A la hora de reconocer los méritos de los grandes personajes de la historia, nos suelen faltar calificativos, espacio para nombrar todas sus hazañas, todo lo que logró, todo lo que aportó a la sociedad, etc. En el caso que nos ocupa, se puede decir que pertenece a un biotipo que no aporta. No soy psicólogo, ni antropólogo, ni nada de eso, pero sé ver a una persona que no es nada ni ha hecho nada en cuanto se me pone delante. Porque yo soy igual. Cuando una persona así se encuentra conmigo, me siento bien, seguro. Somos de la misma especie. Puedo dar fé, que el citado, no ha hecho nada reseñable en 40 años de vida. Nada. Nada que contar. Nada que decir. Nada con lo que contribuir al progreso humano. Nada. Absolutamente nada que pueda uno considerar digno de mención. Ni un mérito. Ni un reto conseguido. Ni siquiera ningún reto planteado. Nada que opinar sobre esto o lo otro. Ninguna queja al respecto. Ni un si, ni un no. Ni una palabra más alta que otra. Nada por lo que será reconocido por las generaciones futuras. Nada. Ninguna afición en la que destaque, porque ninguna afición tiene. Nada que ver. Una persona que no estimula a hacer nada, que no apoya a nadie, que no está jamás para nada. Una persona que es un conjunto vacío. Un ir pasando días, meses, años, esperando que esto pase pronto y que, si nos vamos a hacer daño, el dolor sea el menos posible. Si esto va a ser así, piensa, si esto ya va a ser así siempre, no merece la pena abrirse la cabeza. Dejemos pasar el rato, la vida, lánguidamente, sin más. Sin ir a ningún sitio, sin compartir con nadie penas ni sinsabores. Sin alegrías que referir. Sin ningún proyecto de vida que acometer con ilusión y denuedo. Sin nadie al lado jamás que se preocupe por uno. Ese es el espíritu sobre el que se cimentará una nueva civilización en la que los que somo como él, los que nos sentimos cercanos a su pensamiento y actitud, nos dejaremos arrastrar al pozo de la negrura más profunda y allí nos dejaremos morir. Poco a poco. Una nueva civilización basada, aún más si cabe, en la nada. Gente como él, nos enseña cuál es el camino. Un camino en el que no hay camino, en el que los demás pasan corriendo, incluso caminando confiados, mientras nosotros seguimos escondidos detrás de la fotocopiadora, llegando tarde, no yendo, sin interesarnos realmente por solucionar algo, dejando pasar los días. No nos merecemos nada más. No aspiramos a nada más.
Hoy, el citado, cumple 40 años. Si los primeros 40 años, que otros llenan de joviales ilusiones y de risas y de sanas esperanzas de construir un mundo mejor y un proyecto personal basado en algo, lo que sea, han transcurrido de la manera gris, sepia, patética, en que ha transcurrido esa primera etapa de la vida, no esperen de ninguna manera que en la segunda parte la cosa mejore. Lo bueno debería haber sido disfrutado ya, ahora, solo dolor y padecimientos. Hoy, el citado, es el último del núcleo de gente a la que no merece la pena conocer que cumple 40 años. Ya está. Nuestro tiempo ha acabado. Podemos decir adios y que sea lo que dios quiera.
Sin mucho más que añadir, feliz día Mario Gasén y acuérdate de eledu, que también es persona.
Madre, pues vaya cumpleaños más alegre! Solo le ha faltado a usted echarle cicuta en la tarta al homenajeado, hombre.
ResponderEliminarFeliz tarde
Bisous