Después del primero, el segundo. Tras grabar el primer Dioptria acompañado del grupo OM, como hemos dicho, compuesto por algunas luminarias del rock progresivo catalán, como Jordi Sabatés o Toti Soler, para el segundo disco, recurre a compañeros de tropa de la canción rara y galáctica. En los créditos vemos los nombres de Sisa, del propio Toti Soler en una canción, o Albert Batiste, de los Ia & Batiste. Este disco ya no quiere ser popero, rockero, este disco es para el sábado por la mañana, para el domingo recién levantado, para una tarde soleada en la terraza, o sentado en el sofá pensando que estás en el corral de casa de tu abuela. Este segundo disco es de bongo, guitarras y ramita en la boca.
Como dijimos ayer, este repaso de los Dioptria se basa en explicarle al Mikel que debe escuchar este disco. Que una vez que lo escuche y lo interiorice, lo hará suyo para siempre. Y este segundo disco es la prueba de que no se puede hacer otra cosa que querer tanto a los Dioptrias, como el resto de la obra de Pau Riba, haga ya lo que haga.
Este segundo disco es folk, acústico y mucho menos agresivo en las letras, aunque bastante más profundo. Comencemos.
La Canço 7ª en Colors comienza con el bongo introduciendo lo que parece una reunión en torno al fuego, sin fuego, y nos cuenta el ciclo de la vida. Canción para la primavera. Justo para estos días. Canción para el mes de marzo, para el mes de abril, cuando comienza a sobrar la ropa. Canción para pensar que bueno, que al menos durante una hora o dos, los dramas que nos rodean tienen una importancia relativa. Música escapista no es. Es música para al menos, encarar las cosas sin la cara de susto. El ciclo de la vida desde la cabeza de Pau Riba. Llueve sobre la cabeza (testa), crece hierba, pajaritos, felicidad, flores, luego el sol sale y huele a tierra. Qué cabeza tan verde y qué envidia me tienes. Es verano y la cabeza, llena de espigas y tiene que segarse. Vengo a que me seguéis la cabeza. Y así luego con el otoño y terminamos en el invierno, con la cabeza blanca como la piedra. Una canción para ponérsela a los niños si los tienes y si no, para hacer tú de niño, que nunca viene mal. Así se puede empezar un disco. Cuando acaba la Cançó 7a en Colors tiene que venir algo muy bueno para empatar, y vaya si viene.
Aprovechando y cortando el tirón llega L'Home Estàtic. Un clásico entre los clásicos. Una canción que ya había editado Riba años atrás con una instrumentación diferente. Aquí sólo hay guitarras acústicas. Y la voz de Pau Riba nos cuenta la historia de un señor que no se mueve del sitio. Y ve como la vida le pasa por delante y las oportunidades se le escapan, lo bueno y lo malo, nada le mueve del sitio. Una canción de las que repites y repites y repites y repites y jamás te cansa. El mantra de la guitarra que va sonando repitiendo y repitiendo el mismo fraseo te acompañará durante horas. Y la letra. El hombre que no se mueve, al que la tristeza tiene mustio (corprés, en catalán), los pajaritos harán nido en sus cabellos. Aquí si que después de esto la cosa tiene ya que tener un bajón de alguna manera.
Y de hecho, la primera de las tres Simfonies que aparecen es un poco bajón. O no. Me explico, es una canción que es la Simponia nº 1 (d'un matí, d'una nit de Nadal). Es una canción en la que cuesta meterte si no estás en Navidad, la verdad. O al menos a mí me cuesta. Pero poco, si la dejas sonar, te acabas metiendo. Una canción que nos lleva a pasear por el Gótico en Navidad, una canción que habla de la Fira de Santa Llucia, de una Navidad sin centro comercial... y a mitad de la canción el aire de villancico cambia para tornarse un blues y la descripción de la Navidad parece otra. Una canción bonita, si, pero... es que está detrás de L'Home Estàtic y eso es demasiado para una canción. La competitividad, la maldita competitividad.
Y ahora viene la canción preferida por el que esto escribe. Mi canción es la Simfonia nº 2 (d'uns deus, d'uns homes). La única canción de este disco con guitarra, bajo, batería y organillo. Subid a la barca, que naufragaremos. Si hay algo más bonito con lo que animar a alguien a hacer algo, que me lo explique. Este disco, esta canción te empuja a pensar que, realmente, meternos en harina sin la certeza de que nos la vamos a pegar, no merece la pena. Subid a la barca, que naufragaremos. Nos cuenta un viaje, en plan Ulises, en el que vamos a hundirnos desde la primera estrofa, pero ja podeu riure, perque no ho farem. Cuando uno no lo desea, no se hunde nunca. Miremos debajo del agua, los ojos bien abiertos... Toda la letra no lleva a ningún sitio y sin embargo, dice muchas cosas. Y siempre con el mismo ritmo cansino que como la letra, no tiene pinta de tener un final. Y no lo tiene porque la única manera es bajar el volumen mientras Riba se despide diciéndonos que 'si avui fem verema, demà follarem'. Y el que tenga oídos que entienda. La canción de todas las canciones. Si escuchas esto y aún así nada de nada...
Después de un viaje tan largo y movido, nos quedamos con la tercera Simfonia. La Simfonia nº3 (d'un temps d'uns botons). Una canción extraña. Larga sin que pase nada. Con las zapatillas desabrochadas, sin calcetines, con un sombrero de paja en la cabeza, lleno de botones. Nada, que estaba aquí sin hacer nada con el sombrero, iba a coger una regadera y una mosca ha venido y... se me ha caído el sombrero, y la regadora, y el suelo, lleno de botones... y sin calcetines, y aquí estoy, con el sombrero de paja, y es la ostia de bonito. Y nueve minutos así. Y de fondo samplers de cosas, de orquestas, de Jimi Hendrix tocando Axis:bold as love... y la regadera y el barret al cap el barret al capa... i quina por, el suelo lleno de botones. Oh quina por. Quina por que em fa. Nueve minutos de no hacer nada, de pasar el tiempo. De disfrutar de que alguien al menos se lo pueda permitir. Nueve minutos sin pegar ni sello. El sombrero de paja, sin calcetines...
Final. Taxista. Taxista también había sido interpretada antes por Riba, con otra instrumentación y otra letra. En esa Taxista anterior, Riba buscaba trabajo y pedía al taxista que le llevase al cielo a buscar trabajo. Un blues rock sin blues ni rock, sin guitarras eléctricas, mucho coro de personal absolutamente zumbado y un Pau Riba que en esta ocasión hace que también haya una chica para compartir viaje. Ya no va al cielo. Él ya no viaja, él se queda aquí y se va andando, pero ojo, que hay una chica. Y el viaje de la chica... pues eso. Un viaje. Con lo tranquilito que empieza todo y el locurón que se desata. Cuando sabes que es la última canción del disco, te da tanto palo que se termine que estás deseando que el viaje dure miles de siglos. Palmas y ueeeeeeeeee. Palmas, palmas. Anireu ficant-vos dintre d'una inmensa flor de foc. Taxista. Taxista. Taxista. Los viajes en taxi ya nunca fueron iguales.
Este es el final. El disco lo grabó en Formentera con ese personal. Este Dioptria 2, no fue editado con el Dioptria 1 hasta unos cuantos años después. Hoy son inseparables.
Un disco que no es doble, que son dos discos, que son cuatro, que son un porrón de canciones, que no son tantas canciones. Taxista, taxista, taxistaaaaaaaaaaaaa. Suerte.
Así que así está el tema. Dioptria de Pau Riba es el disco que puede hacer que veas la música desde otra óptica, distorsionada, borrosa, psicodélica, divertida, chunga, calmada, burleta, desafinada, con coros desafinados, con muchas vocecitas haciendo ruiditos, mec, cuac, conxita, si si , no no, si si si si si, no no no no no...
Va Mikel, déjate convencer.
Sort.
Que tinguis sort, taxista.
Brutal. Discrepo només en que penso que la de d'un temps d'uns botons té una clau (la banalitat) sense la qual no s'acaba d'entendre lo disco.
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