Desde que tengo uso de razón, desde que yo recuerdo... creo que puedo ponerle una fecha concreta. No la puedo poner 'concretamente', pero aproximadamente creo que todo viene de una vez en casa de mis padrinos, era yo pequeñito, estaba con mis padres y mis padrinos tenían un pato en la terraza del piso de la calle Doctor Pagés. Mis padrinos y mis padres estaban de cháchara, riendo, haciendo el ganso y habían puesto una mesa con cosas, patatas,... olivas. Aceitunas. Me da igual el nombre, el asco es el mismo. Vi un platito de esos de cristal verde, con unas cuantas aceitunas dentro. Aceitunas que ya llevaban allí unas horas supongo y que estaban... allí. Simplemente estaban allí. Desde entonces, fecha exacta, las aceitunas han sido kriptonyta para mí. Me sienta mal verlas. Si hay una mesa en la que exista un plato de aceitunas, sean gordales, rellenas, negras, trencades, picuales, arbequinas o como quieran ustedes, me cambia la cara y durante unos segundos, puede que sean minutos, no estoy ahí. Sólo veo las aceitunas, aceitunas, aceitunas. Olivas. No sé qué me da más rabia, si el nombre o el objeto. Aceitunas y olivas.
Momentos estelares. La garrafita de mi madre. Una garrafita que tenía mi madre con agua en la cocina donde metía las aceitunas. El calduzo aquel. Las aceitunas. La garrafita arriba y abajo a la hora de comer. Y mi cara de ultra ascazo. Mohín de disgusto. Y como lo sabían, más lo hacían. Más garrafa. Todos contra mí, siempre. De toda la vida ha existido una conspiración por parte de todo tipo de seres, desde los queridos y muy estimados, hasta enemigos cerriles por hacerme la vida imposible, menos cómoda. No por facilitarme la existencia, no. Por hacérmela difícil. Las aceitunas son una prueba. Sabiendo, como saben, que no, pues ahí están. Siempre. Mi hermano. Siempre cuento la misma anécdota, pero da cuenta de cómo, ni de pequeño, ni un ser inocente y bueno como era mi hermano, se libraba de caer en la tentación de darme por el ñaca con las aceitunas. Supongo que empecé yo a hacerle la puñeta aquel día, mientras comíamos. Mi hermano no dudó un segundo y se comió una aceituna, se sacó el hueso de la boca y lo metió en la botella de fanta. Se reía como un loco. Qué rabia y qué asco. Siempre todo contra mí. Aceitunas en todas partes. Por amor he comido una aceituna. En un japonés, una vez. Cómetela, va. Por mí. Me negué dos o tres veces, lo hice. Me la comí. Me he comido otras cosas luego que jamás creeríais quienes me conocéis. ¿Me conocéis? Soy el Toni.
Boquerones en vinagre. Dicen que mi madre los hace muy bien. No los soporto. No soporto la visión, el olor, el palillito, el pececito colgando, el vinagre, no lo aguanto. No puedo. Aceitunas y boquerones en vinagre. Juntos. Combinación espantosa. Recuerdo que una vez, alternando con una amiga, manifesté mi absoluto asco, ascazo, repulsión por los boquerones en vinagre. Inmediatamente la amiga pidió boquerones en vinagre y se los comió todos. Y cogió la costumbre de, quedando conmigo, pedir siempre boquerones en vinagre. No creo que eso fuera amor, o quizás era una forma inversa de... ni idea. No me hacía gracia, la verdad. Me encantan las patatas fritas.
Tengo una pregunta que creo que hace mucha gracia pero que ya veo que no a todo el mundo le parece tan genial como a mí. Si pudieras eliminar el oxígeno y sustituirlo por algo... ¿cacaolat o patatas fritas? Me chiflan las patatas fritas. En muchos sitios les ponen por encima un par de boquerones. Que se jodan las patatas fritas. Ya no las quiero. En Les Tannines, que me gusta mucho, ponen un queso estupendo... con un boquerón encima. Como el bar me gusta mucho y no quiero parecer maleducado, cojo con toda la aprensión del mundo el boquerón y lo aparto. Me como el queso. Esto con diez años menos no lo hubiera hecho en la vida. Quizás en otro bar tampoco. Con público, jamás.
Me cambia el carácter, me cambia el humor, me convierto en un gruñido, en cara de asco, de nuevo la conversación gira en torno a 'no me gustan las aceitunas ni los boquerones en vinagre'. Una tapa, boquerones en vinagre con aceitunas. Hazle una foto, hombre, hazle una foto que parece que te la han puesto para ti. Y jijiji y jajaja.
¿Habrá algún día en el que podré ser feliz?
Y el caso es que los boquerones fritos me entusiasman. qué ricos. En fin. Esas cosas.
Por lo demás, si eso, otro día os hablo de las alcachofitas, de los berberechos, de las almejas en el arroz, de las berenjenas en vinagre, de las alcaparrillas, de los altramuces y tantas y tantas otras cosas y gentes a las que no puedo ni acercarme.
Otro día.
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