No entendí mucho de lo que contó, pero me consoló que los demás tampoco lo entendieran. El tema de que el oso cogiera la flauta y hiciera lo que hiciera con la flauta, me dejó un poco descolocado. Bastante descolocado. Siempre me han intrigado los relatos en los que el animal adquiere capacidades humanas y hace cosas que deberíamos hacer los demás. Espera, que ahora lo estoy entendiendo, que por eso es una parábola. El animal en cuestión, sea un oso o lo que sea, en realidad somos nosotros y no me debería importar que se humanizase a los animales. Lo veo claro ahora. Pues entonces no sé qué decir porque creo que ya me ha quedado claro de lo que iba esto. El oso coge la flauta y cuando el oso coge la flauta significa que se da cuenta. Claro. Lo que pasa es que estábamos muy acostumbrados a que las cosas fueran literales, que nos contasen un ejemplo con alguien protagonista y cuando empezó con los animales la verdad es que me descoloqué.
Al tiempo he vuelto a reflexionar sobre la parábola del oso y de la flauta y creo que ahí intentó colarnos algo que con el tiempo se ha demostrado que era cierto. El oso coge la flauta pero no la está cogiendo de verdad, porque sería complicado para un oso coger una flauta con las garras y eso. El asunto estriba en que el oso en realidad no coge la flauta sino que la asume. Asume la flauta como parte de él y así las cosas, el oso ya no es un oso sino que se convierte en otra cosa. Ese es el drama de la parábola, que finalmente, el oso deja de ser un oso.
Creo que ya lo he cogido. En realidad, el oso era él mismo y la flauta no tiene nada que ver con una flauta tal y como nosotros la entendemos, sino como otra cosa. En realidad, la protagonista es la flauta. La flauta y no el oso. Y creo que de eso va el tema, el tema no va en considerar las cosas como secundarias, las cosas son lo primero. Las personas vienen después.
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