domingo, 14 de noviembre de 2021
Cien años de PCE
Os creéis que por ser domingo por la tarde no voy a decir nada sobre el centenario del PCE. Pero cómo no. No hablar del centenario del Partido Comunista de España es como no hablar de que hoy es domingo por la tarde. No hablar del centenario del Partido, es una falta de respeto por la fuerza política que llevó sobre sus hombros el peso de la lucha antifranquista y que combatió desde todos los órdenes y de las más diversas maneras, contra el régimen. Y no hablar del centenario del Partido es cagarse directamente en la memoria de tantas personas que lo dieron todo por algo, algo que nunca sucedió o que sucedió de una manera que fue la única a la que se tuvo posibilidad de acceder. Por eso, de todas las fotos que podrían ilustrar este texto de mierda, la foto es la de la Pasionaria, Carrillo, Alberti, López Raimundo y creo que Gallego en el congreso de los diputados, debe de ser en el año 77. Porque es en esos años en los que el PCE se encuentra con la encrucijada real de su historia. Fundado en el 1921 y capeando las vicisitudes de una Dictadura y el encaje del ideal revolucionario con una República que no se asimilará a la primera, crece durante la Guerra Civil hasta ser el único partido que plantará cara, como he dicho, de diversas maneras a la dictadura franquista durante casi 40 años. Esa forma de encarar la lucha desde los años 50 es un sello que se irá manteniendo hasta nuestros días en una manera de hacer política que, aunque con dogmatismos a la interna, será el sello de la casa. La retórica es una, lo posible es otra cosa. Y habrá escisiones, expulsiones, crisis, virajes ideológicos que consolidarán una manera de hacer y se llegará hasta esos años, los de la llamada Transición, donde las expectativas de cambio, de ruptura, se tendrán que asumir como imposibles y se verá que lo que queda es una democracia liberal donde habrá que competir en lo electoral. Y la fuerza en la calle y la fuerza sindical, se desvirtúa. Y lo que quedará después del 1982 hasta nuestros días es intentar encontrar el espacio, como parte de, como elemento troncal de, como aportadora de cuadros, como referente, como acelerador o como freno. Y tantas veces se le ha dado por anacrónico, por viejo, por fuera de tiempo, y sigue ahí. E incluso la próxima esperanza de cambio de este país proviene del PCE, como es Yolanda Díaz, pero claro, quién no proviene del PCE. Menos yo. Tanta gente considerándose heredera y parte, referente y sucesora, alabando y halagando cuando se les ha querido relegar al papel de comparsa, de muleta, de tribu urbana. Tanta gente que quiso enterrarles allá por el 15m y ahora son su día y su noche. De la misma manera, tanta gente del PCE que consideró todo lo que pasaba una maniobra del averno y ahora asumen como parte de su ser lo que pensaban que era un globo, un globo que sostienen con la mano para que no se caiga. El PCE cumple cien años y una vez más se abre el debate de qué hacer con el PCE. Más partido, menos partido, más fuerte o con un perfil menos marcado. No se trata ya tanto de recordar el pasado y de reconocer los innumerables méritos de tantos y tantas, sino de saber leer lo que hay y lo que tiene que venir. Y yo, que no sé nada, no sé qué recomendar, porque tampoco me toca. Solo soy un humilde militante que ni siquiera me he afiliado nunca al Partido ni a sus referentes aquí. Así que me abstendré de decir nada al respecto. Toca reconocer que, mientras otros partidos comunistas no pudieron soportar el tirón que supuso la caída del Muro y se han ido diluyendo o buscando formar parte de otros escenarios más amplios, hoy el PCE en este país se ha convertido prácticamente en el sostén de toda una coalición de gobierno y casi en el sostén del partido que iba a barrerlos de la historia. Y eso tiene mucho mérito. Felicidades.
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