. Me imagino yo las cosas. El Lento ha perdido otra partida.
Dice que a la siguiente vamos a por unos chupis. Yo digo que chupis… pero me
dicen que venga, que joder, que no he perdido ninguna, que no sea cabrón, que
va… bueno, pues unos chupis. ¿Seis cervezas llevo? ¿Son ya las nueve de la
noche? Esta vez jugamos por parejas. Juego con el camarero. No sé cómo lo
hacemos que acabamos perdiendo. Todos celebran que haya perdido yo como si les
hubiera tocado la lotería. El camarero me dice que venga, que como yo… eso,
pues que ya la paga él esta, pero que juguemos otra. Le digo que no, que
pagamos a medias, pero no me deja. Jugamos una más, la revancha, dice. Y
volvemos a perder. Tengo que pagar. Todos tan contentos. Creo que he matado al
Willi esta tarde unas doscientas veces. Mañana no vuelvo a bajar.
No, mejor no baje, no vaya a ser que al día siguiente lo encontremos a usted en la página de sucesos.
ResponderEliminarFeliz tarde, monsieur
Bisous
Cuando pintan bastos, por más que se intenta...
ResponderEliminarHay rachas para ganar y también para pagar cervezas:-)