Un tío entra andando deprisa pumpumpum en un sitio. Y luego en otro. Y luego en otro. Y se reúne con otro tío. Y comen todos juntos. Y se gastan unas bromas así como muy de jojojo, y hablan de que si esto, que si lo otro, que si te lo dije, que te lo llevas muerto y venga y pumpumpum y ahora me voy a otro sitio y te llamo y te digo y nos vemos ya y ostia que viene el de China y uno de los que están en la mesa no se ríe tanto y no ladra tanto y dices, ojo, ese es el que manda. Y no lo sabes, pero algo te lo dice. Porque los demás tienen pinta de que mucho mucho, pero que al final van a ser unos gualtrapas. O gualdrapas. Es gualdrapas, que no lo marca como incorrecto.
El Reino es una película de Rodrigo Sorogoyen con Antonio de La Torre, que ahora es otro de esos filofascistas que por decir que ser de izquierdas y ser nacionalista como que no... ese es otro tema. El Reino es una película que es como un documental sobre lo que es nuestro país y cómo se gobierna nuestro país y cómo es la vida en los partidos que tienen algo que repartir. Los partidos que no tienen nada que repartir tienen otros problemas, pero los partidos que sí que lo tienen ojo. Pero ojo del bueno.
Como digo la película es como un documental, pero es un documental con unos actores. Y son unos actores que lo hacen de narices. Ese es mi criterio, como ya ha quedado claro, en el tema cinematográfico y prácticamente en todos los demás. El criterio. Lo hacen de narices. Porque desde que entra en el primer sitio a toda ostia Antonio de la Torre es un festival de interpretaciones donde me quedo con los dos empresarios y cómo ves que lo que están diciendo no es una actuación, son así Son personas que son así y que se tratan así y que se hablan así y que encaran la vida así. A toda hostia, actuando rápido, va la vida. Y sobre todo: va la pasta.
Mucha pasta. Tanta pasta que eres capaz de jugarte la salud, la vida, la de los tuyos, por la pasta. Y es lo que estás viendo todo el rato. A toda hostia. Y todos lo hacen muy bien, todos y todas. Pero hay un momento que cojea, que es el de Bárbara Lennie como periodista de informativos que vuelve a recuperar al final como entrevistadora que se convierte en una vendida. Mierda, spoiler.
Y el final, quizás un poco peliculero con las persecuciones y con según que cosas, pero ojo, que la realidad, como siempre, supera a la ficción.
La realidad supera a la ficción, digo. Pero películas como esta nos pintan una realidad, esa realidad escrita en libretas donde están los nombres de todos los que manejan lo que hay que manejar. Esa realidad. Una realidad con unos nombres ficticios y una realidad con nombres que tenemos todos en la cabeza.
¿Qué es la política para ti? ¿Porqué te metiste en política?
No sé cuántos premios le dieron a esta peli. Pocos parecen. Esos empresarios. Empresarios y secretas. Hostia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario