Algunos de ustedes ya lo saben, estoy viviendo unos tiempos de extrema agitación personal. He valorado, he pensado, he reflexionado mucho sobre el tema y esta mañana, tras una agitada noche venga a dar vueltas y venga a dar vueltas, he decidido que el Universo ha de ser destruido. O yo o nadie. Si no es como yo quiero, me lo zumbo. Es así como lo estoy diciendo yo. No quiero volver demasiado sobre el tema de las causas y los motivos, la decisión está tomada y he emprendido el proceso de finalizar la obra que el padre Creador comenzó en su momento.
Así, con las cosas claras y el ánimo dispuesto al menos para terminar de una vez con todo, he desayunado de forma ligera y me he despedido de mi pareja que, descreída, me ha citado para la hora de comer desde su puesto de trabajo. Los niños se los queda mi suegra, por lo que tengo tiempo para hacer lo que tengo que hacer. Me he lavado los dientes, he peinado algo mi melena leonina y he dirigido mis pasos hacia la mercería Isi.
He decidido que sea este y no otro el establecimiento por el que empezar la demolición, dado que si tengo que comenzar por alguna parte, qué mejor que hacerlo desde un lugar en el que me encuentre cómodo, en paz, tranquilo, para poder hacer lo que tengo que hacer. He abierto la puerta y ha sonado la campanita. Ha salido la hija de la señora Isi, que ya ha visto pasar los cincuenta y será siempre la hija de la Isi, persona sin nombre que quizás también ha estimado en alguna ocasión la posibilidad de destruir el Universo y puede que haya sido demasiado para ella, mas no para mí. Yo voy a hacerlo y todo ha comenzado de la siguiente manera. Mañana tengo pensada la segunda parte, ya se lo digo al final, lean ahora esto. No tengan prisa.
- Hola, buen día ¿qué quería?
- Hola, buen día. Pues he venido a por una bobina de hilo que sea de este color. Mi mujer me ha dicho que le enseñe este trocito de tela a ver si encaja.
- Si claro, enséñeme el pedazo de tela a ver y seguro que lo encontramos.
- Aquí está. - Y he sacado del pantalón un trozo de tela granate, lo tengo todo estudiado.
- Bien, será fácil porque con este color vienen bien toda una gama...
- Bueno, espero que sea un color que no chille demasiado luego con...
- No se preocupe, mire a ver si estos...
- Mmmm, no sé. Igual, igual, no veo que haya ninguno. No sé. A ver si con otro tono un poco más fuerte.
- No sé, yo veo que este sí que le puede venir bien.
- Yo veo que no, perdone, mire a ver si otro más fuerte...
- Éste a ver.
- Éste. Éste puede estar bien. Creo que es éste. Bueno, pues no ha sido tan difícil.
- Pues no, no ha sido difícil. Es que son colores que son fáciles de igualar, si hubiera sido otro más chillón, no sé, como un...
- Ya. Bueno, pues muy bien.
- Eso es. ¿Quería alguna cosa más?
Y aquí ha sido cuando he puesto en marcha el plan. Aquí ha sido cuando se ha comenzado a desencadenar el desastre. Este es el momento en el que el Universo canta su canto del cisne. Canta su canto. ¿Ven cómo no merece la pena seguir?
- Pues sí.
Y me he quedado callado mirando un pijama. Un pijama verde. Un pijama verde con un dibujo de un oso que tenía cara de oso joven. Un osito. Un pijama de pantalón verde y suéter verde y dibujo de oso. Me lo he quedado mirando. Me han dado unas ganas terribles de llorar. Unas ganas tremendas de llorar. He llorado. He llorado desconsoladamente mirando el pijama. La hija de la señora Isi, tal y como preveía, se ha unido a mí. Todo encaja. Los dos hemos estado llorando largo rato. La hija de la señora Isi ha cerrado la puerta con pestillo. Ha sonado la campanita cuando ha cerrado la puerta. Hemos estado encerrados llorando un buen rato. La señora Isi quería entrar en la tienda y no podía. Media hora llorando. He acabado de llorar y le he dicho a la hija de la señora Isi que me abriera que me tenía que ir y me he ido.
Ustedes no sé si han notado algo, pero yo estoy empezando a notar cosas. He dejado a la señora Isi gritándole a su hija. Todo empieza a ir como tiene que ir. Adiós. Mañana veré qué.
Espero la segunda parte.
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