lunes, 29 de diciembre de 2014

Baal

En las estrellas. Allí tampoco se encontraba la respuesta. Bajé a la calle y alguien lo había cambiado todo de sitio. Para empezar yo no tenía porqué bajar a la calle, porque vivía a pie de pista, en primera fila y me encontré bajando unas escaleras que me llevaron a un portal que no era el mío. Empujé hacia dentro y se abría hacia afuera. No me metí en el bar de siempre porque al abrir la puerta de mi casa ya estaba en el bar y tampoco era lo mismo. Estaba en otro bar, aunque los camareros fueran los mismos de toda la vida. Todo había cambiado. No me hizo falta encontrar sitio en la barra porque me invitaron a sentarme unos trabajadores de la brigada que estaban desayunando y sin tener que pedir me trajeron un café con leche y un bocadillo pequeño de queso. Era como siempre o era diferente. Cuando acabé no recuerdo si pagué o me invitaron. Salí y no sabía si tenía que ir a algún sitio, pero antes de que me diera tiempo a pensar nada ya estaba camino de un lugar al que tenía que llegar a toda prisa. Ya iba tarde, me iban a meter un paquete que me iba a cagar. Seguro que lo estaba echando todo a perder por no tener claro a dónde ir. Estuve trabajando delante de un ordenador que tenía un sistema operativo completamente nuevo para mí y que sin embargo manejaba con soltura. Durante muchas horas conseguí olvidarme de todo. Esa era la respuesta. Todo era diferente porque estaba olvidándome. Creía estar contento volviendo en autobús a casa cuando me di cuenta de nuevo de que no estaba yendo a casa y que estaba caminando por una calle mojada y no había llovido. La calle estaba como recién hecha. Como recién pavimentada. Alguien a lo lejos me hizo señas con la mano. Era Baal.
En las estrellas. No miré a las estrellas durante todo el día. Había conseguido olvidarme de buscar la respuesta. Y allí estaba Baal. No era nadie. No me estaba haciendo señas. Simplemente brillaba en el suelo y esa era la señal. Y no me hizo falta que me lo dijera.
- Oh, Baal. Cuando el mundo cree que tiene que creer eres tú el que hace creer o descree. Oh Baal. Si yo pienso y si yo siento y si yo estoy, no es verdad. Eres tú. Oh Baal. Qué importa que yo haga o que yo diga o que yo piense o que se cambie todo de color o que las mesas se dispongan de otra manera o que me afeite o que el trayecto lo haga feliz o disperso. Eres tú, oh Baal, el centro de todo y todo. No hace falta que me digas nada, Baal, Si esta es la respuesta, si alguna vez hice alguna pregunta, si me interesa conocerla, en ti está el misterio.
Y dijo Baal:
- Mortal, vives demasiado pendiente del brillo, de las cosas, de cómo están y a qué responden. Cierra los ojos, ya no hay cosas, nada brilla, da igual.

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