miércoles, 21 de enero de 2015
Karpov
Qué expectación. Justo cuando uno se creía más olvidado que el bayón me encuentro con todo esto. Pues qué emoción. A ver, se supone que tengo que dar comienzo a las partidas simultáneas. A jugar con este, luego con aquel. Me divierten las simultáneas. El jugador principal, yo, contra un montón de jugadores que piensan que, realmente, estás jugando sólo con ellos. Que te estás dedicando a ellos, a luchar contra ellos. Y tú simplemente estás ahí, moviendo las piezas según van viniendo. Y ellos seguro que están convencidos de que les tienes en cuenta. Que te fijas en ellos, que juegas con ellos como si fuera una partida normal. Un cara a cara. Y no. Porque no. Porque son muchos, porque no hay tiempo y porque no se puede. Uno va moviendo, va viendo las fichas en el tablero y va dejando que la cosa se vaya muriendo. Por que, a ver, normalmente, cuando se hacen simultáneas, el que está en el tablero sentadito y cómodo, es porque sabe menos. Y el otro, en este caso yo, pues mueve así deprisa y sin concentrarse, pero con la ventaja de que tiene el conocimiento necesario como para no dejarse empurar por alguno de estos listos. El de la chaqueta amarilla parece que quiere hacerse el interesante. No me mira. El resto me están mirando. Pero el de la chaqueta amarilla hace como que no me da importancia. Él mismo. Es sencillo. No me suena de nada su cara, así que no le tengo visto de ningún sitio, ergo, no sabe ni ponerlas derechas. Así soy yo. Sí. Que antes uno era así como conservador y retraído y esas cosas. Anatoly, tío, saca pecho. Pero ya no hace falta. Que ya está bien. A ver, entonces estamos esperando todos a que diga algo. Esa es otra. Se supone que tengo que opinar sobre lo que son estas partidas simultáneas. Y están todos ahí mirándome como con cara de 'ojo, que va a decir algo importante'. Como si yo supiera jugar a esto. Qué hago, ¿se lo digo? Les digo que esto de las simultáneas es una trufa y la liamos parda. Les digo que esto de las simultáneas tiene su gracia pero que todos sabemos que al final gano yo. Que no me voy a exponer a jugar aquí con todos estos si no tengo más claro que el agua que aquí o gano yo o ni me muevo. Y dirán, joder, cómo te pasas con la gente. Y yo diré... y ellos me dirán. Yo que sé. Hoy me he levantado con el cuerpo de infantería. Qué quieres que te diga. Hay días que no y otros días que sí. Hoy tengo ganas yo de largar por esta boquita. Que luego no digo nada. Que luego me pongo con cuatro tonteces y se me va. Y si eso, incluso de jugar tengo ganas. Fíjate. Que uno se hace mayor y ya no está para andar complicándose la vida con el ajedrez, pero este ratito así en plan por divertirme. No sé. Me quedo un ratito así mirando hacia aquel lado y luego hacia el otro para que me hagan las fotos y empiezo. Que no sé para qué tanta foto. No sé para qué quieren tanta foto mía, a quién le pueden interesar fotos de un señor que juega al ajedrez. Cuando era joven todavía, que era un primor. Pero ahora, ya de viejo. Yo que sé. Oye tú, no preguntes y pon cara y que empiece la fiesta. 'A ver, al que tenga todavía una grabadora de casette encima le concedo una entrevista en exclusiva'. Es que tengo unas cosas a veces...
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Oiga, que yo no soy ud. Yo no me enrollo como un pergamino.
ResponderEliminarNada más que decir de Lijiang. Para haber estado 15 minutos, considero suficientemente extenso el texto.
Hombre Karpovvvvvvvvvvvvvvv! Ya se le echaba de menos. Está mayor.
Y usted tiene una forma de viajar de Santaco a Rusia y tiro porque me toca... Hacía tiempo que no aparecía por aquí el gélido.
ResponderEliminarFeliz tarde
Bisous