martes, 20 de octubre de 2015
Historia de Rock and Roll
No sé a quién se le ocurrió decirle a aquel señor que viniera a cantar con nosotros, pero fue una de las cosas más extrañas que me ha pasado en la vida. Por aquel entonces jugábamos en las ligas menores. Teníamos un grupo majete, éramos todos muy colegas, ensayábamos dos o tres días a la semana y más o menos casi cada mes tocábamos en bares de la ciudad una o dos veces. Nos lo pasábamos bien, con un repertorio de rock más o menos clásico, ajeno a las modas. Éramos jóvenes pero escuchábamos música de viejos. En aquel tiempo, como dicen en la Biblia, mediados de los ochenta, el rock estaba echo polvo. Pero a nosotros nos daba igual. Ensayábamos en unos locales, cerca del polígono Montorete. Un día, apareció un señor mayor, gordo, que decía que había visto un cartel nuestro en un bar y que quería escucharnos. Era alto, corpulento y tenía la cara hinchada. Tenía el pelo recogido en una coleta, calvete por delante, se notaba que se teñía. Nos quedamos un poco sorprendidos con su propuesta, sobre todo porque no pensábamos haber puesto en ningún sitio carteles. Nuestros conciertos eran siempre en los mismos sitios, con la misma gente y, por aquel entonces, eso de hacer carteles para conciertos, no lo hacía cualquiera. Sea como sea, le invitamos a vernos ensayar y el hombre se sentó en una silla que teníamos, echa polvo, en una esquina. Tocamos unas cuantas canciones. El señor nos escuchaba con la cabeza mirando al suelo y notábamos que respiraba fuerte. Le tocamos una canción de Little Richard, Lucille, y levantó la cabeza. Nos pidió si podíamos tocar Heartbreak Hotel y si podía cantar con nosotros. Yo creo que puse alguna pega porque de saque siempre digo que no a todo, pero el resto del grupo no objetó nada y cantó con nosotros esa canción. Se ahogaba mientras cantaba, pero entonaba estupendamente. Mientras cantaba hacía movimientos con la cadera, y movía los brazos... como Elvis. Cuando acabó de cantar volvió a sentarse. Nos pidió una lenta, Love me Tender. Se la tocamos. La cantó sentado. Casi no se le entendía al cantar, pero tenía algo. Le felicitamos, un poco por compromiso. Esperábamos que dijera que se lo había pasado bien y que se tenía que marchar, pero no. Se quedó hasta el final del ensayo. Cuando acabamos, nos dijo lo siguiente: 'no os lo váis a creer, pero soy Elvis. Elvis Presley. Me gustaría cantar con vosotros, Aquí casi nadie me conoce, llevo años viviendo en la ciudad y nadie me ha reconocido. Tengo el gusanillo de cantar y me hablaron de vosotros... por matar el tiempo, si no os importa, podría cantar con vosotros...'. Yo estaba flipando. Aquel hombre no era Elvis. Elvis estaba muerto, primero. Segundo, no era posible que el señor ese fuera Elvis porque seguro que le habrían reconocido, por mucho que él dijera lo contrario. Y tercero... aquel hombre no podía ser Elvis. Si no se le parecía. Tenía la cara muy hinchada y estaba... ya, ya sabía que Elvis había pasado sus últimos años como una foca, pero aquello... y se ahogaba. No podía ser. Pero al resto del grupo le hizo gracia y le animaron a que viniera. Cada viernes por la tarde venía. Cantaba canciones de Elvis. Se movía como Elvis. Nos aprendimos Falling in love with you como final de los ensayos, ahí el hombre se moría. Pero tenía algo. Le preguntábamos cosas sobre la vida de Elvis y medio respondía. A veces se ponía a llorar. Otras veces se quedaba dormido. Pero cuando cantaba, clavaba al personaje. Movía las manos así como Elvis, señalaba, se ponía de rodillas y luego no se podía levantar y lloraba. Cuando lloraba, le tocábamos Love me Tender. Lo hacía muy bien, todo sea dicho. Nos propusieron tocar en un bareto. Le dijimos que si quería venir con nosotros. Dijo que sí. Fue un desastre. Cantó dos canciones, se asfixió al querer cantar un rock and roll de Chuck Berry, se sentó. Pidió pollo frito. No había. No volvió a los ensayos. La banda iba mal. Habíamos perdido la ilusión. Chefe, el bajista, me dijo al cabo de un tiempo que aquel hombre era Elvis de verdad, que el único que no lo había visto era yo. Que habíamos desperdiciado una ocasión tremenda de ser famosos. Que yo era un gilipollas, que le tenía envidia a Elvis, que era Elvis, porque hablaba con acento americano, porque cantaba como Elvis y se movía como él. Todos dejaron la banda. Yo me quité del rock and roll y con mi novia hicimos un dúo de tecnopop. Aquel señor no podía ser Elvis. Hasta hoy que pienso que no podía ser. Pero a veces recuerdo cómo cantaba Falling in love with you y pienso... que no. Que no puede ser. No volví a ver al resto de la banda. Pero el año pasado, fui de vacaciones a Las Vegas, con la que ya es mi mujer y con mis dos hijos, y por hacer la gracia fuimos a un sitio de esos de música en directo. No sé qué pasó, cuando entramos un señor muy mayor muy echo polvo, cantaba Love Me tender. A media canción, la banda terminó, ayudaron al señor mayor aquel, que cantaba muy bien, y se fueron. Yo no quiero pensar mal, pero alguien dijo 'hijodelagranputa, mira por donde viene'. Había mucho ruido y lo mismo me confundí.
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